Llegó el momento que muchos
esperaban (¿?).
Estas son las 10 series que me llevaría a una isla desierta, aquellas que
marcaron mis gustos y tendencias, esas historias que hoy sigo recordando y,
ocasionalmente, volviendo a revivir.
El tiempo dirá si la lista se modifica –en definitiva, tiene un alto nivel de
subjetividad–, el tiempo dirá si entra alguna serie nueva que desplace a otras,
pero estas 10 van a seguir siendo de mis
preferidas por siempre. Acá van:
(#10) “24” (2001–2010,2014)
La segunda temporada la vi en una maratón de 24 horas seguidas con mi
hermano y un gran amigo. A ese nivel de fanatismo llegué en su época. En
sus mejores momentos (olvidándonos de temporadas pésimas como la 4 y la 6),
“24” generaba niveles de adrenalina tremendos, contenía mucha intriga política
y giros de tuerca que golpeaban más duro
que una bofetada de Tony Almeida.
“24” es una de las series más “cinemáticas”
que uno puede encontrar en la TV, con grandes presupuestos, toneladas de acción
y suspenso y un Kiefer Sutherland
que se consagró en el rol de Jack Bauer.
Incluso algunos giros argumentales absolutamente estúpidos (sí, estoy pensando
en el puma que amenazó a Kim Bauer
en la 2da temporada) resultaban queribles.
No es un misterio que “24” rompió con todo lo que se conocía hasta el
momento. Aunque ya habían salido películas que ocurrían en tiempo real,
ninguna serie se había atrevido a hacerlo. El tiempo real incluía los
comerciales y resultó ser una desconocida
forma de acumular tensión en los espectadores.
Cada temporada trabajaba una amenaza terrorista a gran escala,
usualmente preparada por un gran villano, y podían ir desde asesinatos
presidenciales y bombas nucleares, hasta bio-armas, agentes encubiertos y
traiciones políticas. ¡Todo eso en un
solo día de trabajo!
Por otro lado, “24” hizo un buen uso de la cámara dividida, de tal
manera que uno pudiera observar simultáneamente las acciones de varias personas
al mismo tiempo. Kiefer Sutherland
nació para ser Jack Bauer, y se convirtió en un
héroe de acción que influyó mucho en el cine y televisión de la década del
2000.
Por último hay que agregar que el final de cada episodio te dejaba
mordiéndote las uñas con una sorpresa de
último momento.
Es cierto que no todas sus
temporadas son increíbles y que la
fórmula se volvió muy repetitiva sobre el final. Pero también es sencillo
olvidar lo novedoso que fue este formato. Este año salió una temporada nueve (“24: Live Another Day”), de solo 12
episodios, que continúa donde quedó la octava. Personalmente me pareció muy
prolija, aunque quizás innecesaria, y representó otra inyección de adrenalina jackbaueriana en mi vida. Más allá de
computadoras que funcionaban con demasiada eficiencia, tráfico en Los Ángeles
sospechosamente ligero y un Jack Bauer que nunca
necesitaba ir al baño, ninguna serie supera a “24” en materia de acción y
adrenalina.
(#9) “Coupling” (2000–2004)
Me da pena que haya gente que no conozca
Coupling. Esta serie británica nos cuenta la historia de seis amigos y sus
complicadas vidas sexuales. Su inspiración en “Friends” (y las constantes comparaciones) es evidente, pero
Coupling siempre me pareció superior. La serie tiene 4 temporadas cortas (de
unos 6 episodios aproximadamente) y fue célebremente reconocida por sus tramas meticulosamente intrincadas que
se apoyaban en mentiras, malos entendidos y divertidísimos casos de “meteduras
de pata”.
Friends nunca llegó a tener capítulos
que tuvieran la mitad de la mitad de la originalidad que vi en Coupling. Me encantaba que no solo me
hacía reír muchísimo, sino que planteaba
abiertamente algunos temas sexuales “tabú” para la televisión:
masturbación, lesbianismo, tríos, etc, etc. En ese sentido Inglaterra siempre
fue más abierta, y recuerdo haber visto shows ingleses muy buenos (Sugar Rush y As If, entre otros) que me sorprendieron por la forma en que
llevaron a la pantalla ciertos asuntos más íntimos.
En “Coupling”, seis amigos debaten todos los aspectos del sexo y las
relaciones en su búsqueda interminable
del verdadero amor. Pero todas las historias son excelentes. Si quieren ver
un solo episodio (como para comprobarlo), alcanza con ver el 4to de la primera
temporada, donde una de los protagonistas encuentra un video porno (“El infierno de las lesbianas
nalgueadoras”) en el departamento de su novio. Impecable.
Creo que es una serie sin
desperdicio que además tiene la ventaja de ser cortita, compacta. Steve, Susan, Jeff, Patrick, Sally y Jane.
Todos son memorables por motivos diferentes. Debo decir que esta es la única
sitcom que más me recuerda a Seinfeld
o Arrested Development, en el sentido
que una variedad de argumentos separados se unificaban de formas inesperadas
sobre el final del episodio.
(#8) “Whose Line is it Anyway?” (1998–2001)
Drew Carey, Colin Mochrie, Ryan Stiles
y Wayne Brady fueron mis héroes durante
mi secundaria.
Cuando agarraba Whose Line por Canal Sony, no podía
creer lo que estaba viendo. Era imposible. Cuatro actores improvisaban en un
serie de juegos que un conductor (Drew) dirigía. Los resultados siempre eran
tan divertidos, tan cómicos, que yo estaba
convencido que todo estaba guionado.
Fui fan de la versión americana de
Whose Line y hoy sigo viendo
episodios al azar de tanto en tanto. Es un show increíble que disfruto
especialmente por mi adoración por el
teatro y la improvisación. Va más allá de lo divertido, y no hay nada igual
en la televisión. Aunque admito que se precisa un muy buen nivel de inglés para
disfrutar correctamente de la serie (porque los chistes son disparos rápidos y
están plagados de slang), el show es comedia pura que divierte sin piedad.
Por suerte, hoy se pueden
encontrar todos los episodios online, por ejemplo en Youtube. Y recientemente salió una nueva versión de unos 30
episodios (“Improvaganza”) que reunió
al mismo y excelente cast de los años noventa, y también está disponible en
Internet.
Si pueden, véanla.
“Whose Line” supo reunir a un grupo de comediantes talentosos que hacen improvisación de manera solemne. Drew Carey interactuaba con los comediantes,
siempre tirando chistes, y nunca tuvo miedo de descostillarse de la risa cuando
algo lo valía. Wayne Brady es un cantante que la destroza y el dúo Colin-Ryan
es imparable.
Siempre me pregunté por qué el
formato no llegó a Argentina, viendo que nos llegan tantas cosas desde afuera.
Creo que nunca va a existir un show de improvisación tan desopilante como “Whose Line is it Anyway?”. Con mis
amigos (todos tenemos ciertas nociones de teatro porque hemos estudiado unos
años) hemos jugado a varios de los juegos de improvisación que presentaba
“Whose Line…”, pero nunca pudimos
alcanzar la grandeza de aquellos comediantes.
Sinceramente, una serie excelente
para agarrar aleatoriamente (y online) y disfrutar junto a una equilibrada
combinación de amigos y cerveza.
(#7) “Supernatural” (2005 – Actualidad)
Todavía falta que salga la décima
(y última) temporada de “Supernatural”,
pero es un show que se ganó mi corazón
desde el primer episodio.
Volando por debajo del radar,
Supernatural es el show sobre monstruos, demonios, vampiros (y todo tipo de
ente sobrenatural) más consistente de la
TV, impulsado principalmente por la perfecta
química de hermanos que existe entre sus protagonistas (Jensen Ackles y Jared Padalecki).
“Supernatural” es maravillosamente creativa, con un ciclo
interminable de villanos inhumanos, efectos visuales impresionantes y una
mitología fascinante. En serio, hay que darle una chance a esta serie para
descubrir una de los joyitas mejor
guardadas de la televisión.
Estoy viendo la serie completa por
segunda vez, y es una de las pocas que me resulta siempre tan cautivante. Episodio
tras episodio, nunca defrauda y siempre sorprende. Todo el cast es brillante, y todos son excelentes para exponer
emociones.
Es una historia épica y emocionante que logra diferenciarse de toda la
basura que anda dando vueltas por la televisión. Tiene un balance perfecto
entre comedia y suspenso, entre capítulos que avanzan en la historia principal,
y episodios stand-alone que experimentan
con aspectos metatextuales, o que parodian clásicos del cine de terror.
Ha
tenido nueve temporadas muy intensas (exceptuando la séptima, que es muy floja
en relación al resto) y está por venir
la última que concluirá la historia.
“Supernatural” es el sueño
para todos los amantes del terror / suspenso. Los guiones se encuentran
entre los más excepcionales que he visto y es muy divertida, especialmente por
la dupla Sam-Dean que es la piedra
angular de la serie. Con mucho rock, excelentes tramas y la más amplia
variedad de monstruos que van a ver en la TV, “Supernatural” es una show que
merece mucha más atención de la que hoy tiene.
(#6) “Breaking
Bad” (2008–2013)
Me van a llover críticas por colocar Breaking Bad en el puesto #6 y
no entre los primeros tres puestos. Lo sé. Pero no
me importa. ¡Es mi selección de series, y las ordeno como quiero!
Solo voy a decir que Breaking Bad nunca tuvo un capítulo de más. Incluso el célebre episodio
independiente The Fly tiene su motivo
de ser (y es uno de los mejores de la tercera temporada, de hecho). Sus personajes supieron cambiar,
evolucionarse, adaptarse a los cambios que la serie exigía. Es impecable
desde el punto de vista actoral, en los excelentes diálogos, en las
sorprendentes historias, en los tremendos villanos, en los momentos citables,
en la extraordinaria tensión, en Ozymandias,
en un Jesse torturado.
Es televisión
perfecta, y envidio a quienes no la vieron porque no van vivenciar ese
desasosiego de aquel que sabe que nunca
va a volver a ver algo igual en la televisión.
Pero las próximas cinco series me tocaron a un nivel mucho más personal,
marcaron un antes y un después como ninguna otra lo hizo en mi vida, las he
visto más de una vez, me he obsesionado con ellas y han moldeado mis gustos de una forma que ninguna otra lo hizo. Por
eso, por ahora, Breaking Bad tiene
que quedarse en este muy merecido puesto.
(#5) “One Tree
Hill” (2003–2012)
Soy consciente de que es una elección peculiar. De hecho, estos próximos cinco puestos pueden llegar a sorprender
a mis lectores. “One Tree Hill” es un
drama de adolescentes como lo fueron Gilmore
Girls, Dawson Creek, The OC, Freaks and Geeks y Smallville.
En mis años de secundaria, años
formadores donde uno descubre sus pasiones, las vi todas. Pero OTH siempre se diferenció por sobre
encima del resto.
Repleto de drama, risas y
soundtracks tremendamente icónicos, One
Tree Hill es un show con el que siempre logré identificarme. Profundamente
alentador y empático, me sorprendió por la
adultez con la que trataba temas familiares y sociales complicados.
Es cierto que las temporadas 7 y 8
son muy olvidables, pero se redimió con una novena temporada que cierra la
historia de forma brillante (y como nunca vi antes). No exagero al decir que One Tree Hill cambió mi vida,
estableciendo mis gustos musicales (el soundtrack de One Tree Hill es el
soundtrack de mi vida) y generando muchas
de mis inspiraciones literarias. Mi primera novela, sin ir más lejos, toma varios trasfondos temáticas de la
serie y el estilo es muy similar, no puedo negarlo. (Ya mi segunda novela
logró diferenciarse un poco más, pero fácilmente podría ubicarse en el universo
de One Tree Hill).
Incluso siendo adulto, volví a revivir la serie una vez más.
Está fantásticamente escrito, tiene personajes muy memorables, el mejor villano
que vi en la historia de la televisión (Dan
Scott) y tramas que sorprenden por sus giros argumentales. Y voy a decirlo:
una de las pocas series que me hace llorar en momentos claves por más que sepa
lo que va a pasar. Estoy seguro que todo el mundo puede sacarle provecho a esta
serie que arranca muy “juvenil” pero se
va volviendo más adulto e interesante conforme avanza. Realmente, sin
ningún tipo de desperdicio.
(#4) “Arrested
Development” (2003–2006, 2013)
Cuando ves “Arrested Develepment” por primera vez, tu vida cambia por completo. Tiene la escritura más
perfecta de toda la historia de las comedias de TV. Especialmente si sabes
inglés (aunque esto no impide que uno la disfrute), AD contiene más juegos de
palabras, one-liners, catchphrases, devoluciones rápidas, chistes recurrentes y gags contenidos en un
solo episodio que los que hay en toda una temporada de cualquier otra
sitcom. En serio, requiere más de una mirada para poder reconocer todas las sutilezas que se esconden.
Ridículamente citable, tan divertido como ingenioso, fue
cancelada al final de su tercera temporada para ser revivido por Netflix el año pasado. Su cuarta
temporada (de 15 episodios) también es brillante (escribí
una crítica de ella acá), y supo evolucionar para no vivir de las glorias del pasado. Arrested Development es el manifesto de cómo escribir una serie
absolutamente entretenida, con personajes disfuncionales, odiablemente
queribles, grandes sorpresas y manteniéndose muy
(pero muy) sutil. Personalmente, ya la vi 3 veces y todavía me faltan cosas por descubrir. Cracked.com cada tanto saca artículos con gemas escondidas en episodios
de AD.
(#3) “Game of
Thrones” (2011 – Actualidad)
¿Había alguna duda? Entrando ya a
los tres primeros puestos de mi TOP-20,
y aunque todavía esté en emisión, no
puedo no colocar a GoT en el puesto #3.
Las actuaciones son sublimes, la
escritura es precisa, la escenografía y los trabajos de cámara son visualmente
impresionantes y, en términos de
ambición en cuanto a lo narrativo, lo creativo y lo logístico, ninguna
serie se le acerca.
Con más de siete reinos diferentes
para maniobrar y, literalmente, miles de actores para dirigir, parecería
inevitable que sus creadores (David
Benioff y D.B Weiss) se
descarrilen en algún momento. Sin embargo, cada temporada ha mostrado ser muy
superior a la anterior. George Martin es
el hombre del momento por haber escrito una maravilla literaria que es
deliciosamente compleja, enredada y enmarañada. Y los creadores lograron una adaptación inmejorable de los libros de
Martin. Terminé de ver la cuarta temporada y comencé de nuevo desde el
principio. Estoy captando miles de detalles y sutiles que había pasado por
alto.
Lo que GoT está generando en el
mundo de la TV es una ruptura absoluta.
El género de fantasía, históricamente hablando, nunca fue demasiado apreciado
como serie. Es difícil de vender y
difícil de sostener en el tiempo. Cuando a un mundo de dragones y
Caminantes Blancos le agregamos reyes patológicamente perversos, brujas
asesinas, un chico paralizado con poderes y hasta esqueletos (entre otras tantas
cosas) las posibilidades de que la
mezcla se vaya al carajo es muy alta. La sola idea de llevar aquello a la
pantalla es difícil de imaginar. Pero GoT lo logra, y con creces. Al género de
“espada y hechicería” se le suma una
mitología meticulosamente planificada con temas que resuenan en el mundo
moderno: el amor y la muerte, la venganza y la lealtad, la libertad y la
esclavitud, el poder, la avaricia, la guerra, la familia.
De todas mis series favoritas, y
de todas las que sigo año tras año, ninguna me deja tan satisfecho luego de
cada episodio como Game of Thrones. A
ninguna la espero con tantas ansias, y ninguna
me obsesiona tanto como para debatir con amigos y en foros sobre sus
infinitas posibilidades.
GoT es una historia superlativa,
una de esas raras ocasiones donde su trama trasciende su propio género, y hoy es lo mejor que podemos ver en la
televisión (esto debido a que mis próximos dos puestos ya, básicamente, “no están en emisión”). Game of Thrones es as good as it gets en materia de argumento complejo, personajes
tridimensionales y aspectos visuales. Dicen que va a tener ocho temporadas, por
lo que estaríamos todavía a mitad de
camino con una serie que ya marcó tarjeta en los hitos de las series de
televisión.
(#2) “Los
Simpson” (1989 – Actualidad)
No podía ser de otra manera. Los Simpson
pueden entrar en cualquier categoría (mejor sitcom, mejor serie animada, mejor
show familiar) y salir siempre entre los primeros puestos. Y es que hay un momento Simpson para cada
situación de la vida, como ya mencioné en un
post donde hablé exclusivamente de esta serie.
La aclaración que quiero hacer
antes es que Los Simpson para mí “murieron”
en su décima temporada. Hasta ese punto fueron perfectos, ingeniosos,
citables, memorables, dueños de un humor sagaz, inteligente, satírico. Quizás
sea porque la exigencia fue cada vez mayor, por el cambio de voces y de
escritores, por la salida de su creador (Matt
Groening) que se desvinculó creativamente del show. Lo cierto es que murió
porque dejó de divertir, porque dejó de
tener capítulos que uno podía ver y volver a ver sin aburrirse. Varios
blogs analizan las teorías de su decadencia.
Yo creo que la esencia de su
decadencia en Latinoamérica particularmente (porque en USA sigue siendo un
éxito muy decente) fue el cambio de voces, que hizo que todo nos sonara raro, horrible, hasta repugnante. Pero, por
sobre todo, el enfoque del humor pasó de ser una áspera crítica social sobre el
hombre moderno y los conflictos cotidianos, a tratar con temas de actualidad,
parodiar a famosos y hacer chistes
vulgares sobre la tecnología. La serie, hay que decirlo, se volvió muy mediocre.
En lugar de apoyarse en grandes historias del cine y la televisión, o en
problemas existenciales de la sociedad actual, hizo uso de chistes más fáciles
que apelaban a un público más chico (y
que lo exigía).
Hecha esta aclaración, en sus
mejores momentos, Los Simpson es una
serie atemporal con un humor de mucha calidad, miles de referencias
culturales (históricas, literarias, cinéfilas, etc.) y plagada de momentos gloriosos. Es una serie intocable porque,
incluso en su peor momento, sigue en emisión y tiene más éxito que el 90% del
resto.
En particular en Argentina (y
gracias a Telefé) todos los pibes de 20 y tantos pudimos disfrutar de la todos los
episodios a toda hora del día, y eso la
hizo especial. Crecí con la familia Simpson. Hoy la sigo viendo, y me sigo riendo. El resto de lo que puedo
decir sobre esta increíble serie
ya lo dije en este post, así que no quiero explayarme más. ¡AGUANTE LOS
SIMPSON!
(#1) “Seinfeld”
(1989 – 1998)
Y llegamos al primer puesto. Y el trono se
lo queda la “serie sobre nada” que lo
tuvo todo.
“Sin abrazos y sin aprendizaje”. Bajo ese lema Larry David y Jerry Seinfeld
crearon la
mejor sitcom del universo entero, y se mantuvieron apegados a esa premisa. Vivir
el día a día de Jerry y sus tres extraños amigos fue una de las mejores cosas que le pasó a la televisión. No había cliffhangers, ni grandes sorpresas, ni
romances dentro del grupo. En lugar de eso, la atención del espectador se
conseguía con una show pura y
verdaderamente gracioso.
Elegir los 10 o 20 mejores
episodios de Seinfeld es una
tarea imposible porque todos son clásicos. Es una serie icónica que, como
varias de las que formaron parte de mi TOP-20, provocó una ruptura de la tradición, fue vanguardista y poco
convencional para su época. El humor cotidiano, observacional, crítico de la
serie estuvo siempre por encima, y sus nueves temporadas (incluso el controversial final) son excelentes, en gran parte
gracias a la calidad actoral de Jerry Seinfeld, Jason
Alexander, Julia Louis-Dreyfus y Michael Richards.
El ingenio que derrocha cada episodio es ridículamente excepcional.
Lo mejor es que cada protagonista tiene tanta profundidad y
personalidad que es imposible no sentirse identificado con cada uno de ellos en
diferentes situaciones. “Seinfeld” está
excelentemente escrita, te hace pensar, pone
en evidencia el absurdo de la vida, presenta
situaciones desopilantes y es absolutamente citable.
El gran problema es encontrar
gente que conozca y adore Seinfeld como yo para poder hacer referencias
casuales a la serie.
Este año se cumplieron 25 años desde su estreno. Esta es la serie sobre “nada” que lo cambió todo, y en lo
personal… es mi serie favorita, la gran ganadora, la que más me hace reír
(literalmente a carcajadas), el motivo por el cual adoro ver televisión. Alcanza niveles de reverencia religiosa.
No hay situación de la vida real que no tenga su comparación cómica o su
paralelo en Seinfeld. Me refiero a todo tipo de situaciones: inventar profesiones para
interesar a una chica, perderse en un estacionamiento, volverse metatextual, quedar
atascado en un embotellamiento, que un nazi te sirva sopa,
conocer a un bebe horrible, hacer
un concurso de no-masturbación con tus amigos, inventar festividades,
obsesionarse con pequeños detalles, o dejar a una pareja por motivos
absolutamente estúpidos.
Amo Seinfeld, todos los años vuelvo a
ver algún que otro capítulo o se la recomiendo a mis amigos. SEINFELD LO TUVO
TODO, Y MERECE TODO MI RECONOCIMIENTO. Sin duda alguna, es la serie que todos deben ver para saber lo que es
realmente bueno.
► TERMINAMOS. Estas son mis
10 series de TV favoritas. Recuerden revisar el post
de los puestos 20 al 11 y las “Menciones
de Honor” para conocer al resto. Para mí son todas de lo mejor, lo más
original, lo más innovador que he visto en la televisión, y las recomiendo
ampliamente. ¿Qué otra serie agregarían?
¡Dejen sus comentarios!
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