“La
tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca” (o simplemente “Hamlet”) es la obra de teatro más conocida
(y decididamente más sobre-analizada) del inglés William Shakespeare. No solo se trata de la pieza más larga, sino
que además el texto escrito en 1601 se
ha convertido en una de las tragedias más influyentes y poderosas de la
historia universal.
En pocas palabras: Hamlet es el Príncipe de Dinamarca. Su padre (¿Mufasa?) fue asesinado por su nefasto tío Scar, digo… Claudio… en
un intento de usurpar el trono. El fantasma del fallecido rey se le aparece a
su hijo para pedirle que se vengue de su asesino. La obra se va desenvolviendo
alrededor de la locura (real, pero también fingida) y de cómo una persona
transita los diferentes estados frente a la muerte de un ser querido (pasando por
el dolor intenso y la ira desmedida). A su vez aparecen las temáticas de la
venganza, el incesto, la corrupción y la traición. Ya
saben, esas cosas que le encantan a Shakespeare y a George Martin.
Hamlet decide
que la mejor manera de resolver el asunto con su tío Claudio es una buena y tradicional venganza a sangre fría. Para
obtener las pruebas necesarias, monta una obra de teatro (una obra dentro de la
misma obra) y cubre su comportamiento fingiendo demencia.
Sin embargo, a medida que la trama progresa se vuelve cada vez más ambiguo si Hamlet finge locura o realmente está perdiendo la cabeza. La cosa se complica especialmente con la presencia de un popurrí de personas secundarios: Polonio (canciller del reino y amigo del difunto padre), Ofelia (hija de Polonio y el objeto de afecto de Hamlet), Gertrudis (la madre, que ahora se ha casado con su maligno cuñado) y , por supuesto, el mismo Claudio, que está preparando planes para remover a su sobrino del escenario.
Sin embargo, a medida que la trama progresa se vuelve cada vez más ambiguo si Hamlet finge locura o realmente está perdiendo la cabeza. La cosa se complica especialmente con la presencia de un popurrí de personas secundarios: Polonio (canciller del reino y amigo del difunto padre), Ofelia (hija de Polonio y el objeto de afecto de Hamlet), Gertrudis (la madre, que ahora se ha casado con su maligno cuñado) y , por supuesto, el mismo Claudio, que está preparando planes para remover a su sobrino del escenario.
Un bolonqui de aquellos.
Es probable que Shakespeare haya basado su
obra en un conjunto de leyendas con temáticas similares que abundaban en diferentes
culturas alrededor del mundo: la leyenda romana de Bruto, la saga escandinava Hrolf Kraki, una obra anterior posiblemente escrita por Thomas Kyd (titulada “Ur-Hamlet”), entre otras. Muchos de los
elementos de la obra, por ejemplo, fueron tomados de “La vida de Amleth” (Saxo Grammaticus), obra del siglo
XIII.
Hoy Hamlet ha sido adaptada numerosas veces al
cine, teatro y televisión. Y ha cambiado tanto que muchas veces solo se
relaciona en la trama más básica con el contenido original.
(Piensen, por
ejemplo, en “El Rey León” de Disney).
En internet pueden encontrarse adaptaciones
super raras, como la edición de
Hamlet de Facebook, una
versión Manga y una
con los personajes de Mario Bros. La obra teatral “Máquina Hamlet”, del aleman Heiner
Müller, es una celebrada adaptación
surrealista. Por su parte, la película “Legend
of the Black Scorpion” es básicamente Hamlet en la China feudal.
Después de un diálogo de Star Trek VI donde se menciona que los trabajos de Shakespeare
eran, en realidad, el trabajo de un Klingon,
algunas fans con mucho tiempo en sus manos se tomaron el trabajo de traducirlo
a lenguaje Klingon.
Orson
Scott Card, un declarado del movimiento anti-gay, también hizo el intento de
adaptar la historia del príncipe en una extravagante novela de 2008 con pésimas
críticas: “Hamlet´s Father”. En ella resulta
que el viejo rey es un pedófilo que viola a la mayor parte del elenco masculino
para convertirlos en homosexuales y pedófilos como él. En serio.
Por último vale destacar dos casos más. El
primero es la película “Royal Deceit”
(1994) con Christian Bale y Gabriel
Byrne. Una cinta de bajo presupuesto que combina Hamlet con la historia
original y vikinga (Saxo Grammaticus). Las opiniones se dividen entre “tan mala
que termina siendo buena” y “tan promedio que resulta siendo aceptable”. El
último caso es el de la serie “Sons of
Anarchy” (del canal FX), que trata de una banda de motoqueros que actuan al
borde la ley pero de fondo es una versión de Hamlet ambientada en la época
moderna.
Además de engendrar perturbadores
adaptaciones, Hamlet es conocida por haber sido generadora y frases clichés que
se usaron y parodiaron en todas partes. De todas ellas, seguramente la más
conocida (e incomprendida) sea “Ser o no
ser…”, que es el comienzo del afamado soliloquio del inicio del acto III.
La obra de teatro no tiene uno, ni dos, sino
siete soliloquios en total. Todos son de una profundidad sin igual, y todos están
íntimamente relacionados con la trama y el desarrollo del personaje que lo
recita. En ese sentido, la estructura de la obra se ajusta a la del teatro
isabelino: cinco actos, todos de diferente longitud, y con un lugar especial
para los monólogos.
Popular y erróneamente se asocia el monólogo
de “Ser o no ser” (que sucede en el
acto III) con la calavera del bufón Yorick
que Hamlet encuentra en el cementerio durante el acto V. En realidad este
monólogo –el tercero de una serie de pensamientos en voz alta que se formula el
protagonista– es de carácter existencial y se centra en la duda, pero no tiene
nada que ver con una calavera.
En su base, Hamlet es un intelectual quejoso
que tiene la carga del peso de su vida. Sus pensamientos paralizan su accionar
y es exactamente lo que expone en el soliloquio. Lo interesante de lo que dice
es que, más allá de su locura fingida, hace observaciones muy agudas en cuando
al espíritu humano, el amor, los pecados y la muerte.
Se trata de un monólogo tremendo y cargado de
significado que tiene mucha tela para cortar. Sorprendentemente, se mantiene muy contemporáneo en sus palabras,
pese a tener más de 400 años de antigüedad.
“Ser
o No Ser, esa es la cuestión”
Hamlet se muestra natural, sin tapujos. Pone
en relevancia la incertidumbre de cómo debe vivir, actuar y comportarse
frente a los demás . Hay quienes afirman que su frase “ser o no ser”
se refiere a ser o no ser como su tío Claudio (es decir, un pecador).
La verdad
es que parecería tener un sentido más amplio: ser humano de forma completa, con
todo lo que implica, las más y las menos, las injurias y penurias, o abandonar
todo y dejarse llevar por la vida.
“Si es más
noble para el Alma soportar las flechas y pedradas de la
áspera Fortuna
o armarse
contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro”
Aparece el cuestionamiento de actuar de forma
honrada (sabiendo que vas a ser golpeado por la vida) frente a conformarse con
lo que pasa alrededor.
“Morir:
dormir, nada más.
Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales
Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales
herencia
de la carne, ¿sería una conclusión seriamente deseable?”
Morir,
dormir: dormir, tal vez soñar.
Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno
Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno
ya libres
del agobio terrenal,
es una
consideración que frena el juicio y da tan larga vida a la desgracia.
Pues,
¿quién soportaría los azotes e injurias de este mundo,
el desmán
del Tirano, la afrenta del Soberbio, las penas del amor
menospreciado,
la tardanza de
la ley, la Arrogancia del cargo, los Insultos que
sufre la paciencia,
pudiendo
cerrar cuentas uno mismo con un simple puñal?
¿Quién
lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida,
si no
es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas
fronteras ningún viajero vuelve,
detiene
los sentidos y nos hace soportar los males que tenemos
antes que
huir hacia otros que ignoramos?
Todos estos versos ejemplifican y desarrollan
el dilema planteado al principio por medio de metáforas, ejemplos y diferentes
dicotomías: rebeldía vs. resignación, vivir vs. morir, acción vs. reflexión.
Hamlet se plantea lo sencillo y fácil que sería poner fin a todos los males con
el suicidio (“…pudiendo cerrar
cuentas uno mismo con un simple puñal?”), y la idea de que es el
desconocimiento de lo que hay luego de la muerte lo que pone freno a esa maniobra.
Hamlet plantea el dilema, lo extiende, lo
desarrolla, y luego llega a la inevitable conclusión sobre el final:
La conciencia
nos vuelve unos cobardes,
el color
natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas
de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso
y ya no
son acción.
Tomar conciencia sobre nuestros actos sin
convertir el pensamiento en acción, propone Hamlet, hace que el individuo se
paralice. Es una conclusión que él aplica a su situación particular, pero que
puede extenderse a cualquier ámbito de nuestras vidas. Rendirse o seguir
peleando. Cuando pensamos demasiado las cosas, cuando nos conformamos con las
injusticias, cuando dejamos que las cosas suceden porque “así sucedieron
siempre”, somos unos cobardes.
Cada vez que releo este monólogo, se me eriza
la piel.
Aunque el texto en español es una traducción
posible de las tantas que hay dando vueltas, la densidad conceptual está
presente. Hay una precisión en la elección de palabras y elegancia en la forma
en que arma cada verso. Hay muchísimos recursos formales empleados y que moldean
el contenido para intensificar ideas importantes y brindar más fuerza a lo que
se quiere transmitir.
Shakespeare fue un
conocedor del alma humana y las penurias del hambre. No es casual que por eso
tantos de sus personajes se hayan convertidos en símbolos y fluentes de
influencias. Si Macbeth representa
la ambición humana, y Romeo y Julieta
el amor, Hamlet es la vacilación por
excelencia. Muchos investigadores se han preguntado por qué él tarda tanto
tiempo (esencialmente toda la obra) en llevar a cabo su plan, por qué duda
tanto. Al respecto hay varias teorías interesantes, pero serán motivo de otro
post.
Leer Hamlet
es ponerse uno contra uno con las dualidades más elementales del hombre: la
locura y la razón, la honradez frente a la maldad, y la justicia por medios
legales frente a la venganza (justicia por mano propia).
Temas, por supuesto,
atemporales.
► El
soliloquio de Hamlet en mi traducción preferida:
Ser o No Ser, esa es la
cuestión:
Si es más noble para el Alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
Si es más noble para el Alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades
y darles fin en el encuentro....
Morir: dormir, nada más.
Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales
Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, ¿sería una conclusión
seriamente deseable?
Morir, dormir: dormir, tal vez soñar.
Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio y da
tan larga vida a la desgracia.
Pues, ¿quién soportaría los azotes
e injurias de este mundo,
el desmán del Tirano, la afrenta
del Soberbio, las penas del amor menospreciado,
la tardanza de la ley, la Arrogancia del
cargo, los Insultos que sufre la paciencia,
pudiendo cerrar cuentas uno
mismo con un simple puñal?
¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando
bajo el peso de esta vida,
si no es porque el temor al más
allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve,
detiene los sentidos y nos hace
soportar los males que tenemos
antes que huir hacia otros que
ignoramos?
La conciencia nos vuelve unos cobardes,
el color natural de nuestro ánimo se mustia
con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas de gran peso y entidad por tal
motivo se desvían de su curso
y ya no son acción.
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literarias III: everybody loves Shakespeare”; “Los
árboles mueren de pie, una obra de Alejandro Casona”; “La
excepción y la regla, una obra de Bertolt Brecht”; “A
puerta cerrada, una obra de Jean-Paul Sartre”.
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