Cuando me disponía a armar mi lista de los mejores
juegos de PlayStation –para
continuar con la tradición, siendo que ya había hecho las de Family
Game, Game
Boy, Sega
Genesis, Super
Nintendo, Abandonware
(PC) y juegos
modernos de PC– me di cuenta de un detalle fundamental.
Había algunos juegos súper importantes para la PSX
que nunca había podido jugar durante mi adolescencia, y que sólo conocía por su
popularidad o relevancia. Entre ellos, el que encabezaba mi lista era Metal Gear Solid.
Así que lo jugué, lo odié, luego lo amé, luego lo
volví a odiar. Al final me quedé con una sensación extraña. Pensé,
simultáneamente: “¡qué buen juego, la
puta madre!” y “¡qué juego ingrato,
la puta madre!”. Por eso hoy quiero analizar en detalle esta joyita de los
juegos de acción y espionaje que puede dar más de un dolor de cabeza.
***
Metal Gear
Solid: concepción e historia
MGS es un juego de acción y espionaje lanzado por
Konami en 1998. Fue una revolución
por su estilo cinematográfico y la fusión de una mecánica de juego novedosa con
un argumento emocionante, lleno de vueltas de tuerca.
Básicamente, éste es el responsable de popularizar
los juegos de espionaje, donde es mucho más conveniente andar con sigilo y
recorrer los lugares con tranquilidad y paciencia antes que salir corriendo a
los disparos como Stallone en Rambo.
Lo curioso es que, en realidad, hay dos
precedecesores. Los dos primeros son bastante desconocidos (nunca llegaron a
América), por lo que Metal Gear Solid sí es el primer videojuego que muchos
conocieron.
La historia sigue a Solid Snake, un agente de operaciones encubiertas trabajando para
los militares de Estados Unidos. Han pasado 6 años desde que Solid se infiltró en
la unidad FOXHOUND y asesinó al legendario terrorista “Big Boss”. Fue allí
donde descubrió que su mejor amigo, Gray
Fox, trabajaba para Big Boss, quien además era su verdadero padre.
Traumatizado por aquellos eventos, Solid se retiró
oficialmente para vivir una vida tranquila en Alaska, criando a sus perros.
Todo hasta que un día es capturado por el gobierno americano y llevado a un
submarino, donde se lo fuerza a participar de una nueva e importante misión que
podría tener conexiones con su pasado.
La unidad terrorista FOXHOUND tomó control de una
instalación nuclear en la isla Shadow
Moses. El nuevo líder es un hombre misterioso que se hace llamar a sí mismo
“Liquid Snake”. Le demanda al gobierno yanqui que devuelvan el cuerpo muerto de
Big Boss o va a lanzar un ataque nuclear. Solid tiene que infiltrarse en la
base glaciar y neutralizar a los enemigos.
Lo que sigue es una historia sorprendentemente
compleja y atrapante sobre la guerra y la moralidad, una que ama romper la
cuarta pared cada vez que es posible.
La mecánica
de juego
Metal Gear
Solid fue uno de los mejores títulos de PlayStation, lo cual queda claro al
ver cualquier lista top. Siempre queda entre los primeros tres puestos y es el
favorito de muchos.
Cuesta un poco acostumbrarse a la forma de juego y
cómo se mueve la cámara. Es bastante largo (tiene dos CD´s, y toma unas 16-18 horas pasarlo la primera vez).
Ser descubierto y morir son prácticamente sinónimos. El juego prácticamente
requiere que tengas la paciencia para avanzar con cautela, eliminando a los
enemigos sin hacer el menor ruido o, de ser necesario, esquivándolos.
Algunas misiones son más de acción (por ejemplo,
todas las batallas con jefes, o la secuencia donde Snake tiene que subir unas torres mientras es perseguido por
guardias) mientras que otras son más de exploración y sigilo.
Más allá de que puede ser muy frustrante (es muy
difícil por momentos… y la batalla final es simplemente injusta), le destaco
que tiene una historia increíblemente atractiva y que cada nivel ofrece
desafíos muy diferentes. Peleás contra francotiradores, ninjas invisibles,
guerreros con habilidades psíquicas y hasta tanques y helicópteros.
Tiene un equilibrio muy logrado entre momentos
donde tenés que usar la cabeza para resolver acertijos y enigmas y otros donde
tenés que apagar el cerebro y, simplemente, pelear por tu vida.
Entre los aspectos que encontré novedosos están:
(1) el dispositivo de radio, que permite comunicarte con varios de tus aliados
y recibir pistas sobre cómo continuar el juego, y (2) la amplia variedad de
movimientos que puede hacer Snake: andar cuerpo tierra, agacharse, pegarse a
las paredes, noquear o dormir a los enemigos, colocarse visión de rayos, silenciar
el arma, etc.
A veces te quedás sin todo tu equipo y encerrado en
una celda (con varias posibilidades diversas para escapar) y en otras sos
brutalmente torturado, teniendo que decidir cuánta tortura vas a poder aguantar
(lo cual lleva a uno de los dos posibles finales).
Todos los grandes jefes (Revolver Ocelot, Psycho
Mantis, Sniper Wolf, Gray Fox, Vulcan Raven, Liquid Snake y Metal Rex) son
absolutamente diferentes unos de otros, y es preciso utilizar estrategias
creativas para vencerlos.
Ya había jugado juegos de este estilo (Commandos, en definitiva, tiene la
misma onda) pero Metal Gear Solid es
una experiencia totalmente diferente.
Dos puntos negativos
Si bien me gustó mucho este juego –y apenas lo
terminé tuve ganas de volver a arrancarlo para “hacerlo mejor”– creo que tiene
dos grandes problemas que me quitaron parte del encanto.
El primero es la gran cantidad de “backtracking”
que es necesario hacer. Básicamente, todo el juego toma lugar en una gran área
gigante (y los eventos suceden a lo largo de una noche). Puede accederse a las
secciones con niveles de una tarjeta electrónica. Esto hace que, muy
frecuentemente, sea necesario volver sobre tus pasos para buscar nuevos ítems y
así poder avanzar.
No es algo que me moleste especialmente, pero
resultaba bastante frustrante cuando no había formas rápidas de volver (al ser “realista”,
no hay algo que te “teletransporte”, como suele existir en juegos de RPG).
Los enemigos vuelven a aparecer en cada área,
aunque ya hayan sido vencidos, y eso hace que uno ni siquiera pueda volver
hacia áreas ya exploradas con tranquilidad.
Me pasó particularmente en dos momentos. Primero
cuando hay que buscar el rifle de francotirador para poder pelear con Sniper Wolf la primera vez (y así
salvar a Meryl). Luego, sobre el final del juego, hay que volver nuevamente al
principio para activar las diferentes temperaturas de la llave PAL.
En juegos como el genial Tomba 2 (también de PSX) o los de la franquicia de Metroid, volver sobre los pasos es un
aspecto fascinante que te permite conocer nuevas zonas y conseguir ítems que
mejoran tu supervivencia en el juego.
En cambio, yo con Metal Gear Solid sufría cada vez que tenía que volver. Se siente
innecesario, mal estructurado, y ningún área te presenta algo nuevo. Sólo se
siente aburrido y lento, retrasando las ganas de continuar la aventura.
Muchas veces daba vueltas en círculos hasta
encontrar un ítem necesario o moría de formas estúpidas. Lo que es peor, hay
varios ítems opcionales que no son necesarios para finalizar el juego, pero sí
ayudan un montón. Ítems que, en mi primera jugada, no los encontré porque no
sabía que los estaba buscando.
El otro problema de MGS es la inmensa cantidad de
diálogos y cutscenes que tiene. No los conté, pero son demasiados y detienen
demasiado el avance. Muchas veces los diálogos son importantes para entender la
historia o saber qué hacer después, pero también hay varias ocasiones donde se
estiran demasiado.
Lo que es aún peor: no es posible saltearlos ni
acelerarlos (si no se usa un emulador, claro). O sea que si ya te conocés la
historia y solamente querés jugar, te comés todas las escenas, diálogos por
radio y backstories de los personajes una y otra vez.
Aparentemente el creador del juego, Hideo Kojima, siempre quiso ser
director de cine, pero eligió los videojuegos como medios para narrar historias
(ya hablé sobre las narraciones dentro de los videojuegos en esta
otra nota).
Así, el componente narrativo es muy fuerte en MGS.
Algunos eventos y secuencias de diálogos llegan a durar hasta 15-20 minutos, al
punto que por momentos parece que estamos viendo una novela visual antes que
jugando un videojuego.
Quizás por eso no se lo recomendaría a todo el
mundo. Hay que estar preparado para jugar durante cuarenta minutos y después
tener que bancarse diez minutos de diálogo. Te corta toda la inmersión.
El humor y
la ruptura de la cuarta pared
Sin embargo, esos dos aspectos negativos no
terminan de arruinar un juego que me parece sobresaliente. Y eso es porque son
detalles que quedan en un plano secundario en relación a sus grandes
atractivos.
Uno de ellos es cómo la historia se divierte con la
metatextualidad y presenta momentos livianos de humor. Lo interesante es que
siempre se maneja con mucha sutileza. El juego siempre se considera a sí mismo
como “serio”, sin importar que tan loca o bizarra sea la situación del
protagonista. Nunca se hace una referencia directa a que estamos jugando un
videojuego, pero sí hay muchos guiños.
Un ejemplo son las sugerencias que te hace el
coronel sobre tener las raciones de comida seleccionadas mientras estás en la
sala de Almacenamiento en Frío (para que no se congelen) o cuando te da un
tutorial sobre qué hacer sin hacerlo realmente.
Campbell también te dice, crípticamente, que
busques el código de radio de Meryl en la “parte de atrás del CD” (literalmente
estaba en la copia original del juego para PlayStation).
O antes de que Ocelot te torture, donde la frase “There are no continues, my friend” toma
un sentido literal. Si morís durante la tortura, es Game Over y hay que
comenzar desde cero.
«Snake, it's been a long time since
you saved your game. If your body can't survive the torture, it'll be game
over. You really wanna travel down that long road again?»
Aunque quizás no haya un momento más metatextual que
en la épica batalla contra Psycho Mantis,
un ser capaz de levitar cosas y leer la mente.
Justo antes de entrar en la batalla, la música de
fondo se detiene y Snake lo comenta en voz alta, como si todo el complejo
militar tuviera musiquita sonando a través de parlantes.
Luego llega la batalla y el enemigo te dice hasta
qué juegos de Konami estás jugando porque lee tu memory card. Parece que no
podés hacerle ningún daño porque anticipa todos tus movimientos. Lo que hay que
hacer es tremendo (y me lo había spoileado un amigo antes). Necesitás cambiar
el joystick de Player 1 a Player 2 para confundirlo. Recién ahí podés hacerle
frente.
Sin embargo, Psycho Mantis sigue divirtiéndose con
nosotros. Por ejemplo, en un momento te pone toda la pantalla en negro, como si
el juego hubiera crasheado de pronto. Ahí uno estaría tentado a resetear, pero
todo lo que hay que hacer es esperar.
Palabras finales
Metal Gear
Solid me pareció excelente y “sólido” (see what I did there?), sin embargo
no lo encontré perfecto. Los diseños de niveles son excelentes, las batallas con
los jefes son todas genuinamente creativas y diferentes y los gráficos llevaron
al límite las capacidades de la PlayStation.
Pero las cutscenes y los diálogos se hacen eternos
(no pueden acelerarse o cancelarse) y varias veces es necesario volver sobre
nuestros pasos (backtracking) para recuperar algún ítem. Para mí, esos dos
detalles lo alejan de ser una obra maestra.
De todas maneras, es una experiencia fascinante y
me encantó jugarlo. Sin duda es uno de los títulos definitivos de la primera
generación de PlayStation y uno con el que me gustaría reencontrarme en el
futuro.
Por cierto, estoy volviendo a jugar la PSX (en emulador porque la consola
original está o rota o en alguna caja en el dpto de mis hermanos). Quiero
refrescar algunos juegos memorables y poder jugar otros tantos antes de armar
mi lista de favoritos, si bien creo que los mejores ya los tengo bien definidos.
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=>> Otros posts sobre VIDEOJUEGOS en el blog: “Grandes
juegos de PC modernos”; “Review:
Sonic Mania – hechos por fans y para fans”; “Crusader
of Centy, el precursor de Pokemon”: “La
nostalgia ya no es lo que era (III): Contra”; “Grandes
juegos de Sega Genesis”.
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