Es hora de decirle adiós a Game of Thrones hasta el
2017.
La sexta temporada fue un
recorrido agitado –por momentos llenos de baches, lomos de burro y piedras– que
presentó algunos de los mejores y peores
momentos de la serie hasta el día de hoy.
Al igual que hice el
año pasado con la quinta temporada, en este post quiero desenredar todo lo
que pasó este año con la serie del momento.
***
#MegaSpoilerAlert: se revelan cosas fundamentales de la sexta
temporada de GoT, así que: Spoiler Alert. ¡Están avisados!
***
Incluso cuando Game of Thrones es imperfecto, sigue siendo uno de los mejores shows que hay en la TV actual. Quiero hacer esta aclaración antes de comenzar a pegarle duro a la serie.
La
creciente pérdida de realismo
Si hay algo que se mantuvo como leit motiv durante la temporada fue una creciente pérdida de realismo. Game of
Thrones supo tener un anclaje en la realidad, si bien es un mundo donde existen
dragones y Caminantes Blancos. Pero había establecido una serie de reglas y
bases realistas que le brindaban cierto amarre a tierra: las distancias son
gigantes, los errores se pagan caro, los fans no tienen por qué ser servidos,
la muerte es (en su mayoría) irreversible.
En cambio: en el último episodio vimos a Varys saltar de Mereen y Dorne y de
regreso en un par de minutos, mientras que Sam
se pasó toda una temporada para llegar a Oldtown.
Littlefinger (uno de los grandes
olvidados de esta temporada) parecía que tenía un jetpack en la espalda. Mientras
que Jon y Sansa recorrieron todo el Norte, reclutando ejércitos en un sólo capítulo,
Cersei se ocupó 10 episodios de
mirar a través de su ventana en el Red
Keep. A todo esto: Theon y Yara ganaron el premio de recorrer el
mundo en menor cantidad de tiempo. (Y qué bien que se fueron de Westeros, porque su trama con el Tío
Malvado fue mala tirando a ridícula).
Es cierto que podés buscarle explicaciones a cada
una de estas cosas, ya sea dentro del show o fuera. Pero la realidad es que
supo ser muy consistente en su geografía, que supo tomarse su tiempo
para contar una historia, y ahora se sintió apurado, agitado e impulsivo.
Le noté una necesidad imperiosa de impactar a su audiencia por el sólo
hecho de ganar todavía más popularidad. Pero más sobre eso en el próximo
apartado.
La
inconsistencia narrativa
Estoy de acuerdo con que el episodio 10 fue uno de
los mejores de la serie. No puedo negar que la escena de Cersei en King´s Landing
es una de las más memorables registradas hasta la fecha, que Lady Mormont es la POSTA. Me emocionó
el apoyo hacia Jon Snow, su revelación
(que todos veníamos venir desde hace años) y todo lo que (finalmente) sucedió
en Mereen. Pero aun así hay que
admitir que la serie tuvo un tropezón quizás más grande que el de la temporada
5 (al respecto, está
mi análisis por acá).
Lo cierto es que los creadores tuvieron que
ingeniárselas para avanzar las tramas lo menos posible, en espera de nuevo
material para adaptar. Así, me encontré a mí mismo con subtramas que no
llevaron a ningún lado (Arya, Dorne, etc), giros sorpresivos que
resultaron no tener ninguna consecuencia (Melisandre
es secretamente una vieja de 300 años, Jon
revivió sin penas ni glorias, etc).
Hablemos un poquito de Arya: su transformación hacia asesina fue uno de los puntos más
flojos de esta temporada (y de la anterior). Anticlimático, apurado, carente de
imaginación.
No puedo entrar en detalle por una cuestión de extensión, pero me
sentí absolutamente estafado. No sólo nunca vimos su pelea contra la Waif, sino que tampoco sabemos cómo
llegó tan velozmente hasta Walder Frey,
qué tipo de personas son los Faceless Man
(su lógica parece no tener ningún tipo de sentido) ni qué pide el Dios de las Muchas Caras.
Todo un
potencial desperdiciado absolutamente, y es poco probable que volvamos a saber
de ellos.
Creo que el final del capítulo 7 es el ejemplo
perfecto. Luego de que Arya estaba
lista para que una asesina implacable la viniera a buscar, dio vueltas por la
ciudad cual turista japonés con su cámara. La acuchillaron HORRIBLEMENTE, pero
no importa, porque no tuvo otro efecto que el de shockear a la audiencia. Al
día siguiente estaba de nuevo perfecta, como si nada hubiera pasado.
Cosas como esa pasaron a lo largo de toda la
temporada, con cuestiones que no tuvieron ningún tipo de consecuencia en la
serie. ¿Nadie se pregunta si Jon es
el mismo después de revivir? Todos parecen ignorar ese hecho. Ni siquiera él
cambió en algo luego del evento sobrenatural, quizás el más increíble que vio
alguna vez la gente del Norte.
Todo esto nos habla de una temporada absolutamente
inconsistente, algo que ya había comenzado a suceder con la temporada 5.
Hasta la cuarta, los creadores siguieron cuidadosamente líneas narrativas y
diálogos de los libros, que tuvieron años en ser escritos y están
confeccionados al detalle, con una atención especial en la coherencia
narrativa.
GoT se volvió progresivamente más melodramático, y
demasiado predecible. ¡Hasta hicieron la subtrama de un personaje quedándose
ciego y recuperando la vista! Hay que admitir que es algo muy novelesco. A esto
hay que sumar que el nivel actoral bajó muchísimo. Personajes como Tommen y la gente de Dorne, o incluso Dany del otro lado del mar, dejaron mucho que desear.
Game
of Thrones es ahora fan-fiction
Es hora de hablar del elefante en la sala. La gran
diferencia entre la temporada 6 y sus predecesoras es que ya no hay, prácticamente,
un material canónico en los libros de George
R.R. Martin. Ni los molestos fans de los libros ni los espectadores sabemos
hacia dónde va a ir la acción, dado que el sexto libro de la saga todavía está
en la cocina.
La cruda realidad es esta: más allá de que fue una
temporada muy entretenida, que confirmó teorías de los fans, que nos dio la
gloriosa Batalla de los Bastardos, que nos hizo vibrar con “Hold the door”… a nivel narrativo y construcción global es la peor
de todas.
De nuevo: todavía siendo mediocre, sigue superando
al promedio de lo que se ve en la TV. Pero cada vez se parece más a una telenovela
de fantasía, con giros tontos que no llevan a ningún lado, diálogos
melodramáticos y una creciente pérdida de realismo que le daba una consistencia
maravillosa al relato.
Lo que tenemos ahora ya no es una adaptación de la
obra de George Martin sino una fan-fiction. Sabemos que Martin está
involucrado en la serie, que aceptó algunos de las sorpresas que nos deparó la
temporada, pero también es verdad que los creadores tuvieron muchísima más
libertad.
La falta de una mano experta y versada, que brinde encadenamiento
narrativo, se notó y mucho. Jon
Snow regresó del mundo de los muertos como quien vuelve de clavarse una Big
Mac. Nadie desconfía, nadie le teme. Y lo que es peor: nadie piensa que,
justamente, los muertos que vuelven a caminar son el verdadero enemigo.
Aún hay más; esperaba que el episodio 10 redimiera
este tema, pero no lo hizo: toda la trama del Muro quedó olvidada. Ya no hay
conflictos, somos todos amigos con los salvajes (que ahora parece que pasan sin
drama). Tenía esperanza de que los Caminantes Blancos rompieran finalmente el Muro:
era lo esperable, a una acción (Jon Snow dejando el muro) le sigue una
consecuencia (los Caminantes Blancos lo atraviesan).
Black Fish
fue un personaje interesantísimo que tuvo una muerte off-screen, y que quedó como un mero viejo caprichoso. Otra
subtrama desperdiciada. Disfruté muchísimo del regreso del Perro (en una temporada marcada por grandes regresos) pero ya lo
había dado por muerto. Lo trajeron de vuelta, pero en seguida abolieron el
juicio por combate, así que no hay Cleganebowl.
Creo que quitar a Dorne de la ecuación fue una decisión sabia, porque es –indudablemente–
una de las tramas peor actuadas y menos creíble de toda la serie. Pero claro:
volvió a tomar presencia en el último episodio, y generó uno de los momentos
más flojos y absurdos del capítulo.
Otro tema: el juego de tronos. Un aspecto que quedó
en un tercer o cuarto plano durante esta temporada. Lo interesante de la serie, antes
que nada, siempre fue la cuestión política: traiciones, asesinatos, caídas de
reyes… todo ese magnífico ajedrez que vimos en las primeras cuatro temporadas.
Este año casi no vimos nada de eso.
La serie pasó a tratarse de personajes en lugar del
gran juego. Y los personajes fueron perdiendo capas de profundidad, se
volvieron más unidimensionales. Los creadores no pudieron captar sus complejidades
con la destreza de George Martin.
Lo
mejor de la temporada 6
Vamos a dejar de pegarle un poco al pobre de GoT,
porque la verdad es que sí brindó algunos momentos alucinantes.
Una vez más: no deja de ser una gran serie. La
muerte de Hodor y la gran sorpresa
de que fue Bran el causante de su
trágica vida fue, fácilmente, uno de los mejores momentos del año. Oscuro,
perverso, duro. Pero además: revelador.
Resulta que Bran puede influir en el pasado, si
bien no tenemos confirmación de que su intervención sea una profecía autocumplida
o verdaderamente pueda afectarlo en algo (todo apunta a que es lo primero). Fue
un giro argumental apasionante (y confirmado también por George Martin) que
tiene la potencialidad de expandir el universo de la historia y hasta darle un
buen cierre (quizás fue Bran quien volvió “loco” al Rey Loco, disparando todos los eventos que sucedieron después).
Otro gran momento: la venganza de Sansa.
El capítulo 9 (“La Batalla de los Bastardos”) fue un
espectáculo visual impresionante y lleno de fan-service.
Un regalo para todos nosotros, que vimos la mejor hora de acción en la historia
de Game of Thrones. Y uno de las grandes escenas fue el final horrible de Ramsay (gran villano, por cierto) y esa
sonrisa de Sansa que termina de convertir al personaje en un ser sombrío y
enigmático.
Dejemos de lado que la resurrección de Jon no tuvo
impacto en la serie, y que la explicación de Sansa sobre por qué no le advirtió
de los Caballeros del Valle fue
paupérrima. La relación entre ellos dos a lo largo de la temporada fue uno de
los grandes aciertos. Si a esto le sumamos a Lady Mormont, a Davos
(te banco, Davos), la gran batalla contra Ramsay
y las pequeñas participaciones de Tormund
y Brianne, puedo decir que todo lo
que sucedió en el Norte fue absolutamente satisfactorio.
Del mismo modo disfruté la Batalla de Fuego (nuevamente, capítulo 9), las interacciones entre Dany y Tyrion, el desarrollo de Jaime
Lannister como personaje (una de las pocas partes de los libros que fue
adaptada en esta temporada) y al Perro, que siempre me cayó simpático.
Ah, y me encantaron las escenas de teatro. Cada vez
que Game of Thrones se vuelve metatextual es maravilloso.
¿Qué
podemos esperar de la temporada 7?
Primero que nada, si todo sale bien tendremos el
nuevo libro de Martin, y con eso muchísimo material “canon” para trasladar a la
pantalla de HBO.
El final dejó todo preparado para un enfrentamiento
de escala global: Jaime parece
anonadado por lo que hizo su hermana, y es posible que se vea obligado a matarla
como lo hizo con el Rey Loco. Incluso hay una profecía en los libros que podría
apoyar esta teoría.
Igual no importa, porque si no lo hace él, seguramente
lo hará Dany, junto a los Dothraki (y sus caballos, que están
sobre los barcos), los Ironborn, los
Unsullied, la gente de Dorne y… ¿Varys,
aparentemente?
La situación tensa entre Sansa y Littlefinger es
intrigante y también recordemos que ahora está Arya dando vueltas por ahí.
Y hablando del Norte, ahora que la famosísima R + L = J está 99% confirmada, hay que
ver qué va a pasar con Jon Snow y su legado. El hecho de ser, técnicamente, el
sobrino de Dany no creo que le ayude demasiado para parar su furia de conquistadora,
y me encantaría verla a ella convertida en la verdadera villana de la serie.
Creo que la temporada 7 se va enfocar en la
profecía de Azor Ahai como hilo
conductor, siendo que ya tenemos prácticamente a los cuatro grandes nominados (Bran Stark, Jon Snow, Dany Targaryen
y Jaime Lannister) con sus arcos
prácticamente desarrollados y listos para tomar ese papel.
Por otro lado, finalmente llegó el invierno, y con
él… los temibles Caminantes Blancos (que, admitámoslo, todavía no son tan
temibles). Quiero ver más de Brienne y Pod, conocer
un poco más sobre el futuro de Melisandre
y ver qué trama Littlefinger. Algo interesante para destacar es que no queda
nadie en Essos para lo que valga la pena volver. Le dijimos chau a Daario (seguramente se sintió muy Ser Jorah con el rechazo de Dany), Mereen
está más o menos equilibrada, la Bahía de los Esclavos es la Bahía de los
Dragones... esto es también un indicio de que estamos entrando en el final del trayecto,
con dos o o a lo sumo tres temporadas más para finalizar la serie.
Por supuesto, mientras tanto los actores tienen que
seguir pagando sus facturas, así que andan en varios proyectos cinematográficos
paralelos (que
comenté en esta nota para Altapeli.com).
Palabras
finales
Con sus más y sus menos, la temporada cumplió.
Pero –en mi humilde opinión– creo que fue la peorcita de las que venimos
viendo. O quizás lo más correcto sería que fue la “menos mejor”, la más regular
de todas.
Se perdió consistencia y realismo, se
desperdiciaron argumentos, se dieron demasiadas vueltas telenovelescas. No me
terminó de convencer del todo y espero que pueda volver a encontrar su rumbo el
año que viene.
No implica que no la haya disfrutado enormemente,
que no haya debatido miles de cosas, que no haya quedado carburando semana a
semana. Pero pasó de ser un producto sobresaliente desde todo punto de vista a
volverse “una más del montón”, aunque sea, durante este año oscuro y lleno de
terrores.
► MI CALIFICACIÓN DE LA TEMPORADA: 7/10
***
==> ¿Qué
les pareció la temporada 6 de Game of Thrones? Dejen sus comentarios y prometo
responder uno a uno con vehemencia, un violento frenesí de arrebato y una inconmensurable
pasión.
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análisis de la 5ta temporada de Game of Thrones”; “5
motivos por los que Seinfeld es mi serie favorita”; “Grimgar
renovó la fantasía RPG”; “Cómo
me hice monja, una novela de César Aira”; “Tortugas,
hacia abajo, hasta el infinito”.
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