Hoy quiero compartirles este cuento de mi autoría.
Es uno que me enorgullece particularmente porque obtuvo el 2º Premio en el género cuento del 1º Certamen Literario “Dr. Juan
Atilio Bramuglia” (hasta ahora, mi premio literario más alto). Justamente
ayer me llegó por correo el certificado porque no pude asistir a la premiación.
¡Ojalá les guste!
Versión narrada (podcast): https://open.spotify.com/episode/2hydqDLhGHNvCgGaNud43Z
Versión narrada (podcast):
***
“Implacablemente
suyo”
(Luciano
Sívori)
Querido Dr. Álvarez:
Su prolongado
silencio disparó todas las alertas en mí, un perspicaz sentido de la realidad
que me rodea y –si se me permite agregar– la
íntima certeza de que mi situación lo apartó al fin. Soy un hombre
enfermo, usted lo sabe mejor que nadie. El cerebro me juega malas pasadas, las
ideas se enredan, se tropiezan unas con otras. Hoy
me miré al espejo y mi reflejo me guiñó un ojo. Escucho golpes secos, ásperos,
que llegan desde una de las habitaciones. Pum. Pum. PUM. Algunas noches, los
gritos no me dejan conciliar el sueño.
Estoy perdiendo
la cabeza, doctor. Es preciso que regrese de su viaje, o de donde quiera que
esté. Necesito volver a convertirme en su sujeto, que conversemos… Por favor,
no me deje solo y desamparado. Necesito que me cure.
Implacablemente
suyo,
Benicio Martínez.
Estimado Dr. Álvarez:
Han pasado tres
interminables días desde que le hice llegar mi primera carta. Aún no he
recibido señales de su parte. ¿Qué clase de psiquiatra abandona a su paciente
de esa manera? ¡Qué falta de profesionalismo! Y pensar que lo elegí a usted
entre muchos, por sus referencias intachables, su amplia experiencia con
personas como yo. Usted me convenció, me juró que me iba a ayudar. “Únicamente
se necesita un minúsculo rayo de luz para apaciguar a la oscuridad”, me dijo.
¿Y? ¿Dónde está?
¿De vacaciones con aquella colega suya? Sé que andan juntos, los he visto. ¿Qué
clase de persona cambia su trabajo, sus responsabilidades, por un efímero
encuentro sexual? ¡Usted es un sinvergüenza, eso es lo que es! Mientras tanto,
yo vagabundeo entre paredes que no me atrevo a cruzar. Las voces no se
detienen, los gritos… esos golpeteos doctor. PUM, PUM, PUM. Esos golpeteos…
No se olvide de
mí, lo necesito.
Impacientemente
suyo, y como siempre,
Benny Martínez.
Dr. Álvarez:
Tengo que llegar
a la conclusión de que su silencio equivale al abandono. Al leer los detalles
mencionados en mis comunicaciones anteriores, espero entienda que mi condición empeora.
Déjeme mencionar otro punto que quizá ya sea obvio: estoy perdiendo la
paciencia. Le recomiendo que tome un lápiz entre sus manos de inmediato, antes
de que esta amistosa charla de amigos se arruine en serio.
Ben M.
Estimado Dr. Álvarez:
¡Fui un
estúpido! ¿Y si siempre quiso comunicarse conmigo pero no encontró la forma de
hacerlo? Con esta nota le adjunto un lápiz afilado y una hoja en blanco. Espero
su pronta respuesta.
Atentamente,
B.M.
Sr. Benicio Martínez:
Desgraciado hijo
de puta.
Espero que se
pudra en el infierno. No voy a excitar
su pervertida imaginación dándole el gusto de seguirle el juego. Pero como
experto en el área de las patologías, aprovecharé los últimos instantes de mi
vida para especificarle su estado psicológico y darle un consejo para la
resolución de su desdicha.
Usted tiene una
condición médica que, desde el principio, se ha gestado en lo profundo de su alma:
está loco. Está completamente LOCO; y desquiciado, y esquizofrénico. Es un
peligro para la sociedad y merece ser encerrado para siempre.
Me cansé de
gritar, encerrado entre las cuatro paredes de su hogar, balbuceando palabras
imposibles debido a la venda sobre mi boca. Di cabezazos a la puerta
innumerable cantidad de veces. Recé. ¡No sabe cómo recé! Finalmente me convencí
de la verdad: acá voy a morir. Ya hice las paces con ello…
Al terminar esta
breve nota, el lápiz afilado que me facilitó con tanta amabilidad atravesará mi
garganta. La sangre, desparramada por
todo el cuarto, correrá por su cuenta.
En cuanto a
usted: lo mejor que puede hacer es volarse los sesos, maldito infeliz.
Por siempre
suyo,
Dr. Diego Álvarez.
Honorable Dra. Suárez:
Me enteré del
infortunio de su compañero en profesión. Debo decir que lamenté mucho el
nefasto incidente. Ciertamente, un analista puede llegar a situaciones
aberrantes sin que su paciente se dé cuenta. Mi más sentido pésame; sé que
ambos eran cercanos.
A riesgo de
sonar fuera de lugar, es mi deber notificarla que mi tratamiento con el Dr.
Álvarez ha quedado inconcluso, y que él ha aconsejado que –de sucederle cualquier cosa– usted estaría en capacidad de
continuar con mi terapia. Nada me haría más dichoso en el mundo. Ya arreglé con
su secretaria para tomar un turno. Es extraño, me dijo hace días que no la ve. Asumo,
sin embargo, que usted estará ahí para mi cita. Hasta entonces, doctora.
Implacablemente
suyo,
Benicio Martínez.
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► OFF TOPIC: El sitio Web “Llevate todo” hace un laburo excelente para recopilar material literario que
pueda servir de estudio en escuelas y universidades. Recientemente publicaron
mi cuento.
Lo más llamativo es que también armaron una serie de preguntas y actividades para pensar el relato desde el enfoque policial y desde su forma. Plantearon cuestiones que ni yo me había cuestionado cuando lo escribí. La verdad es que me encantó como quedó posteado. Abajo les dejo la dirección y los invito a recorrer ese blog.
Lo más llamativo es que también armaron una serie de preguntas y actividades para pensar el relato desde el enfoque policial y desde su forma. Plantearon cuestiones que ni yo me había cuestionado cuando lo escribí. La verdad es que me encantó como quedó posteado. Abajo les dejo la dirección y los invito a recorrer ese blog.
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=>> Otros cuentos de mi autoría en el BLOG: “Cuidado,
adultos jugando”, “El
horno” (microrelato), “Castillos
en el aire”, “¡Bang,
bang!”
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