¿Te gusta el contenido de mi blog? Ayudame a seguir manteniéndolo

Invitame un café en cafecito.app
Por el momento, sólo podés invitar cafecitos si sos de Argentina. Ahora sí, lee tranquilo.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Las 5 transformaciones más memorables de la literatura


Transmutarse en “otra cosa” es un concepto que ha sido tomado por la literatura (y otros medios de difusión) como una forma de explorar los intrincados conflictos de nuestra identidad. 

Una temática fascinante son las transformaciones que provoca la mente para generar una realidad alternativa, como las alucinaciones que sufría Don Quijote (uno de los primeros esquizofrénicos del mundo de los libros) al cazar molinos por gigantes. Situaciones similares viven personajes del maestro del terror (Stephen King), el protagonista de “El lápiz del carpintero” o, incluso, el héroe de mi cuento “Un ruido en el cajón”.

Pero hoy no creo que sea la ocasión para ir tan profundo en el agujero de la madriguera. Más sorprendentes que la metamorfosis de Bruce Banner en Hulk (manteniendo intactos sus apretados pantalones) y que Optimus Prime convirtiéndose en un camión con acoplado… 

... estas son las 5 transformaciones más memorables de la literatura.

5) “La Bella y la Bestia” 

(cuento tradicional de Jeanne-Marie de Beaumont)

Todos sabemos de qué va la historia (gracias a la magia de Disney). Un tema global que fue utilizado repetidas veces a lo largo de la historia, pero que generalmente incluye a un príncipe convertido en un monstruo –por el maleficio de una bruja– y su eventual regreso a la humanidad (cortesía del poder del amor). Alejandro Casona hizo algo muy similar (pero sin una transformación per sé) en su obra dramática “La tercera palabra”.

Shrek tiene un poco que ver con esto también…. si se ponen a pensar.


4) “La Odisea” (Homero)

Uno de los poemas clásicos más relevantes de la historia; cuenta las peripecias de uno de los guerreros de Troya (el intrépido Odiseo) para volver a casa.

Como todos los dioses están enfurecidos (particularmente el engreído de Poseidón), ninguno de sus soldados tiene un viaje tranquilo.

Durante las aventuras se narran hechos extraños e increíbles. Uno de los más notables es el encuentro con la diosa Circe, una bella pero lujuriosa tentación. Ella invita a la tripulación a comer un almuerzo convenientemente hechizado. Ellos, ingenuos, se convierten en sucios cerdos (literalmente). Es Odiseo el único con la astucia para no caer en la trampa y rescatar a sus muchachos.

Cabe preguntarse…  ¿se trata solo de un relato fantástico o hay un significado oculto sobre lo que le sucede al hombre cuando sucumbe ante los deseos más pecaminosos?


3) “Alicia en el país de las Maravillas” (Lewis Carroll)

Una historia plagada de simbolismo; Alicia inicia un viaje a través de lo surreal y lo absurdo. Toda la trama se puede analizar como una metáfora sobre “crecer”, y el aprendizaje y responsabilidades que toda esa maduración conlleva. Pero en el libro, además, ella realmente CRECE.

Dentro de la madriguera (cuando sigue al Conejo Blanco) encuentra unas puertas cerradas. La llave está arriba de una mesa, pero es “muy chica para alcanzarla”. Cuando come el pastel (que pide a gritos “Cómeme”) se vuelve gigante a la Gulliver y llega a tomar la llave… ¡pero ahora es demasiado grande para caber por las puertas! Y si… crecer puede ser incómodo…

2) “Dr. Jekyll and Mr. Hyde” (Robert Louis Stevenson)
 
Una novela que adoro. Stevenson tomó el concepto de la lucha entre el bien y el mal para darle un giro sorprendente: la batalla se libra dentro de un mismo cuerpo. 

Cuando el Dr. Jekyll crea una droga para separar sus emociones más oscuras (y así volverse más perfecto), termina por engendrar a una criatura amoral e inescrupulosa (Mr. Hyde).

Una joya de la literatura que persigue un tema tan universal como atemporal.

1) “La Metamorfosis” (de Kafka)

No podía ser de otra manera. El puesto número 1 tiene que ser de esta obra fantástica de Kafka, que contiene –además– una de los mejores inicios de novela de todos:

“Esa mañana, cuando Gregorio Samsa se despertó de sus perturbadores sueños, se encontró a sí mismo convertido, en su cama, en un horrible y verminoso insecto.”


Kafka es un maestro en utilizar lo bizarro para explorar la banalidad de nuestra existencia. Nunca terminaremos de entender por qué Gregorio se transforma en esta deformidad; la historia se centra, en realidad,  en cómo el protagonista maneja los cambios en sus relaciones (con su familia, con el jefe, etc).

Un concepto muy interesante de esta historia es que los miembros de la familia de Gregorio también sufren una transformación (menos literal y más metafórica) al volverse un grupo con mayor capacidad para ayudarlo y esconder su vergonzoso secreto.

La última gran transformación del hombre, la muerte, resulta ser también el tráfico final de Gregorio Samsa.

***

Con tantas historias con el tema de las transformación humana como leitmotiv, seguramente me están faltando miles. ¿Conocen algún otro? ¡Los invito a que me dejes tu opinión en el post o en mi página!

viernes, 22 de marzo de 2013

La definición del amor (según O´ Henry)


La vez anterior hablé de “El dolor fantasma”… un tema bastante bajón. Así que hoy quiero un giro de 180°.

No sé lo qué es el amor, probablemente nunca termine de comprenderlo. Pero sea lo que sea, tiene que ser algo muy parecido a esta genialidad de cuento de O´ Henry (seudónimo de William Sydney Porter). Un autor al que se considera uno de los creadores modernos de los relatos cortos norteamericanos.

La vida de O´ Henry se parece a uno de sus mágicos cuentos… de joven robó el banco donde trabajo y tuvo que cambiarse el nombre (al del seudónimo) para escapar de la ley. Lo hizo por amor (buscaba comprarle un regalo especial a su novia), y lo hizo porque sí. Cuando lo capturaron, pasó 3 años en la cárcel y luego vivió en Nueva York, donde escribió un puñado de historias cortas muy particulares.

El autor era amante de los finales sorpresas, las historias semi-humorísticas con trucos y giros inesperados en las últimas líneas. Como en su sencilla, pero eficaz, “El péndulo” (si pueden, léanlo) y como en tantas otras.

¡Hasta se llegó hablar de un final “a lo O´Henry” para referirse a una gran sorpresa al final de un cuento!

“El regalo de los magos” es su historia más conocida y de la que quiero hablar en este post. Porque esta vez le toca al amor en su máxima expresión. Volví a cruzarme con el relato de casualidad (una vez más) y me dieron ganas de compartirlo.

Todo comienza con Delia, quien no posee más que un 1.87 centavos. ¡Ah, y se viene Navidad! Ella estaba casada con un hombre, Jim, a quien amaba con locura. Debido a su humilde condición, no contaba con los medios para darle un regalo especial en las fiestas.

Cuestión que los Dillingham (aquel era su apellido) eran dueños de dos cosas que les provocaban un inmenso orgullo. Una era el reloj de oro que había sido del padre de Jim y antes de su abuelo. La otra era la cabellera de Delia. Desesperada (y con la Navidad acercándose)…  Delia toma la drástica decisión de vender su pelo, aquello que más valoraba, por unos 20 míseros dólares. Y con eso (que aún era poco) buscó el regalo perfecto.

“Al fin lo encontró. Estaba hecho para Jim, para nadie más. En ningún negocio había otro regalo como ése. Y ella los había inspeccionado todos. Era una cadena de reloj, de platino, de diseño sencillo y puro, que proclamaba su valor solo por el material mismo y no por alguna ornamentación inútil”.

Cuando Delia llegó a la casa, encontró a Jim y le dijo:

“Me corté el pelo y lo vendí porque no podía pasar la Navidad sin hacerte un regalo. Crecerá de nuevo ¿no te importa, verdad? No podía dejar de hacerlo. Mi pelo crece rápidamente. Dime "Feliz Navidad" y seamos felices. ¡No te imaginas qué regalo tan lindo te tengo!”

Jim sonríe tontamente y le muestra su regalo. 

“Allí estaban las peinetas -el juego completo de peinetas, una al lado de otra- que Delia había estado admirando durante mucho tiempo en una vitrina de Broadway. (…) Eran peinetas muy caras, ella lo sabía, y su corazón simplemente había suspirado por ellas y las había anhelado sin la menor esperanza de poseerlas algún día.

-Delia -le dijo Jim- olvidémonos de nuestros regalos de Navidad por ahora. Son demasiado hermosos para usarlos en este momento. Vendí mi reloj para comprarte las peinetas. Y ahora pon la carne al fuego.”


Qué lindo poder entregarse a alguien de esa manera, ¿no? Quizás una “relación” sea un poco más que esto…  pero sí, ¡eso definitivamente tiene que ser el amor! =)


Esta historia ha sido contada en diferentes formas a lo largo de los años.  Inclusive hoy en día existe el premio “O Henry” (en su honor) que premia a los escritores de relatos cortos más sobresalientes.

Haciendo click en el link pueden disfrutar de la historia completa: “El regalo de los Magos”. También les dejo este simpático BONUS TRACK.




DE YAPA: les comparto un link con varios cuentos de este intrépido autor.

=> Si la nota te gustó, ¡me gustaría saberlo! (y sino, también). Dejame tu comentario en el blog o directamente en mí página <=

miércoles, 20 de marzo de 2013

“El lápiz del carpintero” (novela, 1998)

Autor: Manuel Rivas (España)
Género: novela / realismo mágico / crítica social
Leído: 2002 - 2003

Más de la mitad de las personas amputadas experimentan sensaciones y dolores llamados “fantasmas”, en los miembros que han perdido. La sensación, incluso, tiende a aparecer años más tarde.  Hoy tengo ganas de hablar de este tema –quizás porque ya he hablado de cómo algunos autores plasman temas médicos (como el efecto nocebo) en sus obras–  y de la novela que popularizó el concepto y lo utilizó como leitmotiv para contar una historia.

Me refiero a “El Lápiz del Carpintero”, un interesante ítem que pasa de mano en mano en la novela de 1998 de Manuel Rivas.

La novela es un libro complejo, no por su extensión si no, más que nada, por su enredado léxico (inclusive, el original está en “gallego”). Se lee en cuestiones de horas, pero los constantes cambios de narrador y su estructura fragmentada lo dificultan.  Transcurre en el verano de 1936, cuando un pintor “subversivo” (considerado peligroso por “pintar ideas”) es ejecutado. 

Su lápiz (el aludido lápiz del carpintero) pasa de la víctima al verdugo (Herbal) y se convierte en “portador de almas” e hilo conductor de la novela. 

Lo más loco de la historia es que al villano de turno (Herbal) su víctima lo acompaña desde que le pega un tiro en sien, comunicándose en las largas noches en las garitas de las prisiones, como si el lápiz se hubiera convertido en un transistor de su consciencia. Este es un pequeño elemento mágico que le da un giro interesante al relato.

Como novela de crítica política, me resultó mucho más interesante que la sobrevalorada “Una misma noche”. 

Los acontecimientos que suceden encarnan una naturaleza poética y que rebosa humanismo. La idea de que “se mataba porque se tenía que matar” está muy bien aplicada, y me gustó la metáfora de como “algunos muertos acompañan a sus verdugos”.



El personaje de Herbal es complejo y pluridimensional a lo largo de toda la novela, un villano estupendo. Parece no tener sentimientos pero, en realidad, se trata de todo lo contrario ya que su vida se basa en observar a la mujer de otro hombre (el Doctor Da Barca).

En realidad, recuerdo más este novela por sus reflexiones sobre el dolor fantasma (“la memoria del dolor”) que por otra cosa. Un concepto aplicable a varios ámbitos de la vida. En la novela, frente al vacío que produce la guerra, lo único que queda es llenarlo con el recuerdo. En ese sentido, se recalca lo difícil de olvidar por voluntad.

Fue Descartes el primero en contribuir a la fisiología moderna del dolor. Proponía una teoría para explicar los reflejos nerviosos basándose en una conexión entre la periferia y el cerebro sin solución de continuidad. Lo más sorprendente es que utilizó conceptos de óptica y mecánica muy adelantados a su época.

Se desconoce la causa exacta del “síndrome del miembro fantasma”. Los más románticos afirman que las sensaciones se deben al intento del cerebro por reorganizar la información sensorial que sigue a una amputación. En esencia, es el cerebro en un intento de ajustarse a los cambios del cuerpo, de “renovar el cableado por sí mismo”. 

=> Sea como sea, la memoria del dolor aporta influencias literarias, cinéfilas, filosóficas e, incluso, sociológicas.

Quizás no sea la novela más amena del mundo, pero aporta una temática fascinante y nos enseña que ni siquiera en las situaciones más desesperanzadoras, desaparece el amor, la ilusión y la ternura.


“Oye, pintor, dime una cosa. ¿Tú sabes lo que es el dolor fantasma? (…)
Dicen que es el peor de los dolores. Un dolor que llega a ser insoportable.
La memoria del dolor.”

(Manuel Rivas, “El lápiz del carpintero”)




PROXIMAMENTE en el BLOG: Julio Verne, un adelantado de su tiempo; Bradbury incursiona en el género del terror / fantasía y un viaje fantástico por la tierra del Mago de Oz.

¡Seguí todas las novedades haciéndote fan de mi página! =)

miércoles, 13 de marzo de 2013

“Los árboles mueren de pie” (obra teatral, 1949)


Autor: Alejandro Casona (España)
Género: comedia en 3 actos
Leído: Necochea, 2011 (por última vez)

Una obra emocionalmente intensa y con una trama original (especialmente para su época).

Quien lea ahora esta clásica comedia en 3 actos seguramente dirá: ¡Esto está robado de “Los Simuladores”! Lo cierto es que el libro tiene más de 60 años. La famosa serie aporta varios guiños hacia esta obra. La premisa es básicamente la misma que la obra de Alejandro Casona (aunque mucho más desarrollada en el show de Damian Szifrón).

Claro que leí “Los árboles mueren de pie” primero en la secundaria, como parte del currículo. Pero hace unos años encontré una versión vieja y –digámoslo– tentadoramente económica (¡12 pesos argentinos!) en una apartada librería de Necochea, y la compré.


Con la obra, Casona (que residió varios años en Argentina, e incluso publicó esta obra acá) plantea una cuestión que se mantiene moderna y atemporal: ¿se convierte, la mentira, en un recurso ineludible  (y hasta correcto) cuando la verdad podría tener consecuencias fatales? Ya lo dijo Arjona: “Una mentira que te haga feliz, vale más que una verdad que te amargue la vida” (¿será tan así?).

¿El fin, en última instancia, justica los medios?

La historia sigue al abuelo Balboa, quien contrata a un “hacedor de ilusiones benéficas” (Mauricio, básicamente un “imitador”) para hacerle creer a su esposa que su nieto perdido ha vuelto a casa, y con una nueva y feliz esposa. La idea es darle un momento de felicidad a la moribunda mujer, que solo anhelaba volver a ver a su querido (pero, luego nos enteraremos, “malvado”) nieto.


El primer acto presenta la mecánica de los imitadores, el conflicto y los personajes principales. A partir de allí se desarrollan una serie de eventos desopilantes y muy desafortunados. Para ser una obra teatral (he leído pocas, lo confieso) es muy llevadera y se puede leer en cuestión de horas.

El título merece un párrafo aparte. No atrapa ni atrae: lo sé. Tampoco alude a una comedia, sino más bien a un relato dramático. Sin embargo, luego del final las palabras cobran mucho más sentido y se puede entender perfectamente el motivo de tan extraño nombre (de hecho, es uno de los puntos emocionales más fuertes).

Si alguien está interesado, adjunto la historia en versión PDF:

  “Los árboles mueren de pie”: http://bit.ly/10IX91l

Quizás debería leer más teatro: es ameno, corto y –generalmente– fácilmente identificable. Durante mi adolescencia me encontré un poco con Shakespeare –imposible no mencionarlo en un post de obras teatrales– (leí: Hamlet, Romeo y Julieta y la genial “Macbeth”). Pero cuando crecí me avoqué hacia la novela de ficción. Estoy debiendo “Sueño de una noche de verano” y “La tempestad” (ambas comedias que me interesan). El dramaturgo inglés es, realmente, un grande. Se dice que 10% de las frases más citadas del mundo son de su autoría.

Es conocida la teoría que pone en duda si Shakespeare fue, realmente, el prolífico autor de sus propias obras (hace poco vi “Anonymous” que habla de esta perturbadora teoría). Sea como sea (probablemente falso) el tipo escribió centenares de trabajos, introdujo 3000 palabras al idioma inglés y todo eso antes de los 52 años. #Después de esa edad le pasó algo muy loco: murió, je#

Se dice que no hay un “mejor libro de Shakespeare”. Eso es porque el autor tomó cada uno de los defectos humanos y los encarnó en sus obras. Otelo es sobre los celos; Romeo y Julieta: lujuria y precipitación del amor; Macbeth: ambición sin límites… y así. Cada trabajo es un estudio detallado de personalidades y sociologías humanas. Hamlet es una brillante tesis sobre la venganza y las consecuencias que puede acarrear para el hombre.

Pero volvamos a Casona. Lo otro que leí de él fue “La tercera palabra”… pero me pareció demasiado melodramática. “Los árboles…” es una obra graciosa e ingeniosa. La farsa y el juego de imitaciones de esta comedia son fantásticos. Es una historia que busca intrigar, sorprender y emocionar… ¡y lo logra! 

Una GRAN recomendación para quien nunca leyó teatro.

¿Leyeron “Los árboles mueren de pie”? ¿Qué les pareció? ¿Qué piensan de las obras teatrales en general? ¡Dejame tu comentario sobre el post en el blog o en mi página! =)

sábado, 9 de marzo de 2013

“Les Miserables” y las adaptaciones al cine de grandes clásicos


Leer los clásicos de la literatura puede ser una experiencia de aprendizaje interesante. Han sobrevivido el paso del tiempo, son el retrato de una época y poseen, generalmente, poderosas herramientas literarias. Es bien sabido que es imposible leer todo lo que uno querría (o ver todo lo que uno querría). El tiempo que dedicamos a leer una obra es tiempo que dejamos de dedicarle a otra. Es un intercambio equivalente. 

Un costo de oportunidad. 

Un sacrificio.

Por eso es tan difícil, para mí, elegir el próximo libro a leer (o –incluso- la próxima película, serie o actividad)

Hay grandes clásicos que me quedan por leer. Este año prometo hacerme tiempo para pegarles una mirada a “Madame Bovary” (Gustave Flaubert, 1856), “El guardián entre el centeno” (J.D. Salinger, 1951) y “Matar a un ruiseñor” (Harper Lee, 1960). Me seguirán quedando pendientes “Mujercitas” ( Louisa May Alcott, 1868) , “Anna Karenina” (Leo Tolstoy, 1877) y muchos otros más.

Tampoco leí “Les Miserables”, una obra de las más importantes dentro del género romántico.  La verdad es que todavía no cae dentro de mi prioridad literaria. Quizás sea porque recientemente vi la última producción musical y me gustó bastante. Quizás no quiero arruinar ese sentimiento leyendo la novela y cuestionando la fidelidad de su adaptación.


La película no es para todo el mundo, aunque sí una experiencia única. Es una oportunidad de ver “ópera” en el cine. Además, tiene grandes momentos musicales como el aclamado “I Dreamed a Dream” de Anne Hathaway (simplemente fantástico).



Si quieren leer más sobre la película lo pueden hacer en mi crítica.

La realidad es que el cine y la literatura son lenguajes distintos. Muchas veces se fusionan, se mezclan… se acuestan y después no se llaman al día siguiente. En el mundo cinematográfico prima la imagen por encima de la palabra, mientras que en el literario es básicamente palabra. Lo que hace que un libro sea más profundo (y más rico) que una película es lo mismo que hace que una puerta de madera que cruje provoque más miedo que un payaso sosteniendo globos bajo una alcantarilla: la imaginación es (… y siempre será..) mucho más poderosa que la visión.

He tenido el disgusto de ver adaptaciones de cine muy inferiores a su original en papel. Es triste, porque las malas adaptaciones persiguen a los novelistas por el resto de sus vidas (Stephen King probablemente estaría de acuerdo conmigo… pero de eso hablaremos en otra ocasión).

Pero hoy no es la idea debatir “si la peli es mejor que el libro”. Tampoco criticar a Hollywood, o como ya no crea historias originales y se la pasa robando de libros, secuelas y reboots. Mi objetivo es remarcar que aquellos que se animen a tomar la pastilla roja pueden descubrir todo un universo literario detrás del cine y la televisión, que es maravilloso, y que – muchas veces – las películas no logran ajusticiar.


Aunque no leí a Victor Hugo aún, si busqué bastante sobre él en blogs y la web en general. Obras como “Nuestra Señora de París”  (con su versión disneyniana más “light” titulada “El Jorobado de Notre Dame”) y “Los Miserables” han marcado un umbral dentro de su época. Y eso es lo que hace que un clásico sea tal: nunca deja de estar de moda. Me pareció interesante enterarme que “Los Miserables”, escrita mientras Hugo estaba exiliado en Bruselas por oponerse a la política de Napoleón, es acreedora de la oración más larga jamás escrita (aproximadamente 800 palabras).


La novela, en sí, es una crítica social (al estilo de lo que hacía -de forma más metafórica- Charles Dickens) hacia la sociedad de su época. Por lo menos en la cinta (y seguramente con más profundidad en el libro) se tratan temas profundos como la injusticia, la misericordia de Dios, la libertad y la esperanza.

La historia de “El hombre que ríe” (otra deuda personal) parece haber inspirado al archienemigo de Batman: el Guasón. El título hace referencia a un personaje cuya cara ha sido desfigurada y, como consecuencia, parece que siempre lleva orgulloso una brillante sonrisa.

En algún momento de mi vida me haré tiempo para leerme las obras más importantes de Hugo

Cuando lo haga, seguramente verán mi crítica en este espacio personal para opinar y debatir.



Lamentablemente el tiempo es demasiado efímero como para poder hacer todo lo que nos gustaría. Quizás eso sea lo hermoso de esta vida también, ¿no? Nuestra capacidad de elección, la habilidad para hacer de nuestro tiempo lo que deseemos. Sea un buen libro, una película, salir a caminar o recorrer el mundo… lo importante es dejar algo en esta vida cuando nos vayamos. Dejar algo como lo han hecho los grandes autores de la literatura, cuyos libros seguirán trascendiendo las barreras del tiempo por toda la eternidad. =)



OFF-TOPIC: les comparto este video de la genial serie “Coupling” de la BBC donde Jeff intenta “flirtear” con una chica, que se encuentra leyendo un libro, y termina afirmando que colecciona orejas en un balde. Imperdible.



martes, 5 de marzo de 2013

El “laberinto” como tema en la literatura


Así como hace unas semanas hablábamos de “El ajedrez en la literatura”, escritores de todas las épocas también han recurrido al laberinto como artilugio para estructurar sus creaciones o utilizarlo como leitmotiv de una historia. Varias obras mundiales han utilizado laberintos propiamente dichos (como el de Creta) o algo menos elaborado como un jardín con entrecrucijadas y bifurcaciones.

Incluso, desde un punto de vista más simbólico, la obra misma podría tener un hilo de narración enredado y caótico, asimilándose a los pasillos de un laberinto. Hoy vamos a hablar un poquito de eso y hacer un repaso por las apariciones más importantes de este mítico elemento.



Todo laberinto, como hogar diseñado para que los hombres se pierdan, supone una serie de lugares unificados, de sendas que se ramifican con monotonía. A veces aparece algún signo distinto y otras quien lo sigue descubre que está, otra vez, en el punto de partida donde inició.


Admito que la temática del laberinto me cautivó también a mí mismo en mi novela, donde uno de los personajes expresa que: “Lo que antes parecía ser un trayecto directo hacía su meta, largo y tedioso, sí, pero tangible, comenzaba a verse más como un enredado laberinto, estrecho y caótico. Y el saberse libre de recorrer el laberinto como se le antojara le molestaba profundamente”. #Hablaré de mi novela más adelante#.

Esta es una cuestión que nos invita a participar de un juego donde existe (siempre) un elemento mágico, la posibilidad de encontrar una nueva vuelta de tuerca al doblar un pasillo… o encontrarse perdido en una espiral interminable. Algunos autores son más “literales” (como el ajedrez viviente que nos propone JK Rowling en su primera parte, o el laberinto mágico del cuarto libro) mientras que, para otros, el significado es de tipo existencial. Como ejemplos podríamos mencionar: el destino del hombre (siempre incierto) con sus sueños e ideales, o el viaje hacia tierras enredadamente maravillosas al que nos invita Lewis Carroll en sus reflexiones a través del espejo.

Laberínticas son también las aventuras de los caballeros de la edad media, en busca de leyendas formidables como la búsqueda del Santo Grial o el deseo imperturbable de remover la espada clavada en la piedra. Con frecuencia, también es laberíntica la fantasía épica de recorrer campos de batalla para vencer a un mal caótico y perverso.

Se sabe que el inmortal Borges estuvo obsesionado con el concepto de los laberintos (así como también de los espejos) y lo utilizó repetidas veces en el desarrollo de su trama.

El uso literario que este autor le dio al tema ha inspirado a gran cantidad de otros escritores de renombre en el mundo, como por ejemplo a Umberto Eco (en “El Nombre de la Rosa”).

En la obra de Borges se pueden diferenciar varias clases de laberintos, desde externos naturales (como desiertos y cuevas) hasta simbólicos, como la Biblioteca de Babel. También se distinguen jardines bifurcados, la Ciudad de los Inmortales y –claro– la casa de Asterión. Por último, los hay temporales, espaciales y hasta artísticos. Quizás tan caprichosa obsesión se deba a los tiempos de su infancia, donde Borges recorría su gran casa-laberinto de Tucumán.



Seguramente, uno de los cuentos más hermosos jamás escritos por él (referidos a esta temática) sea “La Casa de Asterión”.

Prefiero no revelar el exquisito final de esta historia, simplemente mencionar que Asterión vive en una inmensa casa (la que describe como un hospicio de infinitas puertas sin cerraduras). Cada nueve años entran nueve hombres en la casa, pero Asterión no los asesina. Se desconoce el motivo, aunque se aclara que el protagonista es inocente. Finalmente, un hombre llega hasta él para liberarlo de su soledad.

La última línea del cuento revela, con una simplicidad maravillosa, qué es lo que estaba sucediendo en realidad.

Les comparto “La Casa de Asterión” para que puedan leerlo: http://bit.ly/15uYjMP


LA POSDATA CINÉFILA

quizás la referencia más clara a los laberintos en el cine sea la genial película de Jennifer Connelly que presenta a David Bowie como villano (más adelante hablaremos mejor de esta cinta) y la extraña "El Laberinto del Fauno". 

A su vez, encontramos referencias en “Los cuentos de la Cripta” (1972) – película que tienen un giro argumental final muy interesante –, “Los Goonies” (1985), la saga de “Resident Evil” (particularmente la tercera parte… la más floja, si me preguntan a mí), la saga de “El Cubo” (1997 y adelante) y distintas versiones de “Alicia en el País de las Maravillas”.







“El escritor enfrentando a los libros es alguien 
que hace frente necesariamente a un laberinto 
sin principio ni fin." 
(Borges)




¿Qué otras referencias a los laberintos en el cine y la literatura recuerdan? ¡Espero sus comentarios en el blog y en mi página!

Quizás te pueda llegar a interesar...