Hace bastante que no abandonaba tanto mi querido
blog.
Estaba vez pasó casi un mes desde mi última
publicación. Tengo mis excusas, aunque nadie me las exija. Me casé, en un fin de semana de casamiento al mejor estilo How I Met Your Mother, me fui de Luna de Miel al caribe y recién ahora
retomo la insípida rutina de la que somos tristemente esclavos.
Vuelvo a la carga con un nuevo cuento de mi
autoría, en un año muy lindo en cuanto a la escritura. Mi segunda novela salió tercera en un premio internacional español
(ya ampliaré detalles) y un relato propio se hizo con un segundo premio en un
certamen nacional; otro gran orgullo.
En esta oportunidad les comparto un panegírico
delirante (y con referencias cinéfilas para el lector más atento) que espero
disfruten leyendo tanto como yo disfruté redactándolo.
“El lápiz mágico”, ahí va:
***
“El lápiz mágico”
Amigos, compañeros, gente de los medios… estamos aquí
reunidos ante una circunstancia lúgubre que hoy nos amarga todo sabor. Lápiz fue
algo inconmensurable, tan colmado de vida… el estandarte de la risa en
cualquier reunión. Un alma noble que comenzó desde la nada, como parte de un
gran bloque de cedro español.
Su ciudad natal, Ferrol, nunca lo conformó. Desde el instante
en el que se dividieron las tablitas a las que se le hacen las hendiduras de
las minas, Lápiz supo que estaba predestinado a algo grandioso. No más se le aplicó
pegamento en los surcos y se le colocó la mina de grafito, resolvió dedicar su
existencia al séptimo arte, a la gran pantalla. En el preciso minuto en el que
Lápiz fue afilado y pasó el control de calidad, abandonó la fábrica para inscribirse
en el Sindicato de Utilería.
El atrezzo en el
cine nunca es un insípido ornamento. Ambienta toda escena y profundiza la
producción audiovisual. La utilería deja de ser un objeto para convertirse en un
símbolo transmisor de sentimientos que nos avienta pedazos de ficción en
nuestros rostros. Lápiz comprendía esta realidad, y por eso consagró todos sus
esfuerzos para ingresar en el ambiente.
Sus principios fueron modestos. Participó como útil escolar
en algunas publicidades españolas y en películas clase “B”. Recuerdo haberle
preguntado una vez. Me dijo: “La competencia era feroz. Hay mucha utilería
talentosa y poco trabajo”.
Su vida dio un vuelco cuando el Director de Escenografía
Charlie Brooke vio algo en él y lo sumó al elenco de “El lápiz del carpintero”,
basada en la novela de Rivas, que finalmente se estrenó en el 2003. A partir de ahí, cualquier aparición de Lápiz
se transformó en un manantial de éxito.
Se mudó a Hollywood, la meca de la industria
cinematográfica. Interpretó a la pluma que inspira a Jonnhy Depp en “La ventana
secreta”, fue el lápiz embrujado de “Actividad Paranormal”, trabajó con
Christopher Nolan en la aclamada “El Maquinista” (2004) y le llegó el premio de
la Academia por “Mejor Utilería en Documental” por “Steal a Pencil for Me”
(2007), donde se destacó como el accesorio más conmovedor y emotivo de la
historia del cine.
Un punto clave en su carrera, que todos recordamos con
cariño, le llegó en el 2008, nuevamente en compañía de Nolan. ¡Todos saben a
qué me refiero! Los mafiosos están reunidos en una videoconferencia cuando el
Guasón hace su aparición en escena. “¿Qué tal un truco de magia?”, dice y clava
a nuestro homenajeado a la mesa con la punta hacia arriba, “voy a desaparecer
este lápiz”. Y entonces sucede ese momento increíble: uno de los hombres se
levanta y va hacia él; en un solo movimiento Heath Ledger (en ese rol enorme
que lo inmortalizó) golpea la cabeza contra la mesa, haciendo desaparecer
a Lápiz dentro del ojo. “¡Taa-raaa! ¡Ya no está!”, concluye. Y es así… es así. Tristemente,
Lápiz –como en ese efecto visual impresionante que protagonizó– ya no está
entre nosotros.
Su fin, la tragedia, vino de la mano de un director de cine
negligente e irrespetuoso. El lugar: set donde se estaba filmando “Pinocchio”,
la nueva y oscura película de Guillermo del Toro. El mexicano –notable por su
contextura más bien robusta– hambriento, con una hamburguesa grasosa entre sus
dedos, se sentó descuidadamente en el asiento en el cuál Lápiz reposaba.
Nadie pudo detenerlo: partió a Lápiz en dos.
Ante
tal absurdo, todos nos mantuvimos firmes, estupefactos. En medio de un silencio
infamante, Del Toro limpió la comisura de sus labios con una servilleta. Sólo
se percató del lapicidio cuando su abogado llegó corriendo al set y lo instó a
retirarse del lugar sin decir una palabra.
La familia de Lápiz no piensa levantar cargos contra el
director. Un útil de escritura conoce los riesgos de alcanzar las máximas
elevaciones de la fama hollywoodense, es consciente de las reglas del juego. El
rodaje de la película, en la cual Lápiz habría tenido un rol protagónico, quedó
suspendido hasta nuevo aviso.
Doy final a este panegírico dejando en el ataúd una resma de
hojas blancas tamaño A4; sus favoritas. Para que Lápiz pueda seguir creando,
inventando. Para que pueda continuar soñando. Antes de que retornemos a la
insulsa peregrinación por esta vida, tomémonos un rato para admitir una verdad:
ninguno de nosotros está realmente triste; no hace falta. Todos sabemos que
allí, en aquel cajón de caoba y rodeado por velos, Lápiz todavía sonríe.
¡Gracias,
Lápiz querido!
Q.E.P.D.,
1987- 2015.
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=>> Otros CUENTOS DE MI AUTORÍA en el blog: “El
hombre del 4-D, mi cuento en la revista Axxón”; “El
inevitable futuro de los cuentos”; “La
maldición”; “Un
sencillo diálogo (microcuento)”.
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