Escribí este relato durante un
viaje con mi viejo a Buenos Aires, sentado en el asiento del copiloto. La idea
era mostrar una misma situación desde una o más perspectivas, como un ejercicio
literario para entrenar la creatividad. Esto fue lo que salió. “Un pobre tipo”
es el cuento #63 publicado en el blog.
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“Un pobre tipo”
(Luciano Sívori)
Bahía Blanca, 12:37 hs. Pleno centro. Un hombre en
sus cuarenta se detiene en calle O ´Higgins al 100, una de las cuadras más
concurridas de la ciudad. Viste traje y corbata. Lleva un maletín en su brazo
derecho. Luego de quedarse parado mirando al cielo durante unos diez minutos,
deja el maletín en el suelo y se desabrocha el cinturón.
Tira de la hebilla que aún sostiene con la mano,
desenhebrándolo del pantalón y arroja el cinto a un costado. Luego va desabotonando
lentamente su camisa. Pronto se ha quedado en unos patéticos calzoncillos
blancos. Comienza a bailar de forma igualmente patética. Mueve sus caderas con
poca gracia, la flacidez de su panza dibuja una imagen desagradable. Finalizado
el baile, se pone en cuclillas y comienza a hacer fuerza con su abdomen. Pronto
está cagándose encima. Entonces, revienta en un llanto desconsolado y se deja
caer en el suelo, en posición fetal.
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María Luisa tiene dos niños en edad preescolar, es
empleada doméstica y su día nunca le alcanza. La plata tampoco. Cada mediodía
debe hacer malabares para preparar a los chicos, darles el almuerzo y recorrer
las ocho cuadras que separan su diminuto departamento de dos ambientes de la
escuela. Cuando, en O ´Higgins al 100, se cruza a un hombre que parece estar
bailando semi-desnudo, elige apurar todavía más el paso y aferrarse a sus hijos
con más fuerza.
“Pobre tipo”, piensa. Y sigue.
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Víctor Giorgetti es empleado en una agencia de
seguros, pero sueña con pegarla como influencer. Tiene 28 años, acaba de
comprarse su primer cero kilómetro y su cuenta de Instagram tiene dos mil
seguidores. Mientras camina por el centro de Bahía Blanca en busca de su
almuerzo, piensa que es un buen número para arrancar, aunque necesita más.
Muchos más.
Entonces ve a un flaco cagándose en sus calzoncillos
y decide que aquel espectáculo indecoroso puede llegar a funcionar muy bien en
las redes. Divertido con la idea, saca el celular de su bolsillo y comienza a
filmar un vivo. Para el final del día, Víctor habrá duplicado sus seguidores.
“Pobre tipo. Qué vida de mierda”, piensa. Y sigue.
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Eduardo Kinderknecht acaba de recibir una noticia
nefasta. Su cáncer de riñón está tan avanzado que ya es inoperable. Le quedan
cuatro meses de vida… con suerte. Ha decidido dejar el tratamiento y vivir bien
el tiempo que le queda. Apenas termina de comprar un atado de puchos, decide
que gastará sus últimos ahorros en putas y bebidas.
Eduardo morirá en menos de dos semanas debido a un paro
cardíaco. Al caer al piso, volcará su vaso de whisky, desparramando su
contenido. El cigarrillo permanecerá encendido unos minutos más. Los vecinos lo
encontrarán recién un día después. ¡Mirá que se va a preocupar por un hombre ligero
de ropa y llorando a moco tendido sobre la vereda!
“Pobre tipo. Pero hay problemas mucho peores”,
piensa. Y sigue.
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Bahía Blanca, 15:20 hs. El Doctor en Antropología,
Miguel Ángel Tourette, llega a su departamento, arroja el calzoncillo mugriento
a la basura y se sienta, con el culo al aire y cagado, en su computadora de
escritorio. Abre un procesador de texto y comienza a tipear: “Sobre el fenómeno
de las sociedades enajenadas: un estudio de campo”.
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=>> Otros CUENTOS DE MI AUTORÍA en el blog: “La invitación más esperada”; “Desgracias imperceptibles”; “El cadáver prematuro”; “Retratos del silencio”; “Cuidado: adultos jugando”; “Castillos en el aire”.
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PD: se vienen lindas novedades literarias próximamente. Quédense por
acá, que escritor sin lectores es como Argentina sin quilombos: no existe.
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interesante experimento
ResponderEliminarTremendo. 😂
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