No conozco a muchos escritores que se diviertan
tanto con la literatura como lo hace Julio
Cortázar. Sus textos siempre tienen un componente lúdico que los hace
especiales. Un tal Lucas, antología
de 1979 que tiene como protagonista a un alter-ego más del autor, claramente no
es la excepción.
Un tal Lucas
es exactamente lo que dice el título. Estructuralmente se divide en tres
partes. La primera y la tercera son textos que tienen a este simpático
personaje como protagonista. La segunda parte –adonde me encontré con sus
escritos más atractivos– está formada por textos donde Cortázar hizo lo que le
pintó. Y eso está perfecto.
***
Julio Cortázar siempre fue un escritor único y poco
convencional. Como probablemente todos sepan, Rayuela (su obra maestra de 1963)
rompió con los cánones tradicionales de la escritura para brindar un libro
excepcional. Uno que, dicho sea de paso, analicé en esta
nota larguísima.
A él siempre le gustó experimentar con su
escritura, del mismo modo que lo hacían los franceses de la Oulipo (Raymond
Queneau y Georges
Perec, por mencionar dos casos).
Dos grandes exponentes de la literatura experimental francesa
Un tal Lucas
sería como un primo lejano de Historias
de Cronopios y Famas, que es mucho más popular. Ambos son un compilado de textos
breves que no son ni relatos, ni ensayos. Menos aún son biografías, aunque
tienen un poquito de todo eso. Los dos pueden leerse de cualquier manera y en
cualquier orden. Un día estás aburrido y podés abrir una página al azar para
encontrarte con algún juego maravilloso que ofrece Cortázar.
Éste es también un libro muy gracioso donde
conocemos la vida de este hombre mayor llamado Lucas (probablemente el mismo
Cortázar) a partir de situaciones de la vida cotidiana.
Así, nos encontramos con Lucas y su lucha contra la
hidra (¡gran metáfora de la vida!), sus compras, sus hospitales, sus pudores,
sus estudios sobre la sociedad de consumo, sus sonetos.
Por ejemplo, “Lucas, sus pudores” se refiere al eterno
problema de ir a un baño ajeno, con la elocuencia literaria que solo Julio tiene. En “Lucas, sus
sonetos”, él inventa el “Zipper Sonnet”, un soneto de “cierre relámpago"
porque puede leerse de arriba hacia abajo y viceversa.
De
arriba abajo o bien de abajo arriba
Este
camino lleva hacia sí mismo
Simulacro
de cima ante el abismo
Árbol
que se levanta o se derriba
Quien
en la alterna imagen lo conciba
Será
el poeta de este paroxismo
En
un amanecer de cataclismo
Náufrago
que a la arena al fin arriba
Vanamente
eludiendo su reflejo
Antagonista
de la simetría
Para
llegar hasta el dorado gajo
Visionario
amarrándose a un espejo
Obstinado
hacedor de la poesía
De
abajo arriba o bien de arriba abajo.
Noten que tiene sentido leyéndose de forma
ordinaria o leyéndolo desde la última línea hasta la primera.
Una descarga al papel
Un aspecto curioso del libro fue que Cortázar a
veces armó la prosa sin separar los diálogos de la narración. No tiene ni
guiones ni comillas ni nada. Ésta no es una técnica especialmente novedosa (la
he visto miles de veces y, la verdad, nunca termina de convencerme) pero en Un tal Lucas ayuda a brindar un ritmo
más frenético a los textos.
«A lo mejor ya no viene nunca se dice Lucas con una especie de siniestra iluminación, a lo mejor esto es algo así como el alejamiento de Almotásim, piensa Lucas culto. Casi no ve llegar a la viejita desdentada que se le arrima de a poco para preguntarle si por casualidad no tiene un fósforo.»
El autor describe todo como si estuviera escupiendo
la información sin procesarla. Es una descarga del cerebro directamente al
papel. Me recuerda a José Saramago, pero más ordenado, menos caótico.
Hay muchísimo para analizar y desarmar en los casi cincuenta
mini textos que presenta la obra. De más está decir que puede leerse prácticamente
de un tirón.
Como dije antes, mi sección favorita fue la del
medio. Allí Cortázar se aleja de las divagaciones filosóficas de Lucas para
escribir sobre lo que se le antoja.
Por ejemplo, Un
pequeño paraíso es un genial “relato” (si es que puede llamarse así, porque
definitivamente no tiene la estructura clásica) que habla de un país donde
todos los habitantes, al cumplir la mayoría de edad, se inyectan en la sangre
veinte pescaditos dorados para volverse felices.
Comparto otras dos ficciones cortas de esta sección
que disfruté especialmente.
“Amor
77”
«Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.»
“Destino
de las explicaciones”
«En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones. Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural.»
***
Obviamente este último corto es una parodia de la
idea de Dios y la creación. No deja de ser un juego pícaro que referencia a los
Teoremas
de incompletitud de Gödel, esta idea recursiva de que “no es posible probar
algo con ese mismo algo”.
Así, todo
el libro está repleto de perlitas, referencias y bromas. También de algunas introspectivas
reflexiones sobre nuestra propia existencia. Seguramente me debo haber perdido
más de la mitad de los “easter eggs” al leerlo una sola vez. De todas maneras,
es perfectamente posible disfrutarlo sin estar buscando nada en particular.
Palabras finales
Los
textos de este libro son difíciles de clasificar. Se asemeja a Historias de Cronopios y Famas por la
manera en la que se apoya en el humor absurdo y en acciones tan rutinarias como
cotidianas.
Un tal Lucas está compuesto por cuarenta y ocho narraciones muy
breves, de una o dos páginas la gran mayoría. De todas ellas, seguramente varias
van a suscitar interés. Por supuesto que, fiel a su naturaleza cortazariana,
Julio relata las cosas más simples de formas rebuscadas y enredadas.
Lo recomiendo
para quienes busquen una lectura corta, amena y desenfadada. Es de esos libros que
tienen dos posibles lecturas. Si uno busca algo lúdico, inocente y divertido,
sin duda lo va a encontrar. Es, al final del día, una especie de reflexión
espiritual de lo cotidiano, una invitación a participar de un juego y una
ventanita hacia la vida de ese personaje tan peculiar que es Lucas.
Otra
lectura posible es una más profunda, donde se investiguen las huellas de
intertextos, metáforas, analogías y metatextualidad (que las hay a montones).
En
este sentido, se trata de una obra imperdible para los amantes del tipo de
literatura por la que Cortázar es universalmente reconocido.
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=>> Otros notas sobre JULIO CORTÁZAR en el blog: “Cortázar
y el mito de Circe”; “Casa
tomada, cuento de 1946”; “La
puntuación en tiempos de menor esfuerzo”; “Las
5 mejores instrucciones de Cortázar”; “Búsqueda
y transgresión en Rayuela”; “El
extraordinario capítulo 66 de Rayuela”; “Instrucciones
para aconsejar a través de frases”.
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Toda su literatura (incluso su poesía) está repleta de juego. Lo lúdico es su forma de llevar adelante los relatos.
ResponderEliminarOtro libro que se parece a este y a Historia de Cronopios... es La Vuelta al Día en 80 Mundos. Ya desde el título está jugando.
La novela 62 modelo para armar es una versión II de Rayuela, mucho más jugada, menos famosa, un poco menos lograda, pero que también la pude disfrutar.
Recuerdo cuentos como "Satarsa la Rata" que basan completamente su idea en lo lúdico.
https://frodorock.blogspot.com/2017/01/razones-paralelepipedas-evidentes.html
Como buen fan de don Julio, tendría que repasar Un Tal Lucas, si estiro el brazo lo agarro, a ver... Uh! Maldito Chesterton y su padre Brown, incluso cuando eran los osos sabía que era él quien interfiriera
Abrazo cráneo!
¡JA! Esta vez me ganaste la partida. Tenés más Cortázar sobre tus hombros que yo. Me están faltando 62/Modelo para armar y La vuelta al día, dos títulos que por supuesto tengo de nombre. Es demasiado complicado leer todo lo que hay dando vueltas. Más cuando a eso le sumás el cine, el animé, los comics, la música, las series.
EliminarPero sí, 62/Modelo para armar será mi próximo Cortázar.
Ahí me paso por Razones Paralepípedas Evidentes.
Que bueno escuchar estas catarsis cortazianas que le devuelven frescura y luz a estas obras tan caras a la esperanza de una literatura que a veces es olvidada aunque es la mejor de todas..
ResponderEliminarQué bueno leer estos comentarios, si bien anónimos, que dan pie a reflexiones literarias y hasta existenciales sobre las cosas que vale la pena hacer perdurar en esta precaria vida.
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