Doomsday Clock
–la miniserie de doce tomos de DC Comics, escrita por Geoff Johns y con dibujos de Gary
Frank– se convirtió en mi lectura
favorita del 2019. Si bien admito que fue medio tramposo porque en realidad
comencé a leer el comic cuando se lanzó, allá por noviembre de 2017. El último
número, sin embargo, salió en diciembre 2019.
En esta nota quiero reseñar la
novela gráfica, evitando los spoilers para quienes todavía no pudieron chequearla.
***
Reescrituras
y retrasos
Ésta es una historia que tardó dos años en
desenredarse y estuvo sostenida con retrasos, cambios en la editorial y varias
reescrituras. Por cierto, la reescritura de la línea de tiempo de un cómic en proceso
cuyo propósito es reescribir la línea temporal de un universo en proceso es tan
metatextual como podría llegar a ser.
Finalmente, el camino que tomó valió la pena porque
Doomsday Clock es uno de los eventos
comiqueros más importantes de la última década. Pera antes debería hacer un
poquito de resumen.
La novela gráfica de Geoff Johns muestra el presente de la historia original de Watchmen. Está de más decir que es
necesario haber leído la obra de Alan Moore (que reseñé
por acá) antes de encarar esta secuela.
Todo inicia el 22 de noviembre de 1992, siete años
después de la masacre en la ciudad de Nueva York. El plan de Adrian Veidt para la paz mundial
fracasó después de que se publicaron los detalles del diario de Walter Kovacs
(lo cual es un potencial plothole si
tenemos en cuenta que Rorschach realmente nunca llegó a escribir sobre la
culpabilidad de Veidt).
Como sea, en este comic Veidt se convirtió en un
fugitivo y Estados Unidos está al borde de la guerra nuclear con Rusia.
Cuando comienzan los preparativos para la guerra,
un nuevo y misterioso Rorschach II
irrumpe en la prisión para recuperar a Marcos Maez (Mime) y Erika Manson
(Marionette). Él los lleva hasta Veidt, quien se está muriendo de una
enfermedad terminal. El magnate ofrece a la pareja la ubicación de su hijo y
$200 millones si lo ayudan a localizar a su ex colega, el Doctor Manhattan, la
única persona capaz de salvar al mundo de una nueva e inminente destrucción.
Mientras tanto, en el universo de DC, Clark Kent tiene una pesadilla sobre la
noche en que sus padres murieron en un accidente automovilístico y el Dr.
Manhattan descubre que no puede ver el futuro más allá de su enfrentamiento con
Superman.
La antesala
de Doomsday Clock
El argumento de Doomsday
Clock se propone enfrentar a todos los grandes héroes de DC con el Dr.
Manhattan, quién ha estado jugando con su universo (modificando eventos claves
de la historia) en busca de algo en especial.
El evento oficialmente arrancó con DC Universe: Rebirth # 1, cuando Wally
West, el tercer Flash, regresó al universo DC después de haber sido eliminado
de su historia. Wally aparece ante varios personajes y le advierte a Barry Allen que alguien los está
mirando y experimentando con ellos.
Luego, en distintos comics la gente desaparecía
misteriosamente: Doomsday, un futuro Tim Drake, Mr.Mxyzptlk (tomado por el
misterioso Mr.Oz, que al final no tuvo nada que ver con Manhattan), etc.
En el evento crossover The Button (del que hablé
en esta nota) mientras Batman
investiga el botón de la carita sonriente que apareció en la Baticueva junto a
Wally West, es atacado por el Flash
Reverso, quien fue revivido por alguna fuerza externa.
Después de hacer contacto con el botón, Thawne se
teletransporta misteriosamente, regresando como un cadáver humeante. Uno que
emite radiación única. Bruce Wayne y Barry Allen rastrean esta radiación a
través del tiempo.
Estas y otras historias más fueron la antesala de Doomsday Clock, una novela gráfica que
funciona como historia autocontenida pero que hace uso extenso de todo el canon
y la mitología que DC ha acumulado por ocho décadas. Además, según se ha dicho,
los eventos de esta historia se van a sentir en todos los títulos posteriores.
Ser fan de Watchmen
En este sentido, Doomsday Clock no es una lectura sencilla. Ocasionalmente necesité
googlear algunos héroes y referencias para poder terminar de captar todo lo que
sucedía.
Si bien leo comics de DC desde hace años, no soy un
conocedor absoluto, especialmente en relación a las eras dorada y plateada. Por
ejemplo, Alan Scott y otros miembros
de la “Justice Society of America” tienen un rol prominente y yo de ellos sé
poco y nada.
Es muy loco pensar cómo ambas historias (tanto la
novela gráfica como la brillante secuela de HBO) terminaron casi al mismo
tiempo. De hecho, la serie de Damon
Lindelof inició y finalizó entre los tomos #11 y #12 de Doomsday Clock.
Solo el tiempo dirá que versión es más aceptada y
recordada. Lo curioso es que ambos finales son mucho más optimistas que el desenlace
original de la novela gráfica.
En todo caso, es interesante cómo tanto el comic
como la serie de HBO tienen la misma postura básica sobre Jon: su inacción es
un fracaso de su parte. En sus cierres, ambos relatos llegan a la misma
conclusión: se necesita acción para inspirar a otros.
Las
subtramas de Doomsday Clock
Doomsday
Clock es una novela gráfica extremadamente ambiciosa y que tenía la enorme
tarea de cumplir con las expectativas presentando, simultáneamente, una
historia fresca y original. En gran parte creo que lo logró. Lo cual es
envidiable considerando la cantidad de personajes de ambos universos (más los
nuevos introducidos) y los muchos conflictos que balancea.
A ver… tenemos el asesinato de Carver Colman, un
actor del policial negro que interpretó al personaje Nathaniel Dusk (y su enigmática relación con Dr. Manhattan), el
misterio de quién es Rorschach II, cuál es el origen de Mimo y Marioneta
(excelentes personajes ambos) y la “Supermen Theory”, por mencionar sólo
algunas subtramas.
Un breve apartado del punto anterior. Uno de los
elementos que atraviesan a toda la trama es esta “Teoría de los Superhombres”.
Básicamente, es una teoría conspirativa del Universo DC en donde se cree que el
motivo por el cual la gran mayoría de los metahumanos están en Estados Unidos
es porque fueron creados artificialmente por el gobierno para ser usados como
armas.
Esta creencia ha llevado a disturbios masivos y
protestas contra los superhéroes, alegando que las creaciones metahumanas son
esencialmente actos de guerra del gobierno americano.
En este sentido, el tomo #9 ofrece una
deconstrucción aterradora de las historias de origen de superhéroes y
supervillanos: al menos algunos de ellos no fueron accidentes, sino
experimentos poco éticos organizados por el gobierno para comprender mejor la
naturaleza de los metahumanos. Lo que significa que la teoría de Superman es,
al menos, parcialmente cierta.
Por sobre todo, el comic debía responder a la
pregunta de por qué Dr. Manhattan se
convirtió en un supuesto villano y cómo sería su esperado enfrentamiento de
ideales (y golpes) contra Superman. Algo que, como era de esperarse, no llega
hasta el último tomo de la historia.
Al tratarse uno de los eventos más importantes en
la historia moderna de DC, cada número está
lleno de fascinantes sorpresas y giros de tuerca que complementan y cierran
cabos sueltos de la historia original o presentan nuevos e interesantes
conflictos.
El metaverso
de DC
El argumento tiene un ritmo trepidante, asistido
por un arte de Gary Frank que logra
reproducir a la perfección el estilo y tono de Dave Gibbons, el artista de Watchmen. Es notable en el uso de los
paneles 3x3, pero no sólo en este aspecto sino en toda la forma de abordar la
historia, la simbología utilizada, la manera de hablar de cada personaje y los
puntos de giro de la trama.
La narración es, al mismo tiempo, una gloriosa historia
de tipo elseworlds en la que los dos mundos colisionan, y una suerte de revisionismo
histórico de la metahistoria del Universo DC. Esto es lo que la hace tan
compleja y satisfactoria en partes iguales.
Explora el movimiento de DC Comics a lo largo de las décadas desde una perspectiva de un
tercero, ubicando al Doctor Manhattan en la posición del lector. De esta forma,
el equipo creativo elaboró efectivamente una carta de amor a DC al destacar y
centralizar el primer gran éxito de la editorial: Superman.
El (nuevo) concepto del Metaverso, en el que la
Tierra DC central se basa en la primera aparición de Superman y todos los
cambios posteriores a dicho origen tienen efectos dominó en el resto del
Multiverso, se introdujo en el tomo #10 como una nueva mecánica de la
editorial, y es una idea fascinante para continuar explorando.
Queda por ver qué tan bien se plegará este concepto
en el resto del universo DC, ya que hay una serie de partes móviles y posibles
contradicciones necesarias para superar gracias a los retrasos en el cronograma
de envío de la novela gráfica. Hay una relacionada con el Alfred de Batman que hay que ver cómo catzo solucionan.
En todo caso, el Metaverso es una forma de
preservar cada era de Superman y promete que habrá nuevas encarnaciones hasta
el infinito, siempre permaneciendo la constante de que el mayor campeón de la
Tierra fue criado por el amor, la justifica y la esperanza.
Al final del día, Doomsday Clock cumple en exceso. Las cadenas narrativas a lo largo
de los doce números se conectan de manera inteligente. Todo cae cuidadosamente
en su lugar para una comprensión secreta del Universo DC. Las obras de arte del
dibujante Gary Frank y el colorista Brad Anderson se mantuvieron
consistentemente sorprendentes en todo momento.
Todo contribuyó a evocar el espíritu de la serie
original. Es muy posible que solo esta reunión particular de talentos hubiera
podido ejecutar esta historia con gracia y elegancia (aunque sin tanta
puntualidad).
Palabras
finales
No puedo comentar mucho más por riesgo a caer en
terreno de spoilers. Solo mencionar que Doomsday
Clock logra exponer de forma precisa que la virtud central del ícono de DC
no radica en sus habilidades, sino en su inagotable optimismo. Vincular esta
idea con los constantes reinicios de la editorial es una justificación
narrativa atractiva.
El creador Geoff
Johns demostró, con bastante maestría, que narrativas secuenciales de larga
duración (como son los comics) pueden tener “finales” sin que ello constituya
un impedimento para contar nuevas historias. ¿Era necesario usar a los
personajes de Watchmen para llegar a esa conclusión? Quizás no, pero estuvo
todo bastante bien resuelto.
Ya habrá tiempo de analizar los méritos completos
de la obra. A mí me convenció 100% y tengo ganas de darle una relectura en
versión papel en el futuro (ahora lo leí en digital). La novela gráfica estuvo
a la altura de lo que se propuso, generó muchísimas discusiones y abrió el
juego para seguir experimentando con el rico universo de DC.
Al final, aunque la historia se siente retrasada,
escalonada y más desconectada del Universo DC de lo que inicialmente se
proponía, funciona sin problemas. Es un relato hermoso y con gran carga
emocional. Se siente como el cierre de una era y el comienzo de una nueva.
¿Quién sabe qué vendrá después de esto, o qué
crisis hay en el horizonte? Lo que sí sabemos es que, independientemente del
año, hora o lugar, DC continuará. Porque como dijo un sabio en 1985... nothing ever really ends…
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=>> Otros posts sobre COMICS en el blog: “Superman:
Red Son, una historia de Mark Millar”; “Batman:
The War of Jokes and Riddles”; “Análisis
Batman & Flash: The Button”; “Reseña
de Dark Knights Metal (DC Rebirth)”; “Watchmen:
la deconstrucción de los superhéroes”.
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Concuerdo.
ResponderEliminarTuve la duda de cuál sería el funcionamiento de Watchmen en la continuidad de DC, como funcionaría esa integración.
Y debo decir que funcionó bien. Fue una buena idea. Como Dr. pareció estar a punto de destruir al heroísmo, de llevar el desquicio de su mundo a las continuidades oficiales. Como destruyó a algunos héroes antes de que surgieran.
Y que Superman se confirmó como la gran esperanza.
Pero debo plantear alguna objeción. Y es que para lograr esa idea, se subestimó a dos grandes superhéroes. Como The Flash, que se desencadenó Flashtpoint, tiene conexión con la Speed Force, una de las fuerzas del multiverso. Y Hal Jordan, el más grande Green Lantern, quien pudo tener un papel mejor en el enfrentamiento.
Saludos.
Sí, che, estoy de acuerdo en que Flash y Hal estuvieron bastante desaprovechados. Buen aporte, Demiurgo, como siempre. No te tenía como lector de este tipo de comics.
EliminarPara mí, Doomsday Click, es otro fracaso más de DC cómics; para intentar deshacer la maraña de incoherencias que ellos mismos han hecho. Lo siento por Alan Moore, a quien le destrozaron su mítico legado. Además no solo presentan a un Flash y a un Green Lantern minimizados. También presentan a la versión más débil y patética de Superman. A la cuál al final, le dan un baño de pureza. Y que es eso de que la magia son los errores o las sobras de la creación usada por individuos que también sobran. Ahora sucede que DC es la Matrix, y sus magos son Neo. Le quitaron todo el misticismo y el encanto a la magia. Debieron haber respetado su carácter incomprensible para la ciencia. En vez de darle una racionalización de gamer.
ResponderEliminarHola, Superfan. Interesante tu aporte. Una lástima que no hayas podido disfrutar de esta obra. A mí me encantó (como habrás leído en la nota) pero banco tu opinión porque la emitiste con fundamentos y, por sobre todo, respeto. Gracias.
Eliminar¡Saludos!