Con mi hijo mayor, Benjamín, jugamos videojuegos desde sus tres
años. Pero hace unas semanas tuvimos su primera y verdadera “noche de vicio”.
En esta nota, lo que me enseñó jugar con Benja a un hermoso party game llamado Pico
Park.
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Dos niños, dos perfiles únicos
Tengo dos hijos, Benja y Mateo, cada uno con sus particularidades y gustos. Mateo (3 años) es más salvajín y movedizo. Disfruta mucho de correr, los deportes y jugar con autitos. Si bien lo veo súper bien construyendo casas con bloques, tiene un perfil más atlético y deportista. Y tiene una personalidad mega compradora.
Benja (7 años), por otra parte, es más parecido a mí: sensible, ciego como un murciélago, muy curioso. Tiene un perfil muy intelectual/artista. Aprendió a leer y escribir a los tres años, y a partir de ahí no ha parado. Es un queso para los deportes y el baile, pero un crack en un montón de otras cuestiones.
Recientemente terminó de leer su primer libro de Elige Tu Propia Aventura, hace obritas de arte impresionantes con papel y terminó su primer juego de Pokemon (el Pokemon: FireRed) a sus cinco años. Ama los videojuegos, como yo. Y más de una vez hemos pasado buenísimas tardes de vicio tirados en el sillón o en nuestras múltiples visitas a Espacio TEC.
Lo que nos faltaba era tener una verdadera noche de vicio. Generalmente los chicos se duermen a las 21.30/22 como mucho. Sin embargo, hace unos días pasó a visitar mi hermano Tomás y le propusimos a Benja quedarnos hasta tarde jugando videojuegos.
Metimos un poco de Broforce (juegazo), bastante Pico Park y unos Bomberman para cerrar. Nos cagamos de risa y él se fue a dormir tardísimo, como a la 1 de la mañana (cosa que nunca ocurre… terminó fusilado).
Si bien los tres juegos son altos party games, el que más
disfruté de todos fue Pico Park. Pero antes de entrar al análisis de esa
joyita, vayamos un poquito más para atrás…
Videojuegos con los chicos: una estrategia ganadora
En los últimos años, la conversación en torno a los videojuegos ha pasado del escepticismo al reconocimiento de sus beneficios potenciales, especialmente para los niños.
Si bien persisten las preocupaciones sobre el tiempo excesivo frente a la pantalla y el contenido violento, las investigaciones y las experiencias de la vida real resaltan cada vez más los impactos positivos de los juegos en el desarrollo cognitivo, social y emocional.
Los videojuegos no sólo ofrecen entretenimiento sino que también sirven como poderosas herramientas para el aprendizaje, la creatividad y la socialización. Como padres, a menudo nos preocupamos por los peligros potenciales del gaming. Sin embargo, es esencial reconocer que estas experiencias digitales pueden ser herramientas poderosas para el crecimiento y la educación de los niños.
En primer lugar, muchos videojuegos requieren que los jugadores
piensen críticamente, elaboren estrategias y se adapten. Esto nunca fue tan
cierto como con Pico Park. Es un juego indie cooperativo y multijugador donde
debemos resolver desafíos para llegar al final de cada nivel.
La brillante sencillez de Pico Park
Pico Park se juega de 2 a 8 jugadores y es un quilombo hermoso. El objetivo siempre es conseguir una llave y abrir la puerta cerrada al final del mapa… peor es indispensable cooperar para alcanzar el objetivo. Es muy divertido porque los jugadores también pueden trollear al propio equipo para evitar alcanzar el objetivo.
Hay 12 mundos en total en Pico Park. Con Benja y Tommy (en dos noches de vicio distintas) llegamos hasta el mundo ocho. Para ello tuvimos que pasar por instancias donde los tres estábamos atados de una misma cuerda (lo que hacía que el movimiento de uno afecte al otro), pasar niveles con límites de tiempo, hacer escaleras humanas o armar estrategias sobre cómo resolver un puzzle particular.
Me sorprendí lo rápido que se adecuaba Benja (que, de nuevo, tiene 7 años) para resolver estos niveles que duran apenas unos minutos. Cada nivel tiene un estilo diferente, como uno que imita al Flappy Bird u otro que es directamente un Tetris cooperativo. Más de una vez, Benjamín tuvo varias buenas ideas y se adaptaba rápidamente a nosotros para avanzar en la resolución.
En este sentido, los partygames como Pico Park (y tantos
otros… pienso en Mario Party, por ejemplo) son particularmente efectivos
para construir conexiones sociales. Muchos juegos de este estilo implican
trabajo en equipo y asumir pequeños roles de liderazgo. Mientras juegan, los más
peques aprenden a coordinar, delegar y motivar a otros dentro de mundos
virtuales.
Videojuegos y la formación de vínculos
Lo que es más importante, estos videojuegos fortalecen un montón los vínculos entre padres e hijos. Algunos de mis más grandes recuerdos con Benja, a medida que fue creciendo, fueron estas experiencias de juego compartidas. Las muchas carreras en el Mario Kart 64, las picantes batallas en el Bomberman o aquella felicidad compartida que nos llegó al terminar finalmente el Pokemon Emerald.
Pico Park es una excelente opción para viciar con amigos y/o hijos, incluso si no tienen experiencia con videojuegos. Simplemente te movés y saltás. Los niveles luego tienen sus gimmicks, pero las mecánicas de juego no van mucho más allá de eso moverse y saltar. Se aprende rápido, sale baratísimo en Steam y ofrece horas de diversión en familia.
Los videojuegos no son sólo entretenimiento; funcionan como un puente hacia las habilidades críticas, la conciencia cultural y los vínculos familiares. Al adoptar la tecnología, reconozcamos su potencial de impacto positivo. Al jugar junto a nuestros hijos, no sólo compartimos su mundo sino que también lo moldeamos para mejorarlo.
Entonces, papis, agarren un joystick, únanse a la aventura y
descubran los múltiples beneficios del gaming, porque cada pixel en la pantalla
puede crear recuerdos para toda la vida y conexiones significativas con los más
pequeños. Carajo.
El bonus track que nadie pidió:
Los dejo con una foto viejarda. Esto fue en 1998, EEUU. Somos los cuatro hermanos: Tomás con una NOMAD original, al lado un bebé Fran (que hoy es Ing. Mecánico recién recibido), y luego Gastón y yo con nuestras GameboyPockets.
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en el blog: “Los mejores jugados para viciar desde el
sillón”; “Mi ADN Gamer: 10 juegos que definieron mi
vida”; “Demons of Asteborg y nuevos juegos de
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“Pokemon Ashgray: el romhack del animé”;
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