Escribí este cuento en épocas de cuarentena,
Coronavirus y aislamiento social, aunque no tiene nada que ver con eso. Aunque
un poco sí. Habla de la realidad argentina más general y es también una pseudo-experiencia
que vivió un amigo.
Cuento #48 publicado en el blog (por
acá tienen la lista del resto). Ojalá lo disfruten. Después me dicen si les
da risa, bronca… o ambas.
***
“Trasladar
envases siempre fue mi sueño”
Luciano
Sívori
—Eduardo… ¿Tuka? ¿Qué clase de
apellido es ése? ¿Francés? ¿Italiano?
Era un tipo bien vestido, canoso
y de bigotes de foca oscuros. La corbata apretada lo hacía parecer uno de esos muñecos
cabezones que se venden carísimos y la gente los compra igual. Era el Funko
Pop! Modelo oficinista, de la colección Prisión de Capitales.
—Galés —mentí con seguridad. El
entrevistador sonrió.
—Ajá. ¿Y cómo te ves trabajando
en equipo?
Era al pedo. Habiendo pasado un
sinnúmero de entrevistas en los últimos meses, ya conocía las reglas del juego,
las respuestas esperadas. Estas charlas no eran muy diferentes a las que podés
tener con un chatbot. El margen de
maniobra es muy acotado. La empresa quiere la respuesta A: “¡Súper bien! Creo que es la manera ideal de
potenciar un trabajo para llegar a resultados óptimos”. Nunca te aceptarían
abiertamente la respuesta B: “trabajar en
equipo me parece una garcha porque la gente es inoperante. Si querés hacer algo
bien, hacelo solo”.
La idea me pareció un poco
triste. Ciertamente hay compañías que se matarían por el empleado tiburón con
metas individuales y altamente proactivo que no tenga drama en pisar cabezas
para potenciarlas ventas anuales.
—¡Súper bien! —dije y Funko Pop!
anotó dos boludeces en una planilla—. Creo que es la manera ideal de potenciar
un trabajo para llegar a resultados óptimos.
El puesto era para reponer
envases en diferentes puntos de la ciudad. Ya saben: un chango que levante los
packs de Coca-Cola y cerveza y los lleve hasta el depósito del supermercado
Chino. Pagarían poco, me empezaría a doler la espalda y seguramente te negrearían
la mitad del sueldo.
Pero necesitaba laburo.
—¿Y por qué te interesa trabajar
con nosotros?
Otra pregunta aburrida con
respuesta cantada. Tiré fruta, algo sobre que me fascinan las temáticas de
Logística, llegar a un cliente en tiempo y forma, perfeccionar rutas, reducir
costos operativos y, simultáneamente, capacitarme en el interesantísimo Mundo de
los Envases (sean botellas, botellitas, botellones… desde el vidrio hasta el
cartón). El tipo estaba feliz.
Estaba paseando al perro cuando
me llamaron dos días después. Estaban interesados en que formara parte de su
equipo. Sospechaba que iba a ser un buen día porque esa mañana había sido
bendecido con un paquete de Surtido Bagley que tenía más panchitas que sonrisas.
Todo se desmoronó cuando quisieron confirmar mi nombre completo para el alta en
AFIP.
—Ah, no, perdón… —me dijo la
piba que seguramente se llamaba Guadalupe o Bernardita—. Creímos que eras el
otro postulante. Mil perdones, no eras vos.
No dejé que esto me bajoneara,
pese a que me quedaba media bolsa de arroz para toda la semana. Di media vuelta
y encaré para casa. No hice dos pasos que sentí algo cremoso que se filtraba
por el agujero de la planta de mi zapatilla toda rota. Había pisado un montoncito
de caca.
Sí, de mi propio perro.
Fui rengueando a casa. Al llegar
a la puerta del frente (que da a la calle) noté que estaba abierta de par en
par. Me habían afanado el tele y el microondas. El hijo de puta había intentado
saquear la heladera y los estantes. Como no encontró nada, tuvo la delicadeza
de dejarme el paquetito de arroz.
Mientras me daba un baño frío para
lavar el estrés (estoy sin agua caliente porque se me rompió el termotanque)
pensé en lo lindo que habría sonado en mi CV el título de “Analista en
Logística de Reposición”.
Qué bien que sonaba, la puta
madre.
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=>> Otros CUENTOS
DE MI AUTORÍA en el blog: “Es
peligroso asomarse al interior”; “Incomodidad
cósmica”; “Manifiesto
literario (y una anécdota curiosa)”; “No
requiere el uso de pilas”; “Los
microdélicos”; “Cuando
el amor tocó a la puerta, yo había salido a comprar aceitunas”.
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Bueno, sencillo y breve, tribueno. Saludos!.
ResponderEliminarNo es lo que se dice una racha de buena suerte.
ResponderEliminarSaludos.
Mal dia pal gaucho ! Muy bueno Lu..
ResponderEliminarMe gusto, me dio risa y llanto.
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