Les comparto otro relato de ciencia-ficción con un pase
de comedia con toques. La propuesta consistió en escribir un cuento que contuviera
las palabras sombra, baraja y dragón.
¡Espero que lo disfruten!
***
Incomodidad cósmica
Luciano Sívori
Tuve la pésima suerte de toparme
con una tormenta cuántica en el planeta ßtôr-ǧöµ (lindo lugar, por cierto. Su
gente hace unos deliciosos postres de Feen-moof). Y encima todavía estaba a 4,2
años luz de casa. No sé si alguna vez les pasó, pero esas tormentas son
verdaderamente exasperantes. Las leyes de la física que gobiernan el universo
conocido tienden a enredarse a lo grande. Aunque la nave vaya en piloto
automático, no sabés ni a dónde ni a cuando estás yendo. Así, de la nada,
descubrís que tu dragón ya no está ni vivo ni muerto. Está un poco de los dos y
mucho de ninguno. Tu cuerpo se vuelve traslúcido, con lo cual corrés el riesgo
de atravesar una mesa y quedarte atascado en el medio. En serio, a mi tío le
pasó. Volvió a solidificarse justo cuando una lámpara le atravesaba la rodilla
izquierda y ahora la lleva con él para todos lados. Cuando le dan quince días
de vacaciones en su oficina sale a buscar otras tormentas para ver si logra
sacarse el aparato de su cuerpo.
En fin, como les venía contando,
me agarré una cuántica de aquellas. Y, aunque traté de quedarme lo más quietito
posible, la tormenta era más brava que mi exmujer Sankar cuando la llamaba por
otro nombre en la cama. La tormenta me revoleó por varias líneas temporales
alternativas, sumergiéndome en irregularidades interdimensionales, haciéndome
chocar con barreras metafísicas y bifurcándome en inoportunas cuerdas cósmicas
(que, según escuché, son muy malas para el colesterol). Mi sombra se separó de mí
por un momento. Creo que eso fue lo único positivo de este desastre, porque
hacía buen rato que venía viajando con mi escamosa mascota y la Guía
Intergaláctica Artificial como única compañera. Aproveché que tenía una baraja
española guardada por ahí y jugamos unas cartas del mismo modo que me había
enseñado mi abuelo (a quien, a su vez, le enseñó su propio abuelo). Al final
resultó ser una tarde agradable.
Para cuando terminó el mal
clima, ya no estaba seguro de si seguía en el mismo universo o en otro
completamente diferente. Si me preguntan, todavía no estoy seguro. Pero llegué
a mi hogar y todo estaba bastante parecido a como lo había dejado. Aunque a
Sankar la noté menos mal arriada y un poco más compasiva. Ya no me hincha tanto
las pelotas. Así que yo hago de cuenta como que no pasó nada y sigo
tranquilamente con mi vida.
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rica la ensalada”; “Un
problema de perros”; “Los
girasoles (un cuento sobre mi hijo Benjamín)”; “La
insoportable realidad de los grupos de Whatsapp”; “La
rueda”; “Repertorio
en forma de libro, osario de palabras”; “Los
delicados riesgos de oprimir un botón sin leer las instrucciones”; “Un
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mierda carajo con las cósmicas !
ResponderEliminarDeben de ser algo notablemente molesto esastormentas cuanticas, al provocar que no se pueda medie si simultaneamente la velocidad y la posicion de una nave espacial.
ResponderEliminarPor lo menos Sankar estaba mas tratable, con el cambio de ex mujer a mujer del protagonista.
Muy buen tema para acompañar el relato
Cósmico!
ResponderEliminarMe gusta los pasos de comedia con toques, me interesó saber de barajas ¿a qué habrán jugado?
Justo el día que lo publicaste hubo un espectacular eclipse total de luna que no me dejó dormir, no me lo podía perder ya que el clima se portó de diez esta vez.
Abrazo!
Quizás te levantaste en otra realidad en la que Argentina es un país primermundista con un riesgo país inexistente y altas tasas de empleo. O quizás no. (Soñar no cuesta nada, canta Kevin).
Eliminar¡Abrazo cósmico!