En un rincón oscuro y olvidado del universo del videojuego, brama una tempestad…
The Hex es un juego formidable.
Pero no por una cuestión técnica o de calidad, sino más bien porque representa
una radiografía de la época que estamos viviendo en el mundo gamer. En el Six
Pint Inn –un bar de mala muerte que se cae a pedazos– seis arquetipos de videojuegos
beben cerveza. Un misterioso llamado telefónico advierte que se cometerá un
asesinato esa misma noche. Ahí es donde entramos nosotros.
***
Flashbacks
traumáticos
La idea principal es que vamos tomando control de
cada uno de seis personajes/sospechosos que resultan ser clichés de diferentes
tipos de videojuegos: plataformas, RPG, pelea, etc. En principio, acá ya hay
una doble lectura posible, porque además el argumento se apoya en el hecho de
que todos son conscientes de la falta de libertad para elegir sus propios
destinos e identidades.
A medida que se va desenredando el misterio (que es
muy interesante, por cierto), vamos saltando de personaje en personaje,
cumpliendo mandados atípicos del dueño de la posada y protagonizando cada uno
de los seis segmentos.
Alguien está planeando un asesinato...
Tenés al personaje cool de juegos de plataformas 2D
(Super Weasel Kid), a un marine
espacial en una especie de shoot-em-up (Vicious
Galaxy), a un cocinero fortachón convertido en luchador para un juego de
pelea en dos dimensiones (Combat Arena X),
una elfa hechicera en un RPG al mejor estilo Final Fantasy –con un look muy Legend of Zelda– (Secrets of Legendaria), el sobreviviente del apocalipsis nuclear en
uno de estrategia por turnos (Waste
World) y, finalmente, el enigmático protagonista de un simulador narrativo
que parodia a The Beginner's Guide o
a Stanley Parable (Walk).
Como me dijo acertadamente un amigo (que fue quien
me lo recomendó): The Hex es un tipo
de historia que sólo se podía contar en forma de un videojuego.
La invitación es a hurgar en la perturbada mente de
estos personajes. Para ellos, estas secciones que nosotros jugamos son como una
especie de flashback traumático. Desde un primer momento queda claro que algo
muy raro está pasando.
Un cóctel de
géneros
Por detrás alguien (o algo) está ahogando a estos
personajes de videojuegos. Están sumergidos en una trampa de la cual no pueden
escapar.
Las seis memorias son un hermoso cóctel de géneros
e historias que nos meten de lleno en el plano metatextual. Decir que se rompe
la cuarta pared sería quedarse corto. Acá directamente no existe. Estos
representantes de géneros clásicos son conscientes de sí mismos (el juego nos
hace creer que siempre lo fueron) y pronto se topan con las fuerzas externas
que dominan su existencia.
Ninja Apple es una personalidad jodida del mundo gamer
The Hex nunca
deja que te acomodes con un único género. Es como una ruleta rusa donde no
terminamos de acostumbrarnos a una mecánica que ya nos la están cambiando. La
historia principal lleva unas seis horas, pero los estilos de juego cambian, se
mezclan y se intercalan muchas más veces de las que puedo recordar.
Además de los seis juegos principales, el mundo hub
que es el Six Pint Inn –aquel bar-hotel de pésimas condiciones y varios
recovecos secretos– funciona como una aventura point and click, donde tenemos
que resolver acertijos, juntar ítems para abrir nuevas secciones y hablar con
todos los presentes para descubrir la verdad última: quién va a ser asesinado
esa noche.
Los momentos de aventura gráfica de "The Hex"
Del creador
de “Pony Island”
El desarrollador de este juego de suspenso e
ingenio es un tal Daniel Mullins, quien también fue el
creador del extrañísimo Pony Island.
Pony Island
es un pony saltando varas y tirando rayos láser. Y es también mucho más. Está
formado por decenas de puzzles que incluyen una metanarrativa propia y
conforman también un relato global. Daniel
Mullins consigue engañarte tantas veces que, por momentos, parece más un
mago que un desarrollador.
Yo, francamente, no me acuerdo de ningún juego en
el que el objetivo sea destruir el propio juego. Por eso, si tienen la
posibilidad de jugarlo, se los
recomiendo. En Steam se consigue por
60 ARS, que es menos de lo que pagan por una pinta de cerveza.
Pony Island (Daniel Mullins, 2018)
Lamentablemente, yo lo terminé después de
dar vuelta The Hex… y creo que la
forma más correcta de hacerlo es al revés.
Ambos son meta-narraciones que tiran abajo la
cuarta pared y deconstruyen ideas de los videojuegos. Pony Island parece más la versión de prueba donde el desarrollador
se divirtió viendo cómo le funcionaban ciertas mecánicas.
Me parece que The
Hex es más adulto, serio y completo. De hecho, es mucho más que el doble de
juego en duración y contenido. Es una
versión más prolija y ambiciosa que pulió muchas mecánicas similares que
utiliza el primero.
La analogía que puedo hacer es con Portal 1 y Portal 2 (siendo el segundo mucho
más especial y sólido) o también con MiniDOOM 1, que fue un lindo guiño
y homenaje al juego original –pero en versión 2D– y MiniDOOM 2 que ya es un juego en sí
mismo. En ambos casos yo sugiero no saltear la primera parte, aunque sea
inferior, para tener la experiencia gaming completa.
The Hex:
crítica en modo comedia
Pero volvamos al título de la reseña. Es curioso cómo
nombres como Portal y Stanley Parable siguen apareciendo como
pilares referenciales cuando hablamos de videojuegos que deconstruyen. Y es que
estos clásicos siguen agrandándose cada vez más a medida que aparecen obras
magnas como The Hex que beben
directamente de ellos.
Aun así, acá vi cosas que no había visto en ningún
otro juego de este estilo. Por ejemplo (y esto no lo descubrí yo) me vuela la
cabeza que el verdadero final se encuentre bien escondido… ¡en
otro videojuego!
Como sea, quiero evitar spoilers porque me parece
que es de esos que se disfrutan especialmente sabiendo poco y nada.
Sí quiero mencionar que lo metaficcional de la
historia lleva la batalla al corazón mismo del videojuego. El Six Pint Inn es, en realidad, una suerte
de refugio. Un lugar donde chocan las políticas de producción y consumo. Y es
que The Hex termina siendo mucho más
obvio de lo que parece, pero por pura necesidad. Hace bastante que ya no
estamos para metáforas pintorescas.
Esta pequeña obra de arte se divierte con el poder
que tienen los usuarios y modders sobre los videojuegos actuales. En “Combat
Arena X”, los personajes descubren que pueden escaparse del juego si comienzan
a estar OP (overpowered). ¡Y lo buscan de forma consciente! En “Waste World”,
las quejas de los jugadores lo han llevado a desvirtuarse, incorporándose
trucos que se convirtieron en mecánica principal del juego.
En la vida real, las distinciones que antes
existían en los géneros se han ido separando. Fortnite no es sólo un FPS clásico. Tiene elementos de estrategia y
de supervivencia. Es también un nuevo género: Battle Royale. Con los in-app
purchases, el jugador puede, literalmente romper el juego poniendo dinero
real para tener el mejor ítem o el mejor personaje.
Convenientemente, en The Hex también van tomando lugar estas fusiones de géneros. A
mitad del segmento de “Secrets of Legendaria” pasamos a un modo pelea del
estilo “Combat Arena X”. “Vicuos Galaxy” es un shoot-em-up bien noventoso, pero
en un momento dado va alternando entre el estilo RPG de “Secrets of Legendaria”.
El gaming AAA (los “tanques” comerciales) hoy se ha
vuelto una tarea imposible. Un tanque tiene que ser de mundo abierto, darte más
de 20 horas de juego entre la historia principal y las “side quests”, tener
riqueza narrativa y lootboxes para seguir currando. Tiene que haber muchos
secretos sin ser frustrante, mecánicas innovadoras y un juego balanceado que,
además, permita modalidad online. Porque ahí está la papa.
Son expectativas demasiado difíciles de cumplir.
Más si sos un desarrollador independiente tratando de sacar tu jueguito
adelante desde el sótano de la casa de tus viejos. Con un toque de suerte metés
un Celeste que llega a los Game
Awards al lado de gigantes como God of
War y Red Dead Redemption 2.
The Hex nos
habla mucho de esta industria a punto de explotar. Y lo cuenta con gran sentido
del humor. Un humor oscuro y cínico, y divertidísimo. Por más que el panorama
pinte negativo para nuestros personajes (y para la industria del gaming en
general), el juego lo pone en relevancia con una sonrisa.
Y es que, lo sabemos, no hay mejor vehículo para la
crítica social que una buena comedia.
"Waste World", uno de mis segmentos favoritos en "The Hex"
***
Palabras
finales
Por si quedaron dudas después de leer esto: tienen
que jugar The Hex. Para mí fue una
gran sorpresa que desconocía. Es una aventura que van a disfrutar especialmente
los que (como yo) se criaron con videojuegos desde pequeños.
Una loca y surrealista aventura de misterio llena
de mecánicas imaginativas, lindos juegos de ingenios y una reflexión aguda
sobre la industria del gaming. De paso, hay toda una crítica –a lo efecto
Pigmalión– sobre cómo nos relacionamos con la ficción y con nuestras propias
creaciones. Un viaje emocionante, sin lugar a dudas.
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=>> Otras notas sobre VIDEOJUEGOS en el blog: “La
fascinante pesadilla pixelada de IMSCARED”; “Sonic
Mania: hecho por fans y para fans”; “Doom
3 y la mecánica de la linterna”; “Point
and click: 6 grandes aventuras gráficas”; “Arte
y videojuegos: Shadow of the Colosuss”; “Retro-review:
Metal Gear Solid (PSX)”.
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