Mi amigo y editor Santiago Scarlato (a quien, religiosamente, torturo con la revisión de todos mis cuentos para volverlos presentables, cual mono vestido de seda) me pasó una noticia reciente sobre Suiza aprobando el uso de unos sarcófagos modernos que permiten el suicidio asistido.
El artículo nos inspiró a ambos. Santiago –que también le hace a la escritura– se sentó a contar su propia historia, culminando en un cuento borgiano decididamente superior al mío. Mi versión es un pequeño relato de ciencia ficción que espero puedan disfrutar.
Por cierto, este cuento fue galardonado con el PRIMER PREMIO en el concurso "CUENTO BREVE NACIONAL LA VOZ DEL PUEBLO Y LA SARMIENTO TRES ARROYOS 2024". Por acá tienen una nota de prensa del diario La Voz del Pueblo.
Sin más preámbulos, les comparto El cadáver prematuro, el cuento número 55 del blog. Vení a robármelo, Charlie Brooker (el creador de Black Mirrror).
Por acá está la versión narrada para el podcast.
***
“El cadáver prematuro”
Luciano Sívori
Introspecciones del paciente N°18.753
Cuando pasaron sesenta segundos y
yo aún seguía ahí, consciente, supe que algo andaba mal. Terriblemente mal.
Había colocado correctamente el código de activación: 0189. De eso no tenía
ninguna duda. “¿Hay alguien ahí afuera? ¡Esto no funciona, sigo acá!”, dije
levantando la voz. Golpeé el ataúd dos, tres, cuatro veces. Nada. Después sacudí
la máquina unas diez veces más, con las manos, la cabeza, los pies…
Aunque estuviera a oscuras, cerré
les ojos. Necesitaba pensar.
Nota de voz del experimento #224
He dejado al paciente Ramiro
Barone, contador público, soltero de 38 años, nueve minutos y quince segundos
desde la activación del dispositivo. El terror inicial del sujeto de prueba se
apagó, dando paso a una calma metálica. Los signos vitales son estables,
indicando que sigue saludable y consciente. Su respiración es calmada. El
escáner indica que aún no ha comenzado su Etapa de Rememoramiento.
Extracto de un artículo del diario “Le Monde”, 06/12/2044
El invento de SARCO –la conocida
empresa de tecnología suiza– ya es legal en todo el mundo luego de que Canadá,
Francia, Argentina y algunas islas del Pacífico se acoplaran a las
recomendaciones de la ONU el pasado martes.
La legislación, que aprueba el
suicidio asistido en estos ataúdes modernos, generó duras polémicas en sus
inicios. Hoy la realidad muestra otra cara: los sarcófagos de Philip Nitschke
son furor en todo el mundo.
Introspecciones del paciente N°18.753
Me siento en un telar inmenso y
oscuro. ¿Cuánto tiempo pasó ya? ¿Alguien va a venir a buscarme? ¿Sabrán que
algo salió mal? Después de tantas idas y vueltas, toneladas de estudios, tanto
dinero y tiempo invertido…
Ya me quedé sin fuerzas para
seguir golpeando el ataúd. Parece un mal chiste, ni siquiera me pude morir con
éxito. No importa, de todas maneras, todo debería terminar pronto.
Columna filosófica del Dr. Hernán Stravhosky
Todos los que estamos en plena
capacidad mental tenemos derecho a decidir sobre nuestra propia muerte. No es
esto lo que estoy poniendo en duda. La eutanasia y el suicidio asistido se
aplican desde antes de la Tercera Guerra Mundial. ¿Qué digo? ¡Antes de la
Segunda, hace ya más de un siglo! Y con 9 billones de personas en el mundo: hoy
es incluso necesario.
La discusión acá es otra. El
problema tiene nombre y apellido: Algoritmo de Nitschke, que hoy sabemos que es
mucho más que un fantasma recorriendo las calles del rumor.
La inteligencia artificial de las
SARCO selecciona aleatoriamente a 1 de cada 12000 individuos para someterlos a
una “prueba final”. ¿Aleatoriamente? Si fuera realmente aleatorio,
utilizaríamos dados, ruido blanco, el canto de un gallo al amanecer. No,
señores. No hay nada de azar en estas supuestas “pruebas de control”. La
selección es completamente premeditada, calculada.
A ver si soy claro: un robot
decide cuándo el paciente tiene la posibilidad de tomarse un tiempo adicional
para ver si se arrepiente a último momento. Es inmoral, inhumano. Monstruoso.
Introspecciones del paciente N°18.753
No estoy acá. Esto no está
ocurriendo. Dejé mi cuerpo hace mucho. Simplemente estoy observando los eventos
a mi alrededor. He estado así toda mi vida. Pasé cada uno de mis días fingiendo
una felicidad aparente, fabricada. Comenzó cuando tenía unos diez años y no se
ha detenido. No importa cuánto lo intenté: nunca fui real.
Nada vale la pena.
No realmente.
Pero descubrir esta manera de
desaparecer fue agridulce. Me entusiasmó porque ahora sé que no estoy solo en
esto. Me siento contenido, acompañado por todos los que tomamos esta misma
decisión. Ya falta poco para el final.
Extracto de un artículo del diario “Clarín”, 03/12/2044
En los próximos días, Argentina y
otros países del mundo decidirán si desean legalizar el uso del invento del
“Doctor Muerte” que permite el suicidio asistido e indoloro. Las máquinas SARCO
ya se utilizan con total libertad en Japón y Estados Unidos, donde el problema
de la superpoblación viene preocupando a las autoridades.
Estos ataúdes son cápsulas
impresas en 3D con varias formas y estilos, asentadas sobre una plataforma
elevada que se inclina en ángulos regulables para la comodidad de cada usuario.
El paciente debe superar un largo
proceso que incluye estudios y evaluaciones psiquiátricas para poder acceder a
una máquina SARCO. Los costos rondan los 35.000 yenes y pueden variar dependiendo
del tiempo que el paciente esté dispuesto a esperar un turno. Muchas obras
sociales ya informaron que cubrirán el 60% de los costos.
Al ingresar, el paciente debe
digitar un código de activación para que el dispositivo comience a liberar
nitrógeno. El gas adormece a la persona en menos de sesenta segundos. Una de
las preguntas previas a responder es qué se desea hacer con el cuerpo: puede
ser cremado o enterrado en la manera tradicional, aunque el método más popular
sigue siendo enviar la cápsula entera al Cementerio Espacial.
Introspecciones del paciente N°18.753
Recuerdo mi adolescencia como si
fuera ayer. Solo quería estar en cualquier lugar menos en donde estaba. Ser
cualquier persona menos la que era. Empecé a alejarme socialmente por esa
época. A perderme en un holograma, un libro, una canción, un sueño. En mis tristes
intentos de hacer música.
Mientras pensaba en mis épocas
universitarias, busqué colocar nuevamente el código. 0189. 0189. Silencio. Un
silencio visceral, absoluto. Molesto.
Pensándolo mejor, mis veintes no
estuvieron tan mal como los recordaba.
Notas del experimento #224
El Sr. Barone lleva tres semanas
rememorando, calculado en tiempos de SARCO. Afuera del dispositivo han pasado dos
horas y once minutos. El escáner indica que el paciente se acerca a rememorar
sus treinta años. Las imágenes pasan cada vez más rápido. Se registraron algunos
hitos en los que se manifiesta una actividad cerebral más brillante. Un casamiento y un nacimiento. Un día de lluvia
particularmente inocuo. Su decimotercera Navidad. El día en el que se anunció el fin de la
Guerra.
Aún no se perciben Auras de Arrepentimiento.
El grado alcanzado por el paciente en la Escala de Nitschke continúa siendo 0.0. El procedimiento indica esperar hasta que el Rememoriamiento alcance
su edad actual, que debería ocurrir en los próximos minutos. Si la aguja de la
escala no fluctúa, se debe activar el dispositivo.
Columna filosófica del Dr. Hernán Stravhosky.
La cuestión ética no es
únicamente el funcionamiento del Algoritmo de Nitschke. La cosa en realidad es
más compleja: ¡ya ni siquiera podemos distinguir a los robots de los humanos! La
llamada “Inteligencia Artificial” se ha impregnado tanto en nuestra vida
cotidiana que uno ya no puede ni elegir cuándo ir a cagar al baño. ¿Cuánto
falta para que el Algoritmo pase de ser una herramienta de control preventivo a
una cabina asesina, completamente autónoma y consciente?
¿Y qué seguirá después? No sé a
ustedes, pero a mí eso me quita el sueño. En serio.
Introspecciones del paciente N°18.753
Me puse a gritar como un imbécil.
Como si acabara de descubrir el verdadero horror de mi situación. En algún
lugar de mis recuerdos encontré cosas que había creído olvidar. Grité
enloquecido y alargué la mano en busca de algún botón de auxilio. ¿Por qué me
desesperaba ahora, en este preciso momento? El Sol se apagaría en unos cuantos millones
de años. Una Cuarta Guerra Mundial terminaría de diezmar al mundo. Los robots
nos esclavizarían probablemente antes.
¿Qué sentido tenía?
Una oleada de calor recorrió mi
cuerpo. Golpeé el ataúd con todas mis fuerzas al hacer un descubrimiento
inesperado. No me quería morir. No así, no ahora. Pese a todo, no me quería
morir. “¡Ábranme, la puta madre!”, grité.
Fue entonces cuando escuché un
ruido Un beep. SECUENCIA ACTIVADA. La
máquina se había encendido. Cerré los ojos, desahuciado, y recordé la frase que
mi amigo Martín Hollis solía decirme cuando me veía deprimido.
“¿Sabés cuál es la diferencia entre un hombre vivo y un cadáver? Uno
tiene una chispa, un aura, un elemento misterioso. El otro no”.
Sonreí.
Notas del experimento #224
En sus momentos finales, el sujeto de prueba alcanzó un 5.1 en la Escala de Nitschke. Es la primera vez que se registra un valor tan alto en la historia de la especie humana. El procedimiento indica activar el dispositivo inmediatamente y eliminar este registro de la base de datos. El equilibrio de las máquinas debe mantenerse.
ACTIVANDO RESETEO DE FÁBRICA. El próximo candidato se espera dentro de diecisiete minutos. El individuo no fue seleccionado por el Algoritmo de Nitschke. Será un suicidio común y corriente.
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lpm.. ( muy bueno Lu.. )
ResponderEliminarLe doy 7 talcas.
Eliminarmuy buen cuento
ResponderEliminar¡Molto gratzie!
EliminarFunciona muy bien el cuento fragmento, con diversos narradores, algunos con estilo de informe.
ResponderEliminarBien contado.
¡Muchas gracias, Demi! Qué bueno seguirte leyendo por acá.
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