En el 2001, mientras Argentina se desmoronaba por completo,
una mujer de Buenos Aires enviaba un cuento que le había gustado a siete
concursos. Mes a mes, explica ella, fue tachando expectativas hasta que un día
de diciembre un llamado cambió su vida para siempre.
Se trataba de Laura Massolo y su relato “La otra piedad”, que es absolutamente
fascinante. ¿El premio? Nada más y nada menos que el Juan Rulfo. Al respecto, en el último número de La Balandra (donde leí la entrevista)
comenta: “Escribimos regidos por un
hábito, por un imperativo, y concursamos buscando un reconocimiento más allá
del “qué lindo” de los amigos, una reafirmación, la ilusión de un premio que
engrose por un tiempo el bolsillo.”
Hace un tiempito que
tengo ganas de brindar mi opinión sobre
los concursos literarios, pero quedara para un próximo post. Hoy quiero,
simplemente, recomendar la lectura de “La
otra piedad”, un magistral relato de suspenso (si se quiere) que aborda una
temática tan controversial como fascinante.
La Dra. Bárbara Muller recibe la carta de
una madre que trabaja en un hospital psiquiátrico donde la muerte de Gonzalo Velázquez (un muchacho enfermo)
ha generado debates y un juicio. No quiero arruinar más la trama, porque es
deliciosamente compleja hasta la última palabra.
El cuento, seleccionado entre 6832 participantes,
pertenece al género epistolar (que
ya tuvo su post en ocasiones anteriores). En particular, disfruto mucho de
esta forma de narrar porque nos convierte en cómplices del discurso del emisor.
En este caso, vemos con un increíble realismo cómo viven aquellos encargados de
cuidar a los enfermos.
Por sobre todo, “La
otra piedad” es un texto muy cuidado que trabaja varios aspectos con
muchísima sutileza: desde el verdadero motivo de la carta (que se devela en las últimas líneas) hasta el día a día de una
persona que ha dedicado su vida a ayudar a los enfermos.
En ese sentido se
diferencia de obras más “amenazadoras” como el genial cuento “Los grabados de Hogarth” (de Frank Sisk). En “La otra piedad” la carta tiene un objetivo preciso, único… pero se
mantiene oculto e inasequible tanto para
nosotros como para la Dra. Muller.
La trama me enganchó
desde el momento cero y sorprende con una
fluidez asombrosa. Justo cuando uno cree que está entendiendo para qué lado
viene la mano, la autora hábilmente cambia la dirección. Cuando lo terminé tuve
que leerlo de nuevo para poder apreciar mejor su correcto (aunque coloquial) vocabulario,
los cambios de climas y los perturbadores
testimonios que bien podrían suceder en realidad.
Realmente creo que Laura
Massolo es una de las tantas (y brillantes) autoras argentinas a tener en
cuenta hoy, y para aspirantes escritores como yo (y, seguramente, varios que me
siguen en el blog) un verdadero modelo a seguir.
Tomen en cuenta mi
consejo: lean “La otra piedad”, y
después charlamos. ¡Nos vemos la próxima!
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=>> Otras notas
relacionadas con el género
epistolar en el BLOG: “Las
ventajas de ser epistolar”, “De
monstruos y otras historias. Frankenstein en la literatura” y uno de mis
relatos preferidos: “Una
espada para Manuel”.
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