Sostengo, como dije en la guía
práctica para la primera mitad de la temporada 3 de Twin Peaks: El Regreso fue el evento seriéfilo del año.
El desenlace fue exactamente lo que esperaba de David Lynch y Mark Frost, realizadores que lograron, durante los 18 episodios de
la serie, ir contra todos los estándares televisivos que existen.
Me gustaron mucho los últimos 3 capítulos, aunque
si tengo que ser sincero: hay MUCHO relleno en la serie. De haber encarado diez
capítulos en lugar de dieciocho, probablemente no nos habríamos encontrado con tantas
escenas que desafían a la paciencia de todo espectador (aquellos tres minutos
de un tipo barriendo el piso van a quedar en la historia, eso sí).
Las tramas principales de la historia se concluyeron
de forma más o menos satisfactoria. Sin embargo, quedaron muchísimos cabos
sueltos. En general me recordó un poco a la segunda temporada de los años ´90,
que tuvo un gran comienzo, decayó por la mitad y repuntó con nivel para cierre.
En fin, veamos qué nos dejó el final de Twin Peaks (2017).
#Spoilers, obvio.
***
Judy: lo que
sí sabemos (y lo que queda por descubrir)
Gordon Cole
hizo dos grandes revelaciones que ocurren cronológicamente después de la escena
en la que se muestra que Diane era una tulpa. Primero: ¿quién es Judy? Al
parecer es la forma abreviada de Jowday (¿?), una fuerza maligna que descubrió el
Mayor Briggs y que luego comunicó a Cooper,
Cole y Jeffries.
Esa escena nos revela también que Ray (el mismo que
murió en la granja) era informante del FBI desde el principio. Con esto se
termina de comprender el tema de la cárcel, trabajar para Jeffries y pasar
información de las misteriosas coordenadas.
De todas maneras, esas limitadas respuestas dejan
todavía más interrogantes: por ejemplo, ¿cómo se relaciona Judy con el bicho
del episodio 8 y con Sarah Palmer? ¿A
qué se referiría Jeffries en la escena en que le dice a Evil Coop que él ya se
ha encontrado con Judy? ¿Qué pasó con Jeffries? ¿Por qué en The Missing Pieces se refieren a Judy
como una “mujer joven”?
Y eso sólo en relación a algunas pocas cosas. Veamos:
¿Dónde está verdaderamente Audrey Horne? ¿Qué es de
la caja misteriosa que vimos el inicio de la serie? ¿Qué carajo fue la niña
zombi que estaba en el auto? ¿A dónde cruzan Cooper y Diane? ¿Quiénes son
Richard y Linda? ¿Quién es Billy?
¿Qué año es en la escena final? ¿Quién es el
tipo muerto en la sala de Carrie Page cuando llega Cooper? ¿Por qué grita
Carrie Page en el final? ¿Qué es realmente Sarah Palmer? ¿Qué Cooper lleva a
Laura/Carrie de vuelta a Twin Peaks?
Y, al mejor estilo Lost in Translation: ¿Qué le susurra Laura a Dale Cooper?
Si pensamos que Lynch iba a dejar respuestas claras, fuimos unos ingenuos.
¿Qué
demonios estuve viendo?
No voy a hacer un recap completo de la serie porque
ya otros lo han hecho y con mucho detalle. Sí me voy a referir a los últimos
dos capítulos.
Lo que es innegable es el hecho de que Cooper parece haber tramado la mayor
parte de las cosas que vimos en esta temporada. Una temporada que estuvo apoyada
en un argumento atípico. Desde el intencionado desorden de secuencias hasta
cambios brutales de género, escenas tediosamente largas y cosas rarísimas que
ocurrían sin aparente causa o repercusión.
Si les parece que es un quilombo, no están errados.
Las obras de Lynch son como sueños (o como
pesadillas) sin demasiada coherencia narrativa. Por eso puede hablarse tanto de
Mulholland Drive (considerada
la mejor película del siglo XXI) o de Lost
Highway (mi película de Lynch favorita). No pueden entenderse de forma
convencional porque no buscan hacerse entender con los cánones que se manejan.
El episodio 17 fue el verdadero desenlace. BOB
siendo disparado por Lucy, Cooper llegando a tiempo para ver a los Leñadores
resucitar a su doppelgänger, la esfera de Bob saliendo de su cuerpo, Cooper
(que sabía quién era Freddy, así que suponemos que su llamada por parte del
gigante forma parte del plan de los dos desde el principio) pidiendo al extraño
personaje inglés que derrote a Bob-esfera-maligna. Naido, la mujer ciega, era
Diane.
Una maravilla tan bizarra como melodramática, fiel
al estilo de Twin Peaks.
Sin embargo, el camino que Lynch y Frost tenían planeado
estaba lejos de esa nostalgia conformista que habría hecho del revival algo
menos novedoso y sorprendente. Si los creadores estuvieron lejos de responder a
la norma televisiva durante toda la temporada, ¿por qué habrían de hacerlo en el
último episodio?
El críptico
episodio 18
El episodio 18 es como una suerte de epílogo. Evil
Coop arde en la sala de espera. Cooper vuelve a la logia tras perder a Laura en
el bosque por culpa de Sarah/Judy (gran conexión con Fire Walk With Me ahí. Película que es fundamental para comprender
mejor esta historia).
Con Diane,
emprenden juntos un viaje por carretera que los lleva a una zona de autopista
idéntica a la que recorría Evil Coop en el episodio 2. Ambos protagonizan una
escena de sexo triste, oscura, —y violenta en su calma— en la que Cooper a
veces parece volver a ser su alter ego malvado.
Nuestro héroe despierta para leer una carta de Diane.
Se fue, pero no es Diane, sino Linda. Y él es Richard. Sale de lo que parece es
otro motel, y llega hasta otro coche distinto. El episodio no deja de ser un
what-the-fuck constante. No paran de surgir preguntas.
Luego de una escena en una cafetería, Cooper llega
al hogar de una Laura alternativa, la Laura/Carrie Paige que nunca murió, la
que está perdida en el mundo real. Ambos inician ese viaje en coche, largo y
monótono, hacia la casa de los Palmer. (Hay mucha carretera en este final,
recordando muchísimo a Lost Highway).
Y en casa de los Palmer (que ahora es de Alice
Tremond) no encuentran lo que buscaban. Cooper pregunta qué año es. Se oye el
grito del primer episodio de Sarah llamando a Laura… y Laura grita. Y entonces,
una vez más, las luces se apagan y el grito de ella se asfixia en la oscuridad.
Un final abierto, pero perfecto. Las pesadillas
nunca terminan.
Teorías para
los próximos 25 años
Hay que hacerse la idea de que este es el verdadero
desenlace de la serie y que no habrá continuación. Y puedo vivir con eso. Van a
existir teorías por mucho tiempo (de hecho, ya las hay, como la fascinante
idea de los 5 universos).
Quien diga que entiende todo lo que sucedió en Twin Peaks este año, miente. No vinimos
a eso. Sin embargo, yo no solo estoy satisfecho, creo que las 18 semanas que me
hicieron vivir David Lynch y Kyle
MacLachlan (que merece un reconocimiento como tremendo actor) es una de las
experiencias más sorprendentes e irrepetibles que viví. Su atractivo es
inexplicable desde la lógica.
Es algo desenfrenado, visceral.
Si sos apasionado del arte de Lynch, esta quizás
sea su obra maestra (necesitaríamos dejar pasar el tiempo para poder decirlo
realmente). Es un proyecto que, fiel a su estilo, va contra todo lo que esperamos.
Es una lucha entre el bien y el mal de la forma menos tradicional concebible.
Sus historias son como sueños, son surrealistas, vívidas, y extrañamente
familiares.
Haya o no haya otra temporada (creo y espero que
no), el final de Twin Peaks va a
tener teorizando a sus seguidores por otro cuarto de siglo. Más que un canto a
la nostalgia (y al fanservice) la serie fue la voz de un autor libre que hizo
exactamente lo que quiso.
Con esto no digo que no tenga fallas. Ciertamente podría
haberse acortado bastante. Pero banco que el cineasta no se dejó guiar por
nadie ni se volvió blando. Su visión, y la fascinante mitología de la serie,
quedaron intactas, sin el toque de los malignos productores televisivos.
Palabras
finales
Twin Peaks:
The Return terminó. Esta temporada fue mucho más oscura y arriesgada que las
dos anteriores, mostrando la faceta más personal de Lynch (recordemos que la
temporada se emitió por Showtime, un canal para adultos, contra la original de
ABC –un canal más familiar).
Cuando parecía que todo iba a resolverse en el
capítulo 17, la historia se tornó muy oscura, experimental y terrorífica en el
episodio 18, que es otra película de Lynch que bien podría ser la sucesora
espiritual de Mulholland Drive y Lost Highway.
Los dobles del universo de Lynch –la dualidad es un
tema muy recurrente en su obra– son representaciones de una fantasía que esconde
un acto terrible, complejas proyecciones psicológicas que evocan (como en un
juego de espejos, de imágenes simbólicas) una realidad alternativa. El símbolo
de esa conexión en el autor es, frecuentemente, una autopista con las líneas de
separación de carriles de color amarillo.
Por eso creo que el último episodio, aquel desvío
por carreteras perdidas y pesadillas sin final, fue una brillante manera de dar
cierre.
Lynch y Frost hicieron de la metaficción su principal
arma, desde esos primeros capítulos en los que una pareja se sentaba a mirar
una caja en un sofá y terminaban siendo asesinados (¡JA!) hasta las continuas
autorreferencias, parodias de sí misma, guiños a los fans y escenas
ridículamente largas. ¡Ah, y el insoportable Dougie Jones!
Sí, muchas cosas sobraron y hubo personajes que
resultaron inservibles. Pero la serie se mantuvo fiel a sí misma, siempre, hasta
el final. Eso lo banco.
«Somos como el soñador que sueña y, después, vive dentro del sueño. Pero, ¿quién es el soñador?»
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Creo que elijo quedarme con la primera temporada, con que se supo quien mató a Laura Palmer. Ignorar todo lo que siguió.
ResponderEliminarPuedo entender lo intricado, X-Files tenía sus misterios, pero cierta lógica. Puedo entender que se hagan planteos intricados, pero no lo inexplicable. ¿Para que seguir una trama que se puede resumir en la ausencia de lógica? Si tengo que imaginarme lo que pasó, me imagino todo y listo.
Aun así, interesante reseña-