Cualquier amante del género policial merece tomarse
su tiempo para repasar esta obra americana de John Dickson Carr.
“El hombre hueco” (The Hollow Man) es una novela detectivesca de tipo cuarto cerrado
donde vemos no uno, sino dos crímenes imposibles. Asesinatos que sólo podrían
haber ocurrido no sólo si el perpetrador hubiera sido invisible, sino además
más ligero que el aire.
Fue publicada originalmente en 1935 y se la puede encontrar también bajo el nombre The Three Coffins (“Los tres ataúdes”),
que fue el título inicial que recibió para su distribución en Estados Unidos.
En mi opinión, este título es más acertado que el
alternativo ya que indica tanto la triple estructura, desde un aspecto formal,
como también el tema principal de la novela.
Varios años después, en 1981, un jurado de 17 críticos y autores de misterio la
seleccionaron como la
mejor novela de tipo cuarto cerrado de todos los tiempos. Otro dato de
color: entre los diez primeros lugares hay cuatro novelas del mismo autor,
tanto bajo su nombre como con su seudónimo: Carter Dickson.
El Misterio
del Cuarto Amarillo, de Gastón
Leoroux (que reseñé en esta
otra nota) quedó tercera.
Carr, de hecho, es considerado el gran maestro de
este tipo de misterios, y su detective, el doctor Gideon Fell, ha protagonizado 23 obras del autor. “El hombre hueco”
es la sexta aventura de Fell, un personaje que le hace frente tanto a Sherlock
Holmes como al mismo Padre Brown de Chesterton (con quien comparte varios
parecidos).
Jorge Luis
Borges y Adolfo Bioy Casares
seleccionaron esta novela para sea la #40 de El Séptimo Círculo, célebre colección argentina que editó 366
novelas policíacas entre 1945 y 1983.
***
La muerte nos sigue de cerca
La historia comienza en un bar donde el experto en
brujería y misticismo, el Professor
Grimaud, está entreteniendo a sus comensales con algunas historias de
terror. Entonces llega un ilusionista, Pierre
Fley, quien le da una oscura advertencia: el hermano de Fley quiere sangre,
y va a buscar a Grimaud para asesinarlo.
Al poco tiempo, una noche, un hombre alto llama a
la puerta y atiende la ama de casa de Grimaud. El hombre, que parece utilizar
una máscara de papel maché, sigue por las escaleras hasta el estudio del
profesor. Ambos se encierran, se escucha
un disparo y al abrir nuevamente la puerta, Grimaud está muerto y el extraño no
está por ningún lado.
Cuando la investigación se inicia, Pierre Fley es obviamente el primer
sospechoso. El problema es que, no muchos minutos después de la muerte de
Grimaud, alguien le dispara a Fley en un callejón sin salida, con el mismo arma
que mató al profesor y de la misma forma imposible.
Me encantó la atmósfera que creó Carr con El Hombre Hueco, una novela que tiene
casi cien años pero que bien podría funcionar en nuestros días. Todo el libro
es misterioso y críptico y la solución (que no pienso arruinar acá) es tan
lógica como sorprendente.
Una obra metatextual
Lo que más me sorprendió de El Hombre Hueco fue que, además de ser una obra ejemplar de una
historia de detectives, con todos los componentes típicos que suele presentar el
policial de enigma, es también un parodia cariñosa que se ríe un poco de los
estereotipos del género.
En varios momentos el Dr. Fell sugiere al resto de los investigadores y testigos (así
como a nosotros, los lectores) que debemos dejar de lado el sentido agudo y
crítico de la realidad para poder pensar en crímenes imposibles, un concepto que
se conoce como “suspensión
de la incredulidad” en la narrativa.
Así, hay varios guiños metatextuales hacia el
lector, como si Carr supiera que este tipo de misterio estaba llegando al final
de su ciclo y quisiera despedirlo a lo grande.
Esto se refuerza con la solución
del crimen que, si bien es lógica, es tan absurdamente compleja que ningún
lector tenía siquiera chances de adivinarla.
El autor parece haberse divertido mucho
incorporando este tipo de humor en la historia.
El punto máximo se encuentra en el famoso capítulo
XVII, “La disertación sobre cuartos cerrados”, donde la trama se desvía para
que el Dr. Gideon Fell brinde un
texto fascinante que repasa todas las creativas formas en las que es posible
matar en un cuarto cerrado.
Acá el protagonista incluso rompe la cuarto pared
al decirle a toda su audiencia que están dentro de una novela de misterio. No
voy a explayarme mucho en ese capítulo porque ya lo hice en esta
otra nota.
El misterio desde lo didáctico
Una crítica generalizada hacia El hombre hueco es que la historia es dialogada más que
experimentada.
Los detectives descubren los crímenes en los
primeros episodios y el resto de la trama se desarrolla a partir de diálogos y
discusiones que van armando el rompecabezas. Este acercamiento hoy se siente un
poco desactualizado cuando lo comparamos con recientes novelas de misterio más
enfocadas en la acción, pero permite tener una mirada más profunda al crimen y
los motivos detrás.
Carr es
muy didáctico a la hora de exponer el crimen, y creo que tiene cierta
intencionalidad.
Si partimos bajo la hipótesis de que su novela es
más una parodia del género que busca evidenciar los elementos típicos, ponerlos
en relevancia y burlarse (en algún punto) entonces tiene sentido también que
sea tan expositiva.
Por supuesto, todos son sospechosos del crimen,
especialmente las personas que estuvieron en la casa esa noche, y los invitados
al pub donde apareció Pierre Fley con sus amenazas. Lo interesante es cómo el
enigma se va tornando más extraño y bizarro a medida que las piezas comienzan a
caer en su lugar.
Preguntas
sin respuestas
Partiendo de la extraña desaparición del asesino en
un cuarto herméticamente cerrado, los investigadores intentan descifrar las
misteriosas últimas palabras de Grimaud, su relación con Pierre Fley, un saco
que parece cambiar de color, un cuarto secreto en la calle Cagliostro (lleno de
artilugios propios de un mago), las coartadas de todos los habitantes de la
casa y el extraño cuadro de tres ataúdes que formó parte de la escena del
crimen.
No faltan evidencias, sólo conectores que permitan
darle sentido a todo.
Los secretos comienzan a revelarse gracias al
conocimiento enciclopédico de Gideon
Fell quien, como Holmes, parece ser una Wikipedia humana. Así nos enteramos
de una historia relacionada con Transilvania, el vampirismo y los tres ataúdes.
La atmósfera es muy desconcertante a medida que la
ilusión de este gran truco de magia se va construyendo. De hecho, la magia y la
ilusión juegan roles fundamentales en la historia.
Palabras finales
El hombre
hueco es una de las más grandes novelas de misterio y definitivamente una
de mis lecturas favoritas del año. Sin embargo, creo que es importante destacar
que solamente un verdadero aficionado de lo detectivesco va a sentirse
cautivado con la historia.
Es una novela relativamente larga que abunda en muchas
descripciones y parodia elementos del género (con lo cual, conocer bien cuáles
son esos elementos es casi un requerimiento para que ésta sea disfrutable).
No sería mi recomendación para alguien que se va a
iniciar en este tipo de historias (por ejemplo, hay cuentos de John Dickson Carr que son cortitos e
igualmente efectivos, éste
es uno de mis preferidos).
Sin embargo, quienes se atrevan a leerla se
encontrarán con una trama endemoniadamente ingeniosa y perturbadora, con
muchísima atención al detalle y grandes giros argumentales.
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cerrados”; “Pedro Páramo, el realismo mágico de Juan Rulfo”; “Personas o cosas desconocidas, un cuento de John
Dickson Carr”; “El anti-detective en La Muerte y la Brújula”; “El amor y la furia, una novela de Alejandro Laurenza”.
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hola quisiera saber breves datos del autor, personajes principales y sus características, trama y temas que se desarrollan en ella y alguna consideración personal
ResponderEliminarnombre de la obra y breves datos del autor, personajes principales y sus características, trama y temas que se desarrollan en ella y alguna consideración personal
ResponderEliminarEscribime a lucianosivori@gmail.com y lo revisamos.
EliminarSlds.