La cena
es una obra breve y desconcertante del autor argentino César Aira escrita en
el año 2006. La particularidad es
que esta es una de las pocas que se ambientan en su ciudad natal (Coronel
Pringles, provincia de Buenos Aires) y tiene como antagonistas a un ejército de
muertos vivientes.
Un hombre y su madre (con quien vive) van a cenar a
casa de un amigo. Al regreso, el protagonista está viendo televisión a la noche
y, gracias a una transmisión en directo, se entera de que la ciudad de Pringles está siendo
invadida por una horda de Zombies que se escaparon del cementerio. A partir de
ahí, se desata el caos.
***
#SpoilerAlert: se revelan detalles de la trama y
algunos giros argumentales de la historia. Quedan advertidos.
***
Fiel al estilo de Aira, La cena es un texto muy cortito (se divide en tres partes y tiene
apenas unas 130 hojas) y tiene un importante componente ensayista. El mismo
autor ha afirmado que sus libros son ensayos que disfraza de novelas para que
no lo tomen por loco.
Su literatura es bastante particular e inclasificable.
Link a La Cena (de César Aira) en versión PDF => DESCARGAR
En este caso, nos encontramos con una obra de
género fantástico que mezcla el terror y la comedia, la literatura y la
televisión, el cine y la ficción. La narración fantástica se hace presente a
través de una pantalla, con un programa en directo de la televisión de Pringles
en el que una reportera trasmite un suceso extraordinario.
Lo curioso es que los muertos, a diferencia de los
zombies conocidos por todos, abren el cerebro de sus víctimas y parecen
absorber su endorfina. Sabemos que aquellas sustancias que el cuerpo produce de
forma natural son utilizadas para atenuar el dolor y producir sensación de
bienestar (por eso se las conoce como “las hormonas de la felicidad”).
Apenas comencé a leer La Cena me encontré con una característica que también había notado
en Cómo me hice monja (gran historia
que reseñé
en esta nota): una necesidad casi obsesiva de buscar la raíz de cada
razonamiento, de tomar un hecho cotidiano y alargarlo hasta convertirlo en un
pequeña teoría (el rasgo ensayista que subyace en cada texto de Aira).
Acá la historia arranca con el hijo perdedor y su mal
arriada madre en la casa del amigo del protagonista, un adinerado y
coleccionista de juguetes.
La madre y el amigo se ponen a hablar de la gente de
Pringles y ya en esta primera conversación vemos algo que da muestras de la idiosincrasia
de pueblo: vincular apellidos de los vecinos, salpicar la charla de nombres
azarosos. “La mujer de tal...”, “El farmacéutico de calle Stegmann que salía
con la kiosquera de 25 de mayo”. “El casado con la de Pérez...”.
Y así siguen
por largo rato, mientras el protagonista se pega un aburrimiento bárbaro.
¿Para qué puede llegar a servir saber de memoria y
recordar con una precisión de reloj, a lo largo de los años, los nombres de los
vecinos y familias del pueblo? Lo ingenioso de la historia es que se convierte
en la clave para vencer a los Zombies. Pero no me quiero adelantar.
Me paso algo muy loco mientras leía esta novela. Estaba
en el sillón, calentito, tapado, leyendo, y en la mesa mi mujer y su hermana
(ambas nacidas y criadas en Pringles) tomaban mate y hablaban sobre gente de Pringles
que obviamente no conozco, nombres que me eran ajenos. Y es precisamente lo que
sucede en la historia (y que justamente estaba leyendo en ese preciso momento).
El paralelismo entre la ficción y la realidad del momento me pareció increíble.
Me pregunto si Aira no habrá vivido situaciones similares.
La segunda parte es un delirio maravilloso, una
versión de El
regreso de los muertos vivos, de George
Romero, que transcurre en Pringles. Para alguien como yo, que conoce
bastante el pueblito, fue genial ver cómo Aira describe la invasión mencionando
los lugares más importantes del lugar. Permite hacerte una imagen casi real de
los eventos.
En medio de esta fusión absurda de fantasía y
ensayo, el autor se hace un lugar para introducir comentarios sobre la sociedad
del pueblo, su idiosincrasia y la poco equitativa distribución de las endorfinas.
Eventualmente, los zombis son derrotados o, mejor dicho, obligados a volver a
sus tumbas cuando los más viejos comienzan a identificarlos y a llamarlos por su
nombre. “Ese de ahí es Aurelio, el hijo del panadero González”. “Aquel es
Roberto, uno de los monaguillos”. De esa manera, aquel saber inútil que
cohesionaba la memoria colectiva es el que impide la desaparición de esta
comunidad.
La tercera parte es bastante más breve y de
carácter reflexivo. Gracias a una sutileza narrativa, nos enteramos de que el
protagonista pudo haber soñado todo porque se durmió viendo la película de Romero
la noche anterior.
Allí conocemos un poco más su personalidad y se revela que
su amigo, el coleccionista de juguetes con plata, no le interesa en lo más
mínimo, sino que lo necesita para encarar un negocio en el futuro.
► La Cena nos habla de una posible invasión de zombies en Pringles
pero, en realidad, son otros los temas que emergen del subtexto. La estupidez
social, las líneas difusas entre ficción y realidad, la apatía, la manipulación
mediática. La obra puede ser desmenuzada desde varias líneas de pensamiento, y
creo que eso la convierte en una propuesta muy rica.
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=>> Otros ANÁLISIS LITERARIOS en el blog: “Joyland:
una novela de Stephen King”; “Un
verano para recordar: mi primera novela”; “Cazador
de sueños, una novela de Stephen King”; “The
egg: el pequeño relato viral de Andy Weir”; “Cómo
me hice monja, una historia de César Aira”.
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La tercera parte me quita un poco el interés en la novela. Si es por soñar, yo he tenido sueños interesantes e inquietantes. Incluso sueños donde el monstruo...era yo.
ResponderEliminarLas películas de George Romero plantean otros temas pero sin desmerecer el de los muertos vivos. Tierra de los muertos creo que es la mejor.
Yo tengo un cariño especial por "Dawn of the Dead". Incluso la remake del 2004 (que dirigio Zack Snyder, cosa que no muchos recuerdan) es muy memorable.
EliminarNo leí nada de él pero me hiciste dar ganas... Además se me antoja que es fácil de leer y no extensa... Veremos si me la cruzo, yo están caros los libros, hay que elegirlos 😒
ResponderEliminarCreo que mencionaste un punto clave entre los que seguimos leyendo literatura: esta TODO carísimo. "La cena" lo conseguí por mercado libre (usado) a 100p. Es increíble que obras tan decepcionantes como Harry Potter 8 (El legado maldito) salgan más de 600$.
EliminarAsí que sí, hay que saber seleccionar, o bien saber buscar. Se encuentran grandes tesoros en las ferias de libros y lugares así.
¡Saludos!
Muy buen comentario, me gusta la forma en que explicas lo inexplicable y demas ,siempre te sigo , porque me gustan los comentarios de peliculas y libros ya que en este pueblito como decis vos, no hay muchas posibilidades en lo lityerario y cultural, felicitaciones
ResponderEliminarGracias, Reneé. Después te llevo el libro a Pringles para que puedas leerlo.
EliminarLa Cena es un texto atrapante, a mi me encantó quizá porque soy de Pringles también y lo conozco bien a César
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