Esta película de 1948 es una de las más geniales (y menos recordadas) del maestro
Alfred Hitchcock. Está basada en una obra de teatro de 1929 creada por el inglés Patrick
Hamilton. Hamilton se basó en un hecho real ocurrido en Chicago en 1924:
Nathan Leopold y Richard Loeb habían asesinado al pequeño Bobby Franks (de 14
años) de una forma similar.
La particularidad que tiene “Rope” es que fue
filmada en sólo ocho tomas continuas de 10 minutos, y editada como si fuera una
sola, una larga toma de unos 80 minutos de duración.
Es re divertido volver a mirar la película sabiendo
esto y buscar los ocho cortes escondidos. Están tan bien hechos que si pestañas
no te das cuenta. Él utilizó principalmente la técnica para transición de
escenas conocida como “Body Wipe”,
que implica hacer zoom sobre uno de los personajes hasta que el fondo se vuelva
negro y luego alejar la cámara nuevamente.
El mundo cinéfilo se volvió loco cuando salió “Birdman (o la Inesperada Virtud de la
Ignorancia)” (2014), de Alejandro González Iñárritu. La
película no sólo tenía un guión sorprendente y diferente, sino que además
utilizaba una técnica innovadora: una sola y larga toma a lo largo de toda la
historia.
Aunque Birdman tiene un trabajo de edición
fascinante, no fue la gran pionera de la “larga toma”. “Rope” y Hitchcock ya lo
habían hecho antes.
La trama va por este lado: un día, dos jóvenes de
la elite de Manhattan, Brandon Shaw (un tremendo John Dall) y Phillip Morgan (el actor Farley Granger) asesinan con una soga a un conocido de ambos: David Kentley. No sólo eso, sino que
además esconden su cuerpo en un cofre a pocas horas de una fiesta que están por
concretar.
Únicamente para probarse a sí
mismos que pueden realizar el “asesinato perfecto”. A medida que transcurre la
historia, los invitados comienzan a llegar a la cena: Janet Walker, la novia de David, los padres del recién fallecido y
el antiguo profesor de todos, Rupert Cadell (James Stewart).
Brandon, el verdadero autor del crimen, comienza a
tentar al destino hablando de filosofía y dilemas éticos relacionados con el
asesinato, Rupert comienza a sospechar cada vez más, secretos comienzan a ser
revelados y Phillip simplemente quiere que la noche termine porque está siendo
acechado por la culpa.
La película está buenísima por la manera en la que
Hitchcock maneja el suspenso y logra diálogos muy reales que se acercan más al
teatro que al cine. Se trató de unas de sus cintas más experimentales porque
cada toma de diez minutos se filmaba sin interrupción, haciendo que los actores
tuvieran que improvisar reacciones y emociones. Alfred no podía, en ese
momento, filmar más de esa duración porque era el máximo que le brindaba la
tecnología de la época. Hoy sabemos que es posible filmar continuo durante
horas.
En el futuro Hitchcock también utilizaría la misma
técnica en “Under Capricorn” (1949) y, en menor medida, en “Stage Fright” (de 1950). Hay un tema, sin embargo, que convirtió a la película en una
de las más controversiales del director, y es el del subtexto homosexual que se
percibe en todo momento. Esto fue considerado demasiado “osado” en aquella
época y llegó a prohibirse en algunos países.
La homosexualidad de los protagonistas y dueños del
crimen (Brandon y Phillip) era mucho más clara en el guión teatral original de 1929. En la película no es tan obvio
que ambos son pareja, pero sí bastante evidente. Se comenta que el personaje
que hace Jimmy Stewart también fue
escrito como un personaje gay que incluso tuvo un romance breve con Brandon (“Not
that there´s anything wrong with it!”).
Hitchcock manejo el tono homosexual de la cinta con
maestría, haciendo que pase desapercibido para las masas pero volviéndolo obvio
para el ojo entrenado. A pesar de que la homosexualidad fue era tema
muy controvertido en los años 40, la película pasó todos los controles de
los censores.
Está todo en los pequeños detalles. Por ejemplo: el
tema de piano que toca Granger (Mouvement Perpétuel No. 1 de Francis Poulenc) es un trabajo de un compositor gay. El actor
era también un reconocido bisexual, y el papel había sido ofrecido antes a otro
actor bisexual del momento (Montgomery
Clift).
Uno de los grandes momentos es cuando Jimmy Stewart coloca
el metrónomo para que el personaje de Farley Granger comience a tocar el piano
cada vez más rápido mientras Stewart lo cuestiona.
Es tremenda también la
tensión que se genera cuando la ama de llaves comienza a retirar los platos de
la mesa (que es, en realidad, el cofre del muerto) mientras el resto de los
invitados hablan fuera de cámara. O cómo Jimmy Stewart se desploma en el sillón
al enterarse de la verdad, descubriendo que toda su filosofía de vida cayó en
pedazos y que él también tiene un grado de culpa.
Curiosamente, esta fue la única película de
Hitchcock que James Stewart no
disfrutó. Hasta llegó a admitir que había sido un error elegirlo a él para el
rol del profesor, que tiene su primera entrada a la media hora de la historia.
El actor de “It´s a Wonderful Life” (1946) era una de las figuras ganadoras
del director, participando en muchos de sus grandes éxitos: “Vertigo” (1958), “La ventana indiscreta”
(1954) y “Anatomía de un Asesinato” (1959),
entre otros.
Otro dato interesante es que se trató de la primera
película en color del director. Lo cual la hace todavía más experimental.
¿Y dónde
está su famoso cameo? Alfred aparece caminando por la calle durante los
créditos iniciales, aunque apenas puede notarse. También se lo ve muy
brevemente desde la ventana en una publicidad de pérdida de peso, algo similar
al cameo que tiene en esa maravillosa película llamada “Lifeboat” (1944).
► “Rope”
no sólo es una de las mejores películas de Hitchcock, sino que además resultó
ser una de las más audaces. Al director siempre le divirtió la idea de que su audiencia
sufriera. Y acá lo logra presentando el asesinato en la primera escena y
haciendo que tengamos que quedarnos para ver hasta qué punto se puede ocultar
la verdad. Grandes momentos de tensión, diálogo ágil y sagaz y una buena dosis
de filosofía y ética acompañan a una producción cinematográfica que todo
cinéfilo debería ver, por lo menos, una vez en la vida.
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=>> Otras notas sobre ALFRED HITCHCOCK en el blog: “Sobreanalizando
“Vertigo” (1948)”; “Técnicas
narrativas (I): el macguffin en el cine y la literatura”; “Unbreakable,
una obra maestra del cine de superhéroes”; “Aprendan
geometría, y otros cuentos de Fredric Brown”; “La
ley de Chandler y otras reglas de oro para el drama”. <<==
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Uh ¡me cambiaste la película de repente!.
ResponderEliminarLa vi hace como 15 años y creí que era una toma sola (aunque creo que en esos zooms hacia el negro algo raro noté). Tampoco me había percatado de que eran pareja, creo que era un tanto inocente cuando la vi.
Si recuerdo el cameo de Alfred, aunque no se si fue porque lo relacioné con el capítulo de los Simpsons en el satirizan esa escena.
Y mucho menos sabía que era una obra de teatro anterior.
Conclusión: la tengo que volver a ver.
Buena entrada, ¡abrazo!
Jaja... me alegro de que te haya hecho reflexionar un poco. Junto con "Lifeboat" y "Vertigo" se encuentra entre mis favoritas, aunque me falta ver muchas del maestro. Te mando un saludo de un bloguero a otro.
EliminarDefinitivamente tengo que verla.
ResponderEliminarPor cierto, que yo sepa, El arca rusa está hecha en una sola toma continua. Nunca llegué a verla, pero es una de mis pendientes más viejas :P
Me gustó muchísimo el análisis!
Mirá vos, no la tenía a "El arca rusa". Aparentemente es cierto, se filmó toda de un tirón, sin trampas ni trucos... aunque recién les salió bien en el 4to intento. Me la voy a tener que agendar. =P
EliminarNo la recuerdo, pero me parece haber esta película, que fue titulada Festín diabolico, por televisión. Lo que recuerdo es la mención las ideas de Nietzche sobre el superhombre.
ResponderEliminarOjo de serpiente (Snake eye) usa algo de recurso de la toma continúa.
Saludos.
Fue la película que me enamoró del cine. Hay un antes y un después de Rope en mi vida.
ResponderEliminarMirá vos. Yo no sabría decir cuál fue la que me enamoró del cine, pero tengo recuerdos de haberme fascinado muchísimo con Forrest en su momento. (Perdí la cuenta de la cantidad de veces que la vi).
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