Pocas veces en la vida aparecen películas tan
extrañas como Holy Motors, una
producción franco germana del 2012
escrita y dirigida por Leos
Carax y protagonizada por el multifacético francés Denis Lavant en no uno, ni dos,
ni tres, ¡sino once roles diferentes!
Esta historia es un deconstrucción del cine en
general y de la vida cotidiana también. Lavant interpreta a Mr. Oscar, un hombre que a lo largo de
su día interpreta varios roles diferentes, aunque no hay cámaras a la vista que
puedan estar filmando sus representaciones.
Es además una película que creativamente fusiona
prácticamente todos los géneros conocidos dentro de un mismo largometraje:
thriller, drama, fantasía, terror, musical, ciencia ficción, comedia, etc.
Un
collage muy loco que funciona dentro del universo extravagante que presenta
esta producción.
La cosa va es más o menos así: un hombre (El Durmiente) se levanta y atraviesa un
panel secreto en su habitación que lo lleva hasta la parte de atrás de un cine.
Luego conocemos a Mr. Oscar, un
enigmático personaje que recorre París en limusina tomando nueve “tareas” que
requieren que él se disfrace y actúe de una vieja gitana, un músico de
acordeón, un asesino a sueldo o un horrible leprechaun que rapta a una modelo
de modas, entre otras cosas.
***
#SpoilerAlert: se revelan algunas partes fundamentales de la trama, aunque no es que importe demasiado porque el principio, nudo y desenlace son una serie de constantes what… the… FUCK…
***
Cuando la noche de Mr. Oscar termina (y en el medio
le pasan demasiadas cosas insólitas) su chofer lleva la limusina hasta un
estacionamiento llamado “HOLY MOTORS”, donde muchos vehículos similares son
almacenados. Lo extraño de la película no es que estos vehículos hablen y se
preocupen por su jubilación, o que la familia de Mr. Oscar sea una mujer
chimpancé y pequeños bebitos chimpancés. Lo extraño está en las sutilezas, en
los pequeños momentos que van transcurriendo, y en la forma en la que se van combinando
varios géneros del cine.
La deconstrucción del cine y de
la cotidianeidad
Siendo completamente honesto conmigo mismo: Holy Motors no es la película más
llevadera del mundo, y tiene algunas escenas que se vuelven demasiado densas y
monótonas. Pero no por eso deja de ser sumamente llamativa.
Lo primero importante es cómo destruye y vuelve a
construir nuestra manera de ver y experimentar el cine. Comenzando por una
surrealista escena donde un hombre atraviesa un panel secreto para llegar a la
parte de atrás de un cine, ya podemos entender que esta es una película sobre “mirar
el cine de forma activa” antes que un simple entretenimiento pasivo.
Para empezar, el personaje principal de la película
es un actor. Uno que actúa aunque no haya cámaras alrededor, y que ocupa
muchísimos papeles a lo largo del día. Sus muertes, por ejemplo, no son un
problema, y puede seguir su vida normal luego de recibir una cuchillada en el
cuello o ser acribillado a tiros en el pecho.
Mr. Oscar –un nombre muy especial para la industria
del cine– pasa por momentos tan intensos como matar a un hombre, ser testigo
del suicidio de una amiga, morir de vejez frente a su sobrina (otra actriz
dentro de la película) o sacar el dedo de una persona de un mordisco. Al
protagonista parece no afectarle nada de eso. Acá el actor Denis
Lavant la gasta asumiendo personajes completamente absurdos y diferentes
con cada una de sus asignaciones. Aunque Holy
Motors lo muestra de una forma extrema, ¿no tenemos, todos nosotros,
máscaras diferentes para cada uno de nuestros momentos del día? Yo, por
ejemplo, no “soy” la misma persona en mi trabajo de 8 a 5, con mis amigos, con
mi mujer o en mi rol de docente.
Tampoco soy exactamente el mismo cuando estoy
solo que cuando siento encima la mirada del otro.
Si la vida es un gran teatro, todos somos
diferentes personajes a lo largo de nuestra existencia, adaptándonos al
contexto en el que nos vemos inmersos o dependiendo de las personas que nos
rodean. La película alude a estas ideas –de las que hablaron Sartre y otros existencialistas– pero
lo hace exacerbándolo, riéndose de las diferentes máscaras que adoptamos, y
convirtiéndolo en algo literal. Mr. Oscar literalmente se convierte en
otras personas durante el tiempo que dura su representación.
La fusión de géneros en Holy
Motors
El collage de géneros que presenta la película es
otro de los aspectos más fascinantes. Cuesta agarrarle la mano hasta que uno
empieza a captar la esencia de lo que se quiere contar. El director Leos Carax,
que no hacía una película desde Pola
X en 1999, escribió su historia
específicamente para el actor que la protagonizó, y aprovechó la oportunidad
para exponer cuantos géneros pudo.
Muchas películas fusionan exitosamente varios
géneros. Casablanca es un film noir mezclado con romance, thriller
de espionaje y musical (aunque la mayoría la recuerda sólo como una película
romántica). Matrix es una película
de acción y artes marciales, pero también es ciencia ficción cyber punk y post
apocalíptica, aunque no deja de contar con un sinfín de referencias filosóficas
y religiosas. Vanilla Sky (una
película que ya
reseñé en el blog) es un drama
romántico con toques de thriller psicológico y un giro argumental final que la
convierte en una historia de ciencia ficción.
Por su parte, Medianoche
en Paris se las arregla para colocar fantasía, comedia, romance, drama y
ciencia ficción en un paquete que sólo Woody Allen podría manejar. Y no hay
dudas de por qué Donnie Darko se convirtió
en un clásico de culto: drama, misterio sobrenatural, ciencia ficción, comedia
negra, comedia adolescente de tipo coming-of-age, etc.
En Holy
Motors la fusión de géneros está marcada por cada una de las tareas
asignadas a Mr. Oscar. Los roles son arbitrarios y cada segmento opera acorde a
su propia lógica interna. Como si fueran mundos completamente separados. En el
curso de un día, Oscar vivió situaciones más extremas que Jack Bauer en nueve
temporadas de 24.
A Mr. Oscar tampoco lo dejan ir al baño en todo el día...
Hay dos momentos musicales: un bizarro interludio de
acordeón (¡que es genial!) y un musical que presenta Kylie Minogue en un
pequeño rol. También aparecen una secuencia de ciencia ficción/erótica que
involucra captura de pantalla (motion capture) y dos episodios de thriller y
acción sobre las actividades de un asesino a sueldo. La historia del leprechaun
tiene partes de drama y de terror, y el episodio del hombre muriendo de vejez
está inspirado en los clásicos melodramas.
La belleza de actuar
Algo interesante de la historia es que
prácticamente nunca tenemos un vistazo hacia la persona real que es Mr. Oscar. Cuando creemos que estamos viendo a la
verdadera persona, resulta ser parte de otra tarea que le asignaron. Su limusina,
que funciona como oficina y sala de
vestuario, es el único lugar donde parece que vemos a su verdadero yo.
En una escena memorable, un visitante pasa a ver a
Mr. Oscar en su auto-oficina. Parece ser un viejo conocido, aunque nunca queda
claro si es un productor, un agente o un representante de la “audiencia” que ve
las actuaciones del protagonista. La cosa es que le critica su actuación, le
sugiere que se está volviendo viejo y que sus representaciones ya no convencen
tanto. Discuten la evolución de las
cámaras, y como se han reducido al punto que hoy son prácticamente invisibles.
Esto es importante: explicaría por qué nunca vemos
cámaras en la película, pero también puede ser parte de algo más metafísico.
Hoy todos somos más observados que antes: Internet, redes sociales, por ejemplo.
El grado de exposición es muchísimo más grande, y no necesariamente porque haya
cámaras alrededor nuestro. Estamos siempre siendo vistos, evaluados y juzgados
por el otro, aunque no queramos.
Cuando el visitante le pregunta a Mr. Oscar por qué
continua haciendo lo que hace, él simplemente responde: “La belleza de actuar”, una confesión (y una devoción al arte) que
es quizás la frase más reveladora del personaje y de las intenciones del autor.
A lo mejor, Holy Motors es un
mundo-teatro donde todos son actores en diferentes papeles, quizás no existe la
sinceridad en un mundo donde todo es un acto, pero actuar (es decir, el
arte en sí misma) sigue siendo lo más bello a lo que uno puede aspirar.
Palabras
finales
Holy Motors
tiene muchísima tela para cortar. Su gran mérito es que invita a volverse a ver
para poder captar todas sus sutilezas. Hay otros personajes más en la película
que no llegué a comentar: Eva Grace tiene
un rol chico pero fundamental. Por momentos aparenta ser una fuerza externa que
intenta quitar a Mr. Oscar de un trabajo que cree descorazonado y automático.
Como resultado termina muriendo.
Nunca se aclara si Céline, la chofer, es sólo una herramienta funcional o parte de
algo más grande. Lo cierto es que cuando termina el día, deja la limusina en el
garaje y se coloca una máscara. ¿Fue también un rol que representó ante Mr.
Oscar? ¿Y qué demonios son todas esas docenas de limusinas guardadas y hablando
entre ellas sobre morirse, la vejez, la jubilación y otras cuestiones mundanas?
Es igual de extraño el personaje conocido
coloquialmente como “El Durmiente” (Le
Dormeur). Lo interpreta el mismo director y guionista y abre la película
con una de las mejores y más misteriosas secuencias de la historia.
Holy Motors
–un juego de palabras con “Holly Wood”, que también es una fábrica de sueños–
tiene lenguaje de cine, pero no es una película sobre cine. Carax creó
un mundo extraño y trágico, vibrante y misterioso, perturbador y emotivo, e
intenta mostrarnos cómo sería la experiencia de vivir en un lugar así. Busca
capturar todo el espectro de las actividades humanas en un solo día. No sé si
es un mundo que valdría la pena visitar, pero sí uno para espiar desde atrás de
la cortina.
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=>> Otros posts sobre ANÁLISIS DE CINE en el blog: “Under the
skin: cuando lo humano contagia”; “Sharknado
y el cine de clase B”; “Algunas
claves para entender The Mirror, de Tarkovski”; “Rubber: el
homenaje a la sinrazón”; “La
excentricidad en John Dies at the End”.
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Me intrigan esas películas que presentas. Cuando la reseñas, no sé si la odiaría o si es una de las películas que me gustaría ver. Como la película de la rueda, que espía a una mujer, que me gustó.
ResponderEliminarMe gusta la fusión de géneros. Me fascina la trilogía de The Matrix. Y me gustó Medianoche en París, que vi de casualidad en un canal de aire.
Me intriga lo de la modelo raptada por un leprechaun.
Saludos.
Uh, qué bueno que viste Rubber. Toda la trilogía de Quentin Dupieux (Rubber, Wrong y Réalité) es muy recomendable. Respecto a Holy Motors (y ese tipo de películas delirantes, surrealistas, flasheras) no sé si todas son buenas. Ni siquiera sé si todas las que comento yo en el blog son buenas, pero sí creo que tienen ALGO PARA DECIR, se vuelven memorables en algún u otro modo y eso es lo que busco rescatar con estas notas.
Eliminar¡Saludos!
Vi Holy Motors, sólo porque estaba en la nota "Mix narrativo: las mejores películas que mezclan géneros", que hiciste para AltaPeli, pero sín leer nada, sólo miré los títulos. Me encantó. Ahora leí esta reseña y suscribo cada palabra. Si bien en el momento no descubrí tantos detalles, ahora "con el diario del lunes" puedo decir que es ¡tal cual imaginé! Saludos desde Mar del Plata. David.
ResponderEliminarBuenísimo que hayas llegado hasta acá. Este es el blog personal donde puede extenderme un poquito más sin estar atado a las leyes del SEO y los editores. Por eso suelo hacer notas más extensas que el lector promedio de Alta Peli quizás no tiene tanto interés.
EliminarEspero verte más seguido.
¡Saludos!