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martes, 6 de julio de 2021

Adaptaciones de J.G. Ballard: de impulsos y distopias

 

Este novelista inglés no goza de la misma popularidad que autores de ciencia ficción como Philip Dick, Arthur Clarke o Isaac Asimov, pero sus trabajos han sido influencias fundamentales tanto en el cine como en la televisión. En esta nota, todas las adaptaciones de J.G. Ballard.


martes, 14 de mayo de 2019

Adaptación vs libro: el caso de Riding the Bullet (2004)


Las adaptaciones de King están más vigentes que nunca. Este año ya estrenó Cementerio de Animales –una película que alteró el final original del libro– y tenemos primer trailer de IT: Chapter Two. No sólo eso, sino que se vienen varias cositas más del Maestro del Terror en 2019.

Aprovecho la oportunidad para hablar de un pequeño clásico de culto de Stephen King: el caso de Riding the Bullet. ¿Cómo es esta adaptación en relación a su fuente literaria?



lunes, 8 de enero de 2018

5 ficciones literarias que merecen llegar al cine


A cualquier lugar al que dirigimos nuestra mirada, hay otro libro que está siendo llevado a la pantalla grande. No es una novedad decir que rara vez se adapta contenido que no tenga un potencial comercial y sea mundialmente conocido. 

En esta nota quiero mencionar 5 fascinantes historias un tanto desconocidas que, creo yo, merecen llegar al cine tanto como cualquier otra.


 ***

129 millones de ideas

En el año 2010, Google estimó que la cantidad de libros diferentes publicados en el mundo era la impresionante cifra de 129.864.880, un número inconmensurable que crece día a día. Si a esto le sumamos novelas gráficas, comics, fan-fiction, obras de teatro y relatos, precisaríamos miles de vidas para leerlos todos.

Algunos libros son convertidos en películas una y otra vez (clásicos como El Gran Gatsby, Romeo y Julieta) mientras que otros universalmente aclamados como “El guardián en el centeno” (tremenda novela que ya reseñé en el blog) todavía no tuvieron su oportunidad.

En el cine se viene la adaptación de Ready Player One (mi reseña) y también vimos pasar la saga de Stephen King (The Dark Tower), The Girl on the Train, basada en el mega éxito de Paula Hawkings, The BFG (de Roald Dahl y dirigida por Spielberg) y el spin-off de Harry Potter (Criaturas Fantásticas y dónde encontrarlas).

Es justo que yo también quiera ver algunas de mis historias favoritas en los cines, y pienso que podrían funcionar muy bien. Veamos cuáles son.



***

“La huelga general” (Jack London)


Aún hoy no entiendo cómo a nadie se le ocurrió adaptar este tremendo cuento de Jack London. La clase obrera, harta de ser explotada, detiene la producción de los Estados Unidos poco a poco. Así, cada una de las ramas se va sumando a una huelga pacífica donde comienzan a faltar los servicios y bienes más básicos.

Progresivamente, se va formando una pequeña epidemia donde cada sector se va contagiando. Como los obreros venían planeando la huelga por meses, tienen provisiones para subsistir. Se genera una inversión de roles donde los de la alta clase ya no tienen el poder y tienen que tomar decisiones (muy) extremas para no morir.

Imagínense una suerte de apocalipsis (sin zombies) que recuerda mucho al mundo que presenta Cormac McCarthy en The Road, ¡pero London lo hizo mucho antes, a finales del siglo XIX! El relato no tiene ningún tipo de desperdicio.


“Un planeta llamado Traición” (Orson Scott Card)


Orson Scott Card puede ser un autor muy polémico, pero no se puede dudar que se trata de uno de los autores de ciencia ficción más importantes de nuestro tiempo. Hace unos años salió la primera parte de su saga de Ender (El juego de Ender, 2013) y ahora sería el momento ideal para adaptar la impresionante fantasía épica que es “Un planeta llamado Traición”.

La premisa de esta novela es fascinante, y funcionaría a la perfección como una serie que bien podría competir con Game of Thrones. Traición es un planeta pobre en metal. Los habitantes buscan desesperadamente materiales para construir una nave que les permita escapar de aquel lugar ingrato.

Durante 3 milenios, las ciudades de Traición se han masacrado unas a otras. Cada ciudad es habitada por una raza particular con capacidades y habilidades únicas: algunas razas pueden regenerar su cuerpo, otras manejan el flujo del tiempo o moldean la naturaleza a su voluntad.

Cuando el protagonista, Lanik, heredero del trono de Mueller, es traicionado y tiene que escapar, comienza a recorrer cada ciudad y a aprender cada una de esas mágicas habilidades. Mientras desentrama una conspiración política a nivel global, Lanik busca la manera de salvar a su planeta de la destrucción inminente. Es tremenda.

“El problema de la celda 13” (Jacques Frutelle)


Qué pedazo de thriller podría armarse con esta inmejorable historia de Jacques Frutelle, un escritor de misterio que, lamentablemente, se hundió con el Titanic.

Es uno de mis relatos de misterio favoritos y de los más ingeniosos que leí alguna vez en mi vida. Me llama poderosamente la atención que a Hollywood no se le haya ocurrido robar con esta trama.

Para probarle a unos colegas que es posible hacer cualquier cosa que uno se proponga (siempre que aplique su mente racional a ello) un académico (Van Dusen, quien sería genialmente personificado por Ian McKellanm por ejemplo) acepta el desafío de escapar de una celda en siete días. Ingresa con tres pedidos especiales: que sus zapatos sean pulidos, que le den pasta dental y que le faciliten 25 dólares.

La historia se cuenta desde el punto de vista de un guardia de la prisión, a quien se le complica todo cuando extrañas cosas comienzan a suceder en su establecimiento: fantasmas, gritos, ruidos extraños, chillidos. ¿Puede alguien materializarse afuera de una prisión si realmente lo desea? Imagínense Prison Break combinado con la lógica detectivesca de Sherlock Holmes. Éxito asegurado.

Puede leer el relato acá (en inglés).

(Por cierto, existe una adaptación de los años ´60 de esta historia como parte de un segmento para televisión inglesa, en la serie Kraft Mistery Theater)

“La Saga de los Confines” (Liliana Bodoc)


¡Vamos! Ya es hora de que alguien le de crédito a los autores argentinos. Liliana Bodoc es uno de las grandes referentes de nuestra literatura contemporánea, y tiene una pequeña gran saga de fantasía épica que calzaría perfecto para lograr el fanatismo que tuvo El Señor de los Anillos.

La Saga de los Confines es una obra en tres partes que funciona como un gran alegoría de la conquista de América. En una América de fantasía llamada “Tierras Fértiles”, uno de los hombres más valientes del pueblo de los husihuilkes (una especie de indios mapuches) es llamado a un Concilio que reunirá a todas las grandes civilizaciones.

Resulta que en las Tierras Antiguas (del otro lado del océano) se libró una batalla mortal entre los bóreos (nativos del lugar) y Misáianes, el hijo de la Muerte. El desconocido ganador está partiendo en barcos hacia Tierras Fértiles, trayendo paz o destrucción.
El universo de Bodoc es majestuoso. Todo es muy mágico, el viento aconseja, las tribus tienen todas su cultura, las criaturas se comunican entre sí. La autora creó lenguas, costumbres, rituales, mapas y hasta ciudades enteras. Una saga plagada de grandes batallas, traiciones y sorprendentes giros argumentales.

“Invitación a un crimen” (Josh Pachter)


Dejé lo mejor para el final.

Me crié leyendo literatura policial y de misterio. Y nunca vi un pequeño relato tan original, tan bien escrito o tan ingenioso como “Invitación a un crimen”. Publicado en 1972 en la Ellery Queen Mistery Magazine, al día de hoy sigue siendo el relato más exitoso de Pachter.

Branigan es un detective que recibe, por carta, una literal invitación a un crimen. La Sra. Abbott lo invitó a él, y a otros once distinguidos personajes relacionados con la justicia y el mundo legal, a presenciar el asesinato de su esposo.

Cuando el detective arriba a la escena, el tipo está moribundo en la cama, las otras personas están sentadas en sillas… ¡y hay una mesa llena de posibles armas mortales! No les cuento cómo sigue para no arruinar la historia, pero pueden leerla desde la misma página del autor (en inglés) haciendo click acá.

***

AHÍ LAS TIENEN. 5 historias que merecen llegar al cine, según mi criterio personal y subjetivo. ¿Cuáles son sus historias favoritas que querrían ver en la pantalla grande? Déjense un par de comentarios y prometo hacerlos llegar hasta las puertas de Mr. Hollywood.


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miércoles, 26 de agosto de 2015

Un paseo por el soliloquio de Hamlet


La tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca” (o simplemente “Hamlet”) es la obra de teatro más conocida (y decididamente más sobre-analizada) del inglés William Shakespeare. No solo se trata de la pieza más larga, sino que además el texto escrito en 1601 se ha convertido en una de las tragedias más influyentes y poderosas de la historia universal.

En pocas palabras: Hamlet es el Príncipe de Dinamarca. Su padre (¿Mufasa?) fue asesinado por su nefasto tío Scar, digo… Claudio… en un intento de usurpar el trono. El fantasma del fallecido rey se le aparece a su hijo para pedirle que se vengue de su asesino. La obra se va desenvolviendo alrededor de la locura (real, pero también fingida) y de cómo una persona transita los diferentes estados frente a la muerte de un ser querido (pasando por el dolor intenso y la ira desmedida). A su vez aparecen las temáticas de la venganza, el incesto, la corrupción y la traición. Ya saben, esas cosas que le encantan a Shakespeare y a George Martin.

Hamlet decide que la mejor manera de resolver el asunto con su tío Claudio es una buena y tradicional venganza a sangre fría. Para obtener las pruebas necesarias, monta una obra de teatro (una obra dentro de la misma obra) y cubre su comportamiento fingiendo demencia.

Sin embargo, a medida que la trama progresa se vuelve cada vez más ambiguo si Hamlet finge locura o realmente está perdiendo la cabeza. La cosa se complica especialmente con la presencia de un popurrí de personas secundarios: Polonio (canciller del reino y amigo del difunto padre), Ofelia (hija de Polonio y el objeto de afecto de Hamlet), Gertrudis (la madre, que ahora se ha casado con su maligno cuñado) y , por supuesto, el mismo Claudio, que está preparando planes para remover a su sobrino del escenario.

Un bolonqui de aquellos.

Es probable que Shakespeare haya basado su obra en un conjunto de leyendas con temáticas similares que abundaban en diferentes culturas alrededor del mundo: la leyenda romana de Bruto, la saga escandinava Hrolf Kraki, una obra anterior posiblemente escrita por Thomas Kyd (titulada “Ur-Hamlet”), entre otras. Muchos de los elementos de la obra, por ejemplo, fueron tomados de “La vida de Amleth” (Saxo Grammaticus), obra del siglo XIII.

Hoy Hamlet ha sido adaptada numerosas veces al cine, teatro y televisión. Y ha cambiado tanto que muchas veces solo se relaciona en la trama más básica con el contenido original. 

(Piensen, por ejemplo, en “El Rey León” de Disney).

En internet pueden encontrarse adaptaciones super raras, como la edición de Hamlet de Facebook, una versión Manga y una con los personajes de Mario Bros. La obra teatral “Máquina Hamlet”, del aleman Heiner Müller, es una celebrada adaptación surrealista. Por su parte, la película “Legend of the Black Scorpion” es básicamente Hamlet en la China feudal.

Después de un diálogo de Star Trek VI donde se menciona que los trabajos de Shakespeare eran, en realidad, el trabajo de un Klingon, algunas fans con mucho tiempo en sus manos se tomaron el trabajo de traducirlo a lenguaje Klingon.

Orson Scott Card, un declarado del movimiento anti-gay, también hizo el intento de adaptar la historia del príncipe en una extravagante novela de 2008 con pésimas críticas: “Hamlet´s Father”. En ella resulta que el viejo rey es un pedófilo que viola a la mayor parte del elenco masculino para convertirlos en homosexuales y pedófilos como él. En serio.

Por último vale destacar dos casos más. El primero es la película “Royal Deceit” (1994) con Christian Bale y Gabriel Byrne. Una cinta de bajo presupuesto que combina Hamlet con la historia original y vikinga (Saxo Grammaticus). Las opiniones se dividen entre “tan mala que termina siendo buena” y “tan promedio que resulta siendo aceptable”. El último caso es el de la serie “Sons of Anarchy” (del canal FX), que trata de una banda de motoqueros que actuan al borde la ley pero de fondo es una versión de Hamlet ambientada en la época moderna.

Además de engendrar perturbadores adaptaciones, Hamlet es conocida por haber sido generadora y frases clichés que se usaron y parodiaron en todas partes. De todas ellas, seguramente la más conocida (e incomprendida) sea “Ser o no ser…”, que es el comienzo del afamado soliloquio del inicio del acto III.

La obra de teatro no tiene uno, ni dos, sino siete soliloquios en total. Todos son de una profundidad sin igual, y todos están íntimamente relacionados con la trama y el desarrollo del personaje que lo recita. En ese sentido, la estructura de la obra se ajusta a la del teatro isabelino: cinco actos, todos de diferente longitud, y con un lugar especial para los monólogos.


Popular y erróneamente se asocia el monólogo de “Ser o no ser” (que sucede en el acto III) con la calavera del bufón Yorick que Hamlet encuentra en el cementerio durante el acto V. En realidad este monólogo –el tercero de una serie de pensamientos en voz alta que se formula el protagonista– es de carácter existencial y se centra en la duda, pero no tiene nada que ver con una calavera.

En su base, Hamlet es un intelectual quejoso que tiene la carga del peso de su vida. Sus pensamientos paralizan su accionar y es exactamente lo que expone en el soliloquio. Lo interesante de lo que dice es que, más allá de su locura fingida, hace observaciones muy agudas en cuando al espíritu humano, el amor, los pecados y la muerte.

Se trata de un monólogo tremendo y cargado de significado que tiene mucha tela para cortar. Sorprendentemente, se mantiene muy contemporáneo en sus palabras, pese a tener más de 400 años de antigüedad.

“Ser o No Ser, esa es la cuestión”

Hamlet se muestra natural, sin tapujos. Pone en relevancia la incertidumbre de cómo debe vivir, actuar y comportarse frente a los demás . Hay quienes afirman que su frase “ser o no ser” se refiere a ser o no ser como su tío Claudio (es decir, un pecador). 

La verdad es que parecería tener un sentido más amplio: ser humano de forma completa, con todo lo que implica, las más y las menos, las injurias y penurias, o abandonar todo y dejarse llevar por la vida.

“Si es más noble para el Alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro”

Aparece el cuestionamiento de actuar de forma honrada (sabiendo que vas a ser golpeado por la vida) frente a conformarse con lo que pasa alrededor.

“Morir: dormir, nada más.
Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, ¿sería una conclusión seriamente deseable?” 

Morir, dormir: dormir, tal vez soñar.
Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno 
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio y da tan larga vida a la desgracia.

Pues, ¿quién soportaría los azotes e injurias de este mundo,
el desmán del Tirano, la afrenta del Soberbio, las penas del amor menospreciado,
la tardanza de la ley, la Arrogancia del cargo, los Insultos que sufre la paciencia, 
pudiendo cerrar cuentas uno mismo con un simple puñal? 

¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida,
si no es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve,
detiene los sentidos y nos hace soportar los males que tenemos 
antes que huir hacia otros que ignoramos? 

Todos estos versos ejemplifican y desarrollan el dilema planteado al principio por medio de metáforas, ejemplos y diferentes dicotomías: rebeldía vs. resignación, vivir vs. morir, acción vs. reflexión. 

Hamlet se plantea lo sencillo y fácil que sería poner fin a todos los males con el suicidio (“…pudiendo cerrar cuentas uno mismo con un simple puñal?”), y la idea de que es el desconocimiento de lo que hay luego de la muerte lo que pone freno a esa maniobra.

Hamlet plantea el dilema, lo extiende, lo desarrolla, y luego llega a la inevitable conclusión sobre el final:

La conciencia nos vuelve unos cobardes,
el color natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso 
y ya no son acción.

Tomar conciencia sobre nuestros actos sin convertir el pensamiento en acción, propone Hamlet, hace que el individuo se paralice. Es una conclusión que él aplica a su situación particular, pero que puede extenderse a cualquier ámbito de nuestras vidas. Rendirse o seguir peleando. Cuando pensamos demasiado las cosas, cuando nos conformamos con las injusticias, cuando dejamos que las cosas suceden porque “así sucedieron siempre”, somos unos cobardes.

Cada vez que releo este monólogo, se me eriza la piel.

Aunque el texto en español es una traducción posible de las tantas que hay dando vueltas, la densidad conceptual está presente. Hay una precisión en la elección de palabras y elegancia en la forma en que arma cada verso. Hay muchísimos recursos formales empleados y que moldean el contenido para intensificar ideas importantes y brindar más fuerza a lo que se quiere transmitir.

Shakespeare fue un conocedor del alma humana y las penurias del hambre. No es casual que por eso tantos de sus personajes se hayan convertidos en símbolos y fluentes de influencias. Si Macbeth representa la ambición humana, y Romeo y Julieta el amor, Hamlet es la vacilación por excelencia. Muchos investigadores se han preguntado por qué él tarda tanto tiempo (esencialmente toda la obra) en llevar a cabo su plan, por qué duda tanto. Al respecto hay varias teorías interesantes, pero serán motivo de otro post.

Leer Hamlet es ponerse uno contra uno con las dualidades más elementales del hombre: la locura y la razón, la honradez frente a la maldad, y la justicia por medios legales frente a la venganza (justicia por mano propia). 

Temas, por supuesto, atemporales.

El soliloquio de Hamlet en mi traducción preferida:



Ser o No Ser, esa es la cuestión:
Si es más noble para el Alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro....

Morir: dormir, nada más.
Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, ¿sería una conclusión seriamente deseable? 

Morir, dormir: dormir, tal vez soñar.
Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno 
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio y da tan larga vida a la desgracia.

Pues, ¿quién soportaría los azotes e injurias de este mundo,
el desmán del Tirano, la afrenta del Soberbio, las penas del amor menospreciado,
la tardanza de la ley, la Arrogancia del cargo, los Insultos que sufre la paciencia, 
pudiendo cerrar cuentas uno mismo con un simple puñal? 

¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida,
si no es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve,
detiene los sentidos y nos hace soportar los males que tenemos 
antes que huir hacia otros que ignoramos? 

La conciencia nos vuelve unos cobardes,
el color natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso 
y ya no son acción.
(...)

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viernes, 6 de diciembre de 2013

Influencias literarias (IV): El efecto Pigmalión, un hombre creado del barro


La tradición religiosa habla de un Dios que como un alfarero modeló el hombre con barro (polvo). La cultura romana, por su parte, nos relata un mito reelaborado: Pigmalión, un escultor, fabricó una estatua de marfil representando su ideal de mujer y se enamoró de su propia creación. La diosa Venus dio vida a la estatua atendiendo a sus plegarias.

Hoy al “efecto Pigmalión” se lo estudia desde el aspecto psicológico: describe cómo la creencia que una persona tiene sobre otra puede influir en su rendimiento (y de hecho lo hace).  Probablemente sea Bernard Shaw (con su obra teatral que fue llevaba al cine bajo el nombre My Fair Lady en 1956) el culpable de cambiarle el sentido al mito original. 

...En su obra, Higgins acaba enamorándose de su creación (una chica del arrabal reconstruida, como alumna, en una dama). Eliza Doolittle es simbólicamente "traída a la vida" por su profesor, Henry Higgins, quien le enseña a comportarse en situaciones sociales y perfeccionar su acento.

==> Roshental y Jacobson, estudiosos del tema, explicaron en 1968 cómo el maestro puede actuar positivamente convirtiendo sus percepciones sobre cada alumno en una didáctica individualizada que le lleva, constructiva o destructivamente, a confirmar esas mismas percepciones (una suerte de “profecía autocumplida”).

La idea de un personaje emocionalmente vinculado con su propia creación es uno de los tropos universales más utilizados (y más interesantes) del Cine y la Literatura, y es más antiguo que el feudalismo (considerando su origen romano). 

La historia de Pigmalión ha sido ampliamente transmitida y representada en las artes a través de los siglos.

En “S1m0ne” (2002), por ejemplo, el mito toma un giro posmoderno cuando aparece una inteligencia artificial generada por ordenador como el objeto de amor de Al Pacino. “Ruby Sparks” (2012) juega literalmente con Pigmalión como fuente de inspiración, ya que es lo que motiva al protagonista a crear la historia de Zoe Kazan, quien cobra vida de forma misteriosa. 



Decontructing Harry”, una de mis favoritas de Woody Allen, provee un ejemplo interesante: la historia nos cuenta la relación romántica del escritor Harry y la joven Fay, a quien él primero considera una fan, luego una admiradora, luego una alumna y finalmente termina enamorándose de ella (aunque el sentimiento está lejos de ser mutuo).

Pigmalión ciertamente ha inspirado numerosas obras de arte, y su popularidad se disparó, especialmente, en el siglo XIX. La literatura presenta casos mucho más atractivos. “Frankenstein o el moderno Prometeo” (de Mary Shelley) es una reconstrucción simbólica del mito y también lo es “Educando a Rita” (Willy Russell). De formas no tan evidentes podemos mencionar la genial (y única) novela gótica de Oscar Wilde: “El retrato de Dorian Gray” y “El fantasma de la ópera”, de un olvidado Gastón Leroux.


Por su parte, H.P. Lovecraft y Nathaniel Hawthorne han escrito su tirada de relatos cortos inspirados en este efecto (“The Birth-Mark”, de Hawthorne, y “Herbert West”, de Lovecraft) y tenemos el caso especial de don Jorge Luis Borges, con un cuento en el que me gustaría detenerme.
  
«Las ruinas circulares» (publicado originalmente en 1940) es uno de los cuentos más fascinantes de Borges y se encuentra entre mis preferidos junto a otras obras maravillosas como “El jardín de senderos que se bifurcan”, “La casa de Asterión” y “Abenjacán el Bojari yLa muerte y la brújula” (esa fascinante deconstrucción de la novela detectivesca). En verdad, varios de ellos merecen un post aparte.

Las ruinas circulares” (pueden leerlo en este link) es un recuento contemporáneo del mito de Pigmalión, aunque disfrazado en la historia de un hombre gris (sin nombre) en un intento de recrear a otro hombre a través del sueño (“Dios formó al hombre del polvo de la tierra”). Cuando finalmente lo logra (#SpoilerAlert) descubre que él mismo es un ser soñado por otro.


«Quería soñar un hombre: quería soñarlo
con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. »

(“Las ruinas circulares”, J.L. Borges)

Es impresionante como un cuento de solo un par de hojas puede contener tanta información para el análisis. Entre los varios temas sugeridos se encuentran algunos clásicos del autor: el proceso de creación literaria, la filosofía budista, el idealismo, y ciertas nociones de la cábala (como la leyenda del Golem). 

Igual que Pinocho (que cobra vida gracias a una hada), el hombre gris da vida a un hombre desde la nada, desde cero. Prometo (en un futuro distópico) dedicar un post enterado a analizar y desmembrar este texto.

Borges no es en vano uno de los escritores argentinos más influyentes de la era posmoderna. Sus relatos con toques de fantasía y realismo mágico sus ensayos y poesías esconden verdades entre ficciones. El célebre autor se divertía con textos enredados que exploran profundos temas psicológicos de maneras entretenidas. “Las ruinas circulares” es, a mi criterio, una de sus mejores obras… y fue influida por un mito tan antiguo como la vida misma. El efecto Pigmalión es otra de las grandes influencias literarias… ha inundado el arte en todas sus formas, y también las ciencias sociales. Pero claro, esa ya es otra historia.

Capítulos anteriores:

Influencias literarias (I): “La dimensión desconocida”.
Influencias literarias (II): Tras las huellas de Scooby- Doo
Influencias literarias (III): Everybody loves Shakespeare

sábado, 9 de marzo de 2013

“Les Miserables” y las adaptaciones al cine de grandes clásicos


Leer los clásicos de la literatura puede ser una experiencia de aprendizaje interesante. Han sobrevivido el paso del tiempo, son el retrato de una época y poseen, generalmente, poderosas herramientas literarias. Es bien sabido que es imposible leer todo lo que uno querría (o ver todo lo que uno querría). El tiempo que dedicamos a leer una obra es tiempo que dejamos de dedicarle a otra. Es un intercambio equivalente. 

Un costo de oportunidad. 

Un sacrificio.

Por eso es tan difícil, para mí, elegir el próximo libro a leer (o –incluso- la próxima película, serie o actividad)

Hay grandes clásicos que me quedan por leer. Este año prometo hacerme tiempo para pegarles una mirada a “Madame Bovary” (Gustave Flaubert, 1856), “El guardián entre el centeno” (J.D. Salinger, 1951) y “Matar a un ruiseñor” (Harper Lee, 1960). Me seguirán quedando pendientes “Mujercitas” ( Louisa May Alcott, 1868) , “Anna Karenina” (Leo Tolstoy, 1877) y muchos otros más.

Tampoco leí “Les Miserables”, una obra de las más importantes dentro del género romántico.  La verdad es que todavía no cae dentro de mi prioridad literaria. Quizás sea porque recientemente vi la última producción musical y me gustó bastante. Quizás no quiero arruinar ese sentimiento leyendo la novela y cuestionando la fidelidad de su adaptación.


La película no es para todo el mundo, aunque sí una experiencia única. Es una oportunidad de ver “ópera” en el cine. Además, tiene grandes momentos musicales como el aclamado “I Dreamed a Dream” de Anne Hathaway (simplemente fantástico).



Si quieren leer más sobre la película lo pueden hacer en mi crítica.

La realidad es que el cine y la literatura son lenguajes distintos. Muchas veces se fusionan, se mezclan… se acuestan y después no se llaman al día siguiente. En el mundo cinematográfico prima la imagen por encima de la palabra, mientras que en el literario es básicamente palabra. Lo que hace que un libro sea más profundo (y más rico) que una película es lo mismo que hace que una puerta de madera que cruje provoque más miedo que un payaso sosteniendo globos bajo una alcantarilla: la imaginación es (… y siempre será..) mucho más poderosa que la visión.

He tenido el disgusto de ver adaptaciones de cine muy inferiores a su original en papel. Es triste, porque las malas adaptaciones persiguen a los novelistas por el resto de sus vidas (Stephen King probablemente estaría de acuerdo conmigo… pero de eso hablaremos en otra ocasión).

Pero hoy no es la idea debatir “si la peli es mejor que el libro”. Tampoco criticar a Hollywood, o como ya no crea historias originales y se la pasa robando de libros, secuelas y reboots. Mi objetivo es remarcar que aquellos que se animen a tomar la pastilla roja pueden descubrir todo un universo literario detrás del cine y la televisión, que es maravilloso, y que – muchas veces – las películas no logran ajusticiar.


Aunque no leí a Victor Hugo aún, si busqué bastante sobre él en blogs y la web en general. Obras como “Nuestra Señora de París”  (con su versión disneyniana más “light” titulada “El Jorobado de Notre Dame”) y “Los Miserables” han marcado un umbral dentro de su época. Y eso es lo que hace que un clásico sea tal: nunca deja de estar de moda. Me pareció interesante enterarme que “Los Miserables”, escrita mientras Hugo estaba exiliado en Bruselas por oponerse a la política de Napoleón, es acreedora de la oración más larga jamás escrita (aproximadamente 800 palabras).


La novela, en sí, es una crítica social (al estilo de lo que hacía -de forma más metafórica- Charles Dickens) hacia la sociedad de su época. Por lo menos en la cinta (y seguramente con más profundidad en el libro) se tratan temas profundos como la injusticia, la misericordia de Dios, la libertad y la esperanza.

La historia de “El hombre que ríe” (otra deuda personal) parece haber inspirado al archienemigo de Batman: el Guasón. El título hace referencia a un personaje cuya cara ha sido desfigurada y, como consecuencia, parece que siempre lleva orgulloso una brillante sonrisa.

En algún momento de mi vida me haré tiempo para leerme las obras más importantes de Hugo

Cuando lo haga, seguramente verán mi crítica en este espacio personal para opinar y debatir.



Lamentablemente el tiempo es demasiado efímero como para poder hacer todo lo que nos gustaría. Quizás eso sea lo hermoso de esta vida también, ¿no? Nuestra capacidad de elección, la habilidad para hacer de nuestro tiempo lo que deseemos. Sea un buen libro, una película, salir a caminar o recorrer el mundo… lo importante es dejar algo en esta vida cuando nos vayamos. Dejar algo como lo han hecho los grandes autores de la literatura, cuyos libros seguirán trascendiendo las barreras del tiempo por toda la eternidad. =)



OFF-TOPIC: les comparto este video de la genial serie “Coupling” de la BBC donde Jeff intenta “flirtear” con una chica, que se encuentra leyendo un libro, y termina afirmando que colecciona orejas en un balde. Imperdible.



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