Pese a sus
deslices, soy un gran fan de Shyamalan como director. Había una película de su
filmografía que me debía revisitar y finalmente la encaré este año: The
Visit (2015). En esta nota, cómo esa obra significó un regreso del realizador
a sus raíces.
***
Hubo un tiempo en el que M. Night Shyamalan parecía destinado a ser el nuevo Spielberg del suspenso. El Sexto Sentido (1999) y El Protegido (2000) -una de mis películas favoritas de todos los tiempos- lo pusieron en lo más alto, con una seguridad narrativa que deslumbró a crítica y público.
Señales y The Village todavía fueron interesantes en su medida, pero luego algo se torció. Lady in the Water (2006) fue el primer indicio de que algo estaba mal. Si bien los trailers sugerían un cuento de hadas oscuro con tintes de terror, el resultado final fue mucho más personal y experimental.
El problema fue una película que no se supo vender bien y que, además, es a veces torpe y arrogante. No encaja del todo a nivel tonal y tiene una gran falla en cuanto a su flexibilidad narrativa.
Dos años más tarde, The Happening fue directamente ridiculizada y hoy sólo funciona como consumo irónico. Es probablemente la peor película de M. Night Shyamalan… y una de las peores de la historia del cine.
Apenas supera a «After Earth» y «The Last Airbender» porque su extraña historia de una epidemia mundial de suicidios masivos puede resultar cómica en su incompetencia, desde la dirección y el guion forzados hasta la actuación exagerada de Mark Wahlberg en el papel principal.
Para cuando llegó The Last Airbender, el hindú ya se había ganado la fama de pretencioso y agotado. La adaptación de uno de los animés más adorados del mundo fue un horrible error por donde se la mire.
Y entonces, en 2015 y como por arte de magia, llegó The Visit.
Una obra pequeña, de bajo presupuesto, autofinanciada, casi un experimento. Y
con ella, Shyamalan recuperó un poquito de la frescura y el pulso narrativo que
parecían perdidos.
Un cuento de hadas perverso
La trama es sencilla: dos hermanos viajan a conocer a sus abuelos maternos, a quienes nunca habían visto, y deciden registrar todo en video. Lo que comienza como un documental casero pronto se convierte en una pesadilla: extraños ruidos por la noche, comportamientos perturbadores de los ancianos y la sensación creciente de que algo no encaja.
La dinámica recuerda a Hansel y Gretel: los niños solos, el
aislamiento en un entorno rural, la abuela que pide que “limpien el horno” por
dentro… y de manera sospechosa. Shyamalan juega con los códigos del cuento
infantil, los lleva a un terreno de terror grotesco y, a la vez, absurdo.
Entre el miedo y la risa incómoda
The Visit abraza el cliché —el found footage, los ruidos
en la oscuridad, la falta de señal en los celulares— y lo revitaliza. El
director entiende que el terror y la comedia a veces están más cerca de lo que
parecen: un mismo recurso puede provocar un grito o una carcajada. Por eso la
película es tan inquietante como divertida, con los dos hermanos como centro
emocional y humorístico de la historia.
La química entre Becca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) es clave: se pelean, se cargan, aunque también se entienden como solo los hermanos pueden hacerlo.
Esa naturalidad hace que sus miedos —la obsesión de él por la limpieza, la
inseguridad de ella frente al espejo— se sientan cercanos, y más potente aún el
modo en que logran superarlos.
El regreso del twist ending
Antes de The Visit, Shyamalan había abandonado las revelaciones finales que te dejaban perplejo. Y aunque tal vez no esté a la altura del shock de El Sexto Sentido, la revelación acá funciona con precisión quirúrgica, reconfigurando todo lo visto hasta ese momento y dejando al espectador con el corazón acelerado.
¿Cuál es el giro inesperado? (¡#SpoilerAlert para una película de hace 10 años!). En uno de los twist-endings más disparatados de Shyamalan, Becca y su hermano le envían a su madre imágenes de sus abuelos actuando de forma extraña para intentar que los busque. Ahí su madre se da cuenta, al toque, de que ellos no son sus abuelos.
Becca encuentra más tarde a sus verdaderos abuelos, muertos y en descomposición, en el sótano, donde "Nana" y "Pop Pop" los escondieron tras escapar del hospital psiquiátrico donde residieron originalmente.
Como en los mejores relatos de este director, es a la vez absurdo y
emocionante ver cómo les quitan la alfombra bajo las piernas a los personajes.
Y, sin embargo, la realidad de la situación sigue resultando bastante
aterradora.
Lo íntimo para volver a brillar
Más allá de la trama, The Visit significó para Shyamalan una reconciliación con su propio cine. Alejado de los grandes presupuestos y del control de los estudios, se permitió filmar como quería, apostando al minimalismo, a la cámara inquieta, al juego entre el fuera de campo y lo explícito.
El resultado fue un éxito rotundo: con apenas 5 millones de dólares de presupuesto, recaudó más de 100 en todo el mundo. Pero más importante aún, recuperó la confianza de la crítica y del público. Desde ahí, Shyamalan pudo encarar Split (2016) -gran película- y completar su trilogía de superhéroes iniciada con El Protegido.
Con el tiempo me fui volviendo a enamorar del director. Es verdad que ninguno de sus últimos proyectos logró el impacto de los primeros, pero vuelvo a bancar su cine como lo hice al principio.
No hay cineasta como M. Night Shyamalan. Independientemente de la opinión que se tenga sobre el trabajo del director, sería difícil considerarlo poco original. Ha construido una filmografía que desafía nuestras consideraciones contemporáneas sobre tono, interpretación y narrativa.
La belleza de Shyamalan reside en su capacidad para subvertir las expectativas y contar historias a su manera. Incluso con sus algunos tropiezos en el camino, como suele ocurrir con los cineastas que se arriesgan y dan giros audaces, Shyamalan es uno de los pocos cineastas que puede atraer al público solo con su nombre.
Siempre hay una ventana para el debate, lo que garantiza que, incluso si
sus películas son ridiculizadas, no caerán en el olvido.
Palabras finales
The Visit no es perfecta: a veces abraza lo ridículo, otras veces se pasa de grotesca. Pero en ese tono inclasificable está justamente su encanto. Fue la película que demostró que Shyamalan no estaba acabado, que seguía teniendo voz propia, y que podía volver a asustar, sorprender y divertir como en sus mejores años.
En definitiva, The Visit fue un regreso a casa, tanto para el
director como para los espectadores que alguna vez nos maravillamos con su
cine. Y como toda buena visita, nos dejó un recuerdo imborrable: el de un
Shyamalan renacido.
***
¿Cuál es tu película favorita de Shyamalan? ¡Los leo en comentarios!
***
=>> Otras notas sobre LO MEJOR DEL CINE en el blog: “Mis películas favoritas de 2022”; “Análisis de la trilogía de terror de Ti West”; “Crímenes del futuro y el cine de David Cronenberg”; “Reseña de Inside, de Bo Burnham”. <==
***
► Podés
seguir las novedades en mi fan-page. También estoy en
Instagram como @viajarleyendo451. Si te gustó la nota, podés invitarme un cafecito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.