El sábado pasado tuve la posibilidad de ver a Darío Sztajnszrajber (se pronuncia
shtain-shraiber) en Bahía Blanca. Junto a Lucrecia Pinto y su banda hicieron Salir de la caverna, un loco espectáculo
que combina filosofía (en el estilo de Darío) con impresionantes covers de rock
nacional.
***
Darío y mi
amor por la filosofía
Disfruto de la filosofía desde mis dulces años adolescentes,
donde en lugar de intentar tener éxito con las mujeres (no lo tuve, tampoco lo
intenté demasiado) prefería encerrarme con mis amigos a charlar hasta largas
horas de la noche. Con ellos más de una vez debatimos temas existenciales sin
saberlo.
A su vez, me fui enganchando gracias a muy buenos
profesores de Filosofía y Literatura que me invitaron a leer de todo: desde el canon
literario (del que es difícil escaparse) hasta obras que se salían de lo
tradicional, textos marginales, de culto.
Conocí a Sartre,
a Nietzsche, a Erich Fromm y a Jostein
Gaarder, figuras centrales en mi vida. Leí La mano izquierda de la oscuridad, una obra que no te daba ningún
otro profesor de ninguna otra secundaria.
Más tarde seguí metiéndome, pero no
fue hasta conocer a Darío Sztajnszrajber que recuperé mi verdadera pasión por
ese saber inútil que es la filosofía.
Hoy él es considerado “el filósofo de izquierda popular”,
un “hippie buena onda”. Hay algo de cierto en esto –Darío es entrador,
canchero, carismático– pero también es un pensador fascinante y pedagógico que
no busca adoctrinarte o “introducirte a su culto”. Simplemente te abre la
cabeza (te la explota) con un estilo muy natural, muy honesto.
Desde su programa Mentira la verdad hasta sus clases magistrales de la Facultad Libre Virtual, pasando por sus
muchos libros (¿Para qué sirve la filosofía?
es de lectura obligatoria), notas y programas de radio, Darío te inyecta amor
por lo que hace. Y eso no es poca cosa.
Entradas agotadas en Bahía Blanca
Gracias a él volví a leer filosofía. Volví a leer
filosofía en serio. Literalmente libros de los filósofos, no resúmenes o
reinterpretaciones de otros. Comencé a volcar mi literatura hacia algo más
existencial e íntimo, como lo demuestran mis últimos
cuentos y novelas.
En el blog también arranqué el ciclo “Filosofía a
la mano”, que ya lleva 7 capítulos: Nietzsche,
Sartre,
Kant,
el banquete
de Platón, Camus,
Descartes
y Epicuro.
***
Filosofía y
rock
La cuestión es que, en Salir de la caverna, Darío desarrolla la alegoría de la caverna de
Platón. El mito es súper conocido, por lo que no lo voy a comentar acá. Y, en
todo caso, si no lo conocen está bueno que se los cuente él directamente.
Fiel a su naturaleza disruptiva, durante el
espectáculo el filósofo rompe constantemente la cuarta pared, interactuando con
el público, recorriendo las butacas, dándole la palabra al otro. Nos hace
sentir parte. En el medio no tiene drama de hacer el ridículo bailando, putear,
preguntarse, preguntarnos, improvisar y actuar.
Darío incomodando con la filosofía
Suma muchísimo la banda de
Lucrecia Pinto, que hace algo verdaderamente maravilloso. De por sí, la cantante (a quien yo desconocía)
tiene una voz hermosa y una presencia escénica muy fuerte. Su actitud recuerda
bastante a Fabiana Cantilo, que es
claramente su musa inspiradora. Por videos de Youtube, sé que van modificando
los temas que interpretan cada noche.
Por ejemplo, acá no hicieron Vencedores Vencidos, que queda como anillo al dedo para analizar el
tema del poder. En cambio, tocaron canciones de Fito Paez (“Cable a tierra”), Spinetta
(“El anillo del capitán Beto”, que –no me jodan– es un robo a “Space Oddity”
de Davie Bowie), Charly (“Alicia”), Divididos (“¿Qué ves?”), Ceratti (“Prófugos”), etc.
Luego Darío reinterpreta las letras para hacer
referencia al mito platónico o a la versión más moderna que hace Michel Foucault con su panóptico. Lo
que logra es que te vayas de lugar con muchas cosas copadas dando vueltas en tu
cabeza.
La caverna de Platón... o la televisión de la antiguedad.
¿Es posible
salir de la caverna?
La filosofía no es terapia barata o de autoayuda.
No resuelve problemas sino todo lo contrario, los crea. Acá Darío no pretende
que salgamos del show y queramos mandar al banco, al trabajo, a las
instituciones y a toda la mar en coche al carajo. Únicamente nos invita a ser
partícipes más activos de nuestra propia existencia.
¿Cuáles son nuestras cadenas invisibles? ¿Somos la
resistencia que queremos ser o la que el Poder necesita? ¿Es posible salir de
la caverna? Y si es así, ¿hay otras cavernas más grandes? ¿Volveríamos para “liberar”
a los nuestros o nos iríamos solos a explorar el infinito cielo?
Durante su desarrollo surgen la política, el
matrimonio y la religión. Lo cotidiano, la idea de normalidad, el trabajo, el
estado. Aparecen Matrix y The Truman Show. La música se intercala
con textos que el mismo Darío escribió.
«El liberado que comprende que nunca será definitivamente libre, necesita cambiar el esquema. O en principio, moverse. Ir saliendo de una caverna para seguir saliendo de la caverna siguiente. Salir para seguir saliendo. Y sin embargo de una sola cosa está seguro: mientras sale tiene que volver. A buscar a los suyos y plantear la diferencia. (…) lo que vale es la búsqueda. No se lucha para ganar: se lucha para luchar. Ya que si todo es caverna, la única libertad posible está en el movimiento. Junto a otros.»
La atemporalidad de la filosofía permite estas
cosas. La Alegoría de la Caverna es
más antigua que el feudalismo, pero todavía permite ser pensada hoy para
interpelarnos a nosotros mismos. Para entender nuestras imposibilidades y
libertades.
Salir de la caverna o quedarnos adentro: versión cinematográfica
Conclusión
Recomiendo mucho este espectáculo a todo tipo
de público. Creo que tanto el espectador casual como el más metido en la filosofía
puede disfrutar del diálogo entre Platón y el rock nacional que propone.
Es un
show provocativo que te invita a participar activamente. Salir de la caverna es
despojarte de la cotidianeidad que damos por supuesta.
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=>> Otros notas sobre TEATRO Y FILOSOFÍA en el blog: “La
excepción a la regla de Bertolt Brecht”; “Un
paseo por el soliloquio de Hamlet”; “Del
texto a la vida: mi primera obra de teatro”; “Les
Luthiers en Bahía Blanca”; “Rotos
de amor, una obra de Rafael Bruza”; “Cielos
lejanos desde la ventana, de Natalia Martirena”; “10
criterios de valoración para el espectador crítico”.
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Es igual al Tomy !! lpm..
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