Dicen que un clásico del cine es
eso de lo que todos hablan pero que nadie vio. Hace poco armé una selección de
cine clásico en streaming para Alta Peli
(pueden encontrarla por
acá). Como complemento, creo que es interesante discutir un poquito sobre la
génesis e importancia de los clásicos.
***
¿Qué es la ósmosis pop-cultural?
Los clásicos son, por definición,
obras ampliamente conocidas, consideradas de alta calidad y que han influido
trabajos posteriores. Sin embargo, sucede muchas veces que el público casual
sólo los ubican a través de homenajes, parodias, alusiones o referencias
directas en obras más populares. Y hasta muchas veces tienen conceptos
erróneos.
Las producciones más destacadas de
nuestra cultura son percibidas, en general, a través de la cultura pop. Este
fenómeno se suele identificar como “ósmosis social” u “ósmosis pop-cultural”.
Es debido a esto que reconocemos a Leonardo, Miguel Ángel, Rafael y Donatello
más como Tortugas Ninja que como artistas renacentistas.
Teenage Mutant Ninja Painters
Un número notable de personas
hablan de Citizen Kane (1941) como
uno de los clásicos más memorables del cine, y hasta pueden reconocer la famosa
escena inicial (Rosebud), pero nunca han visto verdaderamente la película, y no
podrían identificar ninguna otra escena o diálogo.
¿Está mal que sea así?
En algún punto, sí. Porque Citizen Kane es un logro técnico y
narrativo que sigue siendo relevante aún hoy. Pero, además, porque al conocer
la verdadera fuente, al experimentar el clásico (y no simplemente una
referencia al mismo) podemos entender mejor todo lo que la televisión y el cine
de hoy nos están presentando una y otra vez (y evitar concepciones incorrectas).
Lisa, la respuesta a una pregunta que nadie hizo.
Todo es un remix
La temática de la dualidad que
presenta El extraño caso de Dr. Jekyll y
Mr. Hyde (del inmenso Robert Louis
Stevenson) es muchísimo más popular que la novela que la originó. Hasta yo
me robé la temática para mi
segunda novela.
Seamos sinceros: nuestra noción de
Jekyll y Hyde fue matizada progresivamente por adaptaciones poco fieles, los
desastres que se han hecho con El
Increíble Hulk y thrillers que utilizan la doble personalidad como premisa.
Y es una lástima, porque la novela es fascinante.
Algo muy similar sucede con Drácula, de Bram Stoker, que no tiene absolutamente nada que ver los vampiros
que popularizó la saga de Crepúsculo.
(En ese sentido, quizás Let the Right One
In es lo más fiel a Drácula que salió en los últimos años).
Gracias al cine, nadie se caliente por leer la novela original, que es genial
¡Y ni hablar de la pobre Mary Shelley!
Frankenstein
o el moderno Prometeo es la primera gran obra de ciencia ficción de la
literatura, y una novela tan compleja como filosófica. Sin embargo, muchos ni
siquiera saben que el monstruo no se llamó Frankenstein (sino que ése era el
científico que lo creó) ¡y ni siquiera era de color verde! (su piel era más bien
amarillenta).
El cine se ocupó de desvirtuar la
historia original con efectos especiales estrambóticos y convirtiendo al
monstruo de Frankenstein (que, por cierto, nunca tuvo novia) en algo alejadísimo
de la ficción que le dio vida.
Sobre Shakespeare y la Biblia
Al lado de Mary Shelley, los otros
dos que sufren constante bastardizaciones son Shakespeare y la Biblia.
El caso
de Shakespeare es de manual: el tipo es el más grande escritor inglés y,
400 años después, sigue siendo el preferido. ¿Qué otro dramaturgo puede nombrar
la gente común? Y, sin embargo, muchos conocen sus obras a través de la ósmosis
pop-cultural.
Con esta serie si que no me molestaría llegar a una octava temporada.
George Martin, Agatha Christie,
Alfred Hitchcock y Ray Bradbury han reutilizado elementos recurrentes que Mr.
Shakespeare plasmó, primero y antes que todos, en sus obras: personajes
ambiguamente sexuales, la idea de que “cualquier personaje puede morir en
cualquier momento”, el intenso uso de las profecías.
Shakespeare ya lo había
hecho todo en Macbeth, Hamlet (nadie entiende de qué habla
realmente el
famoso soliloquio), Otelo, Romeo y Julieta o Ricardo III.
Sólo quienes vieron Casablanca saben que Humphrey Bogart
nunca dice “Play it again, Sam”. Sólo quienes vieron Flash Gordon entienden que el “creativo” George Lucas tomó la idea
de los créditos iniciales de ahí (hoy inevitablemente unidos a la saga de Star Wars).
George Lucas robando la imaginativa secuencia de títulos de Flash Gordon
Y hablando de Star Wars, ¿cuánto
que le debe a las clásicas películas japonesas de samuráis y a Akira Kurosawa
en particular? O a Dune, de Frank Herbert,
de donde sacó varias cositas.
A la mitología nórdica le pasa
mucho esto. No: Loki y Thor no eran hermanos, y Loki no es el
mal personificado. Y Thor era más colorado que rubio. ¡Ni hablar de la
mitología griega! Por ejemplo, la historia de Hércules es universalmente
conocida por la película de Disney, pero esta adaptación está más en sintonía
con la mitología de Superman que con la vida real del personaje griego.
La importancia de los clásicos
Lo que quiero decir con todo esto
es que la importancia de los clásicos reside, muchas veces, en saber de dónde
venimos. La ficción es hija de su tiempo, y hay cosas que funcionaron en un
contexto determinado y no lo harían hoy.
También hay literatura de hace más de cien años que trata con temáticas contemporáneas, y sigue siendo maravillosa aun hoy. Especialmente hoy.
No estoy promulgando que el cine
actual apesta. De hecho, es todo lo contrario. Hay muchísimas cosas originales
dando vueltas. Sólo digo que mucho de lo que consideramos “original” tiene su
fuente en los clásicos.
TL;DR: cada tanto clavate una de esas viejas películas
en blanco y negro.
¡En tu cara! (Tenía que decirse y se dijo...)
Sería injusto decir que en estos
últimos veinte años no se han hecho buenas películas. Las hay, y muy buenas,
pero su número queda eclipsado por la cantidad innecesaria de refritos,
secuelas, precuelas, remakes y reboots. Más veces de lo que creen, la
literatura y el cine clásico poseen narrativas sólidas, ideas atractivas y ese
gusto especial que sólo tiene aquello que se volvió eterno, atemporal, aquello
que el tiempo no puede dañar.
Los clásicos: parte II
Ahora: ¿cómo podemos saber si una
película se volverá un clásico? Lo cierto es que, en el corto plazo, es
imposible. Para ello tenemos que dejarla reposar, como un buen vino, para ver
si supera el desafío más implacable de todos: el del tiempo.
Previamente intenté definir, con
admitida sencillez, qué es un clásico en la ficción y dónde reside su
importancia. Hablé de la ósmosis pop cultural como concepto, de Citizen Kane, de Drácula, de Shakespeare
y de cómo todo es un remix de temáticas ya establecidas en la literatura de
hace un siglo.
No quedó ni un rincón de donde Star Wars no choreara algo...
Sin embargo, me referí a obras de
ficción que ya son consideradas clásicos. Y obviamente no fueron vistas de esa
forma en el principio. Irónicamente, el debate de cuándo un producto es
un “clásico” tiene una respuesta constante: la obra ha resistido el desgaste
proporcionado por las fuerzas del tiempo.
En el caso de las películas, las
clásicas son aquellas que vemos en el pandémico año 2020 –quizás décadas
después de su concepción– y sus temáticas nos siguen interpelando. Continúan
siendo visualmente desafiantes y técnicamente no dejan de sorprender a quienes
las ven por primera vez.
Por eso me molesta un poco esa
frase hecha de “es un clásico instantáneo”. Ese concepto es técnicamente
imposible y la frase es un oxímoron directamente. Los clásicos lo son por su
atemporalidad y por interpelar lugares sensibles aún años después de su
estreno. He dicho, carajo.
¡Hasta la próxima!
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entre McLuhan y lo reprimido”; “El
bebé de Rosemary: la modernización del terror”; “Joker
y el pasado de opción múltiple”; “Claves
para entender 12 Angry Men”; “El
final de Una separación (2011) explicado”; “Alphaville:
ciencia, poesía y ciberpunk”.
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Interesante.
ResponderEliminarUn sitio donde se use la palabra oxímoron, es también mi sitio. Acá me siento como en casa.
Los Simpson nos han enseñado de todo eso, qué digo enseñado... ¡nos han educado!
El paso del tiempo y la influencia de la obra nos da la perspectiva. Cosas que en el ojo del huracán nos parecen geniales, en cuanto nos alejamos y vemos sus bases y su futura influencia, ahí podemos juzgarlos.
Abrazos crack!
"¿Cómo no hacerle caso a lo que dice la televisión? ¡Pasa más tiempo educándonos que tu!"
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