Alphaville
(1965) no sólo es considerada una de
las películas más influyentes del francés Jean-Luc Godard sino además uno
de los primeros ejemplos del sub-género conocido como ciberpunk. Esta nota es
sobre esta película, claro. Una que anticipó elementos de Blade Runner y que logró una fusión de géneros nunca antes vista.
***
La ciudad
del orden caótico
Como todos los directores franceses de la nueva ola, Godard no es
un cineasta accesible. Su película Alphaville,
por ejemplo, es un relato de ciencia ficción, pero es también es un policial
negro, una historia de amor y una “poesía-ficción”. Se trata de una producción
atravesada por la lírica, el romanticismo, lo detectivesco e (inevitablemente)
la tecnología.
Lo primero que llama la atención acá es que los
diálogos están cargados de poesía, sin que estos necesiten estar en
concordancia con el argumento. Como si la trama fuera una excusa para poner en
evidencia ciertos temas (a los que ya me referiré).
Está filmada en blanco y negro y es de muy bajo
presupuesto. Sin duda se presenta como imperfecta y extraña; quizás allí reside
su belleza.
El detective Lemmy
Caution (Eddie Constantine) llega a Alphaville, la capital de una galaxia
que se parece demasiado a París. Acá la gente se comporta de forma rígida,
mecánica, sin sentimientos. El lugar está dominado por un ordenador central dictador
que busca eliminar todo sentimiento de las personas para dirigir a la sociedad
por el camino de la razón más pura.
En Alphaville el idioma es modificado para eliminar
palabras como “amor”, “por qué”, “llorar” o "conciencia” y las biblias
reemplazadas por diccionarios que sólo incluyen las palabras admitidas.
Cuando en la sociedad comienza a utilizarse alguna
nueva palabra problemática, subversiva o revolucionaria, suena una alarma para
dar lugar a una “actualización” del diccionario que –a partir de ese momento–
impide su uso.
Encubierto como periodista, Lemmy Caution (un juego
de palabras. En inglés: caution es “precaución”)
tiene una vital misión: localizar al profesor Von Braun y destruir su creación:
Alpha 60. Todo se complica cuando
conoce a Natacha, la bella hija del
profesor, de quien se enamora.
Ciencia y
tecnología en Alphaville
Apenas tres años antes de 2001: Odisea en el espacio, veinte
años antes de Blade Runner y más de treinta años hasta
la aparición de Matrix, Godard ya ponía sobre la
mesa el problema de la deshumanización y las consecuencias que traerían las
tecnologías en la sociedad.
Alphaville - 1965 - Jean-Luc Godard
Hoy ya lo tenemos naturalizado: hemos dejado
nuestra intimidad, privacidad y, en definitiva, libertad, en manos de mecanismos
automáticos e impersonales: Google, Facebook, Instagram, entidades bancarias,
empresas privadas, etc. En cambio recibimos la garantía de seguridad,
estabilidad y orden. Es el costo del negocio.
En Alphaville la invasión tecnológica en la vida se
corresponde con la apropiación del tiempo. Allí el tiempo es sólo presente: no
hay pasado ni futuro. Aunque las calles aludan a nombres de grandes
científicos, la aplicación técnica convirtió a la ciudad en una prisión.
Alpha 60
lo calcula todo. Reacciona de forma defensiva ante cualquier amenaza de su
sistema informático. Originalmente creada para para prescindir del control
humano, es justamente la condición humana la que termina siendo gobernada por
la inteligencia artificial. El vínculo hombre-técnica se invierte. En lugar de
tener a la máquina adaptándose al hombre, ocurre lo contrario.
Así, la super-computadora Alpha 60 funciona como una
precursora de HAL 9000 y Skynet, ordenadores que en el cine
posterior buscarán esclavizar, disparando la resistencia por recuperar la relación
matriz por la que el hombre es dueño de la máquina.
La poesía
como escudo
Como caballito de batalla, como arma contra el
orden establecido, llega la literatura. Más precisamente, llega la poesía.
Una de las escenas más reveladoras de la película
ocurre cuando Caution es capturado. En el cuarto de interrogatorio es
cuestionado acerca del verdadero propósito de su visita a Alphaville. Para
defenderse de las preguntas que le hace la máquina, él utiliza la poesía como
escudo, contestando con lenguaje poético a lo que le va llegando.
Este es el extracto:
***
Alpha 60:
¿Qué ha sentido cuando atravesó el espacio galáctico?
Caution: El
silencio del espacio infinito… me ha estremecido.
Alpha 60:
¿Cuál es el privilegio de la muerte?
Caution: No
morir ya más.
Alpha 60:
¿Sabe lo que transforma la noche en luz?
Caution: La
poesía.
Alpha 60:
¿Cuál es su religión?
Caution: Creo
en las inspiraciones de la consciencia.
Alpha 60:
¿Hace alguna distinción… entre los principios misteriosos del conocimiento y
los del amor?
Caution: En
mi opinión, en el amor no hay ningún misterio.
Alpha 60:
Usted no dice la verdad. No comprendo. Usted está ocultando ciertas cosas…
Caution:
Admito que podría tener razones para mentir, pero, ¿cómo puede diferenciar
entre las mentiras y la verdad?
Alpha 60:
Usted está ocultando ciertas cosas… pero aún no sé aún cuales son exactamente.
Así que, por el momento, está usted libre.
***
Caution crea un código, un mensaje cifrado (la
lírica, las metáforas, lo simbólico) que la máquina no puede interpretar
objetivamente. De esa manera, el espía logra esconderse con habilidad, igual
que la poesía mezcla significado y significante a partir de las herramientas
del lenguaje.
El lenguaje poético es un leitmotiv en la película. Alpha 60 cita frases y poemas de Jorge Luis Borges, Caution y Natacha
Von Braun discuten el misterio de la lírica con libros de Paul Éluard.
¡Hasta hay
locas metáforas en los viajes en taxi!
«-
¿Quiere que vayamos por el norte o por el sur?
- ¿Qué
diferencia hay?
- En el norte
hay nieve. En el sur hay sol.
- Me da igual.
Yo de todas formas viajo hasta el final de la noche.»
La poesía es la fuerza de la resistencia, el arma
de combate. Son versos poéticos los que hacen de chispa para encender el
recuerdo en Natacha de una realidad
diferente, ajena a la sociedad controlada en la que vive. Es la puerta
de la percepción, el ingreso a la indefinible conciencia.
Henry
Dickson (el agente enviado antes que el protagonista) no pudo cumplir la
misión. Pero Dickson le entrega un libro de poesía de Paul Éluard que Lemmy
Caution guarda como un talismán, quizás consciente de sus poderes casi mágicos.
Y luego de lograr ser “humanizada” gracias al
efecto alquímico de lo poético, Natacha muestra la tapa de Capitale de la douleur, obra cumbre de este poeta francés.
¿Qué es el ciberpunk?
Ya me referí al aspecto poético de la película y
también a su costado tecnológico. Resta definir por qué se considera uno de los
primeros ejemplos del subgénero conocido como “ciberpunk”.
Dentro de la terminología del sci-fi, el ciberpunk hace referencia a ficciones distópicas que
ocurren algunos años en el futuro. Explora temáticas como el impacto de la
tecnología moderna en nuestra vida, la globalización (y sus consecuencias en
cuando al crimen, la comunicación y el comercio) y la invasión cibernética
sobre el hombre, entre otras.
Así, es ficción especulativa centrada alrededor de
los efectos transformadores de la ciencia avanzada, la tecnología de la
información, las redes y las computadoras, cuestiones que acarrearon un cambio
radical en el orden social. Curiosamente, a pesar de ser un subgénero de la
ciencia ficción, toma varios elementos del policial negro y la novela
detectivesca.
Si bien se considera a Metropolis (1929) como
la primera película ciberpunk (incluso mucho antes de ser definido como un
género), Alphaville concentra muchos
de los aspectos que lo volvieron popular.
Obras como Blade
Runner, Terminator, Total Recall y
Akira tomarían prestados, años más tarde, recursos estilísticos y conceptos
de la emblemática película de Godard.
Es en Alphaville
desde donde podemos rastrear los verdaderos comienzos del género: una ciudad
oscura, pos-industrial, marcada por el crimen, la pobreza y los bajos recursos;
tecnología de punta utilizada de forma abusiva y egoísta; héroes rebeldes
(antihéroes, incluso) que son generalmente cínicos y amargados; villanos
conformados por conglomerados multinacionales, poderosos hombres de negocios y
corruptos políticos.
Dentro de los tres
tipos de ciencia ficción que define Isaac
Asimov, el ciberpunk caería dentro de su categoría “Social” debido a que el
género se centra en el impacto que tiene alguna tecnología en la sociedad.
En literatura, William
Gibson es considerado el padre del ciberpunk, principalmente debido a su
novela Neuromante (1984), precursora del género y ganadora
de los premios Hugo y Nébula.
Palabras
finales
Como suele suceder con estas películas tan
gigantes, tiene mucha tela para cortar. Mucha más de la que es posible abarcar
en una nota tan simple.
Se puede hablar por ejemplo de la atmósfera de
cómic que presenta, muchísimos años antes de la llegada al cine de las
distintas adaptaciones de Frank Miller
(Sin City, 300).
En parte debido al bajo presupuesto, Alphaville es ciencia ficción sin
efectos especiales. Se acerca más a un cine de clase B. La nave espacial de
Lemmy Caution no es más que un auto Ford (¡un Ford Galaxie!). Estamos ante un
supuesto viajero intergaláctico de prefijo 003 (al mejor estilo Bond) que, para llegar desde los países
exteriores hasta la capital, de una galaxia atraviesa autopistas y no el
espacio cósmico.
Es una película fascinante para desarmar y volver a
armar, especialmente por su valor histórico. En aquella ciudad quienes no se
adaptan al orden planificado tienen que suicidarse. Es la muerte como último
gran acto de libertad. De lo contrario, las personas son ejecutadas.
En Alphaville
el futuro es opresión, la utopía fracasó. La distópico aparece como único
futuro posible, como exacerbación de los males del hombre. El optimismo utópico
(más arraigado al siglo XIX) es sustituido por un pesimismo futurista,
correspondiente al hombre del siglo XX.
La literatura plasmó esas ideas en novelas
ejemplares: Un mundo feliz, de Huxley, Fahrenheit
451, de Bradbury o 1984 de George Orwell.
Pero Godard también abre la opción de una
superación. El bien (un detective enviado desde los planetas exteriores) se
enfrenta al ordenador Alpha 60 y lo vence. El amor alcanza a Natacha Von Braun.
La perspectiva de la ciudad cambia al restablecerse la libertad individual.
Estamos ante una obra que, bajo el manto del
ciberpunk, reproduce la clásica dicotomía entre ciencia y poesía. Pero nada le
impide a la poesía (a la literatura y, más en general, a las palabras) ser
propulsora de horrores, control y guerra. Nada le impide convertirse en una
forma más de poder.
A lo mejor, la respuesta no está en ir por un
camino o por el otro, elegir poesía y descartar ciencia (o viceversa). El ser
humano no puede negar, ni remover, su intelectualidad desarrollada en base a la
razón científica y matemática. Tampoco puede adoptar la poesía como única vía
del ser. Son dos fuerzas destinadas a llevar escudos distintos.
Quizás es preciso alcanzar un punto de encuentro,
un lugar para la reconciliación. Un poco sobre eso habla la película Alphaville.
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sci-fi argentino en el cine”; “Ex
Machina es un mundo sin ciencia ficción”; “Todos
ustedes Zombies, un relato de Robert Heinlein”; “El
fin de la eternidad, de Isaac Asimov”; “Los
tres tipos de ciencia ficción según Asimov”; “¿Sueña
Phillip Dick con ovejas eléctricas (sobre Blade Runner)”.
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Una pelicula para ver, si se pretende hacer historietas, por el tema de los claroscuros, por ser en blanco y negro.
ResponderEliminarUna reseña que invita a ver la pelicula. Una gran fusion de generos, bien ensamblados.
La poesia como un arma para enfrentar a frías computadoras.
Me parece que es intencional que el cientifico se llame Von Braun.
Interesante