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miércoles, 11 de mayo de 2022

La Torre Oscura VII (2004): el Ka es una rueda

 

Todo lo bueno llega a su fin, Lector Constante, y ni siquiera Stephen King puede escribir una historia que dure para siempre. Acompáñenme, porque en esta nota reseño el último capítulo de la Torre Oscura.



martes, 22 de septiembre de 2020

Unforgiven y la deconstrucción del western

 Es un asunto importante matar a un hombre. Le sacás todo lo que tiene... y todo lo que va a tener”. Este gran western de 1992 –producido, dirigido y protagonizado por Clint Eastwood– quizás sea una de las más grandes deconstrucciones del western de todos los tiempos.


martes, 28 de abril de 2020

La Torre Oscura (V): Lobos del Calla (2003)


El quinto libro de la serie de la Torre Oscura es el primero en no presentar a Roland en sus páginas iniciales, uno de los muchos cambios estilísticos (y de personajes) en esta larga, larguísima, novela. Hoy me dispongo a reflexionar sobre los temas e influencias introducidos en La Torre Oscura (V): Lobos del Calla. Con algunos spoilers incluidos.


martes, 4 de junio de 2019

La Torre Oscura (IV): Mago y cristal (1997)


Como cada año desde 2016, sigo avanzando por el tortuoso camino hacia la Torre Oscura junto a Roland y su ka-tet. La cuarta entrega de la saga, Mago y Cristal, se toma un respiro del avance narrativo para enseñarnos mucho del pasado de Roland. A su vez, recupera el aura western que caracterizó tanto al primer libro (El pistolero). En este análisis quiero compartir algunas cositas que me resultaron llamativas.


jueves, 17 de agosto de 2017

El bueno, el malo y el feo: la deconstrucción del Western


Estrenada en 1966 como parte de la Trilogía del dólar, El bueno, el malo y el feo, la celebrada película de Sergio Leone funcionó como una inyección de frescura en las películas del spaghetti western. En esta nota quiero analizar lo que, en mi opinión, fue la gran deconstrucción del Western.


¿De qué va la historia?

Durante la Guerra Civil Americana, un cazarrecompensas apodado “Blondie” (Clint Eastwood) y un bandido conocido como “Tuco” (Eli Wallach) llevan a cabo una estafa de pueblo a pueblo hasta que el primero decide terminar la sociedad e irse con todo lo juntado. 

Tuco lo persigue buscando venganza.

En el medio, un sanguinario mercenario, “Angel Eyes” (Lee Van Cleef) descubre que hay una buena cantidad de oro escondido y conoce el nombre de la persona que lo enterró.

Tuco y Blondie se tropiezan con la misma información, por lo que los tres pistoleros inician una carrera frenética por hacerse con el dinero.

La película fue la definición de “clase B” para los años ´60: se hizo con un presupuesto escaso, filmando con prisa y utilizando efectos prácticos como los que usaba Orson Welles para abaratar costos. 

Debido a que trataba sobre la guerra civil (un tema muy sensible para la época), se dijo que iba a ser un fiasco comercial, y tuvo una distribución terriblemente limitada.

Sin embargo, acabó convirtiéndose en una de las películas  más importantes de todos los tiempos.

La deconstrucción del western en El bueno, el malo y el feo

Es universalmente aceptado el hecho de que esta película destruyó el género del western como se lo conocía hasta ese momento. No sólo modificó radicalmente la moralidad de los protagonistas (estos son pistoleros sin una pizca de heroísmo, egoístas y ambiciosos) sino que también alteró la estructura dramática sobre la cual se construían estas historias, dejando apenas lo mínimo y necesario.

El bueno, el malo y el feo no tiene largos diálogos, un argumento épico o grandes escenas de exposición. En su lugar, la trama es una historia muy chiquita sobre tres personas traicionándose mutuamente. No hay caballeros vestidos de blanco, damiselas en peligro o grandes héroes. No hay un sacrificio por el bien mayor.

El ambiente como protagonista

Además de popularizar algunos elementos cinematográficos innovadores como el  conocido mexican standoff, la película presentaba mucho simbolismo a través de la música y el ambiente. Tomemos, por ejemplo, el climax final en el cementerio.


El cementerio del popular duelo final enfatiza el fin de los caminos de los tres personajes principales. Sergio Leone planteó la situación de una forma brillante, de tal manera que ninguno de los tres hombres podría salir ileso de ahí.

El ambiente está diseñado como una suerte de circo romano, como si las tumbas de los muertos fueran espectadores del triple duelo. Una escena hermosa –editada con maestría– que se toma todo su tiempo para desplegarse.

El legado de El bueno, el malo y el feo

El bueno, el malo y el feo cumplió 50 años en el 2016 y su legado dentro del séptimo arte sigue intacto, incluso más vivo que nunca en una época donde el western está resurgiendo gracias a producciones como la remake de Los Siete Magníficos, lo último de Tarantino (Los 8 más odiados), la venidera adaptación de La Torre Oscura y la fantástica primera temporada de Westworld.

Por cierto, si todavía no vieron Westworld, no sé qué están esperando. Es espectacular.


No es un misterio que El bueno, el malo y el feo la película haya influenciado los estilos y temáticas de directores como Quentin Tarantino, Sam Raimi, Robert Rodriguez y Martin Scorsese.

Las largas tomas y los electrizantes acercamientos, la música impresionante de Ennio Morricone, el distintivo uso de la violencia, los personajes absolutamente odiables y de moralidades grises, los estilísticos duelos con armas, hacen de esta película un clásico absoluto. No es la primera vez que una parodia de un género logra revitalizarlo por completo.

Y seguramente no será la última.


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jueves, 1 de junio de 2017

La Torre Oscura (II): “La llegada de los tres” (1987)


Terminé de leer el segundo tomo de La Torre Oscura en el año en el que los fans de Stephen King viven su mejor momento.

No sólo se viene la esperadísima película que adaptará la historia de Roland Deschain, el último pistolero de un mundo que “se ha movido”. También tenemos la película de IT –cuyo trailer tuvo 197 millones de visitas en un día, un record absoluto– y, como si fuera poco, todo esto:

  • 1922, la adaptación cinematográfica de Full Dark, No Stars.
  • Una adaptación de Netflix basada en Gerald´s Game.
  • La remake televisiva de The Mist.
  • Una policial para televisión basado en Mr. Mercedes.
  • La producción de Hulu y J.J. Abrams que combinará todo el universo de King: Castle Rock.

Hoy, más que nunca, apostar a Stephen King es apostar a la gallina de los huevos de oro.

Pero hablemos de La Llegada de los tres, continuación directa de El Pistolero (que reseñé en su momento). La novela se publicó en 1987 y se inicia apenas unas horas después del final de la primera parte, con Roland solo en una playa luego de su enfrentamiento con el Hombre de Negro.

***

¿De qué va la historia?

Luego de la charla con Walter O´Dim, El Hombre de Negro, quien le tira las cartas para revelar a tres personas esenciales para continuar su viaje, Roland despierta con fiebre y debilitado en una playa. Al caer la noche lo atacan unas “langostruosidades”, seres horribles y peligrosos que salen del mar.

Para lograr evadirlos, Roland puede utilizar tres salidas, tres puertas, que llevan directamente al Nueva York de nuestro mundo, pero en tiempos distintos. Del otro lado, el pistolero tendrá que atraer a tres personas necesarias para formar su ka-tet, el equipo que unirá su destino para dirigirse hacia la Torre Oscura.


En el año 1987 encuentra a “El Prisionero” Eddie Dean, un joven y desesperado adicto a la heroína. En 1964 a Odetta Holmes, la Dama de las Sombras, heredera afroamericana que perdió sus piernas en un accidente en el metro; finalmente, en 1977, da con Jack Mort, la personificación de la propia muerte. Los tres son importantes para seguir adelante en su odisea, aunque el protagonista no sabe exactamente de qué forma deberá utilizarlos.

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#Spoilers: a partir de acá se revelan detalles fundamentales de la trama, necesarios para poder hacer un análisis más completo de la obra.

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Juntando a la banda

El estilo narrativo de La llegada de los tres es bastante diferente a la primera entrega.

Mientras que el primer tomo (El pistolero) es mucho más denso, abunda en flashbacks y cada capítulo parece una historia de relativa autonomía (lo cual es cierto, porque la novela comenzó siendo una serie de relatos independientes), la segunda parte es más focalizada y tiene un objetivo concreto: juntar al equipo.


Vale destacar que esta segunda parte tiene casi el doble de extensión que la primera, unas 480 páginas.

Yo tuve sentimientos mixtos mientras la leía. Es cierto que cuenta con un par de sorpresas argumentales ingeniosas y geniales momentos, pero durante parte de la historia sentí que estaba sobrecargada de relleno y aspectos que no aportan demasiado.

La primera parte con Roland solo en la playa, por ejemplo, es interminable. También se me hizo muy larga la parte de La Dama de las Sombras. En sí La llegada de los tres no le escapa al gran defecto de Stephen King: escribe demasiado. Nunca se destacó por ser conciso.


Hay personas que disfrutan este estilo narrativo, y a mí no me molesta del todo. La novela presenta personajes y momentos muy disfrutables. Sin embargo, me da la impresión de que todo podría haberse contado igual de bien (o mejor, incluso) con la mitad de su longitud total.

Que una novela sea larga no implica que tenga más contenido. Me parece que El pistolero, con mitad de páginas, logra meter más temáticas interesantes, desarrollos de personajes y conflictos, que esta segunda entrega.

Las tres puertas en La llegada de los tres

Ya mencioné que se me hizo muy larga por momentos, con gran cantidad de páginas que abundan en detalles innecesarios. Por ejemplo, los protagonistas pasan páginas y páginas simplemente caminando y durmiendo en aquella playa infinita.

No quita que la novela tenga cuestiones muy destacables. Una de ellas es que cada una de las mini-historias de las tres puertas es totalmente diferente a la anterior. La primera invocación, la de Eddie Dean, funciona como excusa para mostrar las reglas de las puertas, cómo Roland puede meterse en la mente de Eddie y hacer funcionar el ida y vuelta entre mundos.

Acá tenemos un relato de suspenso y acción bien logrado que involucra algunas escenas muy tensas y a un villano interesante (Enrico Balazar). Como resultado, no sólo trae a Eddie a su lado en la playa, sino que además obtiene penicilina para mitigar el veneno de la "langostruosidad".

Ahora que ya entendemos de qué forma funcionan las puertas, las próximas dos invocaciones no se detienen en los aspectos técnicos y avanzan más rápido con lo argumental.

La segunda puerta nos presenta a una mujer con dos personalidades que desconocen de la existencia de la otra. Roland trae a Odetta Holmes / Detta Walker a su mundo con rapidez, y luego la historia se desarrolla principalmente en la playa como una aventura con toques románticos.

Esta sección se me hizo bastante interminable, aunque le destaco que no es repetitiva. Lo que no me terminó de convencer fue el repentino enamoramiento de Eddie, que quizás podría haberse trabajado con mejor ritmo.

De todas maneras, en esta sección me encontré con una de las mejores y más poéticas escenas de sexo dentro de la literatura de King. En un sólo y sutil párrafo maravilloso, el autor nos muestra que Eddie Dean y Odetta Holmes se fundieron en un solo cuerpo:

Más tarde, con extrañas galaxias que giraban sobre sus cabezas en lentas espirales ninguno creyó que el acto de amor hubiera sido alguna vez tan dulce, tan lleno.

El climax de la novela llega con la tercera puerta y representa el punto más fuerte de la novela. No sólo porque Jack Mort (“El-que-empuja”) es un antagonista fascinante, un sociópata que siente placer sexual al herir y matar extraños al azar, sino porque acá se fusionan todas las historias y se genera un giro argumental interesante que, indudablemente, tendrá efectos en las siguientes novelas.

La sección de Jack Mort se corresponde con un relato de thriller policial. En un sorprendente giro de tuerca, resulta que fue él quien empujó a Jake Chambers frente a un auto y a Detta Walker frente al tren que se llevó sus piernas.

A partir de una serie de acciones difíciles de comprender (no me convencí totalmente de algunas de las cosas que suceden acá), Roland logra evitar el asesinato de Jake y hacer que la muerte de Jack Mort genere la unión de las personalidades de Odetta y Detta para forma a una tercera mujer: Susannah.

La tercera persona que Roland debía invocar, al parecer, no era a “el que empuja”, sino a Susannah.

De nuevo, la manera en la que se resuelve el conflicto es muy mágica, rozando el deus ex-machina. No deja de ser una sorpresa agradable e inteligente, aunque me cuesta creer un poco por la manera en la que se dan las cosas.

La resolución, si bien ingeniosa, no deja de ser un poco caótica.

El pistolero vs La llegada de los tres

Después de leer la novela, repasé la sinopsis del primero y mi propio review en el blog.

Creo que, en retrospectiva, el primer tomo es más completo y funciona mejor. Presenta un arco argumental más cerradito donde llegamos a entender qué tipo de persona es Roland (alguien que sacrificaría a cualquiera por la Torre, por ejemplo, a Jake Chambers) y vemos cierta evolución de su personaje.

Una evolución que, si bien existe en La torre oscura II (ciertamente para el final Roland siente una especie de cariño por Eddie y Susannah) no es tan palpable. La novela tiene más un aire de interludio, un relato-puente para llegar a algo más grande.


Eso sí: siempre digo que algo que Stephen King sabe hacer muy bien es construir buenos personajes. Incluso los más secundarios se vuelvan memorables. Pienso en Enrico Balazar en la sección de Eddie, el médico que atiende a Odetta luego de su accidente, Jack Mort (un villano increíble), los dos policías de la tercera parte. Son todos personajes que probablemente no vuelvan a aparecer y, sin embargo, sus pequeñas historias quedan impregnadas en la mente del lector.

Uno de los principales atractivos de La llegada de los tres es que desde el mismo principio de la novela se percibe una ampliación del universo y un argumento más claro. Entiendo que este es el motivo por el que, universalmente, se considera que la segunda parte es muy superior al extraño prólogo que es esa primera novela.

Yo no lo veo tan así: me parece que la primera novela es mejor, menos convencional, más extraña y surrealista. La llegada de los tres, en cambio, me resultó desbalanceada. Tiene secciones súper llevaderas y atrapantes (Eddie en el aeropuerto y en el bar, el desenlace con Jack Mort)  y otras que, francamente, son infumables.

En serio: hay páginas y páginas donde los protagonistas caminan y caminan y caminan. Y después caminan un poco más.

Los errores de continuidad

Hay páginas enteras dedicadas a listar la inmensa cantidad de bloopers y errores de continuidad que se encuentran en la novela (por ejemplo, ésta y ésta). Es entendible que surjan estas cuestiones cuando uno escribe algo tan épico y complejo, pero me llamó la atención la inmensa cantidad.

Un error lo noté mientras leía. Los segmentos de Oddeta y Jack Mort son bastante inconsistentes respecto a fechas.

Primero Odetta dice que pasaron tres meses desde el asesinato de JFK (febrero, 1964). No mucho más tarde, la novela explica que ella perdió las piernas un 19 de agosto de 1959, y que esto sucedió 5 años y 6 meses antes de dicho asesinato, con lo que estaríamos en febrero de 1965.

Por otro lado, Roland entra a la cabeza de Mort unas semanas antes de que él empuje a Jake, lo que da el año 1977. Después se dice que el personaje vio Terminator 9 años después, lo que significa que era 1975. Y después se menciona que Odetta perdió las piernas tres años antes, entonces fue en 1962. En resumen, no sabemos bien en qué año perdió las piernas ella, o cuándo Roland ingresó a la cabeza de Jack Mort por la puerta. Un quilombo.



Las coordinadas geográficas tienen algunas chanchadas también, aunque más tarde Stephen King explicaría que en el mundo de Roland el Sol puede salir por el Este a veces, en lugar de por el Oeste. O puede no salir por días. O “salir dos veces en un mismo día”. Con esta salvada arregla todas las inconsistencias geográficas que presenta el viaje a través de aquella surrealista playa.

Algunos errores de continuidad son más grosos. Por ejemplo, en La llegada de los tres se dice que Roland nunca antes había visto el océano, y por eso se queda ensimismado. En realidad, el cuarto libro revela que él vivía en una ciudad costera.

Palabras finales

Disfruté más el estilo episódico de la primera novela (que, también, es mucho más corta). Sin embargo, sí quiero ver cómo sigue la historia porque me enganchó. 

Seguramente encare Las tierras baldías el año próximo.

Lo que sí hice apenas terminé fue comenzar a leer las novelas gráficas de La Torre Oscura que comenzó a publicar Marvel en el 2007. Justamente este año terminaron de adaptar el segundo libro, con lo que me puedo poner al día sin temor a arruinarme demasiado de lo que se viene.

Aclaro que dichas novelas gráficas adelantan porciones de otros libros ya que cuentan la vida de Roland de forma (más) cronológica que los libros. (El cuarto libro es, básicamente, un flashback al origen del pistolero, y se adapta en los primeros tomos de la novela gráfica).

Lo malo de la novela es que King se toma demasiado tiempo para avanzar la trama, con secciones de una extensión insoportable. Sin embargo, la trama es muy interesante, cada sección está escrita con maestría y suspenso, hay personajes perturbadores y algunos guiños hacia lo que se vendrá en el futuro.

Especialmente me intriga saber cómo va a afectar el haber cambiado el pasado para que no muera Jake Chambers.

También espero con ansias (aunque sin demasiada esperanza) una reaparición de villanos como Enrico Balazar y Jack Mort. El veredicto final es que es una aventura épica que continúa siendo muy disfrutable, pese a no ser perfecta.

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lunes, 19 de septiembre de 2016

10 reglas de escritura de Elmore Leonard


«Estas son las reglas que he ido recogiendo en el camino para ayudarme a permanecer invisible cuando estoy escribiendo un libro, para ayudarme a mostrar lo que está sucediendo en la historia en lugar de contarlo.»—Elmore Leonard.

Elmore Leonard fue un novelista y guionista norteamericano que falleció en el año 2013. Comenzó como un escritor de westerns, pero se volvió más famoso cuando se volcó hacia policiales. Una gran cantidad de sus trabajos han sido adaptados tanto a la pantalla grande como chica. Seis décadas después, su trabajo sigue siendo relevante.

Directores tan opuestos como Steven Soderbergh, John Sturges y Quentin Tarantino han sido influenciados por la obra de Leonard. Tarantino, en particular, robó accidentalmente una novela de este autor cuando era chico (era The Switch, de 1978), y la película Jackie Brown también es una adaptación suya.

Entre las adaptaciones más conocidas de Leonard se encuentran El tren de las 3:10 a Yuma (relato de 1953 que fue adaptado al cine en 1957 y, de nuevo, en el 2017), las geniales Get shorty (1995) y su continuación Be Cool (2005) y la serie de TV Justified (2010-2015).

Justified es una de las series policiales que más lograron engancharme. Toma como punto de partida tres de sus novelas cortas: Fire in the Hole, Pronto y Riding The Rap. En ellas aparece Raylan Givens, un sheriff-cowboy (en el sentido más literal de la frase) que tiene una forma de trabajar más cercana al siglo XIX que a nuestros tiempos. El personaje –que en la serie lo encarna un increíble Timothy Oliphant– no tiene demasiados problemas en desenfundar su pistola y disparar cuando la ocasión lo amerita (y eso es muy seguido).


Me encanta cómo la serie fusiona el policial con el western. Adoro a todos los personajes (Walton Goggins como Boyd Crowder, especialmente) y me gusta que es corta: 6 temporadas de 13 episodios. Eso hace que no se den demasiadas vueltas ni existan prolongados momentos de relleno.

Pero, en fin, volvamos a las 10 reglas de Elmore Leonard para escribir bien, tomadas de un artículo del New York Times.

***

1. Nunca empieces un libro con el tiempo.
Cuando busques crear una atmósfera (y no la reacción de un personaje ante el tiempo) asegurate de que no se estire demasiado.
2. Evitá los prólogos.
Resultan molestos, especialmente si el prólogo viene seguido de una introducción que también tuvo un prefacio. Es entendible en novelas históricas o ensayos, pero siempre puede introducirse en la historia.
3. No uses un verbo distinto a “dijo” para introducir un diálogo.
El diálogo es del personaje, y el escritor debería meterse lo menos posible. “Dijo” es mucho menos intrusivo que “mintió”, “advirtió”, “se quejó” o “susurró”.
4. Nunca uses un adverbio para modificar el verbo “dijo”.
“Lo criticó seriamente”. Usar un adverbio de esta forma (o casi de cualquier forma) es un pecado mortal. Distrae, irrumpe y viola el ritmo de la conversación.
5. Mantén tus signos de exclamación controlados.
El autor aconseja no más de dos o tres por cada 100.000 palabras escritas.
6. Nunca utilices expresiones como “de repente”.
No son tantas las cosas que ocurren “de pronto” o “de repente”. La mayoría de las veces se utiliza de forma incorrecta en la narración.
7. Usá los dialectos con moderación.
No está mal querer darle una forma particular de hablar a un personaje, pero una vez que uno empieza a escribir mal (a propósito) las palabras, se vuelve difícil parar.
8. Evitá las descripciones detalladas de los personajes.
Una abundancia de descripción aburre. Estas deben estar en función de la historia, y no como una mera forma de llenar más páginas.
9. No entres en detalles al describir lugares y objetos.
En sintonía con el consejo anterior, no querés que las descripciones lleven la acción hasta un punto muerto.
10. Intentá quitar la parte que los lectores tienden a saltarse.
Pensá en esas cosas que vos salteás cuando leés una novela: esos gruesos, aglomerados, rellenos párrafos de prosa que no dicen nada ni avanzan la trama. Evitalos.

***

Por supuesto, las reglas que Elmore Leonard tiene para su escritura son eso: reglas que a él le dieron resultado. Incluso algunas son fuertemente desaconsejadas por otros autores. En algunos casos es importante diferenciar el “dijo” del “susurró”. El narrador tiene que ser portavoz de sus personajes, y poder transmitir el tono de lo que está sucediendo en su historia.


El estilo de cada escritor se forma solo, a través de las múltiples experiencias de vida que ha tenido, con la influencia de sus lecturas, con la retroalimentación de sus lectores, con práctica y más práctica. Al final del día: todo es emoción y ritmo. Si diez personas pintan un cuadro, vamos a tener diez cuadros absolutamente diferentes, cada uno compuesto con pinceladas diferentes.

Bajo la premisa de que cada obra literaria es única e irrepetible –y que es el desenlace de un proceso individual de producción creativa– cada escritor va construyendo su propio camino a medida que crece.

Así y todo, conocer qué piensan los grandes autores de nuestros días (y ejercitarse con sus consejos) siempre va a ayudar a encontrar nuestras propias reglas de escritura.

Ah, y denle una chance a Justified. ¡Hasta la próxima!


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jueves, 26 de mayo de 2016

La torre oscura (I): “El pistolero” (1982)


El pistolero es el primer volumen en la saga de la Torre Oscura, que el mismo Stephen King considera como su magnum opus. Hace muchísimo tiempo que tenía ganas de comenzar a leer esta obra que representa el trabajo más extenso y complejo que alguna vez escribió el autor.

King comenzó a redactar “El pistolero” incluso antes de publicar su primera novela (“Carrie”). Había quedado fascinado por el universo épico creado por J.R.R Tolkien en “El señor de los anillos” y quiso elaborar el suyo. El resultado fue un mundo post-apocalíptico y paralelo al nuestro, donde los recursos escasean y el entorno se ha vuelto del estilo del Lejano Oeste, una idea que hoy es común –mezclar futurismo con vaqueros lo hicieron Cowboy Bebop y Firefly, por ejemplo– pero que en ese momento fue absolutamente novedoso.

Stephen King arrancó a pincelar la historia allá por el año 1970. Inicialmente publicó cinco historias cortas entre 1978 y 1981, que se fueron publicando en The Magazine of Fantasy and Science Fiction. Eran: “El pistolero” (octubre, 1978), “La estación de tren” (abril, 1980), “El oráculo y las montañas” (febrero, 1981), “Los mutantes lentos” (julio, 1981) y, finalmente, “El pistolero y el Hombre de Negro” (noviembre, 1981). Al año siguiente, y debido al éxito de la historia, reunió todas las partes en un solo libro. 

La versión que se imprime hoy, sin embargo, es una que revisó en el año 2003, donde corrigió errores de continuidad con respecto a las demás sagas y arregló algunos problemas de ritmo, expandió la trama y modificó algunos detalles menores.

La trama se centra en Roland Deschain, el último pistolero del mundo, quien está detrás de un feroz adversario: el Hombre de Negro. Esta primera parte sigue la travesía de Roland a través de un vasto desierto, luego en una estación abandonada, en las montañas y, finalmente, en cuevas subterráneas. En el camino tiene que sortear las diferentes trampas que le deja el Hombre de Negro y va conociendo a muchas personas, entre ellas a un chico (Jake Chambers) que resulta ser parte esencial de la verdadera misión del pistolero: llegar a la Torre Oscura.


Para los fans de la saga, hace poco se confirmó una gran noticia. Esta primera parte de la historia va a tener su adaptación oficial al cine en el año 2017. El Pistolero va a ser el actor Idris Elba (“Luther”, “Zootopia”, “Thor”, “Beasts of no Nation”) y el rol de El Hombre de Negro quedó, contrariamente a lo que alguno habría pensado, para Mathew “Alright, alright, alright”, McConaughey. El director elegido fue el dinamarqués Nikolaj Arcel, célebre por su adaptación de “Los hombres que no amaban a las mujeres”.


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Ya saben cómo viene el tema. #SpoilerAlert: se revelan partes fundamentales de la trama. Obviamente, sólo del primer libro.

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El pistolero” es una obra en la que cuesta sumergirse. Los primeros capítulos son densos en descripciones y se toman el trabajo de presentar el extraño mundo de Stephen King con un alto nivel de detalle. Si bien maneja con mucha sutileza el ambiente (no es obvio a la hora de contarnos el lugar donde viven los protagonistas) desde el vamos queda claro que estamos ante un futuro distópico que volvió a las raíces: no hay tecnología, existe la magia, el escenario es similar a nuestro “lejano oeste”, pero también aparecen rastros de lo que fue el mundo antes.

La novela es una mezcla entre lo épico de Tolkien y lo “cool” de películas como “El Bueno, el Malo y el Feo”. Es todo muy místico, hay profecías y no existen religiones claras. Parcialmente tiene un aire a las leyendas arturianas también.

En Internet se suele comentar que este libro es una suerte de “precuela” a la historia, y que verdaderamente nada concreto sucede. Creo que es un poco cierto. De hecho, el final no es demasiado conclusivo, pero sí nos introduce al protagonista, Roland, y entendemos su origen a través de jugosos flashbacks. 

Me quedaron muchísimos interrogantes al terminar la historia, pero eso sólo indica que la novela, como inicio de la saga, funciona. Cuando terminé quería saber cómo iba a seguir todo, y hay eventos en “El pistolero” que son durísimos y esenciales para comprender qué tipo de persona es.

En este mundo que se “ha movido”, vivimos un clásico ambiente de western pero con pequeños cambios. El primero, que descoloca bastante, sucede cuando Roland llega a un típico bar, completo con cantina, piano, barwoman y borrachos. Excepto que acá hay alguien tocando en el piano la canción “Hey Jude” (de los Beatles). Esto ya nos revela lo que está sucediendo: es el futuro del mundo que conocemos. Más adelante comienzan a aparecer restos de máquinas viejas, que supieron funcionar con electricidad, vapor, etc. Pero no sólo eso, es también un mundo paralelo al nuestro. Jake Chambers, por ejemplo, murió en “nuestro mundo”, en Nueva York, y despertó en el de la novela.

Me fascinó todo el aire místico que presenta la historia. Hay todo un tema rodeando el número 19, aparecen demonios en un sótano, varias profecías, cartas de tarot, mutantes en una cueva, Roland puede hipnotizar a gente y el Hombre de Negro es capaz de seducir a las personas para que hagan lo que él desee.

En cuanto a su forma, “El pistolero” es una novela tranquila y más bien meditativa. Es una manera muy peculiar de disparar una serie de fantasía épica. De nuevo: los primeros capítulos son difíciles de seguir por su ritmo extremadamente pausado. 

También tiene una estructura muy curiosa. Cada una de las cinco partes distintivas presenta un pedacito de la historia de Roland, contada a través de flashbacks. Se introducen personajes que pensás que van a durar mucho más, pero terminan siendo secundarios (o mueren de formas muy violentas... George Martin, un poroto).

Algo interesante de la obra es que al principio sabemos que Roland está impulsado por una sed de venganza, pero no entendemos bien por qué. A medida que el libro progresa, pequeñas conexiones se van haciendo entre el pasado y el presente que explican con mayor claridad cómo el Hombre de Negro fue responsable del mundo del pistolero. Y, sin embargo, el final (súper spoiler alert) me tomó desprevenido: Roland encuentra a su enemigo, hacen un fuego, cenan, tienen conversaciones cuasi-existenciales, y entonces... BUM, un salto temporal. El Hombre de Negro utilizó magia para hacer dormir a Roland, quien despierta 10 años después, sólo para encontrar el cuerpo de Walter o´ Dim muerto y como un esqueleto. Se levanta y continúa su viaje hacia la Torre.


Definitivamente muy lejos del final que habría esperado encontrar. Y admito que me generó mucha ansiedad.

Es loco cómo la historia va mezclando diferentes géneros que no deberían coexistir. Y no sólo coexisten, sino que además lo hacen perfectamente. Algunos capítulos son puro western (su estadía en Tull), otros pertenecen al género de fantasía y terror (la estación de trenes y su encuentro con Jake) y la parte de los mutantes lentos es ciencia ficción a pleno.

El aspecto más atrayente es el pequeño Jake Chambers, que brinda emoción a la narración y le permite al protagonista tener conversaciones reales y honestas. Nosotros, como lectores, llegamos a comprender que estamos ante mundos paralelos, y nos termina de cerrar la vida de Roland. La historia del chico es intrigante y las referencias que hace a películas, subtes y rascacielos ayuda a entender que la mezcla de géneros es también posible en un mundo formado por muchos mundos.

Jake es el punto más fuerte del libro. Es simpático, relacionable, le brinda emoción al frío pistolero y genera varias giros argumentales atractivos. Pero al final del día sabemos que no es más que un medio para alcanzar el fin, y por eso también me encantó cuando Roland tiene que tomar la decisión de salvarlo o continuar su búsqueda del Hombre de Negro. Es el único personaje que nos permite ver la humanidad en lo profundo del pistolero.

En resumidas cuentas: la primera parte de “La torre oscura” es un libro fascinante, aunque extraño. Lejos de contar con grandes escenas de acción, es más bien tranquilo, y nos sumerge con paciencia en un mundo extraño pero familiar. Entiendo que muchos cabos quedan sueltos para ser resueltos en las otras seis partes, y en ese sentido me atrapó por completo. 

► Es una lectura muy disfrutable, sagaz, pero igualmente frustrante. El final genera más confusiones que respuestas claras, y es probable que King haya hecho esto de forma intencional: nos deja con ganas de más, nos interpela frente al inmenso tamaño del universo (guiño a que las próximas entregas van a ampliar mucho más lo que ya conocemos) y presenta una introducción a su saga que es compleja, dramática y mística.

Yo, con esta primera parte, compré. Ahora vamos por la segunda. ¡Hasta la próxima!

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