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martes, 5 de agosto de 2014

“Enoch Soames” y las historias de almas que se venden


La historia ha probado no una, sino miles de veces, que ningún hombre puede ganar en un trato contra el Oscuro. Sin embargo, los cobardes y los estúpidos siguen intentándolo, y Él nunca les dice que no. 

Es algo así como el Casino, la casa siempre gana.

Es una de las temáticas más antiguas que el vapor, que el fuego, que la existencia misma del hombre… involucra a cualquier deidad del mal en un intercambio (desde un demonio de poca monta hasta al mismo Diablo, siempre pasando por todo tipo de embaucador). La literatura y las leyendas populares están plagadas de historias de hombres que intentan conquistar lo imposible: vencer al que más sabe por viejo. Siempre me queda la duda de si Dios (o cualquier equivalente celestial) no estaría interesado en un alma que alguien haya apostado.

Recientemente leí una de las mejores historias sobre hombres vendiendo su alma que alguna vez tuve la suerte de encontrar. Para muchos críticos, “Enoch Soames” es el relato perfecto. 


La historia, narrada por el mismo autor (Max Beerbohm), nos relata las peripecias de un escritor de poca monta que solo quiere ser recordado por la posteridad.

Lo más loco es que si no fuera por Enoch Soames nadie se acordaría verdaderamente de Max Beerbohm. Esto representa uno de los casos más locos de metatextualidad que alguna vez presencié. La historia entremezcla realidad con la ficción de un modo muy particular, y tiene un final extremadamente ingenioso.

Les comparto Enoch Soames (de Max Beerbohm) en versión PDF: http://goo.gl/R2ZZOq

¡SpoilerAlert! A partir de acá, se revelan algunas partes de la trama de Enoch Soames, así como de otros cuentos relacionados, incluyendo el sorprendente final. Si no quieren saberlo todavía, ¡ESTÁN AVISADOS!

El diablo en la botella” (de Robert Louis Stevenson), “El diablo y Tom Walker” (de  Washington Irving) y, por supuesto, la leyenda clásica alemana “El fausto” son los textos más conocidos de esta temática. Este último ha sido fuente de inspiración de innumerables obras literarias, artísticas, cinematográficas y musicales. Por ejemplo, Bohemian Rhapsody (de Queen) es sobre un joven que mató accidentalmente a alguien y, al igual que Fausto, vendió su alma al diablo. 

También se sabe que El Fausto inspiró a Oscar Wilde en su única novela (El retrato de Dorian Gray, de 1891), a Philip K. Dick y a Thomas Mann, entre otros.

Enoch Soames es otro Fausto más; un escritor frustrado y mediocre que vivió en 1890. Durante un tranquilo paseo, al protagonista se le aparece el Diablo, que donde puede siempre mete la cola. Él le propone transportarlo al futuro para que pueda ir a la biblioteca más famosa y leer reseñas históricas sobre su propia vida y obra. Soames, absolutamente convencido de que será un escritor de renombre, acepta el trato a cambio de su alma.

En el futuro, precisamente el 3 de junio de 1997 a las 2:10 de la tarde, él mismo se convierte en el infortunado desenlace de la historia: la única referencia a su nombre entre los catálogos de la biblioteca se refiere a un personaje ficticio, el protagonista de un cuento corto escrito por Max Beerbohm en el año 1916. MIND = FUCK. La cabeza se te catapulta hasta la estratósfera.

Es genial como el autor (que es también el narrador) describe a Enoch, una persona baja y vanidosa que solo aspira al éxito sin intentarlo demasiado. Su frustración, su estilo de vida y sus inseguridades lo llevan a aceptar el trato. Es un personaje fascinante: orgulloso, cínico, satanista católico (como él se considera), bebedor, perdedor.

Aunque ligeramente extenso (porque se podría haber contado la misma historia con menos abundancia de descripciones), “Enoch Soames” se destaca por un ritmo muy preciso y oportuno. La pieza clave del relato es el autor incluyéndose como narrador. Así, logra un objetivo doble: alcanza cierto humor irónico al mismo tiempo que incursiona en los elementos típicos de la literatura fantástica de forma sutil y barata.

También me gustó como se trata la frustración de un autor que no logra que sus textos se publiquen o alcancen el éxito. Lo vi muy bien retratado hace poco también en “El ladrón de Palabras” (2012), creo que es un tópico con el que todo aspirante a escritor se enfrenta.

No exagero cuando digo que pocos han escrito un cuento como este. Da un poquito de envidia, claro. Es tan soberbio que tuvo el honor de conformar la brillante "Antología del relato fantástico", compilada por Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo

Es buenísimo el retrato de la sociedad artística de la época, cómo personifica al Diablo, los poemas de Soames que se incluyen, los diálogos (fantásticos).

Claro que, como no podía evitarse, hay desquiciados en Internet que defienden a muerte la existencia real de Enoch. Algunos de ellos han llegado al límite de adorarlo en páginas web enteras.



Página dedicada a Enoch Soames: http://www.cypherpress.com/soames/contents.asp

Me encanta la temática del hombre vendiendo el alma, aunque los resultados sean siempre los mismos. 

Me encanta el episodio de los Simpson donde Bart le vende su alma a Milhouse por 5 dólares, me encantan las tramas de Supernatural y siempre disfruté de esa maravilla del cine que es “The Ninth Gate” (película basada en el libro de Arturo Pérez-Reverte). Este cuento se convierte en un nuevo favorito. Un delicioso juego metaliterario que no tiene desperdicio.

***

DE YAPA: “Almas que se pierden”, mi pequeño homenaje al Diablo y sus viejos trucos.

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=>> Otras notas relacionadas con la metatextualidad en el BLOG: “Un análisis minucioso del libro de Jack Torrance”; “Una caracterización vertiginosa de la minificción”; “A veces vuelven” (un cuento de mi autoría) y “Elige tu Propia Aventura, o cómo revivir tu infancia con un libro”.

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4 comentarios:

  1. Buena nota Lu ! Segui escribiendo y deja de bolud.... con la Ingenieria ! saludos !

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    Respuestas
    1. Jaja. La ingeniería paga las dudas. La escritura paga la razón de la existencia. =P
      Por cierto: no te olvides del cumpleaños de tu OTRO hijo.

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  2. Solo una pequeña corrección: como bien dijese Bioy Casares, este relato pertenece a la literatura fantástica, aun de un modo un tanto peculiar, pero netamente fantástico, no es de ningún modo ciencia ficción, ya que la fuente del hecho fantástico (el viaje en el tiempo) no se lleva a cabo mediante la tecnología, sino de forma sobrenatural. Por el resto, buen artículo

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