La historia ha probado no una, sino miles de veces,
que ningún hombre puede ganar en un
trato contra el Oscuro. Sin embargo, los cobardes y los estúpidos siguen
intentándolo, y Él nunca les dice que no.
Es algo así como el Casino, la casa
siempre gana.
Es una de las temáticas más antiguas que el vapor, que el fuego, que la existencia misma
del hombre… involucra a cualquier deidad del mal en un intercambio (desde un
demonio de poca monta hasta al mismo Diablo, siempre pasando por todo tipo de
embaucador). La
literatura y las leyendas populares están plagadas de historias de hombres
que intentan conquistar lo imposible: vencer
al que más sabe por viejo. Siempre me queda la duda de si Dios (o cualquier
equivalente celestial) no estaría interesado en un alma que alguien haya
apostado.
Recientemente leí una de las mejores historias
sobre hombres vendiendo su alma que
alguna vez tuve la suerte de encontrar. Para muchos críticos, “Enoch Soames” es
el relato perfecto.
La historia, narrada por el mismo autor (Max Beerbohm), nos relata las
peripecias de un escritor de poca monta que solo quiere ser recordado por la
posteridad.
Lo más loco es que si no fuera por Enoch Soames nadie se acordaría verdaderamente de Max Beerbohm. Esto representa
uno de los casos más locos de
metatextualidad que alguna vez presencié. La historia entremezcla realidad
con la ficción de un modo muy particular, y tiene un final extremadamente ingenioso.
¡SpoilerAlert! A
partir de acá, se revelan algunas partes
de la trama de Enoch Soames, así como de otros cuentos relacionados, incluyendo el sorprendente final. Si no
quieren saberlo todavía, ¡ESTÁN
AVISADOS!
“El diablo en
la botella” (de Robert
Louis Stevenson), “El diablo y Tom
Walker” (de Washington Irving)
y, por supuesto, la leyenda clásica alemana “El fausto” son los textos más conocidos de esta temática. Este
último ha sido fuente de inspiración de
innumerables obras literarias, artísticas, cinematográficas y
musicales. Por ejemplo, Bohemian Rhapsody
(de Queen) es sobre un joven
que mató accidentalmente a alguien y, al igual que Fausto, vendió su alma al
diablo.
También se sabe que El
Fausto inspiró
a Oscar Wilde en su única novela (El
retrato de Dorian Gray, de 1891), a Philip
K. Dick y a Thomas Mann, entre
otros.
Enoch Soames
es otro Fausto más; un
escritor frustrado y mediocre que vivió en 1890. Durante un tranquilo
paseo, al protagonista se le aparece el Diablo, que donde puede siempre mete la
cola. Él le propone transportarlo al
futuro para que pueda ir a la biblioteca más famosa y leer reseñas
históricas sobre su propia vida y obra. Soames, absolutamente convencido de que
será un escritor de renombre, acepta el
trato a cambio de su alma.
En el futuro, precisamente
el 3 de junio de 1997 a las 2:10 de la tarde, él mismo se convierte en el
infortunado desenlace de la historia: la única referencia a su nombre entre los
catálogos de la biblioteca se refiere a un personaje ficticio, el protagonista de un cuento corto escrito
por Max Beerbohm en el año 1916. MIND = FUCK. La cabeza se te catapulta hasta la estratósfera.
Es genial como el autor (que es también el
narrador) describe a Enoch, una persona baja y vanidosa que solo aspira al
éxito sin intentarlo demasiado. Su
frustración, su estilo de vida y sus inseguridades lo llevan a aceptar el trato.
Es un personaje fascinante: orgulloso, cínico, satanista católico (como él se
considera), bebedor, perdedor.
Aunque ligeramente extenso (porque se podría haber
contado la misma historia con menos abundancia de descripciones), “Enoch Soames” se destaca por un ritmo muy preciso y oportuno. La pieza clave del
relato es el autor incluyéndose como narrador. Así, logra un objetivo doble: alcanza
cierto humor irónico al mismo tiempo que incursiona en los elementos típicos de
la literatura fantástica de forma sutil y
barata.
También me gustó como se trata la frustración de un autor que no logra que
sus textos se publiquen o alcancen el éxito. Lo vi muy bien retratado hace
poco también en “El ladrón de Palabras”
(2012), creo que es un tópico con el que todo
aspirante a escritor se enfrenta.
No exagero cuando digo que pocos han escrito un
cuento como este. Da un poquito de
envidia, claro. Es tan soberbio que tuvo el honor de conformar la brillante
"Antología del relato fantástico",
compilada por Borges, Adolfo
Bioy Casares y Silvina Ocampo.
Es buenísimo el retrato de la sociedad artística de la época, cómo personifica
al Diablo, los poemas de Soames que se incluyen, los diálogos (fantásticos).
Claro que, como no podía evitarse, hay desquiciados
en Internet que defienden a muerte la
existencia real de Enoch. Algunos de ellos han llegado al límite de
adorarlo en páginas web enteras.
Me encanta la temática del hombre vendiendo el
alma, aunque los resultados sean siempre los mismos.
Me encanta el episodio de
los Simpson donde Bart le vende su alma a Milhouse por 5 dólares, me encantan
las tramas de Supernatural y siempre
disfruté de esa maravilla del cine que es “The
Ninth Gate” (película basada en el libro de Arturo
Pérez-Reverte). Este cuento se convierte en un nuevo favorito. Un delicioso juego metaliterario que no
tiene desperdicio.
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=>> Otras notas relacionadas con la metatextualidad en el BLOG: “Un
análisis minucioso del libro de Jack Torrance”; “Una
caracterización vertiginosa de la minificción”; “A
veces vuelven” (un cuento de mi autoría) y “Elige
tu Propia Aventura, o cómo revivir tu infancia con un libro”.
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Buena nota Lu ! Segui escribiendo y deja de bolud.... con la Ingenieria ! saludos !
ResponderEliminarJaja. La ingeniería paga las dudas. La escritura paga la razón de la existencia. =P
EliminarPor cierto: no te olvides del cumpleaños de tu OTRO hijo.
Solo una pequeña corrección: como bien dijese Bioy Casares, este relato pertenece a la literatura fantástica, aun de un modo un tanto peculiar, pero netamente fantástico, no es de ningún modo ciencia ficción, ya que la fuente del hecho fantástico (el viaje en el tiempo) no se lleva a cabo mediante la tecnología, sino de forma sobrenatural. Por el resto, buen artículo
ResponderEliminarExcelente aclaración, de hecho. 100% de acuerdo.
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