Hace poco
hablaba del Deus Ex Machina y mencionaba a
Matrix. Hoy lo recuerdo nuevamente pero
desde otro punto de vista:
el simbólico.
Gran parte de la historia original (hablo de la primera entrega) tiene que ver
con
Morpheo enseñándole a
Neo la verdad sobre el mundo.
Él, al tragarse
la pastilla roja, abre los ojos por primera vez y entiende lo que realmente
somos: alimento para las máquinas, un simple paquete, un producto, una pila. Neo
se adentra en el agujero de conejo para conocer los verdaderos misterios de la
humanidad.
Me pareció una idea acorde
para el tema de este post. Cuando nuestras acciones llegan a ser habituales se
transforman en automáticas. Nuestros hábitos se refugian en un medio tan inconsciente como automático. ¿Cuántos de nosotros recordamos lo que es
estar enamorado?
► Yendo un poco más lejos, ¿cuantos podemos reconstruir lo
que se siente dar un primer paso (literal), tocar una cuchara por primera vez o
empezar a hablar?

Al examinar las leyes con las que percibimos, no es muy difícil darse
cuenta que
vemos al mundo en piloto
automático, igual que lo hacía
Neo
al comienzo de la película. Las leyes de nuestro discurso cotidiano, con sus
frases inacabadas y sus palabras pronunciadas a medias, se explican por
este proceso de desautomatización.
Me
refiero a un proceso cuya
expresión
ideal es el álgebra, donde cada objeto ha sido reemplazado por un mero
símbolo. Dicho objeto pasa justo al lado nuestro, pero
como dentro de un paquete; sabemos que existe a través del lugar
que ocupa, pero no vemos más que su superficie.
Cuando
la vida compleja de tanta gente se desenvuelve
inconscientemente,
es como si esa vida
no hubiese existido. La automatización devora los objetos, los hábitos, las
acciones de cada día. Para dar sensación de vida, para sentir los objetos, para
percibir que “
la piedra es piedra”, y
lo que se siente al sostener una cuchara por primera vez,
existe eso que se llama arte.
En este punto creo que es importante aclarar: esta gran filosofía no
se me ocurrió a mí, sino al padre del formalismo ruso: don
Viktor Shklovsky. En su libro, “
El arte como artificio”, sienta las
bases de esta teoría que ahora les resumo.

Para
Shklovsky, la
verdadera finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no
como reconocimiento, una idea que me fascinó cuando la leí. El arte, en todas
sus formas, es un medio de experimentar el devenir de ese objeto. El trabajo
que realiza el escritor se propone “
brindar
una obra que presente la realidad de manera novedosa, a partir de relaciones
que no son las habituales”.
A través de este pequeño proceso de “
extrañamiento”
(darle un giro a lo que conocemos como realidad)
procura que el lector desautomatice su percepción de la realidad.
Así, la lengua utilizada en los textos literarios sería una
lengua intensificada, que se desvía de
los usos cotidianos y referenciales, y que estaría elaborada
intencionalmente para lograr cierto
efecto.
Por eso creo yo que la gente que se relaciona de alguna manera con el
arte (escribe, dibuja, sabe mucho de música o cine, baila o actúa, etc.) tiene un poder de observación mayor. Detecta cosas
que el común de la gente no, ergo: es muchísimo
más interesante.
Uno de los medios para liberar al objeto del automatismo perceptivo,
según el autor, es el aplicado por
Tolstoi
en muchas de sus obras:
la
singularización. Este consiste en no llamar al objeto por su nombre sino en
describirlo como si lo viera por primera vez y en
tratar cada acontecimiento como si ocurriera por primera vez.

Por ejemplo, podríamos singularizar la noción de látigo como:
“(…) desnudar a la gente que ha violado la
ley, hacerlos caer y azotar las nalgas desnudas”.
León Tolstói (el famoso
autor ruso de obras como “Guerra y Paz”
y “Anna Karenina”) utiliza
constantemente este método de la singularización también en “Jolstomer” donde el punto de vista
es el de un caballo y los objetos son individualizados por la percepción
otorgada por el animal, no por la nuestra.
Estoy seguro a Shklovsky
la filosofía detrás de Matrix (más
allá de ser un producto puramente comercial) le habría parecido fantástica. Él,
como Neo, no habría dudado ni un segundo en ingerir la pastilla roja y dejar
–de una vez por todas– el mundo de los
sueños.
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les gustó, la próxima… ¡les va a encantar! =)
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