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sábado, 17 de enero de 2015

“Seis problemas para Isidro Parodi”, una antología de Bustos Domecq


Bustos Domecq –a  través de su célebre don Isidro Parodi– se burló de la literatura detectivesca, al mismo tiempo que creó una serie de relatos que brindan un claro homenaje a los tres detectives más importantes de la ficción. Me refiero, claro, al padre Brown de Chesterton, al Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle y al primer detective de la literatura: Auguste Dupin de Edgar Allan Poe. Isidro Parodi es, en esencia, una combinación de estos tres trastocados personajes.

Pero vayamos por parte.

Bustos Domecq, como autor, es un ejemplo de ficción colaborativa, quizás el más interesante de Argentina. Creado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Domecq no es el uno ni el otro. “Seis problemas para Don Isidro Parodi” (1942) es el primero de tres libros que narra los misterios resueltos por un hombre injustamente encarcelado. Sus amigos (y amigos de amigos) llegan a la celda para relatar crímenes no resueltos y él brinda la solución a cada enigma sin siquiera salir de su recinto.

Seis problemas para Isidro Parodi” (1942) en versión PDF para descargar: http://goo.gl/4IV0jk

Un homenaje a tres grandes detectives

Cada una de las historias incluidas en “Seis problemas...” tiene un modelo similar: Parodi es un peluquero encarcelado por un asesinato que no cometió y con un increíble olfato policial. Famoso por esto, en capa relato recibe en su celda a diversos personajes relacionados con algún tipo de crimen.

Esta extraña estructura (similar, quizás, a “El silencio de los inocentes”) permite que don Isidro (y, por consiguiente, los lectores) acceda a los universos más bizarros. El homenaje a Dupin acá se hace evidente: él también resolvía sus crímenes a partir de relatos, cartas o crónicas.  Su aspecto físico (él es obeso e, inevitablemente, sedentario) recuerda muchísimo al Padre Brown. Por otra parte, al igual que el Padre Brown, Parodi nos brinda la respuesta al problema, pero nunca confronta al criminal. No le interesa. Simplemente expone la verdad a través del uso de su inteligencia.

Quizás Holmes sea el más distinto a Parodi de los 3 detectives. Sí, la fama de Parodi hace que sus “clientes” vayan a visitarlo directamente a él y le planteen sus asuntos. Sin embargo, el trabajo de Holmes siempre se caracterizó por ser un estudio de campo, un análisis de la resolución a través de la deducción y el razonamiento. Parodi solo tiene el hecho reseñado, subjetivo.

Pero la parodia, y la deconstrucción del género detectivesco, reside en este hecho: Parodi consigue atar los cabos sueltos y determinar las verdaderas culpabilidades sin necesidad (sin posibilidad) de moverse de su celda. 

Y la gran ironía, la gran paradoja, es que puede resolver intrincadas problemas criminales, pero es incapaz de demostrar su propia inocencia.

Borges y el relato policial”, resumen de un texto de Gutiérrez Carbajo: http://goo.gl/PJ8gmH

Los seis problemas de Parodi (sin spoilers)

El primer relato, “Las doce figuras del mundo”, es mi gran favorito. Aquiles Molinari cree haber matado al doctor Abenjaldún en una ceremonia de iniciación de un extraño culto. Le sigue “Las noches de Goliadkin”, donde Gervasio Montenegro narra el robo de una joya ocurrido en un tren. “El dios de los toros” nos envuelve en una trama sobre cartas robadas. También está “Las previsiones de Sangiácomo”, sobre unas curiosas muertes, “La víctima de Tadeo Limardo”, sobre un “hecho de sangre” ocurrido en un motel de mala muerte y, por último, “La prolongada búsqueda de Tai An”, que es un caso sobre el robo un talismán sagrado, y unos cadáveres cuya muerte es inexplicable.

Lo cierto es que lo más interesante no es la resolución de cada caso, sino la galería de hechos, lugares y personas de los años 30 y 40 que ambientan cada narración. Otro detalle es que los narradores hablan “mejor” o “peor” de acuerdo a su nivel social, y que las historias están plagadas de lunfardo, argentinismo de la época. Nunca vi en Borges o en Bioy Casares tanto lunfardo como el que utilizan en “Seis problemas...”.

Bustos Domecq se burla de todo: del contexto social y cultural del momento, de las narraciones policiales y de los estereotipos de la época. La compleja premisa sirve como anillo al dedo deshacer y reconstruir el tradicional género de enigma.

Un aspecto que me pareció cautivante es que los cuentos se pueden leer de forma independiente, ya que la novela contiene seis episodios de antología, aparentemente independientes. Sin embargo, personas de otros relatos aparecen en los siguientes, y en algunos hasta se pueda apreciar cierta evolución, cierta construcción de personajes.

¿Vale la pena leerlo? Una opinión personal

Y acá es donde, probablemente, mi post se vuelva mucho menos objetivo de lo que siempre intento imponer. Estoy convencido de que “Seis problemas para don Isidro Parodi” esconde más guiños y bromas de las que pude apreciar. Entiendo que funciona como parodia del género y como deconstrucción del mismo. Capto los homenajes a los tres famosos detectives de la literatura...

... pero no puedo recomendar esta novela. No puedo hacerlo porque es, verdaderamente, un bodrio. El libro es extenso, aburrido y difícil de digerir.

Esperaba que las historias fueran más impactantes, pero terminan abundando en detalles, descripciones y anécdotas que no atrapan en lo más mínimo. Los primeros dos cuentos (“Las doce figuras del mundo” y “Las noches de Goliadkin”) están muy bien, establecen el formato y mantienen el suspenso de principio a fin. Pero las otras cuatro son pesadas y su conclusión no me voló la cabeza como habría esperado.

Siempre digo que odio aburrirme con la literatura (odio aburrirme, directamente)... pero una vez que ya lo había comenzado, era tarde. El problema es que también odio dejar las cosas por la mitad, y no suelo hacerlo.

Los relatos incluidos en “Seis problemas” son parte de un valioso testimonio de escritura conjunta. Esta particular amalgama de un autor de cuentos entre filosóficos y policiales (Borges) y un autor de novelas fantásticas (Bioy Casares) dio como resultado a un Bustos Domecq que tiene independencia absoluta, y cuya escritura se balancea entre la crítica burlesca y el policial clásico inglés de Chesterton.


Creo que ambos escritores pudieron compactar diversos aspectos de la sociedad argentina de los años 40. Si uno quiere poder vivir ese peculiar experimento literario, entonces sí valdría la pena comerse esta novela. Sin embargo, quienes solo buscan un entretenimiento detectivesco ligero, pueden leer las primeras dos historias y conformarse con ellas.

¡Hasta la próxima!

***

BONUS TRACKS: les comparto dos textos que me gustaron mucho y tiene que ver con el tema.

1. El primero habla sobre cómo Bioy y Borges escribieron juntos, es de María del Carmen Marengo: http://www.borges.pitt.edu/sites/default/files/1001.pdf

2. El segundo se refiere a las influencias y confluencias a la hora de construir a Bustos Domecq, y es de Rosa Pellicer: http://www.borges.pitt.edu/bsol/documents/LibroTesis.pdf

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=>> Otras notas que sobre Borges y Bioy Casares en el BLOG: “El sueño de los héroes” y “La invención de Morel” (de Adolfo Bioy Casares), y “El jardín de senderos que se bifurcan” y “Las ruinas circulares” (de Jorge Luis Borges).

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viernes, 3 de mayo de 2013

El jardín de senderos que se bifurcan (cuento, 1941)



Hombre de salidas elegantes, ingenioso y misterioso, Borges fascinó por años al mundo entero con sus cuentos intrincados de los que se podía hacer tantos análisis como pasillos tiene un laberinto.

Ya era hora de que Jorge Luis Borges tuviera un post en mi blog y no solo una breve mención. Estamos hablando de quien trajera el ultraísmo a la argentina, del creador de innumerables clásicos literarios de géneros indescifrables: “El Aleph”, “La Muerte y la Brújula”, entre tantos otros. ¿Cuentos policiales? ¿Fantásticos? ¿Existenciales? Quizás todo eso, o quizás algo totalmente distinto. Un hombre que cuando le preguntaron: “¿se da cuenta que es usted uno de los grandes escritores del siglo?”, respondió: "Es que este ha sido un siglo muy mediocre". Hombre hábil para el retruco, que consideraba “poco inteligente” a quien amaba el fútbol. De ese Borges hablamos, y un post no alcanzaría a tomar toda su grandeza.

Por eso hoy voy a centrarme en uno de sus grandes clásicos. «El jardín de senderos que se bifurcan» fue escrito en 1941 y se convirtió en la primera de sus obras en ser traducida al inglés (salió en el Ellery Queen's Mystery Magazine de 1948). Se trata de un cuento muy loco porque funciona como argumento policial y como ensayo filosófico; aunque quizás debiera leerse como un relato de espionaje más que un policial.

Yu Tsun, el espía y protagonista de la historia, tiene que cumplir una difícil misión para los oficiales alemanes. Acosado por el implacable irlandés Richard Madden, escapa buscando al sabio sinólogo Stephen Albert, con un propósito que solo se revela en las últimas líneas.

Una vez en Ashgrove (lugar donde reside el sabio Albert), y por obra de una fortuita coincidencia borgeana, Yu Tsun se entera de la historia de su antepasado, un astrólogo chino que se había propuesto dos tareas inconcebibles: construir un laberinto infinitamente complejo y escribir una novela.

No quiero revelar más de la historia porque es, ciertamente, maravillosa. Mejor léanla:

Les dejo “El jardín de los senderos que se bifurcan” en PDF: http://bit.ly/166NcNg

“El jardín de senderos que se bifurcan” es uno de sus cuentos más representativos y valorados por el ingenioso entretejimiento de sus eternas ideas filosóficas (los espejos; la identidad del hombre con sus antepasados; el laberíntico carácter del mundo; la inmortal simultaneidad del pasado; etc.) junto a los ingredientes del cuento detectivesco: el misterio, la persecución, el suspenso y el castigo del criminal. 

Borges proponía una relación entre lo mundano y lo maravilloso en la solución de los enigmas detectivescos. Esta idea (para muchos: “chestertoniana”) tiene, en este cuento, un tono bastante peculiar. Recordemos que el detective de Chesterton (el famoso Padre Brown) primero se encontraba con una explicación maravillosa, casi mágica, de los hechos, para luego introducir una pragmática, devenida de la razón.  

Como en las aventuras de Holmes, Borges desafía vilmente al lector a una competencia intelectual. Partiendo de una trama policial simple, el autor teje un laberinto en el que trata de perder al lector. La propia discusión filosófica (casi existencial) tiende a distraer la atención del lector de la verdadera misión de Yu Tsun



Pero ya lo dijo Adolfo Bioy Casares: “Se trata de una historia policial, sin detectives, ni Watson, ni otros inconvenientes del género, pero con el enigma, la sorpresa, la solución justa, que en particular puede exigirse, y no obtenerse, de los cuentos policiales”.

Solo al final se descubre el propósito del viaje a la casa de Stephen Albert. Sin embargo, las divagaciones son importantes porque contienen las ideas básicas de la filosofía de Borges, como ya dijimos. Para la exposición de las mismas, se emplea un estilo que parece más propio del ensayo. En efecto, algunos de sus cuentos podrían rotularse como tales. Muchos críticos han realizado estudios astronómicos a partir de las pocas hojas que tiene el cuentito.

En lo personal, la trama me voló la cabeza por lo bizarro, lo “fuera de lo ordinario”. Las divagaciones filosóficas de los protagonistas son tremendas. Pero además, hay mucho simbolismo que es interesante para examinar. Sin ánimos de “spoilear” (arruinar) la trama, tomemos a los dos protagonistas. Yu Tsun y Stephen son espejos dentro de un jardín laberíntico: idénticos pero opuestos, reflejos invertidos. Yu Tsun es un espía (agente de guerra), chino en Inglaterra y se convierte en aprendiz de Stephen Albert, quien es, a su vez, misionero (agente de paz), inglés que vivió en China y se convierte en maestro del primero.


El final es fantástico porque es totalmente lógico y estaba “plantado” desde un principio. Quien sigue bien las pistas puede, incluso, deducirlo antes de tiempo (¡no fue mi caso!). El propósito hay que armarlo como un rompecabezas, y las piezas están todas presentes en el relato. El cuento parte de ese juego. Primero nos dirigimos por una vía unívoca, la historia del espía descubierto… pero pronto encontramos una disyunción, una bifurcación: 'la huida' o 'el plan' (recuerden que el protagonista está siendo acechado por Richard Madden). Allí nos adentramos por otra ruta que nos conduce a un amplio jardín simbólico, que posee varias salidas. Este jardín es la dimensión simbólica que en el texto surge a partir del encuentro y la conversación metafísica entre Yu Tsun y Stephen Albert.

   

Borges ha escrito varios cuentos que se destacan por la variación de las reglas generales del género y la innovación. En “El Jardín…” eligió la situación del criminal por encima de la del detective, por ejemplo, y el relato se desarrolla como una trampa, construida de manera que el lector se pierda si no está atento. ¡Un gran cuento que les recomiendo mucho! <=

jueves, 25 de octubre de 2012

“El Principito” (novela infantil, 1943)

Chesterton decía que las historias de niños son más que verdaderas; no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos enseñan que pueden vencerse. 

Esa idea siempre me quedó gradaba. En el famoso relato del escritor-aviador Antoine de Saint-Exúpery (El Principito) el autor nos invita a creer que lo que se puede vencer es la estupidez del hombre.

Resulta que entré a una librería en GuatemalaEl principito fue el primer libro que vi. Regateé el precio y me lo llevé para leerlo frente a la Catedral. 

Hoy ya estoy en Antigua (Guatemala) y me parece muy loco haber leído el libro una vez más; especialmente en ese lugar.

Saint-Exúpery se inspiró en dos accidentes que casi le quitan su vida (Libia en 1935 y Guatemala en 1938) para escribir este relato. 

De hecho, muchos hablan de que el asteroide B- 612 (con 3 volcanes, uno inactivo, y una muy peculiar rosa) es una clara referencia a Antigua, el lugar donde pasó en coma cinco días y donde corrió el riesgo de la amputación de su mano de escritor (la derecha).

El principito es interminable, eterno. 

Creo que todos deberíamos releerlo, por lo menos, una vez cada cinco o siete años. Se lee en un par de horas, de hecho. Es como si el libro se rescribiera cada vez que uno lo abre, sin importar que edad tengamos.

Recuerdo que la primera vez lo encontré tirado en la biblioteca del hotel de mi abuelo, en Coronel Pringles… y lo leí en un desolado pasillo. Volví a encontrármelo  en repetidas ocasiones de mi vida y siempre termina emocionándome.

No importa que edad uno tenga, ni en que momento de la vida estemos: siempre tiene algo mágico para ofrecer. Es una poesía hecha cuento, un canto a la vida. Es cierto que se considera “literatura infantil” por la forma en la que está escrito, los dibujos y la historia simple. Pero en realidad es una gran metáfora que trata temas de la vida muy profundos.


Las conversaciones entre el aviador perdido en el Sahara y el niño revelan visiones sobre la estupidez de los adultos y la gran sabiduría de un niño. El humor está presente y es muy sutil, básicamente en forma de parodia y sarcasmo hacia los adultos y sus extrañas formas de pensar el mundo. 

Todos los personajes secundarios son muy ricos y ofrecen enseñanzas ocultas que son invaluables: el rey, el vanidoso, el borracho, el hombre de negocios, el farolero y el geógrafo, entre otros. Personifican lo vacías que se vuelven las personas cuando se convierten en adultas. Estas críticas van salpicando al libro a lo largo de toda la narración.

Definitivamente mi personaje preferido es el Zorro. Ese capítulo es fantástico. 

El Zorro le habla al principio sobre la “domesticación”, la responsabilidad al hacerlo y lo verdaderamente esencial en la vida. Uno de los momentos en los que tener un pañuelo a mano es clave. La Serpiente es otro personaje raro (y el único, sin contar al aviador, que aparece dos veces en la historia) y, como se sabe, tiene un papel (tristemente) fundamental.

El Principito aporta algo cada vez más rico en cada etapa de la vida. Sus lecciones quedan marcadas para que uno reflexione (y mucho) después de su lectura.


«No era más que un zorro semejante a cien mil otros.
Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.»

(El principito, 1943)

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