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jueves, 9 de febrero de 2023

One Cut of the Dead: zombies y metacine


La grabación de una película de clase Z sobre muertos vivientes se ve interrumpida cuando llega un auténtico apocalipsis zombi. Nada es lo que parece en One Cut of the Dead, la película recomendada del día.


 

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Villanos en videojuegos (ft. Zombie Night Terror y X-Morph Defense)

Ésta es una especie de secuela de una nota previa que hice sobre el atroz encanto de los villanos como protagonistas en el cine y la televisión. En este caso, un repaso por los videojuegos donde nosotros somos los chicos malos. ¿Cuáles son los más memorables?


domingo, 6 de noviembre de 2016

“La cena”: César Aira y los zombies en Pringles


La cena es una obra breve y desconcertante del autor argentino César Aira escrita en el año 2006. La particularidad es que esta es una de las pocas que se ambientan en su ciudad natal (Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires) y tiene como antagonistas a un ejército de muertos vivientes.

Un hombre y su madre (con quien vive) van a cenar a casa de un amigo. Al regreso, el protagonista está viendo televisión a la noche y, gracias a una transmisión en directo, se entera de que la ciudad de Pringles está siendo invadida por una horda de Zombies que se escaparon del cementerio. A partir de ahí, se desata el caos.

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#SpoilerAlert: se revelan detalles de la trama y algunos giros argumentales de la historia. Quedan advertidos.

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Fiel al estilo de Aira, La cena es un texto muy cortito (se divide en tres partes y tiene apenas unas 130 hojas) y tiene un importante componente ensayista. El mismo autor ha afirmado que sus libros son ensayos que disfraza de novelas para que no lo tomen por loco. 

Su literatura es bastante particular e inclasificable.

Link a La Cena (de César Aira) en versión PDF => DESCARGAR

En este caso, nos encontramos con una obra de género fantástico que mezcla el terror y la comedia, la literatura y la televisión, el cine y la ficción. La narración fantástica se hace presente a través de una pantalla, con un programa en directo de la televisión de Pringles en el que una reportera trasmite un suceso extraordinario.


Lo curioso es que los muertos, a diferencia de los zombies conocidos por todos, abren el cerebro de sus víctimas y parecen absorber su endorfina. Sabemos que aquellas sustancias que el cuerpo produce de forma natural son utilizadas para atenuar el dolor y producir sensación de bienestar (por eso se las conoce como “las hormonas de la felicidad”). 

Entonces, los zombies literalmente le chupan la felicidad a los pueblerinos.

Apenas comencé a leer La Cena me encontré con una característica que también había notado en Cómo me hice monja (gran historia que reseñé en esta nota): una necesidad casi obsesiva de buscar la raíz de cada razonamiento, de tomar un hecho cotidiano y alargarlo hasta convertirlo en un pequeña teoría (el rasgo ensayista que subyace en cada texto de Aira).

Acá la historia arranca con el hijo perdedor y su mal arriada madre en la casa del amigo del protagonista, un adinerado y coleccionista de juguetes. 

La madre y el amigo se ponen a hablar de la gente de Pringles y ya en esta primera conversación vemos algo que da muestras de la idiosincrasia de pueblo: vincular apellidos de los vecinos, salpicar la charla de nombres azarosos. “La mujer de tal...”, “El farmacéutico de calle Stegmann que salía con la kiosquera de 25 de mayo”. “El casado con la de Pérez...”. 

Y así siguen por largo rato, mientras el protagonista se pega un aburrimiento bárbaro.

¿Para qué puede llegar a servir saber de memoria y recordar con una precisión de reloj, a lo largo de los años, los nombres de los vecinos y familias del pueblo? Lo ingenioso de la historia es que se convierte en la clave para vencer a los Zombies. Pero no me quiero adelantar.

Me paso algo muy loco mientras leía esta novela. Estaba en el sillón, calentito, tapado, leyendo, y en la mesa mi mujer y su hermana (ambas nacidas y criadas en Pringles) tomaban mate y hablaban sobre gente de Pringles que obviamente no conozco, nombres que me eran ajenos. Y es precisamente lo que sucede en la historia (y que justamente estaba leyendo en ese preciso momento). El paralelismo entre la ficción y la realidad del momento me pareció increíble. Me pregunto si Aira no habrá vivido situaciones similares.


La segunda parte es un delirio maravilloso, una versión de El regreso de los muertos vivos, de George Romero, que transcurre en Pringles. Para alguien como yo, que conoce bastante el pueblito, fue genial ver cómo Aira describe la invasión mencionando los lugares más importantes del lugar. Permite hacerte una imagen casi real de los eventos.

En medio de esta fusión absurda de fantasía y ensayo, el autor se hace un lugar para introducir comentarios sobre la sociedad del pueblo, su idiosincrasia y la poco equitativa distribución de las endorfinas. 

Eventualmente, los zombis son derrotados o, mejor dicho, obligados a volver a sus tumbas cuando los más viejos comienzan a identificarlos y a llamarlos por su nombre. “Ese de ahí es Aurelio, el hijo del panadero González”. “Aquel es Roberto, uno de los monaguillos”. De esa manera, aquel saber inútil que cohesionaba la memoria colectiva es el que impide la desaparición de esta comunidad.

La tercera parte es bastante más breve y de carácter reflexivo. Gracias a una sutileza narrativa, nos enteramos de que el protagonista pudo haber soñado todo porque se durmió viendo la película de Romero la noche anterior. 

Allí conocemos un poco más su personalidad y se revela que su amigo, el coleccionista de juguetes con plata, no le interesa en lo más mínimo, sino que lo necesita para encarar un negocio en el futuro.

La Cena nos habla de una posible invasión de zombies en Pringles pero, en realidad, son otros los temas que emergen del subtexto. La estupidez social, las líneas difusas entre ficción y realidad, la apatía, la manipulación mediática. La obra puede ser desmenuzada desde varias líneas de pensamiento, y creo que eso la convierte en una propuesta muy rica.

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jueves, 20 de octubre de 2016

Juan de los muertos: zombies en Cuba


Vi Juan de los muertos como parte del “Festival Internacional de Cine 2012” en Panamá (por esa época vivía allá).

Recuerdo que junto a El gato desaparece (de Carlos Sorín) fue la producción latinoamericana que más me gustó. Se trata de una delirante comedia de terror que tiene la particularidad de ser la primera (y única) películas de zombies en Cuba.  

La crisis de los zombies en Cuba

Esta comedia es una historia completamente loca, pero que funciona a la perfección. Juan (Alexis Díaz de Villegas) es un cuarentón que nunca hizo nada en su vida. Sin embargo, cuando el apocalipsis zombie desata su furia sobre Cuba, él encuentra una forma de enfrentar a los muertos-vivos y hasta hacerlo redituable. Monta un negocio bajo el lema: “Juan de los muertos: matamos a tus seres queridos”.

La ambientación es tan genial como triste. Las cosas están tan mal por allá que los protagonistas ni siquiera se sorprenden cuando todos se convierten en zombies (o “disidentes” como ellos los llaman). Este enfoque me pareció muy creativo. 

Y si a esto le sumamos un humor inteligente, políticamente incorrecto y grosero, el resultado es un potencial clásico del género.

Quizás peca de tener algunos minutos de relleno sobre la mitad y que los personajes a veces se fuerzan demasiado para ser graciosos. Pero son detalles que no tiran abajo esta gran producción del cine independiente. Desde lo técnico, me sorprendieron los efectos especiales (con un aire muy comiquero) y el trabajo de maquillaje. El soundtrack suma bastante y las actuaciones son memorables (incluso las de los “disidentes”).

Homenaje a los grandes maestros

La cinta nunca oculta que está parodiando a la brillante comedia inglesa Shaun of the Dead (que, a su vez, es una parodia de Dawn of the Dead, el clásico de George Romero de 1978). Lo que la hace especial es que, con la excusa de una invasión zombie en La Habana, se muestra una visión metafórica de lo que es vivir en Cuba bajo el régimen comunista.


La película del argentino Alejandro Brugués no para de hacerte reír y tiene situaciones muy ingeniosas. El director es fanático del género zombie y se nota. Acá se divierte con estas criaturas pero también se las ingenia para homenajear a los grandes maestros. 

Por ejemplo, en una escena en la que los sobrevivientes quieren escapar de Cuba en una balsa (cualquier parecido con la realidad…) aparecen muertos bajo el agua, como en Land of the Dead (también de Romero), una de las pocas historias que exploran la posibilidad de zombies acuáticos.

Palabras finales

En definitiva: Juan de los Muertos puede jactarse de ser única al presentar zombies en Cuba. 

Es un refrescante combo para esas historias de zombies que tanto nos gustan y recomiendo que la tengan en cuenta para pasar un rato divertido y, especialmente, si son asiduos al género.



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martes, 28 de julio de 2015

“This book is full of spiders”, una novela de David Wong


En el 2012 me encontré por casualidad con una película delirante que mezclaba terror y comedia de un modo fascinante. Resultó que esta cinta, John Dies at the End, era la adaptación cinematográfica de una novela de Jason Pargin, quien se maneja en la web bajo el seudónimo de David Wong.

Mi sorpresa, en realidad, fue doble. No solo me encantó John Dies at the End, sino que además el autor era uno de los genios detrás del sitio web Cracked.com, que sigo hace varios años. David Wong es un humorista tremendo y sus posts en la página siempre están entre mis preferidos (acá pueden leerlos).

Por eso, cuando me enteré de su segundo libro (“This Book Is Full of Spiders: Seriously, Dude, Don't Touch It”) lo descargué en formato ebook, en inglés, y lo encaré. La historia es una continuación de la anterior. La primera parte presenta a John y Dave, dos fracasados e inadaptados que viven en la ciudad de Undisclosed. Debido a que han tomado una suerte de salsa drogona que les ofrecieron en una fiesta, pueden ver cosas que otros no: monstruos, demonios, puertas fantasmas, todo tipo de creaturas. Pasan sus días realizando exorcismos con métodos poco ortodoxos y estudiando las puertas de la ciudad, que les permiten transportarse desde un punto remoto a otro. Ah, y viendo extraños seres grises que parecen ser quienes controlan la ciudad desde las sombras.

This Book is Full of Spiders comienza un par de meses después de los eventos John Dies at the End (que probablemente no murió en el final), y allí las cosas se vuelven todavía más extrañas.


Una noche Dave se despierta con una araña gigante intentando inyectarle veneno a su cerebro y que solo él puede ver (debido a los efectos de la droga soy sauce que tomó). Las arañas comienzan a multiplicarse y resulta que pueden “poseer” a las personas. El gobierno intenta frenar la epidemia, John accidentalemnte le manda fotos de sus genitales a Dave y, mientras tanto, grupos anti-zombies comienzan a movilizarse. El detective Lance Falconer llega para resolver el caso al lado de los “héroes” y un perro (Molly) parece ser la clave de la salvación.

Sí, es uno de esos libros.

La verdad es que la novela es 25% terror y 75% comedia. Especialmente el primer tercio, cuando las cosas están recién comenzando, la historia es muy graciosa por los diálogos astutos, el humor picante y las situaciones que se generan a medida que crece la epidemia. Es una suerte de historia de H.P. Lovecraft con la picardía que caracteriza al escritor. De hecho, es como leer un extenso artículo de Cracked.com, pero con narrativa.

David Wong detiene ocasionalmente la trama para insertar sus comentarios mordaces y estudiar en detalle ciertas circunstancias que desarrollan aún más la personalidad de los protagonistas John y Dave.

La historia se divide en tres grandes secciones que son cuentas regresivas hacia eventos importantes. El primer libro comienza 48 horas antes del brote epidémico, el segundo 8 días y medio antes de la masacre en el Asilo Ffirth y el tercero 12 horas antes del bombardeo aereo a la ciudad de Undisclosed

Una verdadera carrera contra el tiempo.

Los zombies hoy son extremadamente populares, y las comedias de zombies todavía más. “Shaun of the Dead” (2004), “The Cabin in the Woods” (2012), “Zombieland “(2009) o la impecable “Juan de los Muertos” (la primera película sobre zombies cubanos) han demostrado que el tema da para hacer buena ficción.

Sin embargo, en “This book is full of spiders” el género está deconstruido. En el libro, los fans de las películas de zombies sienten que finalmente tienen chances de poner en práctica lo que aprendieron viendo el cine de George Romero solo para descubrir que están horriblemente poco preparados para enfrentar la realidad (por supuesto: mueren sencillamente y de formas muy horrorosas)


Otra cuestión interesante (y que suma al factor de comicidad) es que tanto John como Dave son un par de inutiles que solamente complican las cosas. El hecho de que John queme la casa de Dave (en un intento de detener el brote) es exactamente lo que provoca la epidemia de arañas. Incluso, el villano (que se revela solo al final de la novela) comenta que los intentos de ellos de “salvar el día” solo empeoraron las cosas, y que sin su intromisión su malvado plan no habría sido posible.

El punto de vista del narrador (siempre primera persona) va cambiando constantemente y eso nos permite meternos en la mente no solo de Dave (gran protagonista de la primera parte de la saga) sino también de John y de Amy (la novia de Dave, que representa uno de los personajes mejor logrados de la obra). ¡Incluso hay capítulos tremendos donde vemos lo que sucede desde el punto de visto de un perro!

La historia en sí es lineal, pero guarda algunos atrapantes giros argumentales y está plagada de referencias geeks a la televisión contemporánea, al cine y a la ciencia ficción. La cancelada serie de culto Firefly y la saga de Aliens, por ejemplo, se referencian directamente.

Sin entrar en demasiados detalles sobre la trama, es muy entretenida. Es lectura ágil, grotesca, ideal para los fans de lo bizarro y las comedias de terror. No creo que sea un libro absolutamente indispensable o fundamental, aunque se las ingenia para poner en relieve algunas cuestiones sociales, generar discusiones pseudo-científicas (se explora la temática del número de Dumbar, por ejemplo) y darle un giro de tuerca al género epidémico y de zombies.


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