Los artistas del entretenimiento han estado rasgando la delgada tela entre la ficción y su audiencia desde tiempos inmemoriales. En 2020, Enola Holmes lo hizo… y lo hizo mal. Hoy: la cuarta pared en el cine. ¿Cuándo funciona su ruptura?
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Interactuando con el público
El término “cuarta pared” proviene originalmente del teatro. En la Grecia Antigua seguramente hubo un equivalente ateniense de Ryan Reynolds que tiraba chistes sobre el Universo Cinematográfico de Sófocles.
Definamos primero el concepto. Si un escenario está hecho de tres paredes, entonces la cuarta sería la imaginaria, la ficticia entre el escenario y los espectadores. Así, la ruptura de la cuarta pared en el cine ocurre cuando se penetra ese espacio imaginario, llegando directamente al público, quebrando la ilusión de realidad.
En el cine y la televisión, esto puede manifestarse como una interacción directa a la cámara o algún tipo de conciencia de la audiencia y compromiso con ellos.
La serie Community, por ejemplo, solía hacerlo muy bien. De vez en cuando, el fantástico personaje principal Abed decía algo para romper la cuarta pared.
Sin embargo, no le hablaba a la cámara sino a sus compañeros de reparto, señalando lo ridículo o cliché de una situación particular. Es un tipo sutil de ruptura; lo suficiente para obtener esa recompensa cómica, pero no demasiado como para ser discordante.
Cuando se utiliza como dispositivo narrativo, puede ser una forma dinámica de involucrar a la audiencia con el personaje y la historia. Cuando se hace mal, puede sentirse instantáneamente como algo disonante e incómodo.
El caso de Enola Holmes
A veces, romper la cuarta pared en el cine se reduce a una cuestión de inseguridad. Quizás esto sea lo que sucedió con Enola Holmes, una especie de elseworlds de Netflix que toma elementos clásicos de Sherlock Holmes para brindar una nueva apuesta por una franquicia joven y familiar.
Se trata de un producto pasajero para mirar sin pensar demasiado. Nada es muy complicado y todo está sobre-explicado por una Millie Bobby Brown mirando a la cámara constantemente. Todo esto sirve para distraer en lugar de sumergirnos en su punto de vista y la trama.
El gran problema con la ruptura la cuarta pared en el cine es que nos recuerda que estamos viendo una ficción. Elimina la posibilidad de convertirnos, al menos por un rato, en el personaje principal. El caso de Enola Holmes es fallido porque ella interrumpe constantemente el ritmo y la fantasía generada, arrastrando al espectador fuera de la historia. Ahoga en exposiciones.
La película de Eleven sin poderes no es mala, solo insulsa. No cansa y es agradable, con cierta frescura y un mensaje positivo sobre seguir nuestro propio camino. Pero es de esas producciones sin un director, sino con una gran productora detrás que busca un resultado audiovisual efectivo.
La cuarta pared en el cine: ¿cuándo funciona?
Disfruto de este elemento metatextual cuando realmente tiene un motivo de ser. Frank Underwood, de House of Cards, muestra mucho sobre su manera de ver el mundo cada vez que hace un guiño a la cámara o se dirige directamente a la audiencia. El tenso drama es también cortado, agradablemente, por estos toques de humor ácido que tiene su personaje.
Muchas películas han utilizado esta herramienta de una forma u otra, pero Deadpool ha logrado convertirse en el símbolo de todas las películas que rompen la cuarta pared en el cine.
Este anti-héroe de cómics quiere divertirse más que nada, y los comentarios fuera de la ficción son un aspecto esencial para garantizar que la audiencia se divierta con él. Deadpool casi se siente como si fuera él mismo quien dirige sus propias películas… y realmente funciona.
Siguiendo la línea de utilizar esta técnica con fines cómicos tenemos Ferris Bueller’s Day Off (1986) Aunque el comportamiento travieso de Ferris puede ser desagradable para algunos, inmediatamente hace que los espectadores se sientan del lado del protagonista al permitir que él explique exactamente por qué debe ser astuto y engañoso para poder disfrutar su día.
Un caso interesante para mencionar es el de Funny Games, de Michael Haneke. El trabajo de Haneke ciertamente no es del gusto de todos: para mí se trata de un realizador impecable, con producciones enormes para debatir por horas, como Caché y The White Ribbon.
El cineasta hizo tanto una versión en alemán de Funny Games como una nueva americana. En esta última (quizás la mejor de las dos) el personaje de Michael Pitt mira repetidamente a la cámara y se dirige a la audiencia, esencialmente preguntando su opinión de lo que piensan sobre los diferentes aspectos de la película.
Esta ruptura de la cuarta pared hizo que muchos espectadores se sintieran cómplices de la tortura que se estaba perpetrando contra la familia inocente.
A lo largo de la película, el villanesco Paul muestra conciencia de las expectativas del público. Hay hasta una famosa escena que involucra a un control remoto (y es fantástica). Es un ejemplo de cómo la técnica puede contribuir a la experiencia de terror.
La pared cayó hace rato
La ruptura de la cuarta pared en el cine tiene una historia tan antigua como la del cine mismo. En 1903, el director Edwin Porter estrenó Asalto y robo de un tren. En este corto se puede ver, en su escena final, cómo el personaje dispara directamente al público, rompiendo los límites que nos separaban de la película. Todo un hito que generaría una tendencia.
Algunos años más tarde, el famoso dúo cómico conocido como “El gordo y el flaco” mostraba este tipo de técnicas en sus películas. En muchos de sus gags se puede ver a Oliver Hardy (el gordo) mirando a cámara siempre que su compañero metía la pata y era él quien sufría las consecuencias.
El cine de comedia siempre se prestó más para la interacción directa con el público, debido a su condición más teatral y empática. En las películas de los Hermanos Marx, por ejemplo, Groucho suele dirigirse al público para compartir algunos de sus pensamientos y sugerencias. También se lo ve haciendo guiños constantes a los espectadores.
Ya he hablado de Psicosis en el pasado, en relación a cómo fue la génesis del género slasher y por los elementos de cine negro que incorpora.
En su aterradora escena final vemos a Norman Bates mirando directamente a la cámara, compartiendo su más oscuro secreto con nosotros. Es una de los planos más recordados y famosos que luego tomó el protagonista psicópata de La Naranja Mecánica (en una clara referencia).
Por supuesto, estos son apenas algunos ejemplos de la ruptura de la cuarta pared en el cine. ¿Se les ocurren otros? ¡Hasta la próxima!
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Las comedias de Aristofanes, el primer recuerdo que se me ocurre. En comedias como La ranas, Pluto.
ResponderEliminarEl santo, con Roger Moore, en que el protagonista explica al espectador donde está, que suele suceder en ese lugar.
Los Simpsons han jugado con ese recurso, para revelar que se le estaba hablando a otro personaje.
Es un recurso efectivo, cuando se lo sabe usar.
Saludos.
Los Simpson. Siempre adelante.
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