En algunas historias no hay manera
de saber lo que va a ocurrir, en gran parte porque ello sale de la nada y el
próximo evento de la trama también sale de la nada. Y así sucesivamente, sin
tener ningún tipo de preparación lógica de eventos anteriores. Los personajes
existen únicamente para reaccionar a lo que sea que el escritor les tire.
Cuando esto sucede, estamos ante películas con tramas de eventos aleatorios.
***
Aleatoriedad: ficción vs la vida real
La aleatoriedad es algo que sucede
todos los días en la vida real. Sí, de acuerdo, hay cosas que suceden por una
razón. Si pongo la mano en el fuego, me quemo. Y, a la larga, si me paso toda
una vida de cero ejercicio, todo
el vicio que pueda y mucha birra artesanal, a los 30 tengo pancita
cervecera. Son relaciones de causa y efecto.
Pero muchas cosas de las que nos
ocurren son simplemente caóticas, sin orden o lógica aparente.
Curiosamente, a pesar de la
ocurrencia de cosas aleatorias en la vida real, su representación casi nunca es
apreciada en las obras de ficción. Como espectadores, automáticamente tendemos
a buscar explicación a la narrativa o los comportamientos de los personajes.
El punto A debería llevarte
orgánicamente al punto B. Cuando eso no pasa, los eventos pueden aparecer como
producto de una mala escritura o ser absurdos por el simple hecho de ser
absurdos.
Las comedias hacen esto todo el
tiempo. El género se preocupa más por colocar los gags y chistes primero y la
narrativa después. Podríamos decir que ocurre algo similar con los videojuegos
y el género de acción. En franquicias como Misión
Imposible o John Wick, los
realizadores primero diseñan las alocadas secuencias de acción que quieran
llevar adelante y después crean un argumento alrededor de ellas.
Sin embargo, cuando otras obras de
ficción hacen esto, pueden ser bastante disonantes. Algunas producciones
consideradas más “artísticas” o “experimentales” son, de hecho, películas con
tramas de eventos aleatorios. Veamos algunos casos memorables.
A Pigeon Sat on a Branch
Reflecting on Existence (2014)
Un primer ejemplo concreto. Esta
pieza absolutamente extraña del sueco Roy
Andersson (que ganó el León de Oro en el festival de cine de Venecia el año
de su estreno) tiene el nombre más genial del mundo a pesar de nunca centrarse
en palomas reflexionando sobre su existencia en lo alto de una rama.
La obra gira libremente y, en su
mayoría, en torno a las desventuras de dos vendedores ambulantes, Sam y
Jonothan. En el medio vemos escenas súper desconectadas unas con otras, como sketchs de comedia negra que, sin
embargo, son muy secos y fastidiosos.
Nunca hay palomas reflexionando sobre su existencia en lo alto de una rama en esta película
Lo más parecido a un narrativa
convencional que tiene la película (Sam y Jonothan tratando de vender artículos
de broma) realmente no va a ninguna parte, y hay muchas escenas que se pueden
describir mejor como bocetos individuales.
Como es costumbre del director
(esta película en realidad forma parte de una trilogía temática) cada escena
termina cinco segundos después de que se supone que está terminada. La cámara
permanece ahí, quieta, molestando, en numerosas ocasiones.
Las películas de Richard Linklater
Richard Linklater es un gran
devoto de las películas con tramas de eventos aleatorios. Dazed and Confused (1993),
Waking Life (2001) y especialmente Slacker
(1991) tienen la similitud de contar
con un elenco de grandes figuras que pasan por una serie de eventos sin trama y
que, muchas veces, ni siquiera están relacionadas entre sí.
De hecho, Linklater tiende a
complementar la inexistencia de una trama per sé con películas donde no suele
pasar nada. El director es famoso por contar historias sin una narrativa
principal, a tal punto que esta es una de sus marcas registradas.
Las películas de Richard Linklater
Tomemos el caso de Boyhood (2014). Allí hizo, además, algo que nunca antes se había hecho en la
historia del cine: filmar a lo largo de 12 años con el mismo elenco, de tal
manera que fue posible contar una hermosa serie de viñetas íntimas sobre crecer
y volverse un adulto.
Otros directores famosos como Jean-Luc Godard y Quentin Tarantino también le dedican un esfuerzo a crear películas
sin un verdadero hilo conductor.
El cine clase B
Del otro lado del espectro tenemos
al cine B (de berreta). The Room (2003) tiene tal vez media hora de trama
real. El resto son eventos completamente sin sentido y tramas sin resolverse
que no agregan nada a la historia principal.
Por su parte, Mortal Kombat: Annihilation (1997)
intenta meter la mayor cantidad posible de la enorme lista de personajes de Mortal
Kombat 2 y 3 y, por lo tanto, los protagonistas se encuentran y luchan
entre ellos aleatoriamente mientras la historia (supuestamente) avanza.
Y ni hablar de las producciones de
Neil Breen. Ninguna de ellas –cuatro
hasta ahora– parece tener una línea narrativa real aparte de presentar a Neil
como el personaje central (llamarlo protagonista sería una exageración).
Neil Breen y sus múltiples computadoras en escena
Las obras de explotación o el arte
de bajo nivel (como las adaptaciones de novelas pulp) frecuentemente son
películas con tramas de eventos aleatorios. Simplemente agregan al azar
emociones baratas como violencia, conmoción, sexo, acción, bromas y product placement, porque los creadores
quieren ganar dinero rápidamente sin molestarse demasiado sobre el argumento.
La mayoría de las veces los
espectadores se dan cuenta y lo critican. Pero cuando la audiencia es la
correcta, estas escenas aleatorias les proporcionan las emociones baratas que
su cuerpo necesitaba.
Un perro andaluz (1929)
No querría cerrar la nota sin
mencionar al género surrealista. Creado en 1920 por André
Bretón y otro grupo de intelectuales, el movimiento renegaba del arte
moderno y utiliza el método de la libre asociación para la escritura. Estos
“modos automáticos de escribir” permitían, en teoría, liberar al inconsciente
sin tener que preocuparse por la estética o la moral.
Dos realizadores que formaban
parte de aquella corriente, Luis Buñuel
y Salvador Dalí, concibieron Un perro andaluz (1929), quizás el primer ejemplo de ficción azarosa. Se trata de un
experimental corto de 16 minutos que transgrede todos los esquemas narrativos
canónicos.
Hay una perturbadora escena en la
que un hombre abre el globo ocular de una mujer. En otro momento, un tipo vestido
de monja es atropellado en la calle por un camión y otro tiene un enorme
agujero en la palma de la que salen las hormigas. También vemos a alguien que
le da a un segundo individuo dos libros, que se convierten en dos pistolas que
usan para dispararle al primer hombre. Y estos son solo algunos ejemplos.
Hay un montón películas con tramas
de eventos aleatorios. En el blog he
hablado de varias. Quizás el lector más avispado pueda comentar sobre
algunas más.
Nota originalmente publicada en Alta Peli.
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=>> Otros posts sobre CINE en el blog: “Todo
es un remix: breve introducción a los clásicos del cine”; “Videodrome:
entre McLuhan y lo reprimido”; “Frances
Ha y el encanto de filmar en blanco y negro”; “Claves
para entender Stalker, de Andrei Tarkovsky”; “Shin
Gojira (2016): la reinvención de Godzilla”.
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