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sábado, 26 de diciembre de 2020

“Dogtooth” (2009) como parábola del control

 

¿Último post del año? Most likely. La ganadora del premio “Un Certain Regard” (que reconoce trabajos “innovadores o diferentes”) en Cannes en 2009 es una de las películas más extrañas que vi en mi vida. Hoy: Dogtooth, de Yorgos Lanthimos.



***

El cine de Lanthimos

El griego Yorgos Lanthimos tiene algo con la identidad y el surrealismo naturalista. Desde sus inicios experimentales en el bajo mundo del cine independiente hasta llegar a The Favourite, nominada al Oscar, estos son los dos grandes temas que definen a sus producciones.

Su popularidad sólo creció con películas como The Lobster (2015) y The Killing of a Sacred Deer (2017). La primera explora el aplanamiento represivo de la identidad (y la resistencia que eso conlleva) en una sociedad autoritaria que te convierte en un animal (de tu elección, al menos) si no cumplís por los rituales impuestos.

La obra del 2017, igualmente protagonizada por Colin Farrell, también profundiza esta cuestión, ya que la búsqueda de una identidad se reduce a una serie de transacciones frías, con personajes que luchan por ser relevantes.


Lo que une al cine de Lanthimos es su continuo interés en las comunidades, el diálogo robótico, el humor negro, una inquietante atmósfera de surrealismo y un compromiso permanente con la experimentación.

El realizador muchas veces invierte o ignora por completo los géneros que está abordando. En cambio, sus películas son experimentos sociales que se basan en imaginar conceptos hiperrealistas en realidades más o menos distópicas.


Cárceles domiciliarias: ¿de qué va Dogtooth?

Dogtooth es una película hecha más de conceptos que de imágenes. Si bien hay varias escenas muy fuertes de ver, lo más probable es que la que cause mayor impresión sea una del final que encapsula los extraños rituales de la familia.

Para celebrar el aniversario de bodas de sus padres, las dos hijas bailan un baile súper torpe, inventado por dos niños que no tienen conocimientos de baile, mientras su hermano acompaña con la guitarra. Después de que la niña más joven se retira, la mayor rebelde comienza a arrojar su cuerpo con un abandono extraño y maníaco, hasta que sus padres se oponen a esta demostración de individualidad.

La historia está protagonizada por un esposo y una esposa que mantienen a sus tres hijos adultos dentro de los muros de su extensa finca, advirtiéndoles de los supuestos peligros del mundo exterior.

Los padres explican que los niños sólo pueden irse cuando se les caiga el “diente de perro” (es decir, su canino). Al no tener otras opciones, los niños pasan sus días participando en juegos rarísimos y aprendiendo erróneamente sobre el mundo que los rodea.



Su única visitante externa es Christina, una guardia de seguridad en el lugar de trabajo del padre, que es traída para interactuar sexualmente con el hijo. Mientras ella interactúa con los niños, va revelando conceptos del mundo e introduce realidades externas que despiertan su curiosidad de los chicos.


Lo excéntrico de Dogtooth

Pese a lo extraño de todas las situaciones que se presentan (que pasar de un drama oscuro a una comedia bizarra) el mensaje de la obra de Lanthimos es claro: Dogtooth es una parábola sobre el control. Pero ya llegaremos a eso. Primero me quiero centrarme en lo raro, que es lo que hace que la película se vuelva realmente interesante.

Un primer aspecto es el anacronismo que se maneja. Es un dispositivo narrativo que hoy es muy popular (en Riverdale abusan de este recurso, por ejemplo) pero que no lo era tanto en su momento.

Christina y la familia ven exclusivamente casetes VHS. Las películas que tiene Christina son de los años 70 y 80. El teléfono oculto de la casa de la familia es un disco giratorio. Sin embargo, el padre tiene un teléfono celular. Esto hace que el relato funcione como “fuera del tiempo”.

Por otro lado, las escenas de sexo entre Christina y el hijo son tristes y casi “clínicas”, mientras que las otras que se muestran son blanditas por el incesto y la inocencia de los niños, que no comprenden el significado de la acción.



Además, tenemos el hecho (no menor) de que los significados de las palabras ordinarias se han cambiado. Así, Dogtooth nos presenta una visión inquietante de una familia “ordinaria” donde las reglas básicas del comportamiento social se han alterado de manera impredecible, por razones que solo se pueden adivinar.


Una parábola sobre el control

“Dogs are like clay, and our job here is to mold them. Every dog is waiting for us to show it how it should behave. Do you understand?”

Lanthimos nos pone frente a dos padres que construyen una realidad aislada para su descendencia enclaustrada al explorar todos los aspectos de la vida diaria en el recinto. El mundo entero de los niños se limita a la casa, un jardín rodeado por un muro alto detrás (del cual se les dice que existen criaturas horribles que los matarán, a lo The Village) y una piscina.

Hasta donde ellos saben, un hermano desaparecido y la prostituta Christina son las únicas otras personas que existen en el mundo. Por supuesto, no se permite la televisión (la familia únicamente ve videos caseros de ellos mismos) y se les dice que los aviones que vuelan sobre sus cabezas son meros juguetes.

Es comprensible que –mantenidos en un estado de infancia forzada– se conviertan en adultos inmaduros, aburridos e insatisfechos. Su mundo restringido no contiene suficientes elementos para construir ni siquiera una fantasía durante los sueños. Obviamente para todos, excepto para sus padres, los niños extrañan algo en sus vidas (y no es solo el sexo).

Lo que resulta inquietante en Dogtooth es que los padres traten a sus hijos como ratas de laboratorio. Da miedo pensar que alguien pueda mentir de manera tan convincente y arbitraria sobre absolutamente todo, por trivial que sea.


Los niños son víctimas inocentes, pero también son horribles de ver, casi inhumanos. No reaccionan como personas reales (porque no se les ha permitido convertirse en personas reales). Sus expresiones faciales están apagadas, sus patrones de comportamiento son impredecibles y desconocidos. Incluso bailan torpemente.

La frialdad de sus padres es escalofriante y la falta de explicaciones de sus planes y planes es aterradora. Dogtooth, como dije, es una parábola sobre el control. Cuando el padre lanza la peor maldición que se le ocurre, es: “espero que sus hijos tengan malas influencias y desarrollen malas personalidades”.

Para él, el mayor horror no es que su descendencia sea infeliz o no alcance su potencial, sino que se vea influenciada por fuerzas fuera de su control. Siniestramente, él y la madre parecen más molestos cuando un niño es desobediente que cuando se presume que uno está muerto.


Control parental extremo

La forma específica de control que se ejerce acá es el control parental, algo con lo que la mayoría de nosotros podemos identificarnos. Todos nos hemos desilusionado al descubrir que nuestros padres no son perfectos y nos han mentido. Eventualmente descubrimos que no existen Santa Claus, el Ratón Perez o la felicidad plena.

Cuando el adiestrador de perros intenta convencer al padre de que no se lleve a su perro callejero antes de tiempo, le pregunta: “¿Queremos un guardia que nos respete como amos y haga sin vacilar todo lo que le pidamos?”. El padre quiere exactamente eso de sus hijos; los quiere dóciles y complacientes.

Hay algunos intertextos interesantes en Dogtooth. El concepto de que los padres enseñan deliberadamente a sus hijos los significados incorrectos de las palabras recuerda el discurso de Orwell en la novela 1984, y los enemigos imaginarios que supuestamente merodean fuera de los muros del complejo suenan a las guerras imaginarias libradas en ese mundo distópico para imponer un sentido de desesperación y camaradería en la población.

La película también funciona como alegoría minimalista de las dictaduras. Imposible no pensar en las máquinas de propaganda en la Alemania Nazi que enloquecieron a toda una nación, o a las dictaduras comunistas que directamente reescribieron libros de historia para tratar de mantener a la gente ignorante durante décadas.



El relato de Lanthimos coquetea con nuestras profundas dudas epistemológicas de que a nosotros mismos se nos podría haber lavado el cerebro sin saberlo. Todo lo que nos han dicho nuestros padres, instituciones, gobiernos, incluso nosotros mismos, podría ser una gran mentira; como aquellos niños, estaríamos viviendo una pesadilla, pero ni siquiera lo sabríamos.


Palabras finales

El escenario de Lanthimos es similar al inventado por su antiguo antepasado griego, Platón, con su Alegoría de la Cueva. En Dogtooth, los niños son mantenidos en una villa aislada y se les miente sistemáticamente. Ven imágenes de cosas reales (aviones) y, por el truco de la perspectiva, creen que son meros juguetes no más grandes que sus manos.

Los prisioneros alegóricos de Platón se mantuvieron encadenados desde el nacimiento, sus campos de visión restringidos para que solo pudieran ver sombras que pasaban por las paredes de la cueva, nunca viendo las cosas como realmente son.

Como en el Mito de la Caverna, la película muestra la misma fe en que vale la pena luchar por el conocimiento genuino de la realidad, por doloroso que sea de obtener, ya sea que vivamos encadenados en una cueva o en una hermosa y pintoresca finca.

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=>> Otros POSTS CINÉFILOS en el blog: “¿Cuándo funciona la ruptura de la cuarta pared?”; “Frances Ha y el encanto de filmar en blanco y negro”; “Los secretos detrás de Under the Silver Lake”; “Interpretando el final de Star Wars: The Last Jedi”; “El viaje al inconsciente en The Naked Lunch”.

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4 comentarios:

  1. Creo que lo más importante de la película es cómo la hija mayor va desarrollando un deseo de libertad a partir de los VHS que le va pasando Christina, como una metáfora de lo que el arte es capaz de producir en la gente.

    Según algunos indicios que va dejando la película, creo que entre los títulos que la hija mayor ve están: Rocky (reproduce la icónica escena donde Rocky desprende una lluvia de transpiración tras un golpe, además nombra a un tal “Apollo” en uno de sus textos); Tiburón (hay una escena en la pileta junto a sus hermanos con un diálogo peculiar que recuerda a esa película); Flashdance (en la escena del baile final que vos describís, creo que quiere imitar justamente el baile final de la peli).

    Otra cosa que me llamó la atención es que los hijos no tengan nombre. En un momento, la hija mayor decide que quiere llamarse Bruce, intuyo que debido una vez más a la influencia de los VHS, pero cuando le propone a la hermana menor que elija un nombre, ésta elige algo ridículo, creo yo, dejando en evidencia de que no sabían el concepto de “nombre”, y lo que es peor, dejando en evidencia el desapego que esos padres sienten por sus hijos. Vamos, uno le pone nombre hasta a las mascotas.

    A mí me gustó mucho esta película, la vi hace un montón así que es probable que se me escapen muchas cosas porque vaya que tiene tele para cortar.

    Me llamó la atención que escribieras sobre Kynodontas y me encantó la reseña que hiciste. Por eso me animé a dejarte este comentario aunque no esté seguro de si llegarás a leerlo.

    Saludos y feliz año.

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    Respuestas
    1. Hola, desconocido. Por supuesto que voy a leer tu comentario, y más si es así de interesante. Grandes aportes metiste ahí, con algunas cosas importantes que me olvidé de mencionar (como el hecho de los nombres).
      ¡Excelente interevención! Me encanta ver este tipo de películas bizarras porque te re abren la cabeza.
      Saludos.

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    2. ¡Muchas gracias por la respuesta!

      A mí también me gustan las películas que te permiten debatir después de mirarla y ésta en particular, ¡y este director!, se prestan para eso.

      Como dije, hace años que vi esta película porque en su momento he colaborado en la elaboración de los subtítulos para uno de los dos o tres sitios especializados en eso. (Pensá en uno: es ése). Por eso recuerdo con precisión algunas cosas; otras se me escaparán, como es obvio.

      Como también dije, me gusta mucho esta película. También me partió la cabeza la primera vez que la vi y la recomiendo cuando me dejan. Algunos dicen que Lanthimos tomó prestada la idea de la película mexicana “El castillo de la pureza”. En verdad, esa película está basada en un caso de la realidad. Es posible que se haya inspirado en ella, no lo sé, lo cierto es que también vi la película mexicana pero, en mi opinión, Kynodontas le da mil vueltas. Sólo se parecen en la premisa de la familia encerrada en una casa y en que el padre es el único que sale a la vida cotidiana.

      Si me permitís, te recomiendo una película de la última cosecha. En realidad es del año pasado, pero bueno, pandemia mediante, se podría decir que es de las pocas buenas novedades de este año: “Seules les bêtes”, de Dominik Moll.

      Buen año nuevamente.

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  2. A medida que fui leyendo la reseña, fui recordando la alegoría de la caverna.
    Y también me hizo acordar La aldea, del director de El protegido, Sexto sentido. Pero más drástico.
    Me despierta interés la reseña.

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