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miércoles, 16 de julio de 2025

OneShot y el rol de Dios en los videojuegos


“OneShot” parece un adorable e inofensivo ripoff de “Undertale”, pero este indie de puzzles esconde algunas mecánicas de juego maravillosas.





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Estoy jugando menos que antes. Pero, hey, así y todo este es el quinto del año luego de Balatro (Sr. Juego al que volveré pronto), Stanley Parable DeluxeMinishoot Adventures y Felvidek. Todos tienen sus lindas reseñas en el blog, by the way. Pero ahora hablemos de OneShot.


💘 Una mochila emocional

Desarrollado por Eliza Velasquez y NightMargin (Casey Gu), OneShot salió allá por el 2014 como un experimento hecho en RPG Maker y fue relanzado en 2016 en Steam con un capítulo final que agrega más contenido, más dolor y más conciencia de que tus acciones en el juego tienen consecuencias.

Controlamos a Niko, una criatura humanoide con ojos de gato, cara de no entender nada y una mochila emocional que se agranda a medida que avanza la historia.

Niko se despierta en una casa oscura, encuentra una lamparita mágica (que resulta ser el nuevo sol de un mundo que se está apagando) y tenemos que guiarle hasta una torre gigante para devolverle la luz al universo.

Hasta acá, un clásico cuento del chosen one con un objeto místico. Pero OneShot no va tanto por ese lado. Niko no solo sabe que está dentro de un mundo virtual, sino que también te habla a vos. Te llama por tu nombre real (que saca de tu PC sin pedir permiso) y te reza como si fueras el mismísimo Dios.



No es un juego de combate. No hay enemigos ni hay bosses. Es una experiencia más narrativa con enfoque en la exploración tipo wanderlust. Como en A Short Hike, te podés perder por horas hablando con gente random y recorriendo el mapa.

También hay una buena cantidad de puzzles (varios muy entretenidos, sólo algunos pocos frustrantes) y muchas fetch quests (buscar cosas para combinarlas y abrir puertas como en una aventura gráfica clásica).

El aspecto más interesante es que logra una conexión emocional con el protagonista. Porque a OneShot no le interesa que salves al mundo, sino que quieras cuidar a Niko. Que le conozcas, que te preocupes, que acompañes esta historia de fe, sacrificio y abandono.

De hecho, cuando Niko duerme, el juego se cierra. Y cuando lo abrís de nuevo, ves sus sueños. Pancakes incluidos.

Soy ambiguo con el género a propósito: el juego nunca se refiere a Niko con palabras ni pronombres de género, y su atuendo, de todos modos, lo deja impreciso. Niko es lo que vos querés que sea.

A nivel visual, OneShot es hermoso en su sencillez. Tiene ese pixelart que no se hace el moderno, sino que apuesta a la expresividad y a los detalles tiernos. La música no va a quedar en tus playlists, aunque encaja bien con el tono melancólico de la historia.

 

👾 El dilema del final

Un aspecto curioso es que OneShot rompe la cuarta pared como lo hacen Doki Doki o The Hex. La gran mayoría de los puzzles requieren que literalmente salgas del juego para buscar archivos en tu PC, investigar tu fondo de pantalla, etc.

Navegar por el laberinto de la Torre, por ejemplo, requiere abrir un programa colocado por el autor en la carpeta Documentos y superponer correctamente las notas generadas sobre la ventana del juego para que indiquen adónde debe ir Niko. Es medio molesto, sí, pero también de una genialidad absoluta que me recordó muchísimo a IMSCARED (ahí tienen otra gran recomendación gamer)



Mini spoiler-alert. El juego tiene múltiples finales, todos con cierto sabor agridulce. Y sin ánimos de arruinar la historia demasiado: el dilema final es una cachetada filosófica.

¿Salvar el mundo… o salvar a Niko? Hay que elegir bien porque no hay vuelta atrás. (Bueno, más o menos... pero el juego se acuerda de todo, al mejor estilo Undertarle).

Me llevó unas 5 horas terminar OneShot y me enorgullece que sólo tuve que recurrir a una guía en dos momentos concretos del final. En general, si bien el mundo parece ser enorme, el título hace un buen trabajo para dirigir tus acciones y llevarte de la mano sin que se note tanto.

 

⚖️ OneShot vs Undertale

Hablemos del elephant in the room: la inevitable comparación. ¿OneShot es como Undertale? La respuesta corta: no. La respuesta larga:

Ambos son indies adorables que rompen la cuarta pared, te emocionan, te hacen preguntas existenciales y tienen fandoms que dibujan fanart hasta en la servilleta del desayuno. Pero en realidad van por carriles distintos.

Mientras que Undertale es una ópera caótica de combate estilo bullet hell, decisiones morales, humor delirante y personajes memorables (Sans es el esqueleto más cool). Sus finales dependen de cómo tratás a los demás: matar, perdonar, ignorar… todo cuenta.

OneShot, en cambio, no tiene combate. Acá no se trata de “qué elegís hacer con los demás”, sino qué hacés con vos mismo frente a una criatura que confía ciegamente en vos. El foco está en la relación con Niko, en lo personal, en lo íntimo. Undertale te hace pensar en la moral del mundo. OneShot reflexiona sobre tu responsabilidad como jugador-Dios y, si me apurás un poquito, hasta como persona.



Undertale te dice: “Podés ser un héroe o un villano, vos decidís”. OneShot te tira un: “Mirá, loco, este gatito confía en vos. ¿Vas a traicionarlo?”. Si podemos convenir que ambas son experiencias que trascienden el teclado y que Undertale, decididamente, llegó mucho más lejos a nivel popularidad.

 

💀 Epílogo

Disfruté de OneShot. No me volvió obsesionó completamente como lo hizo Undertale en su momento, digamos todo. Sí me pareció una linda experiencia y, para ser un videojuego hecho con RPG Maker (con todas sus limitaciones), es más complejo de lo que aparenta. También cuenta con varias opciones para rejugarse. De hecho, ahora que lo terminé podría meterle al NewGame+ para encontrar el True Ending.

Es una de esas gemas ocultas que no vienen a impresionarte con gráficos AAA, cinemáticas explosivas o sistemas de combate sofisticados.

Entre sus muchos aciertos, se destacan su original narrativa metatextual, el uso creativo de la cuarta pared (que no solo la rompe, la dinamita), una estética pixelart que rebosa sensibilidad, y una conexión emocional real con el protagonista.


¿Lo negativo? Su gameplay puede sentirse algo limitado, las mecánicas de “buscar y combinar ítems” son bastante tradicionales y los personajes secundarios, aunque interesantes, no llegan a desarrollarse del todo.

Incluso con esos detalles, OneShot logra algo que pocos juegos consiguen: que te importe más el destino de un personaje que el de todo su mundo. Y eso, en esta era de experiencias desechables, es un montón.

 

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=>> Otras notas sobre VIDEOJUEGOS en el blog: “Ficción interactiva y terror en “Doki Doki Literature Club!”; “Undertale: moralidad y consecuencias”; “A Short Hike y el wanderlust”; “There Is No Game” y el gaming metatextual”; “El misterio meta-narrativo en “The Hex” (2018)”; “La filosofía detrás de Bioshock <==

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