Relatos que se adentran en el terreno de lo
extraño, lo surrealista e incluso lo sobrenatural. Reseña de “Pájaros en la
boca y otros cuentos”, una fascinante antología de Samanta Schweblin.
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Destreza, originalidad y seguridad
Decir que Samanta Schweblin es una de las escritoras argentinas más importantes
de nuestra generación sería quedarse corto. Desde la publicación de su primer
libro de cuentos en 2001, la autora
no hizo más que cosechar éxitos que envidiaría cualquier aspirante a escritor.
¿Quién no querría tener la destreza, originalidad y seguridad que tiene ella con cada uno de sus textos? Las historias de Schweblin son rarísimas. Parece que falta mitad del cuento. A veces empiezan en cualquier parte y terminan de formas insólitas. Y, sin embargo, todos sus relatos son indudablemente hipnóticos.
Yo ya venía leyendo cuentos sueltos de la escritora en Internet. De hecho, armé una notita sobre su estilo literario allá por 2015. Para la Navidad pasada decidí auto-regalarme algunos libritos y uno de ellos fue la colección Pájaros en la boca y otros cuentos (Random House, 2017), una reedición de la obra original de 2009 que agrega siete textos adicionales.
Junto con Literatura y Tecnología (de Cecilia Bona), éste fue el otro libro que me acompañó durante mi viaje de mochilero por San Luis.
A Schweblin se la ha categorizado dentro del género
surrealista. Y creo con bastante razón. Hay algo de kafkiano en los 22 relatos
que componen la antología Pájaros en la
boca. Y si alguna vez vieron las películas de David Lynch, creo que el realizador
estaría muy contento de adaptar algunos de estos cuentos.
Pájaros en la boca y otros cuentos
Como suele ocurrir con cualquier antología, siempre van a existir cuentos que gustan más que otros. Mis favoritos, en este caso, fueron: Mariposas, Pájaros en la boca, Papá Noel duerme en casa, Mujeres desesperadas, Matar a un perro (probablemente el más popular de la autora), Cabezas sobre el asfalto y La pesada valija de Benavides.
Después hubo otras historias que me gustaron mucho pero no me convenció su desenlace. Yo le habría dado un giro diferente que quizás habría funcionado mejor. Esto me ocurrió con El cavador y La Medida de las Cosas, por ejemplo.
De todas formas, prácticamente todas son muy buenas historias para inquietar, extrañar y perturbar. Se disfruta mucho no saber qué catzo está pasando en cada uno de los argumentos presentados.
Los textos son variados y para todos los gustos, aunque suelen rondar las relaciones familiares como eje central donde ocurre lo extraño. Más bien, la degradación de las relaciones familiares.
Por mencionar un caso, tenemos el cuento que da nombre a la obra. En Pájaros en la boca, un padre divorciado se niega a aceptar que su hija se alimente exclusivamente de pájaros crudos. ¡Es tremendo!
Acá creo que Schweblin trabaja súper bien el aspecto grotesco. Como concepto, lo grotesco sería una deformidad que desarticula el orden fijo, la normalidad aparente de las cosas. O, en este caso, del mundo familiar.
Lo genial del cuento Pájaros en la boca es que rápidamente nos damos cuenta de que el hecho de que la hija adolescente empiece a comer pájaros vivos es la gota que derramó el vaso en una familia que ya venía destruida desde hace tiempo (y que está muy lejos de ser lúcida).
Otro leit-motiv que atraviesa a todos estos relatos es la ausencia de referencias espaciales y temporales. Esto funciona como un mecanismo adicional para generar atmósferas ambiguas y todavía más sensación de extrañeza.
Se denota también el predominio de un lenguaje
sencillo (para nada rebuscado, diametralmente opuesto a Borges o a Cortázar) y
la verosimilitud como punto de partida en la construcción literaria.
Sobre Distancia de rescate (la película)
No veo por qué no aprovechar esta nota para reseñar también la adaptación de Distancia de rescate que sacó Netflix en 2021. Aquellos que profesan que no hay buen cine argentino, probablemente tendrían que mirar un poquito más allá de las comedias de Adrián Suar o las producciones mediopelo de Francella.
A la película de la directora peruana Claudia Llosa (renombrada como “Fever Dream” para los yanquis) el calificativo de extraña le queda chico. A pesar de tener un ritmo parsimonioso, no podés mirarla mientras hacés otra cosa porque tiene muchos detallecitos que se escapan con facilidad.
Todo está construido con mucho cuidado hasta un final que puede parecer ambiguo pero que, de hecho, es bastante contundente. El guion de la película fue construido de forma colaborativa entre Llosa y la misma Schweblin. El resultado es una obra inquietante que funciona como un thriller de terror sin terror.
El genial concepto “distancia de rescate” entre una madre y su hija podría ubicarse en elementos fantásticos, en el más real de los mundos, o en ambos. Es una idea con la que cualquier padre puede identificarse fácilmente.
Si puedo criticarle algo, supongo que la narración podría haber tenido un poquito más de movimiento. Todo es (intencionalmente) muy silencioso y tranquilo, lo cual hace que puedas llegar a cabecear si la agarraste medio cansado. Las voces en off (innecesarias, repetitivas) tampoco terminan de colaborar al producto final.
Sin embargo, yo la disfruté un montón y la
recomiendo. Distancia de rescate se
ubica en algún punto entre Lucrecia
Martel y David Lynch y presenta un misterio original que se desentrama
de manera fascinante. Es para degustar con tranquilidad.
Palabras finales
Volvamos al libro que da origen a esta nota. Con Pájaros en la cabeza y otros cuentos estamos ante un inquietante y perturbador conjunto de relatos breves que se disfrutan enormemente.
Más allá del entorno surrealista e impreciso, Schweblin crea personajes muy identificables solo para destruirlos empujándolos más allá de las fronteras de la humanidad. Los personajes de estas historias se vuelven extraños e inhumanos, haciendo que estas historias se sientan más cercanas al terror psicológico.
Hay algo de Salvador Dalí en toda esta cuestión, ¿no? Pienso en aquel cuadro tan famoso (“La persistencia de la memoria”). De manera similar, es como si la autora tomara personas y eventos realistas para contaminarlos con nuevas formas y dimensiones. Me encanta.
Encontré la mayoría de estos cuentos tan
refrescantes como desconcertantes. En varias ocasiones me pasó de terminar
alguno de ellos y quedarme mirando un rato al vacío, pensando. Me hicieron
trabajar la mente, me interpelaron en más de una forma. En definitiva, una
lectura muy recomendable que invita a la reflexión.
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