No puedo evitar tener que ver el episodio entero
cada vez que lo agarro en la televisión.
Scooby Doo, además de ser unas de las creaciones más legendarias del dúo Hanna-Barbera
es uno de los dibujos animados con más
capítulos en el aire en la historia de la animación. Con los años se convertiría
en uno de los motivos de mi atracción por el
género de misterio y la narrativa policial.
La
pandilla formada por un gran danés y 4 adolescentes creció en popularidad desde su creación en 1969.
Lo que más me fascinaba de la serie era
intentar adivinar al criminal antes que la banda de la Máquina del Misterio. Los primeros capítulos no tuvieron mucha
complejidad (generalmente uno estaba entre uno o dos sospechosos) pero sobre el
final las cosas se complicaban un poco más.
La fórmula básica (que no tuvo
demasiada variación a lo largo del tiempo) es aún muy popular hoy, y varias series de TV, libros o películas han
tratado de imitar el estilo “¿Quién lo
hizo?” (whodunnit, por su nombre
en inglés) que el show lograba en un
episodio de menos de 30 minutos.
Scooby Doo fue una fabulosa serie animada que fusionó
varios estilos y utilizó muchos guiños a
la cultura popular. The Scooby-Doo
Project, por ejemplo, combinaba a los
personajes del programa en una aventura en la cual se perdían en el bosque
(parodiando al clásico proyecto de
la bruja de Blair).
En “Las
nuevas películas de Scooby Doo”, el grupo de Misterio a la Orden resolvía casos acompaños de un puñado de
figuras famosas y personajes de ficción como Los Tres Chiflados
¡...y hasta conocieron a Batman y a Robin! (un capítulo muy bizarro, por cierto, donde se enfrentan al joker y al pinguino)
Un dato curioso –que
no muchos conocen– es que el equipo se financiaba sus “expediciones” gracias al
padre de Daphne, que no solo era millonario sino que además les había regalado el singular medio de transporte.
Generalmente los monstruos terminaban siendo
personas que intentaban sacar un provecho especial de la situación. Sin embargo,
en algunas ocasiones les tocó enfrentarse a fantasmas reales, como es el caso del spin-off “Los 13 fantamas de Scooby Doo”
(excelente serie) o en cualquiera de las dos películas live-action que protagonizó el canino (que son bastante
entretenidas, particularmente la segunda).
De todas formas: la fórmula clásica indicaba que el criminal
era una persona de carne y hueso, aunque uno solía dudar hasta el último
minuto. En el primer capítulo, el supuesto Caballero
de la Armadura Oscura es en realidad (#SPOILER ALERT#) el encargado de
mantenimiento que falsificaba obras dentro del museo.
Por cierto, este primer capítulo hizo su debut
el 13 de septiembre de 1969, hace 43
años, y marcó el comienzo de lo que sería un éxito imparable. Scooby y sus amigos son amenazados por un caballero blindado dentro de un museo de aspecto
tenebroso.
Lo interesante es como el primer capítulo
mantiene muchas tendencias de los
personajes que se volvieron clásicas con el tiempo. Del mismo modo que
Kenny muere en cada episodio… Velma
siempre pierde sus anteojos en cada capítulo de Scooby– Doo. También: Fred
y Daphne suelen separarse del grupo y desaparecer durante gran parte de la
historia. Para muchos, el tiempo que ambos personajes estaban fuera de la
pantalla era aprovechado para tener sexo… (o por lo menos, eso dicen algunas
teorías).
Sin embargo, la realidad es que ambos
eran considerados los personajes más “aburridos”, y los creadores siempre
preferían maximizar el tiempo con Velma, Shaggy y –claro– Scooby, que aportaban
la parte más humorística al show.
Lo mejor es que no era solo un
programa diseñado para
estimular las emociones y tensiones de los niños, sino que además creaba
suficientes risas como para hacerlo divertido sin provocar pesadillas.
Una de mis versiones
preferidas siempre fue “Un cachorro
llamado Scooby- Doo”, que mostraba a
la pandilla siendo niños, y con misterios muy interesantes. Fuera como
fuera, cualquier versión de Scooby siempre tenía todo el humor clásico como el hambre imparable de Shaggy y Scooby,
los one-liners malos de Shaggy y el
gag de las puertas (que siempre me pareció fantástico).
La parte oscura de la serie
tiene que ver con muchas teorías que hablan de las referencias a las drogas, que curiosamente son varias. El estilo “hippie”
de Shaggy, el hambre constante de él y Scooby, las misteriosas “scooby galletas”. Para muchos, cada
aventura de la banda era creada en su mente como parte de un viaje fantástico
al mejor estilo “Alicia en el País de las Maravillas”.
Lo que nunca pude
comprobar es si Shaggy es el único que escucha y “entiende” al perro (como algunos
dicen).
Personalmente, prefiero no
adherirme a esas teorías macabras y mantener
mi infancia intacta. Scooby Doo fue y sigue siendo un programa de culto que
me enseñó que los villanos van a la cárcel
sin ningún tipo de juicio, pero además me desafió mentalmente mientras
disfrutaba de una buena leche con Nesquik.
Al día de hoy sigue siendo un gran show de misterio y entrenamiento con ideas
muy originales.