En Under the Silver Lake,
Sam (Andrew Garfield) es pibe que anda
muerto de aburrimiento por las calles de Los Ángeles. Su vida da un giro al
conocer a la sexy e intrigante vecina que, de un día para el otro, desaparece.
Pero todavía hay más rarezas en la misteriosa ciudad: asesinos de perros, reyes
vagabundos, códigos ocultos en la cultura pop y bizarras conspiraciones.
Mitad burla y mitad halago, la película toma la forma de una
historia de detectives (el género “neo-noir” le calza perfecto) aunque es, de
hecho, más un comentario sobre Hollywood, la cultura consumista y la necesidad
cuasi-existencial de encontrar verdades y significados ocultos en todos los
medios de ficción.
Fue una de mis favoritas
del 2018 y me quedé con ganas de explorarla un poquito más.