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domingo, 11 de diciembre de 2016

Ser escritor independiente (según Alejandro Laurenza)


Estuve una semana en la montaña, dando vueltas por los impresionantes refugios de El Bolsón (ya habrá nota al respecto) y por eso el blog quedó medio relegado.

Vuelvo con esta nota que le hice a Alejandro Laurenza, una interesantísima persona que –como pocos– se animó a dejar un trabajo estable y seguro por la incertidumbre de perseguir su sueño. 

Hoy, varios años después, lo logró y lo sigue logrando.

Alejandro escribe, escribe mucho (poesía, libros infantiles, novelas para adultos) y dedica sus días a promocionar sus obras en las calles de Buenos Aires. Intercambiado historias, conociendo gente y disfrutando de su pasión. 

Su vida es el perfecto ejemplo de que, más veces de las que creemos, las trabas nos las colocamos nosotros mismos. Un modelo a seguir para todos los que no nos animamos a perseguir nuestra literatura con confianza plena.

Pero, mejor, dejemos que él mismo nos cuente su historia.


***

ENTREVISTA A ALEJANDRO LAURENZA

Alejandro: dejaste un trabajo de oficina más o menos seguro y “cómodo” para salir a la calle (literalmente) y dedicarte a lo que amás: escribir. En notas de tu blog (como acáacá) hablás de lo que sentías laburando en relación de dependencia. Hoy, ya varios años después, vivís de tu literatura. ¿Se extraña esa "otra vida"? ¿Qué sentís que ganaste y que perdiste con el cambio?

Creo que logré combinar dos cosas que me gustan mucho: escribir y caminar por la ciudad; sumando además poder vivir de eso que escribo.

Lo que gané fundamentalmente es independencia, con todo lo que implica. Nunca sabés de qué manera vas a llegar a fin de mes, como le ocurre a cualquier emprendedor, pero tenés la satisfacción de estar trabajando todos los días en aquello que elegís y te apasiona.

Gané también el contacto directo con la gente. Ya van casi seis años que salgo a ofrecer mis libros. Recorro fundamentalmente Gran Buenos Aires y un poco de CABA. Una vez por año, o año y medio, suelo regresar a los lugares en los que antes estuve, por lo que me encuentro de nuevo con quienes me han comprado libros y obtengo comentarios de primera mano. Eso te ayuda a afianzarte y a crecer.


Lo que perdí, quizá, al momento de cambiar de profesión fue el reconocimiento de mis pares, de clientes, de posibles empleadores. Trabajé algo más de una década en sistemas y después de ese tiempo, quieras o no, conocés a la gente y te conocen, saben si trabajás bien o mal, te sentís seguro en el entorno, protegido.

Cuando cambié de actividad me despojé de todo eso, tuve que empezar de nuevo como cuando tenía veinte años.

“Me siento a mitad de camino entre escritor y emprendedor”, dijiste en tu blog. Comentame un poquito cómo vivís eso en el día a día y cuáles creés que son los desafíos más grandes de ser un autor independiente. ¿Cómo es un típico día tuyo?

Lo más importante, creo, es reconocer que no va a ser fácil, que vas a tener que trabajar mucho como lo hace, insisto, cualquier emprendedor en lo suyo, y que con pasitos de hormiga vas a ir consiguiendo cosas.

Divido mi tiempo en varias partes. Por un lado está el hecho artístico de escribir, el momento de la creación, en el que intento olvidarme de todo lo demás. Trato de ser honesto con lo que quiero o necesito decir, después veremos si eso se convierte en libro y si a la gente le interesa comprarlo.

En segundo lugar viene, pasados dos, tres, cuatro años de la escritura, el proceso de edición: el diseño, en algunos casos las ilustraciones para chicos, contratar imprenta, etc. Las correcciones de los textos van ocurriendo en el medio.

Y por último llega la venta del libro publicado. Esto lo hago todos los días, generalmente de lunes a viernes durante la mañana. Salgo de casa sin saber bien adónde voy a ir. Me tomo un colectivo o el tren, siguiendo las ganas de ese día, después otro colectivo, y visito entonces un barrio de la ciudad. Llevo, claro, un registro de los lugares en los que estuve en el último tiempo. Elijo, ayudado por la memoria y por ese cuadernito lleno de flechas y tachaduras, pero sin descuidar la motivación, el instinto, aunque suene exagerado.

Durante el viaje escucho música, intento relajarme. Luego empiezo a ofrecer mis libros negocio por negocio. Busco posibles lectores en todas partes: en una verdulería, en un almacén, en una casa de repuestos para autos. En general la respuesta es buena. Me compran o no, me dan una palabra de aliento, me empujan a seguir.

Sos un caso de éxito: alguien que logra vivir de lo que realmente le apasiona, en lugar de pasar los días monótonamente encerrado entre cuatro paredes en un trabajo burocrático. Me gustaría saber cómo superaste ese miedo a “pegar el salto” (que seguro tuviste en su momento) y qué le recomendarías a alguien que, a lo mejor, piensa en hacer lo mismo pero no se termina de animar.

El miedo lo supero poniéndome en movimiento.

Claro, durante mucho tiempo sentí que estaba en el lugar equivocado. Programaba, hacía análisis de sistemas, especificaciones técnicas, y trataba de tomármelo de la mejor manera, realizando mi trabajo a conciencia. Pero a la noche me volvía a preguntar qué debía hacer con mi vida, hacia dónde llevarla.

Me costó reconocer que era posible vivir de la escritura. Tenía dos o tres libros publicados. Salía a venderlos en mis tiempos libres. Iba a la plaza San Martín, en Retiro, los días de semana. Ofrecía en Palermo, en el parque Tres de Febrero, los sábados y domingos.

Escribir y publicar estaban ahí. Aprendía poco a poco a hacerlo. Pero ganarme el pan con eso me parecía imposible. Incluso el día en que dejé mis antiguas labores no estaba seguro de cómo iba a seguir. Pero sabía (ja, sabía) que iba a encontrar la forma.

Lo cierto es que las ideas y las soluciones aparecen cuando uno las necesita, cuando te empeñás en resolver. Lo que recomiendo es que no se pasen de rosca pensando. Cuando pensás demasiado te paralizás y lo único que encontrás son excusas.

Me encantó la "saga" de tu blog “Encuentros (Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros)”, donde relatás con humor diferentes experiencias que te fueron pasando con la gente. ¿Cómo y cuándo surgió esa idea?

Surgió por casualidad como tantas cosas. Muchas veces llegaba a casa y le contaba a mi mujer tal o cual situación, y ahí quedaba.

Por otro lado, cuando empecé con mi blog tenía mucho para decir, pero con el tiempo me fui quedando sin tema. Si comparás la cantidad de publicaciones de los primeros años con la de los actuales, vas a ver que se redujo drásticamente. No quiere decir que no escriba, pero viré hacia otros lugares y contenidos.

La serie “Encuentros” vino a paliar la situación.

Como sos escritor, necesariamente también sos un gran lector. ¿Qué lees? ¿Cualés considerás tus influencias a la hora de escribir?

Los primeros escritores que se me vienen a la cabeza son Sábato, Benedetti, Galeano, Dostoiewski, Neruda, Storni, Hemingway, Faulkner, Cortázar, Camus, Murakami, Cervantes, García Márquez, Isabel Allende.

Hay muchísimos otros. Esos son los primeros que siempre recuerdo aunque no sean los que esté leyendo en este momento. Las influencias son de todos (los que nombro y los que no), en mayor o menor medida, según la época.

Estoy por ser padre y en un par de años voy a estar leyéndole literatura infantil a mi hijo antes de dormir. ¿Qué creés que es lo más importante a la hora de escribir para los más chicos? ¿En qué tipo de cosas te enfocás vos en tus libros?

¡Felicitaciones por ese bebé en camino!

Lo más importante para mí es sentirme un nene mientras escribo. Disfrutarlo siendo nene. No querer enquistar una enseñanza o una moraleja forzada. Si después aparece, será, pero ante todo las ganas de escribir.


Dos preguntas relacionadas con la parte más “comercial” de la literatura. ¿Qué opinión tenés del negocio editorial actual? Por otro lado: ¿qué opinás de los concursos literarios? ¿Solés participar?

Dicen que el negocio editorial está en crisis. Yo no lo conozco mucho. Lo que sé es por lo que leo. Me gusta seguir a Guillermo Schavelzon, el agente editorial. Tiene un blog (https://elblogdeguillermoschavelzon.wordpress.com/) en el que periódicamente cuenta los avatares de ese mundo.

Yo me muevo en el margen. Sin renegar de nada. Buscando un hueco donde aparezca.

En cuanto a los concursos literarios, no suelo participar. Lo hacía al principio, cuando empecé a escribir, tratando de que alguien me dijera si valía o no la pena lo que había volcado en ese pedacito de papel. Nunca gané.

Con el tiempo me di cuenta de que en cualquier competencia sólo gana uno. No quiere decir que los otros sean malos. Habrá de todo. Pero el ganador es uno. Y la vida no es así.

¿En qué estás trabajando ahora? ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

El proyecto más cercano es un libro para chicos con ilustraciones de Marcos Amayo Acosta, con quien nos conocimos trabajando en sistemas. Está en imprenta y su aparición es inminente: estoy esperando que me lo entreguen, cosa que debería suceder en estos días.

Su título, “El mago Pascualito”. Es una historia de fantasía, sobre un pingüinito que quiere ser mago. Emprende un viaje para lograrlo, y esa línea principal se va mezclando con situaciones más breves, ya siendo mago el pingüino,  en las que ayuda a los animales de la Patagonia que vienen a buscarlo.

También tenemos en marcha el diseño del títere del pingüino, cuya confección estará a cargo de Lucerito Juguetes Blandos. 

Con ellos venimos trabajando desde hace un par de años. Hicimos juntos varios otros títeres y también libros de tela para bebés. Quedan muy lindos.

Estamos, por otro lado, en proceso de traducción a inglés de estos telalibros, ilustrados por Lucila Cardozo y traducidos por Darío Bard.

Queremos hacer también con Lucerito un libro almohada, el cual ya terminé de escribir, que sirva para que los chicos duerman o para los viajes en auto o en micro, protagonizado por el pingüino Pascualito.

Tengo, en un plano diferente, una novela para adultos en proceso de corrección, y un nuevo libro de poesía. Muchas ganas de publicarlos, pero deberán esperar su turno.

En fin, más proyectos de los que puedo materializar.

Por último: ¿algo más que nos quieras contar? ¿De qué manera puede contactarte la gente?

Creo que dije bastante, no sé si quedó algo por ahí. Hacer hincapié, quizá, en que los límites para trabajar en lo que de verdad deseamos son una ilusión creada por nosotros mismos, una manera de mantenernos confortables y a salvo de la mirada y el juicio de los otros. Pura fantasía que no nos deja ser.

Puedo repetir además algo que muchos emprendedores dicen y me parece muy cierto: lo importante no son las ideas en sí, sino ponerlas en marcha, hacerlas realidad. Una gran idea guardada en un cajón no tiene mérito, ahí se muere.

Si tienen ganas, me pueden encontrar en mi blog “Aprendizaje Literario”, cuya dirección es www.laurenza.com.ar. Allí hallarán otros medios de contacto: Facebook, Twitter, e-Mail.

¡Gracias por la entrevista!, muy buenas preguntas. Espero haber estado a la altura.

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