Mientras que algunos piensan que la existencia humana va a terminar con un
silencioso (y casi melancólico) suspiro, muchos son los autores que
imaginaron al fin del mundo como una
catástrofe de proporciones planetarias. Uno de ellos es el escritor Kurt Vonnegut, quien falleció en el
2007.
Sus trabajos (en su mayoría de ciencia ficción) se
hicieron conocidos por un tono satírico,
deprimente y anti-autoritario. Sus experiencias sirviendo en la Segunda
Guerra Mundial lo perturbaron
considerablemente (como a Sartre y a tantos otros). La temática de pos-guerra y el posible fin de la
humanidad se convirtieron en los tropos
más universales de su obra.
► El siglo XX, en cuanto a la literatura, podemos estudiarlo como una reacción directa frente al Holocausto,
la Guerra Fría, la bomba a Hiroshima y las
masacres humanas. Con tanta muerte, dictaduras y desapariciones, cada autor
encontró su forma de contrastar sus ideas con esta nueva realidad, y muchos se rebelaron ante las ideas clásicas y
preconcibas, rompieron toda regla literaria tradicional y se atrevieron a contar otra cara de la historia a través de
sus escritos.
A partir de allí surgieron las escuelas de vanguardia (el futurismo, el surrealismo, etc.), la
ciencia ficción de carácter distópico o las nuevas formas de hacer literatura
de autores como Georges Perec, Francis Ponge y Bertolt Brecht.
Kurt Vonnegut no fue la excepción, y en
1963 concibió una obra maravillosa
llamada “Cuna de Gato”, y que es motivo
de esta nota.
Cuna de Gato,
una novela corta plagada de humor tragicómico y satírico, relata -en forma de
diario- las experiencias de Jonás,
un joven periodista que busca escribir un libro que responda a un interrogante
particular: ¿qué hacían las personas
importantes de América cuando estalló la bomba de Hiroshima? Las respuestas
las encontrará en Félix Hoenikker,
uno de los supuestos padres de la bomba atómica, y sus excéntricos hijos.
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A partir de ahora van a encontrar #SPOILERS debido al análisis de la obra, por lo que les recomiendo no continuar si no desean enterarse de la trama. En todo caso, dejo la maravillosa novela para que la lean:
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Jonás no está interesado en los detalles técnicos de aquel fúnebre día,
sino en el aspecto humano de la bomba,
en las pequeñas historias, en la experiencia palpable del testimonio. Por
supuesto, nada en la novela es cierto, pero no por eso menos llamativo.
El libro funciona como una búsqueda incansable –que
termina en la pequeña isla caribeña de San Lorenzo– y se
articula en episodios muy cortos y de
relativa autonomía, en el sentido de que cada uno cierra con una idea
distinta, muchas veces filosófica, otras veces de tipo existencialista. Se lee
muy rápido y es adictivo, lo cual juega mucho a su favor.
Uno de los grandes aciertos de la historia es que se las ingenia para presentar personajes
absolutamente delirantes (pero atractivos) y generar cierto misterio que se
va dosificando con habilidad. Los encuentros y diálogos que Jonás mantiene con
cada uno de los personajes son siempre memorables y nos invitan a la reflexión.
Entre sus encuentros (casi azarosos) se destacan el de un vendedor de lápidas
que entiende qué funciona mal en este mundo, un fabricante de
bicicletas, una madre obsesionada con los nacidos en el estado de Indiana, un
médico que pretende salvar en esa isla todas las vidas que no salvó en Auschwitz, un enigmático enano
enamorado de una rusa y –por supuesto– “Bokonon”,
el inventor de un culto religioso que transmite sus enseñanzas mediante
calipsos.
Cada personaje es completamente absurdo, como toda la trama que nos
va enredando en una maraña de delirio
absoluto, casi surrealista, a medida que todos se concatenan en la isla de
San Lorenzo.
Al parecer, el difunto Felix Hoennikker ha depositado su última (y peligrosa) invención
(el “hielo nueve”, capaz de convertir
el agua en agua automáticamente) en manos de sus tres hijos, sin conocer que la
sustancia es capaz de acabar con la vida en la Tierra.
Por supuesto, ese
invento acaba con el mundo, lo cual es inevitable sencillamente por el hecho de
que, habiendo sido inventado, se le debe
dar uso (¿igual que la bomba atómica?). Un ejemplo excelente de la célebre
técnica conocida como “pistola de Chejov”.
El título de Kurt
Vonnegut hace referencia al conocido juego de habilidad con hilos. Lo
llamativo del juego es que, mientras el jugador crea su cuna de gato, el
espectador no puede ver ni una cuna ni
un gato. Por ende, este juego no es más que un enredo de hilos sin sentido,
muy parecido al mundo en el que vivimos.
Al mismo tiempo, una cuna de gato era lo que Hoenniker hacía mientras estallaba
la bomba atómica y funciona como leitmotiv
de la historia.
Uno de los aspectos más interesantes de la obra es,
sin duda, el bokononismo, esa
religión bizarra inventada para promover la alienación de todo un pueblo
mediante distintos métodos: el abuso indiscriminado de la mentira (“nada de lo que Bokonon afirma es cierto”),
la idea de la causalidad y el destino y el regreso al “barro” del que todos
provenimos.
Vonnegut creó nuevas palabras, cantos, calipsos, partes de un libro
que nunca existió y hasta un nuevo lenguaje.
En realidad, la historia pone de relieve que el
bokonismo no es más que un intento
enmascarado para mantener las cosas “en equilibrio” dentro de San Lorenzo: Bokonon
se esconde en el interior de la isla y se dice que está siendo cazado. Mientras
tanto, cada dos años, uno de los habitantes es ejecutado por practicante. El
culto afirma todos nosotros somos organizados por dios en un “plan divino” en
grupos llamados karass, alrededor de
objetos importantes conocidos como wampeter
(en este caso: el hielo-nueve) para
poder alcanzar la divinidad. Los miembros de un karass pueden no conocerse, pero sus acciones se van solapando de formas extrañas y bizarras para, juntos,
trabajar últimamente por un propósito que pueden nunca llegar a conocer.
Bokonon
también nos enseña que uno nunca debe
declinarse ante las sugerencias de extraños, ya que sos las direcciones de
la “danza de Dios”. Considerando la innumerable cantidad de cultos que han
surgido (la Cienciología, entre
otros), esta religión parece tener muchísimo más encanto.
Debajo del humor de Vonnegut, hay una soberbia exploración de los
peligros inherentes al combinar la estupidez humana con la falta de ética en el
uso de tecnologías con capacidad para destrucción masiva. El hielo-nueve y todos los personajes de “Cuna de gato” son una invitación a la
reflexión más profunda, un camino que nos hace transitar hacia las profundidades del absurdo kafkiano y de las posibles formas en que nos estamos autodestruyendo.
► Sinceramente, una novela extraordinaria, de lectura muy amena y una calidad
literaria sobresaliente. ¡Sin desperdicio! Si pueden leerla, no lo duden un
segundo. ¡Hasta la próxima!
Muy bueno tu analisis de la novela. Me dan ganas de leerla nuevamente! de hecho estuve prácticamente un año con frases bokononistas en mi cerebro desde que la leí. Gracias x tu comentario en mi blog. Saludos. Vic
ResponderEliminarJa! El bokonismo me pareció re interesante. Lo re admiro a este Vonnegut, hizo una novela increíble... me imagino que si la leés de nuevo vas a descubrir bastantes cosas nuevas!
EliminarAlguien por acá con ganas de un boko-maru? :)
ResponderEliminarYo :)
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