Un edificio que se volvió un
infierno y que, sin embargo, sigue funcionando como un hogar. Reseña de “Look
Outside” (2025), un JRPG con mecánicas de survival-horror que es tan cruel como
entrañable.
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Una obsesiva mutación apocalíptica
Hacía mucho que no me pasaba esto de obsesionarme completa (y tóxicamente) con un videojuego. De hecho, vengo un poco desenamorado del gaming este año. Los últimos títulos con los que me había copado muchísimo habían sido Balatro, Inscryption, Into the Breach o Loop Hero, hace un par de años.
A Look Outside ya lo terminé una vez. Me llevó unas 13 horas y pude obtener el perfect ending (haciendo el ritual completo). En seguida me enterré en Reddit y Youtube para explorar toda su mitología, lore, fan-theories, etc.
Y cuando terminé de revisar todo lo que el juego tenía para ofrecer, ¡lo volví a empezar! En este preciso momento, mientras escribo estas líneas, llevo 4 horas de mi segundo playthrough.
Me está costando un montón (el RNG no estaría ayudando) y estoy tomando decisiones muy diferentes a la primera vez que lo jugué. Por ejemplo, recluté a Joel (el chico-dientes) en el segundo día, entregué mi brazo derecho al ojo maligno para obtener el Earth-Disc y estoy criando a una pequeña rata bebé (que llamé Chad) en mi pequeño departamento.
En fin, cosas que sólo pasan en un juego como Look Outside, que descubrí por casualidad en Steam y me volvió loco.
Se trata de una experiencia
indie creada con RPGMaker que se ríe de los clichés con cariño (Undertale
y Earthbound
son las referencias inevitables), pero enseguida te recuerda que acá la muerte
es real, los recursos son finitos y hasta tu vecino simpático puede volverse un
monstruo.
La pesadilla de Lovecraft
La historia tiene lugar en un complejo de departamentos en plena mutación apocalíptica. Lo que antes era un lugar medianamente pacífico, ahora se deformó en un laberinto de pasillos infinitos, cafés abandonados y pisos habitados por criaturas que parecen haber sido arrancadas de una pesadilla biológica.
En Look Outside cada puerta que abrís puede llevarte a un santuario, a una guardería de ratas o a un infierno vegetal. Y el peor enemigo no es el que te ataca de frente, sino el reloj: porque acá el tiempo corre, las noches son mortales y cada día desperdiciado se siente como una condena.
La trama parece sacada de las páginas de H.P. Lovecraft. Un misterioso objeto cósmico, conocido simplemente como El Visitante, ha aparecido en el cielo y ha transformado tu complejo de departamentos en una pesadilla surrealista.
Cualquiera que contemple su
luz cae en la locura, transformándose en versiones grotescas y violentas de sí
mismo. Mientras tanto, un grupo de figuras con túnicas, similar a una secta (Los
Astrónomos) trabaja para descifrar una forma de comunicarse con él. A
partir de ahí, la historia se desvía hacia el horror corporal, la locura y
ramificaciones impredecibles.
15 días para sobrevivir
Tenemos 15 días para completar el juego. Las primeras horas son el infierno mismo. Empezamos con un solo personaje (nuestro protagonista, Sam, que podemos moldear como tanque, healer, DPS o todo a la vez), recursos casi nulos y enemigos que no perdonan.
Un aspecto interesante es que acá no hay grinding posible: los enemigos no respawnean, lo que matás se queda muerto, y lo que gastás en curas y balas no vuelve. Así, el juego te obliga a pensar cada enfrentamiento como si fuera el último. Un paso en falso y Sam queda paralizado, y si Sam cae: game over.
Look Outside tiene muy afinados sus elementos de survival-horror. Por ejemplo, hay una buena cantidad de objetos de curación, pero la gran mayoría solo puede usarse fuera del combate. Las armas pueden romperse al usar movimientos más potentes, así que tenés que saber equilibrar el ataque con tu arsenal.
Podemos usar armas a distancia. Son muy poderosas aunque requieren munición, que es cara y limitada durante la mayor parte de la partida. Y lo más importante, te acecha la campana; tenés un tiempo limitado para explorar cada día antes de tener que volver a la seguridad de tu hogar.
Realmente, estos aspectos de supervivencia no son joda. Al principio, me sentí completamente desprevenido y sin fuerzas. Constantemente tenía poca salud y tenía que reunir lo que fuera para sobrevivir. Hay una tensión real en cada decisión que tomás. ¿Exploras un poco más para conseguir más EXP o volvés a casa a grabar la partida mientras puedas?
Esa ansiedad inicial disminuyó
un poco cuando encontré más miembros para el grupo que me ayudaran en el
combate, si bien nunca desapareció del todo.
Las mecánicas anti-frustración
Por fortuna, Look Outside también sabe darte treguas. Cuando limpiás un piso entero, ese silencio extraño —esos pasillos vacíos que antes estaban llenos de mutantes— generan una calma rara, casi más inquietante que el peligro.
No es un alivio sino un recordatorio de que algo mucho peor te está observando. Y esa idea de ser visto y mirar, de estar atrapado en un edificio lleno de ojos (los monstruos, la vecina Sybil espiando con un ojo desde los agujeros de la pared, incluso la criatura final que existe sólo para observarte) atraviesa toda la experiencia.
La gracia está en los
compañeros que vas sumando en el camino. Mi primera partida fue torpe: jugué en
modo seguro y tardé cuatro días en animarme a salir del tercer piso (que es en
el que arrancás), convencido de que iba a perder los 15 días sin llegar al
final.
Los amigos que hacemos en el camino…
Pero a medida que recluté gente, me animé a salir más. Sophie fue mi primera aliada: frágil como cristal, aunque dueña de un poder enorme con sus habilidades mágicas. Después se sumó Dan, con sus curas, su ramp-up de daño y, lo más importante, su capacidad de usar armas de fuego (los que usan guns son dioses en este juego: no hay con qué darles).
Más tarde apareció Helen, la mejor atacante física, que se convirtió en mi tanque de músculo puro. Y cuando Sophie se fue con la madre, tuve que bajar al mismísimo Rat Hell para rescatar a Ernest, un aliado bastante raro y difícil de conseguir.
Con ellos cuatro terminé armando un grupo desparejo. Sin embargo, era lo suficientemente sólido como para estirar mis días y hasta arriesgarme a recorrer el edificio de noche. Así fue como llegué a completar el juego en el día 11, con margen y, sobre todo, con la sensación de que había crecido como jugador.
Cada personaje funciona como una mini-parodia andante: Sophie, débil y evadida, que compensa con venenos y aturdimientos; Dan, que puede transformarse y curar pero sobre todo brilla con armas de fuego; Helen, un Jason digital que arrasa a machetazos; Ernest, que exige paciencia infinita para confiar en vos; y Sam, un comodín absoluto que podés moldear como quieras.
Lo importante es que todos son
frágiles, mortales. No hay plot armor acá: cualquiera puede morir por un mal
evento, por una decisión moral equivocada o porque abrís una puerta y te salta
un bicho espantoso que te destroza. Ese detalle convierte cada vínculo en algo
valioso, porque sabés que lo podés perder en cualquier momento.
Humanidad en medio del desastre
Y ahí entra el corazón del juego: la humanidad en medio del desastre. Look Outside castiga el oportunismo y premia la empatía, aunque al principio duela. Podés sacrificar al Rat Baby y avanzar fácil, por ejemplo, pero si te entregás vos mismo al dolor y perdés un brazo, el bebé-ratón se vuelve un aliado tremendo más adelante.
Podés escuchar a Jeanne y matarla por piedad… o bancarte su angustia y buscar otra forma de salvarla. Podés aplastar a las cucarachas que invaden tu departamento… o tratarlas como vecinos y terminar con un nuevo miembro en la party. El mejor ending, la mejor ruta, no se logra acumulando muertes, sino gestos de misericordia.
La recompensa final es
paradójica. No la voy a spoilear en esta nota, sólo decir que te convertís en
un ser abominable, un monstruo cósmico… si bien uno que eligió cuidar a la
humanidad en lugar de devorarla. Un ángel guardián que da miedo y que sigue
siendo humano por dentro.
Ojos y dientes
La complejidad de Look Outside es impresionante. No sólo a nivel narrativo, sino también en el diseño de los combates. Los enemigos tienen un look único según la distancia a la que se encuentren de tu grupo. Algunas armas tienen un alcance corto y no pueden alcanzar a enemigos a distancia, lo que añade un toque táctico a los encuentros ya de por sí tensos.
Los gráficos de los monstruos también evolucionan durante el combate, desarrollando extremidades adicionales o revelando detalles aterradores, como una víctima indefensa que sale arrastrándose de la boca de una criatura.
Hay mucho, muchísimo body horror en Look Outside. Sobre todo con ojos y muchos dientes. Y varios momentos de tensión y jumpscares. Pese a ser pixel-art, me dio miedito. Sin embargo, que el mundo haya terminado no significa que tengas que perder tu humanidad.
Look Outside se destaca
como un juego imprescindible para cualquier fan del survival horror. Es tenso,
grotesco, divertido y genuinamente único. Las mecánicas únicas de los miembros
del grupo lo mantienen siempre interesante. El mundo es perturbador y
surrealista en el buen sentido y te va a dejar profundamente inquieto.
Palabras finales
En el fondo, Look Outside es un espejo. Se burla de los clichés de los JRPG, te hace reír con guiños descarados a Earthbound o a Friday the 13th, y enseguida te sumerge en una tensión constante, en un silencio cargado de amenaza, en la economía cruel de recursos y decisiones.
Es un juego donde mirar puede matarte (literalmente, si obedecés la primera orden del menú: “mirar afuera”)… y también es la única manera de comprender.
El resultado es brillante: un híbrido entre sátira y survival horror, un juego que sabe cuándo acariciarte y cuándo clavarte los dientes. En sus mejores momentos, Look Outside no solo te invita a sobrevivir: te recuerda que incluso en medio del fin del mundo, lo más difícil es no perder la capacidad de mirar a los otros con humanidad.
Hay múltiples finales, caminos que se ramifican y un montón de miembros del grupo con los que experimentar. Look Outside está hecho para jugarlo más de una vez, especialmente con más contenido planeado en el futuro. Se los digo yo, que apenas lo terminé quise volver a jugarlo.
Fans de los JRPGs en 2D, el
horror cósmico o las historias que alteran la realidad no deberían perderse
esta joyita escondida.
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