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lunes, 8 de noviembre de 2021

Cazando molinos: Terry Gilliam y su Don Quijote

 

El proyecto que se hizo conocido como uno de los casos más infames de “producciones malditas” en la historia del cine ahora está disponible en Netflix. Protagonizada por Adam Driver y Jonathan Pryce, El hombre que mató a don Quijote es un retrato extrañísimo sobre Terry Gilliam, observándose desde la clásica historia de Cervantes.

 



***

 

La filmografía de Terry Gilliam

The Man Who Killed Don Quixote es una película escrita y dirigida por Terry Gilliam, quien alguna vez formó parte de los Monty Python. Se trata de una ingeniosa comedia de aventuras y fantasía inspirada en la novela histórica de la literatura española de Miguel de Cervantes, quizás la más grande obra que nunca nadie leyó, ¿no?

Más allá de su rol en el insólito grupo de comedia de los años ´70 y ´80, las películas dirigidas por Gilliam nunca terminaron de coparme del todo. A excepción de Twelve Monkeys (1995) y Brazil (1985), que son dos de mis películas favoritas de siempre, el resto de su filmografía me parece un gran “meh”.

Admito que todavía me falta tildar algunas producciones, pero sí vi Time Bandits (1981), The Adventures of Baron Munchausen (1988), The Zero Theorem (2013) y Fear and Loathing in Las Vegas (1998) y todas me generan más contras que aspectos positivos.

En este sentido, The Man Who Killed Don Quixote me intrigaba más por la dupla protagonista y su curiosa historia detrás de escena que por otra cosa.


Cuenta las desventuras de un director de cine, Toby Grisoni (Adam Driver). Él está en España, particularmente en La Mancha, filmando un comercial de vodka inspirado en Don Quijote. Su personaje es agrandado y mujeriego. Teme que se descubra su romance con Jacqui (Olga Kurylenko), la esposa de su mafioso jefe (Stellan Skarsgård, porque no podía ser de otra forma).

Luego de reencontrarse con una vieja película que dirigió cuando era más joven, decide visitar el pueblo donde su proyecto estudiantil, “El hombre que mató a Don Quijote”, tuvo lugar. Filmó la obra con lugareños en lugar de actores profesionales. Allí conoce al viejo zapatero que había elegido para interpretar a Don Quijote, Javier Sánchez (Jonathan Pryce), quien se ha vuelto completamente loco, pensando que es realmente el héroe literario.

Ocurren una serie de bizarros eventos desafortunados y la pareja termina embarcándose en un viaje extraño, con Toby saltando de un lado a otro en su mente entre los siglos XXI y XVII. Gradualmente, como el mismo caballero infame, Toby se vuelve progresivamente consumido por un mundo ilusorio y es incapaz de distinguir los sueños de la realidad.


Don Quijote y el Infierno del Desarrollo

En la jerga de los medios, el “Infierno del Desarrollo” (Development Hell) es un término asociado a proyectos frenados por años y que, posiblemente, no se finalicen nunca. No se trata de los que demoran años en convertirse en realidad o que estén oficialmente cancelados, sino ideas frenadas o ralentizadas por diversos motivos.

Hay muchísimas razones por las que una película queda atrapada en el Infierno del Desarrollo. A lo mejor hay diferencias creativas entre autores, directores y productores ejecutivos. Quizás falta presupuesto o aparecen desacuerdos en algunos puntos argumentales. En muchos casos el protagonista ya comenzó la filmación y decide dar un paso atrás sin previo aviso.


Con The Man Who Killed Don Quixote ocurrió algo de este estilo, con Gilliam intentando sin éxito despegarlo un total de ocho veces en el lapso de casi tres décadas. La preproducción comenzó en 1991. Un primer intento de filmación ocurrió en 2000 y fracasó debido a la falta de preparación, la mala suerte y varios otros problemas que se interpusieron en el camino.

Ese desastre en particular fue narrado en el documental Lost in La Mancha (2002), que inicialmente estaba destinado a ser el making-of de la película.

Después de muchos años (y siguiendo algunos otros proyectos de Gilliam que también se encontraron con producciones problemáticas), un rodaje exitoso finalmente comenzó en octubre de 2016 y se completó en junio de 2017. La película se estrenó el 19 de mayo de 2018 en Francia durante el cierre del Festival de Cannes.

Su eventual estreno en Estados Unidos fue una exhibición de una noche el 10 de abril de 2019. Unos meses más tarde, se lanzó una suerte de documental secuela, titulado He Dreams Of Giants, de los mismos directores del primer documental y que trata con la mentalidad y determinación de Gilliam para terminar la película.


Es interesante la analogía de Gilliam cazando monstruos imaginarios en su épica travesía por contar esta historia de un loco cazando monstruos imaginarios (que confunde por molinos). Es uno de esos casos de “arte imitando a la vida”.


Reseña: The Man Who Killed Don Quixote

Terry Gilliam carga con una etiqueta, a veces complicada, de “realizador de culto”. Sus películas no son ni tan conocidas ni tan alabadas, pero el autor ha sido indispensable en la historia del cine por haberse mantenido fiel a un cine contestatario.

Su relato sobre don Quijote tardó más de 25 años en concretarse y cuando, por fin, estaba por estrenarse, al mundo le cayó una pandemia que arruinó el anhelado estreno y modificó el paradigma de distribución del entretenimiento cinéfilo.

En menos de un año, el streaming se adueñó de lo que antes fuera el imperio de los cines. Gilliam tuvo que ser rescatado por un aliado que nunca habría visto venir: Netflix. Por este motivo, no es fácil decir si se trata de una película de 2018 o de 2021.


¿Pero qué tal está la peli? Es “interesante”… aunque probablemente no sea para todo el mundo. Las capas involucradas en The Man Who Killed Don Quixote son increíblemente complejas: una película dentro de una película, que cuenta una historia en la que un hombre crea su propio mito sobre sí mismo, pero aún tiene toda la comedia fantasiosa y los toques clásicos de Gilliam (incluidos los gigantes).

Tanto Driver (un actor que me fascina) como Jonathan Pryce están brillantemente sintonizados con el tono del director, con Adam Driver aportando una puesta en escena física y muy divertida.

Ahora, si bien no hay duda de que la película es un placer visual, quizás no se pueda decir lo mismo de su narrativa, que nunca termina de definirse del todo. Por desgracia, la historia de la realización de esta película es, en última instancia, más interesante que la película en sí misma.


Otras ficciones sobre cazadores de molinos

Tenía ganas de cerrar la nota analizando este tropo narrativo en otras obras. En The Man Who Killed Don Quixote, Javier (Pryce) tiene alucinaciones y ataca a los molinos de viento creyéndolos gigantes. También ve a Toby (Driver) como Sancho Panza, y a peregrinos musulmanes cuando en realidad está mirando un rebaño de ovejas.

Sobre el final de la película, Toby ha heredado la locura de Javier y también ataca a los molinos de viento pensando que son gigantes. Obviamente acá los molinos y los gigantes son metáforas para el héroe cuya lucha es, en realidad, imaginaria.

En estos casos, no hay lucha ni enemigos. Nadie necesita ser salvado. Nuestros héroes están haciendo lo que “tienen que hacer” para salvar a la gente de una amenaza que no existe.

Claro que Don Quijote fue el personaje que inauguró esta especie de esquizofrenia conspiranoica en la ficción. Un anciano loco que quería ser un caballero heroico, pero que no sabía nada sobre los caballeros gracias a haber nacido varios siglos más tarde.

Una mente brillante (de 2001) puede pensarse como una película sobre un Don Quijote moderno. El protagonista es el Premio Nobel John Nash, contratado por el gobierno de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo.


Lo que ni Nash ni sus superiores más cercanos saben es que Russell Crowe no solo es brillante, sino también un esquizofrénico paranoico que recibe órdenes de dos tipos de funcionarios estadounidenses: el real y el imaginario. Éste último lo lleva a una búsqueda que se vuelve más extraña a medida que los terroristas (imaginarios) se acercan a su nefasto objetivo de plantar armas nucleares en las ciudades estadounidenses.

Otro caso similar ocurre en Dr. Strangelove, el General Ripper lanza un ataque nuclear total contra Rusia porque está convencido de que están usando agua fluorada para “saciar e impurificar nuestros preciosos fluidos corporales” (sus palabras, no las de este blog).

¿Se les ocurren otros ejemplos? Seguramente haya varios más que podrían quedar para otra nota. The Man Who Killed Don Quixote está actualmente disponible en Netflix, por si quieren pegarle una miradita.


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=>> Otros post sobre CINE en el blog: “Dr. Strangelove y el extraño amor hacia la guerra”; “Películas de videojuegos en el Infierno del Desarrollo”; “Reseña de Inside, de Bo Burnham”; “Claves para entender 12 Angry Men”; “12 grandes directores, 12 grandes películas”; “Sobreanalizando Vertigo, de Alfred Hitchcock”.

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3 comentarios:

  1. Me gustan mucho las dos películas con mencionás. Con Brazil, el director tuvo algún problema con el final. Que los productores pretendieron omitir algunos minutos finales, para para que la pelicula tuviera un final feliz. Pero Gillian defendió ese giro argumental final.

    Me gustaron otras películas que mencionás, que no te convencieron. Timen Bandist es interesante, a pesar de ese final, un tanto anómalo.

    Saludos.

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    Respuestas
    1. Mirate la de Don Quijote (está en Netflix) y contame tu opinión. Probablemente sea de tu agrado. =)

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