En Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius –uno de los relatos más influyentes de Jorge Luis Borges– una antigua sociedad
secreta conspira para crear un universo completamente ficcional. Éste es
descubierto por el narrador (el mismo Borges) en la forma de una enciclopedia
apócrifa que describe la imaginaria nación de Uqbar y la mitología de la tierra
de Tlön. El plan es recrear a la Tierra en forma de Tlön convenciendo a todos,
de manera subconsciente, de que es real.
Spoiler alert: lo consiguen.
***
La
literatura borgiana
Desde lo gauchesco hasta lo borgiano, en el Río de
la Plata se forjó una literatura que no existía en ningún otro lugar del mundo.
Como toda la literatura de Borges, este texto perteneciente al género del
realismo mágico no es muy extenso –el autor nunca escribió más de diez páginas–
y, sin embargo, es muy complicado de leer. Eso no le impidió convertirse en una
de las obras de ficción más importantes de los años ´40.
Lo que hace Borges es siempre ficción especulativa
o, mejor dicho, literatura conceptual. Si sus relatos son siempre breves es
porque le gusta concentrar la prosa. Además, seamos sinceros, con su estilo sería
una tarea imposible escribir una novela entera.
Curiosamente, sí se han escrito varias novelas
inspiradas en los conceptos que presenta Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius. Un primer ejemplo es El hombre en el
castillo, de Philip Dick. El
autor leyó el cuento de Borges en una revista perdida de ciencia ficción y tuvo
la idea para un mundo alternativo donde los nazis ganaron la Segunda Guerra
Mundial.
Como resultado, Estados Unidos quedó completamente
dividido y ocupado por alemanes y japoneses. En este contexto, existe un libro
(La langosta se ha posado, de un tal Hawthorne
Abdensen) que describe un mundo –el mundo real– donde el Eje sí ha perdido la
guerra.
¡La serie basada en la novela de Dick es muy buena!
Hay otro caso emblemático y es el de Vladimir Nabokov. Al principio de Tlön, el personaje de Borges le propone
a su amigo, Adolfo Bioy Casares, escribir “una novela en
primera persona cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en
diversas contradicciones”. Eso es Lolita.
Al mismo tiempo, la obsesión de la Tierra con Tlön (en
el cuento de Borges) es comparable con la obsesión del narrador con Ada
o el ardor, también de Nabokov.
La controversial obra de Nabokov, contada desde el punto de vista de un pedófilo...
Yo mismo escribí, hace algunos años, un cuentito
que se me ocurrió debido a Tlön, Uqbar,
Orbis Tertius.
Si bien no se le acerca en calidad ni de casualidad, A veces vuelven ganó una segunda mención
de honor en un Concurso Literario y me dio un empuje, allá por 2013, para
animarme a presentarme a más concursos.
En el cuento (pueden
leerlo acá), el imaginario ficcional de un cuento comienza a devorar la
realidad misma. En definitiva, es una versión más microscópica de lo que sucede
en Tlön.
¿Qué sucede en
Tlön?
A esta altura creo que es evidente que esta nota va
a contener spoilers del relato. Por si no lo leyeron (o sí, pero no lo
recuerdan… o sí, pero no entendieron nada como yo) acá va una breve
recapitulación.
El cuento se inicia con un narrador (el mismo
Borges) que, luego de una conversación ordinaria con su amigo, descubre que
existe un artículo sobre el país Uqbar
en una única copia de una única edición de la Enciclopedia Anglo-Americana.
Poco a poco, más detalles de Uqbar
van encontrando su camino hacia la vida del protagonista. Al parecer, el país
tiene una extensa mitología basada alrededor de la imaginaria tierra de Tlön.
Tlön es
un mundo gobernado por el idealismo –aquel planteado por George Berkeley– y no por el materialismo que, de hecho, es una
herejía. Ya me referiré a este punto más adelante.
Resulta que, a principios del siglo XVII hubo un
grupo de intelectuales que se pusieron de acuerdo para inventar este país
imaginario. Sobre el final del relato prácticamente todo el mundo está
convencido de que Tlön es real. Entonces Borges afirma que la Tierra acabará
por convertirse en Tlön en sólo unas pocas generaciones.
El idealismo
filosófico de George Berkeley
Una buena porción de la historia se relaciona directamente
con la propuesta filosófica de Berkeley, un obispo más conocido por la paradoja
del árbol que cae en el bosque sin ser visto por absolutamente nadie. El
filósofo pregunta: bajo esas condiciones… ¿el
árbol hace ruido?
Según George Berkeley, todo está en nuestra cabeza.
Él pone la percepción por encima de la cosa material en sí misma. Así, cuando
nos referimos a un objeto real, en realidad estamos haciendo notar la
percepción que se tiene de él.
Este idealismo niega la existencia material. Los
hombres agrupamos nuestras experiencias sensoriales y nos organizamos para darles
nombres. Por ejemplo: “Manzana” es nuestra palabra (designada, arbitraria) para
una colección coherente de colores, gustos y sensaciones. Eso es toda una
manzana para Berkeley.
Ahora, si una manzana únicamente puede existir en
lo inmediato de lo que se percibe, ¿no debería desaparecer cuando cerramos los
ojos? Berkeley, que era un fiel creyente y religioso, argumenta que es Dios
quien percibe todo y mantiene al Universo unido –sea que nosotros estemos
mirando o no.
Esta es también su respuesta a la paradoja del árbol que cae. Sí,
hace ruido porque Dios está en todas partes y Él, por lo menos, pudo
escucharlo. (Fuck logic, right?)
Tlön como
alegoría del escepticismo
Cada relato de Borges abre el juego para múltiples
interpretaciones. Tlön, Uqbar, Orbis
Tertius no es la excepción. Son muchísimos los críticos literarios que han
buscado desarmar el texto para interpretarlo de una forma u otra.
Para muchos no es más que una metáfora del escepticismo
ya que, de diferentes formas, le niega a la humanidad el “acceso a verdades
inamovibles acerca del mundo que lo rodea”.
En ese sentido, el texto busca mostrarnos que lo
que hemos aceptado como nuestra realidad no es más que fantasmagoría del
espíritu, una construcción social, la mentira más grande alguna vez contada.
La
estructura de cajas chinas
La estructura del relato funciona como un juego de
cajas chinas donde un mundo fantástico contiene a un segundo que, a su vez,
contiene a un tercero. Pueden pensarlo de forma similar a las diferentes capas
de sueños que presenta Inception
(gran película de Nolan que, sin
embargo, no
considero la más representativa).
Este es un recurso bastante clásico en las
historias de Borges. Pienso, especialmente, en El Aleph, pero también en El
jardín de senderos que se bifurcan y en Las
ruinas circulares.
Veamos entonces cómo aparecen estas tres
dimensiones de fantasía en el texto. Todo comienza a partir de una conversación
casual entre Borges y Adolfo Bioy
Casares. Debatiendo sobre literatura, ambos llegan a la conclusión de que
los espejos tienen algo monstruoso. Borges no sabe bien explicar qué es. Su
amigo logra definirlo gracias a una cita que leyó alguna vez:
«Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres.»
El artículo sobre Uqbar únicamente existe en el
ejemplar que tiene Bioy. Todo lleva a pensar que Uqbar es un país imaginario (dimensión
de fantasía #1). En la sección sobre “idioma y literatura” se menciona a
Tlön, que es una región imaginaria de un país imaginario (dimensión de
fantasía #2).
Finalmente, Borges se entera de un plan por quienes
forjaron inicialmente una enciclopedia de Tlön. Esta sociedad secreta busca
sacar otra enciclopedia escrita en una de las lenguas de Tlön (y que se
llamaría “Orbis Tertius”). De ese modo, Orbis Tertius es un mundo descrito en el
lenguaje de un planeta imaginario que, a su vez, es una “región” de un país
inexistente (dimensión de fantasía #3).
Los espejos
en Tlön
Quien ha leído a Borges sabe que hay algunos
objetos literarios que lo fascinan. Uno de ellos es, definitivamente, el
laberinto (que tiene su importancia en este texto). Pero el que resalta
especialmente es el espejo. El autor tiene una obsesión tremenda por los espejos.
Por eso es interesante cómo inicia el cuento:
«Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar.»
Está claro que un espejo y una enciclopedia no son
lo mismo, pero acá Borges los vincula directamente. Si un espejo puede ser un
símbolo de lo real, la enciclopedia (una que, de hecho, parece ser falsa… por
lo tanto nos hace dudar de cualquier certeza que contenga) es el espejo
imperfecto del mundo real.
Y es a través de la idea de los espejos (recordemos
la frase de Bioy Casares) que la idea de un país imaginario comienza a
introducirse lentamente en la “realidad objetiva” de los protagonistas.
Esta no va a ser la última vez que aparezcan los
espejos en el relato. Borges (el personaje) busca aquel artículo apócrifo sobre
el país inexistente de Uqbar. En aquel extraño lugar, el lenguaje se nos
presenta como cifrado, diferente a las designaciones habituales que conocemos.
Por ejemplo:
«En la sección histórica (página 920) supimos que a raíz de las persecuciones religiosas del siglo trece, los ortodoxos buscaron amparo en las islas, donde perduran todavía sus obeliscos y donde no es raro exhumar sus espejos de piedra.»
Es interesante detenerse sobre esa frase: espejos
de piedra. En nuestro mundo, aquel objeto es imposible. Piedra y espejo son,
efectivamente, un oxímoron, una contradicción en sí misma. Los espejos no
pueden ser hechos de piedra porque éstas no emiten reflejo alguno.
Esto va a tener sentido más adelante, cuando se
explica que Tlön se rige por doctrinas idealistas que niegan la existencia
objetiva de la materia, de las “cosas”. Aunque, a diferencia de los habitantes
de Tlön, la población imaginaria de Uqbar habitan un mundo donde existe la
materia como realidad objetiva, motivo por el cual es posible “exhumar” estos
espejos de piedra.
Así, Uqbar funciona como un puente de transición,
una unión de dos conjuntos, entre el mundo de las cosas (la Tierra) y el mundo
de las ideas (Tlön). Y, en algún punto, un mundo refleja al otro, como un
espejo.
Un planeta
hecho de lenguaje (literalmente)
Al pasar de aquella primera dimensión de fantasía (Uqbar)
hacia la segunda (Tlön), el cuento se refiere a un “lenguaje de transición”. Se
trata de un lugar donde hay tigres transparentes o torres de sangre. Sabemos
que no son más que metáforas, y esto es porque todos los sustantivos en Tlön
solamente tienen un valor metafórico (en el texto se ejemplifica con la paradoja
de las “las nueve monedas de cobre”, cuyo análisis amerita otro post
diferente).
La cuestión es que Tlön es un planeta constituido
exclusivamente por el lenguaje. Es decir: es una serie de ideas y sensaciones
cuyo único referente es el lenguaje mismo. Este idealismo es el nuevo parámetro
lingüístico.
Tlön, según Marvel Comics...
En un mundo regido por el idealismo, la “realidad”
consiste exclusivamente en lo que se piensa y se siente, sin otro referente que
el pensamiento y el sentimiento mismo. Dicho de otro modo: en un mundo
idealista, todo existe como ideas en circulación, en la mente de sus pobladores.
Por eso en Tlön pueden “existir” poemas compuestos
de una sola y enorme palabra. Y, también por eso, “perder” un objeto equivale a
olvidarlo y “encontrarlo” a recordarlo. Aquello en lo que los habitantes dejan
de pensar, automáticamente deja de existir.
«Dos personas buscan un lápiz; la primera lo encuentra y no dice nada; la segunda encuentra un segundo lápiz no menos real, pero más ajustado a su expectativa. Esos objetos secundarios se llaman hrönir y son, aunque de forma desairada, un poco más largos. Hasta hace poco los hrönir fueron hijos casuales de la distracción y el olvido.»
¿Qué es
Orbis Tertius?
En la tercera parte del relato se genera un
entrecruzamiento de los planos de fantasía y realidad. La fantasía comienza a
disolverse en la realidad hasta tal punto que, en las líneas finales, parece
destinada a desplazarla.
En realidad, lo que parece ocurrir es que los
planos de fantasía y realidad se funden para producir, en este futuro borgiano,
un tercer mundo que no será ni fantástico ni real (en todo caso, real-fantástico.
Este último mundo será el equivalente de Orbis Tertius.
¿Pero qué es “Orbis Tertius”?
Aunque parte del título del cuento, Orbis Tertius
tiene muy poco protagonismo en los eventos narrados. Se menciona al pasar un
par de veces al comienzo. Es durante la tercera mención cuando obtenemos
algunas claves fundamentales.
«La edición es secreta: los cuarenta volúmenes que comprende (la obra más vasta que han acometido los hombres) serían la base de otra más minuciosa, redactada no ya en inglés, sino en alguna de las lenguas de Tlön. Esa revisión de un mundo ilusorio se llama provisoriamente Orbis Tertius y uno de sus modestos demiurgos fue Herbert Ashe (…)»
Borges escribe que el relato es “la historia de
Uqbar, Tlön y Orbis Tertius”. Uqbar y Tlön son, respectivamente, un país y un planeta.
Entonces “Orbius Tertius” debería ser un universo entero. Y lo es. Se trata de una
“enciclopedia” que es una revisión minuciosa de la Primera Enciclopedia de
Tlön, escrita en alguna de las lenguas de Tlön. Una enciclopedia viva y
palpitante que es enciclopedia y mundo a la vez.
En los últimos y trágicos párrafos del cuento,
Borges indica que el contacto con Tlön ha desintegrado nuestro mundo. “Ya se han reformado algunas de las ciencias,
otras esperan su turno”. El relato cierra con una proyección del futuro:
«Entonces desaparecerán del planeta el inglés y el francés y el mero español. El mundo será Tlön.»
El tercer mundo del que hablábamos –esta fusión de
dos opuestos, de las dos caras de un espejo: el mundo idealista de Tlön y el
nuestro donde existe la materia– será el descripto por “Orbis Tertius”, uno en
el cual se habrán fundido, finalmente la imagen y la cosa, donde se habrán
formado objetos que no existen ni pueden existir hoy.
***
Palabras finales
Este es el futuro según Borges, o según el relato Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. A partir de
un casual y anecdótico encuentro con una nota de un libro apócrifo, el texto
nos sumerge en una invasión destructora del mundo real por ideas provenientes
de un mundo falso.
A lo mejor, en la totalidad del cuento se encuentra
una advertencia sobre la naturaleza misma del lenguaje: ¡Cuidado! Nuestra
memoria e imaginación se nutre de extraños signos que constituyen lo que hemos
dado a llamar “el lenguaje”.
Nos convencimos de que el lenguaje interpretó la
realidad. Entonces: ¿las cosas existen de por sí y nosotros le dimos un marco
para poder pensarlas, comunicarlas, difundirlas? ¿O es exactamente al revés?
Sin más referentes que sí mismo, el lenguaje (una
invención abominable del hombre, como los espejos) no nos puede permitir
distinguir entre lo apócrifo y lo auténtico, entre
lo falso y lo verdadero. Si el lenguaje puede comunicar sabiduría y
enseñanzas, también puede generar engaños, traiciones y, hasta, ¿por qué no?,
destrucción.
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=>> Otros notas sobre JORGE LUIS BORGES en el blog: “El
Sur: el mejor cuento de Borges (según Borges)”; “Pierre
Menard, autor del Quijote”; “El
anti-detective en La Muerte y la Brújula”; “El
jardín de senderos que se bifurcan”; “Las
ruinas circulares”.
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Muy completa la nota Lucho, felicitaciones.
ResponderEliminarEs un cuento borgeano al que no presté demasiada atención. Veo que no es de simple interpretación. Recuerdo llegar a algunas de esas conclusiones (no tan profundas como tu nota) y recuerdo alguna que otra charla de Dolina donde se lo menciona. Me encanta cuando Borges y Bioy aparecen en sus propios cuentos (o en relatos de Marechal por ejemplo) como personajes, son mucho más "piolas", mucho más valientes, más arriesgados, o menos conservadores que ellos como autores.
No tengo mucho para agregar, dijiste muchísimo.
Paso a leer tu cuento...
Abrazo!
Gracias por tus palabras, Frodo. Es un cuento que leí de arriba a abajo bocha de veces. Leí papers, escuché a Piglia en sus clases de Borges y charlé con otras personas para poder encontrar una interpretación que pudiera considerar propia. Es el resultado de varios meses de investigación y redacción. =)
EliminarNunca leí nada de Borges, me produce vértigo. No creo tener la capacidad para entenderlo, leer esta nota ya me costó bastante y no termine de entender muy bien (?)
ResponderEliminarVos podrías recomendar por donde empezar?
No es fácil leer a Borges, sin duda. Hace uso de muchos artilugios literarios que pueden parecer enredados para un lector más inicial. Mi consejo sería que inicies con algunos de sus textos más "limpios". "La casa de Asterión" es un buen ejemplo. "La Muerte y la Brújula" también.
EliminarAnimate a empezar a leer sus relatos sin referencias, leelos una y otra vez. Después podés comenzar a indagar sobre el cuento para ampliar tu percepción. Pero lo más importante de todo es que sólo lo leas si te genera algo, si te moviliza. No tiene sentido que lo leas porque sentís que es una especia de obligación moral. Borges es un genio, sí, pero no es el único. Hay literatura hermosa y maravillosa por todos lados. Es cuestión de buscar lo que a uno le interesa realmente.
¡Saludos!
Recién me topo con tu blog y lo encuentro maravilloso! que buena descripción del texto Borgiano! muy detallado sin caer en excesos. Te lo agradezco, le hizo bien a mi alma leerte. Me encanta Borges. Ahora sólo me remito a las ultimas líneas de tu escrito añadiendo que el lenguaje es poderoso, tan potente que los psicólogos dicen que las palabras construyen realidades; Termino citando a Neruda quien escribió "Todo está en la palabra". Saludos desde Chile.
ResponderEliminar¡Gracias Caro! Bienvenida. Como verás no es sólo de literatura, sino de mis vicios en general. Pero hay bastante literatura para seguirse metiendo. =)
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