¿Te gusta el contenido de mi blog? Ayudame a seguir manteniéndolo

Invitame un café en cafecito.app
Por el momento, sólo podés invitar cafecitos si sos de Argentina. Ahora sí, lee tranquilo.

lunes, 27 de octubre de 2025

El auge del body horror en 2025

 

Hay un tipo de terror que no se esconde detrás de una puerta ni acecha en un bosque. Crece desde adentro, como una infección. Ese es el terreno del body horror, el subgénero que en 2025 tomó fuerza con obras como Frankenstein, Together y, muy especialmente, The Ugly Stepsister, uno de los estrenos más perturbadores (y brillantes) del año.




***

 

La fascinación por mirar el desastre

¿Por qué nos apasiona el horror corporal? Tal vez sea por el mismo motivo que bajamos la velocidad frente a un accidente en la ruta. No queremos mirar… y tampoco podemos evitarlo. Lo que vemos en pantalla nos repugna, pero también nos atrae, porque está hablando de nosotros.

Jean-Paul Sartre —uno de mis filósofos de cabecera— decía que el cuerpo es la “presencia inmediata del ser en el mundo”. No lo decía en un sentido biológico, sino ontológico: el cuerpo es la manera en que existimos en el mundo, la forma concreta de estar ahí, expuestos, visibles, vulnerables. No es algo que tenemos, sino algo que somos.



Esa diferencia (tener un cuerpo o ser un cuerpo) es clave para entender por qué el body horror nos atraviesa tan profundamente. Cuando en una película vemos cómo un cuerpo se descompone, se deforma o se transforma, lo que se altera no es solo la carne: se tambalea la identidad. Porque si soy mi cuerpo, y mi cuerpo se corrompe, ¿qué queda de mí?

Sartre planteaba que el cuerpo es el punto de contacto entre el yo y los otros. Es la forma en que el mundo me mira y me define. Cuando alguien me observa, me convierto en “objeto” bajo su mirada, y eso genera incomodidad, vergüenza, miedo. El infierno son los otros, dice en No Exit.

En el body horror, ese sentimiento se radicaliza: el cuerpo no solo es mirado, sino invadido, manipulado, abierto. Se convierte en escenario de algo ajeno, un territorio tomado.

De algún modo, estas películas nos exponen a la pesadilla sartreana de perder el control sobre nuestra propia existencia. 

En The Ugly Stepsister, por ejemplo, Elvira ya no domina su cuerpo: lo entrega al mandato estético, al deseo del otro, a la mirada social. En términos sartrianos, deja de ser sujeto para convertirse en objeto. Y eso es, literalmente, lo que el horror corporal nos hace sentir: la pérdida del yo ante la invasión del mundo.



El cuerpo como campo de batalla

Yo me considero bastante impresionable. Y, sin embargo, el body horror me fascina porque funciona como una metáfora brutal de la existencia misma. Nos recuerda que somos carne consciente, materia que piensa y que sufre.

Sartre veía en el cuerpo una paradoja: es lo más íntimo y, al mismo tiempo, lo más público. Es donde vivimos y donde somos juzgados. Por eso, cuando el cine destroza o transforma un cuerpo, está revelando el terror fundamental de la existencia humana.

Esa tensión —entre el deseo de mirar y el impulso de apartar la vista— es el corazón del body horror. Un espejo deformado donde lo grotesco se vuelve poético.



De Cronenberg a la era post-The Substance

Si David Cronenberg elevó el género a categoría de arte con The Fly y Videodrome, 2024 fue el año en que The Substance, de Coralie Fargeat, reavivó el fuego. Su retrato brutal sobre la obsesión con la belleza y la juventud no solo impactó por su estética sino por su capacidad para volver filosófico lo abyecto.

En 2025, el eco de esa obra sigue resonando. The Shrouds, del propio Cronenberg, retoma su obsesión por los cuerpos como archivos de memoria. Frankenstein, de Guillermo del Toro, promete una relectura sensible y visualmente desgarradora del mito del creador y su criatura.

Por su parte, Together explora el deterioro físico como metáfora de la fusión emocional. Y The Ugly Stepsister, de Emilie Blichfeldt, lleva el horror corporal a los cuentos de hadas con un bisturí en la mano.



Cenicienta sin filtro

En The Ugly Stepsister, la “fea hermanastra” de Cenicienta no busca un vestido ni un príncipe sino sobrevivir en un mundo que mide el valor en belleza.

Elvira, la protagonista, se somete a una serie de procedimientos grotescos —una rinoplastia a mazazo limpio, pestañas cosidas, una dieta viva que cruje dentro suyo— en su intento por alcanzar un estándar imposible.

La película convierte el cuento clásico en una pesadilla estética. Pero más allá del espectáculo visual, hay una idea central: el cuerpo como símbolo de deseo, de poder y de castigo.


Nietzsche escribió que “toda gran pasión termina por esclavizar el cuerpo”. En The Ugly Stepsister, esa esclavitud es literal. El cuerpo deja de ser un templo: se vuelve laboratorio, campo de batalla, escenario político.

Y, en cierto modo, la directora noruega nos dice algo incómodo: todos fuimos alguna vez Elvira. En esta cultura de filtros, bisturíes y autoexigencia, no hay hada madrina que nos salve del espejo. Este es una de mis películas favoritas de 2025 y los invito a no perdérsela, pese a la incomodidad que genera.

 

La psicología del horror corporal

El body horror nos confronta con algo que Freud llamaba “lo siniestro”: aquello que nos resulta familiar y, al mismo tiempo, profundamente extraño. No es un monstruo ajeno, sino una versión desfigurada de nosotros mismos.

Cuando el cuerpo se rebela —se deforma, se pudre, se abre—, no solo genera asco: genera una suerte de pánico existencial. Nos recuerda que somos materia, que estamos hechos de órganos que pueden fallar, de piel que puede desgarrarse. Esa certeza nos asusta porque destruye una ilusión básica del yo: la de ser indivisible.

Por eso el body horror nunca termina de pasar de moda y es uno de los subgéneros de terror más prolíficos (sólo Dios sabe cuánto me gusta la saga de Saw: El juego del miedo). Siento que toca fibras universales. Quizás porque es filosofía hecha carne, literalmente.



Algunas recomendaciones del género

Van algunas películas recientes que podría recomendar. No amé The Substance (2024). Creo que tiene algunas fallas y extiende innecesariamente su duración. Sin embargo, es la que reabrió el juego. Feminismo, cirugía y delirio en una mezcla corrosiva.

Vean también A Different Man, del mismo año y con Sebastian Stan. El relato funciona como una especie de doble-feature con “The Substance”, lo que genera inevitables comparaciones. Ambas películas exploran la creencia de que, si pudiéramos deshacernos de nuestros defectos, revelaríamos el “yo” más auténtico y feliz.

El cuento de hadas mutado en tragedia corporal que The Ugly Stepsister (2025) va derecho a mis favoritas. Pero también recomiendo muchísimo Bring Her Back (2025). Breve pero intensa, con algunos momentos de body horror que te hacen temblar.

En The Shrouds (2025) tenemos a Cronenberg en su versión más contemplativa.  Por último, Raw (2016) y Titane (2021), ambas de Julia Ducournau son imprescindibles para entender el costado femenino y existencial del subgénero.



El terror corporal no solo nos hace gritar. Nos recuerda que el cuerpo no es un objeto, sino un relato que escribimos —y que el tiempo, la cultura y la obsesión reescriben sin permiso.  No tenemos un cuerpo: somos un cuerpo. Y el terror corporal, en su crudeza, simplemente nos devuelve esa verdad, desnuda y sangrante.
 

***

 

 Podés seguir las novedades en mi fan-page. También estoy en Instagram como @viajarleyendo451. Si te gustó la nota, podés invitarme un cafecito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Quizás te pueda llegar a interesar...