Comedias
excepcionales, dramas apocalípticos y excelentes thrillers llegaron este año a
la pantalla chica. ¿Cuáles fueron mis series favoritas de 2025? ¿Qué me falta
ver? ¿Qué tengo en el backlog? Todo y más en esta pituca notita seriéfila.
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All things considered…
Hay quienes se atreverán a decir que 2025 fue un mejor año para la TV que para el cine. Y quizás hasta tengan razón, porque repasando las 27 series que me clavé en el año, la gran mayoría caen en la categoría de top-tier ante mis ojos.
Obviamente no vi todo lo que hay porque… niños, laburo, SAP, bla, bla, bla. Aunque igualmente me parece que el promedio está bastante bien, all things considered.
Quiero mencionar que no voy a reseñar cada una de ellas porque sería una nota larguísima. Lo único que hice fue categorizarlos en tres niveles: Top-tier representan las series imperdibles del año (en una escala, serían de un 8 para arriba). Mid-tier es la categoría para aquellas que están bien y no mucho más… las que son un 6 o un 7. Low-tier son las decepcionantes o las que mejor olvidar.
¿Y qué tengo en el backlog? Una
BANDA. Algunas de las que podría listar son: The Pitt, The Beast in Me,
Stranger Things y Foundation S3.
Series en la categoría LOW-TIER
Hay series que no son malas en el sentido estricto, ni tampoco dejan marca. No molestan, no indignan… el problema es que tampoco generan conversación real. Se miran, se terminan y se olvidan. En 2025 hubo varias así: producciones que prometían algo más —por nombre, trayectoria o premisa— y terminaron quedando en una zona tibia, sin riesgo ni identidad clara.
La Voz Argentina vuelve a confirmar que el formato está agotado. Mucha emoción prefabricada, mucho grito y relato inspirador, pero cada vez menos música que importe de verdad. Todo funciona como debería… y justamente por eso no sorprende nada.
Viudas Negras intenta jugar a la intriga y la comedia, pero se queda a mitad de camino. Tiene una idea atractiva, algunos climas logrados… y no mucho más. La narración se diluye y nunca termina de apretar donde debería. Ni la Pichot salvó a una serie que promete más de lo que cumple.
El caso de Black Mirror (temporada 7) duele un poco más. No porque sea mala, sino porque alguna vez fue brillante. Esta vez mira al futuro con desgano, repite fórmulas y parece más preocupada por ser reconocible que por incomodar. Un espejo que ya no refleja nada nuevo.
Con Love, Death & Robots (T4) pasa algo parecido: despliegue visual impecable, animaciones increíbles… y episodios que muchas veces se sienten vacíos. Hay más músculo técnico que emoción. Más robots que alma. No me dejó nada.
Rick and Morty (T8) también confirma el desgaste. Sigue teniendo algunos chispazos de genialidad, algún que otro diálogo filoso, alguna idea absurda bien resuelta, pero el cansancio se nota. La serie que supo romperla en 2014-2015 ahora parece atrapada en su propio mito.
En el terreno local, Los Crímenes del Are intenta construir misterio y se queda sin aire demasiado rápido. La atmósfera está, la intención también. Por desgracia, la tensión se diluye antes de que el relato termine de arrancar.
Por último, tenía muchas expectativas por El mejor infarto de mi vida
(T1). Sí, me resultó simpática y bien intencionada, con momentos humanos y
cercanos. También narrativamente irregular. Tiene corazón, sólo le falta pulso
para sostenerse con fuerza.
Series en la categoría MID-TIER
Las series mid-tier son esas que cumplen. No decepcionan, no aburren, incluso tienen momentos logrados. Tampoco rompen el molde ni quedan dando vueltas en la cabeza mucho tiempo después. En 2025 me topé con estas producciones sólidas, bien hechas, que se animan un poco más que el promedio.
Primero: The White Lotus (T3) mantiene su sello: personajes incómodos, privilegios expuestos y tensiones que se cocinan a fuego lento. Funciona, entretiene y tiene momentos afilados.
Countdown fue un recontra placer culposo para mí porque #JensenAckles. Juega con el suspenso y el ritmo, es muy llevadera y logra sostener el interés durante buena parte de la temporada. Tampoco inventa nada nuevo; sí entiende bien sus reglas y las ejecuta con prolijidad.
Con Andor (T2) me pasó algo particular: sigue siendo una de las propuestas más adultas del universo Star Wars, con política, dilemas morales y climas densos. Está bien escrita y es consistente, aunque me pareció que perdió algo del impacto inicial. Más sólida que sorprendente.
Durante 2025 me clavé las tres temporadas Machos Alfa. ¡Gran serie feel-good! Se apoya en el humor para hablar de la masculinidad, vínculos y contradicciones contemporáneas. Acierta más veces de las que falla, se anima a incomodar un poco y mantiene frescura, aunque a veces repite chistes y conceptos. Funciona re bien.
Chespirito apela fuerte a la nostalgia y ahí gana muchos puntos. Crecí con “El Chapulín Colorado” y “El Chavo del 8”. Esta bio-pic es cálida, respetuosa y emotiva para quienes crecieron con esos personajes. Como relato, sin embargo, avanza con cautela y evita riesgos mayores. Encanta más por lo que evoca que por lo que propone.
Aún me falta ver el final de El Juego del Calamar. Pero vi la temporada 2 a principio de año. Tiene tensión, ideas interesantes y algunos giros efectivos. El problema para mí es que la sorpresa ya no está. El juego sigue siendo cruel, aunque el impacto es menor cuando ya conocemos las reglas.
Envidiosa (T2) afina un poco más su tono y su mirada sobre los vínculos, la competencia y la inseguridad emocional. Tiene escenas logradas y una identidad clara. En estos días estoy mirando la tercera parte (que es un poco más de lo mismo, digamos todo…)
Por último, Nobody Wants
This (T1) es fresca, ligera y honesta. No pretende ser profunda ni
revolucionaria, y ahí está parte de su encanto. Funciona como comedia romántica
contemporánea, sin grandes riesgos, pero con momentos genuinos. Tengo pendiente
la segunda parte.
Series en la categoría TOP-TIER
En 2025, el top-tier estuvo marcado por ficciones que eligieron incomodar, profundizar y asumir riesgos narrativos. Series que no piden atención, sino que directamente la exigen. ¡Y, qué pedazo de año, porque acá metí 13 títulos!
Primero, Gen V (T2) reafirma que el universo de The Boys funciona mejor cuando baja el foco y sube la mirada. Violenta, política y emocionalmente corrosiva, la serie convierte el espectáculo en crítica y el cinismo en radiografía generacional.
El terror también encontró un año fértil. Con sus defectos, Welcome to Derry (T1) construye miedo desde el pueblo que parece condenado a recordar mal. Más que expandir It, la serie entiende que el verdadero horror vive en lo que se normaliza. Me encantó.
En otro registro, El Eternauta fue la gran serie argentina del año. Una producción de altísimo nivel que hace del apocalipsis una experiencia colectiva y profundamente nuestra. Ciencia ficción atravesada por memoria, resistencia y comunidad. No es solo una adaptación: es un gesto cultural.
También fue un gran año para las series que hablan del trabajo como espacio de alienación. The Bear (T4) lleva su intensidad a un punto de madurez emocional notable. El caos ya no es solo ruido: es lenguaje. A su lado, Severance (T2) afina su bisturí conceptual y vuelve a diseccionar identidad, cuerpo y obediencia con una elegancia perturbadora. Dos series distintas, un mismo malestar de época.
En el terreno del drama oscuro, Dexter: Original Sin y Dexter: Resurrection dialogan entre sí de forma inesperada. Una mira hacia atrás, explorando la construcción del monstruo; la otra avanza, preguntándose qué queda después. Juntas resignifican al personaje sin caer en la nostalgia fácil, apostando a la introspección, la culpa y el legado de la violencia.
La épica también tuvo un huequito. The Wheel of Time (T3) finalmente respira con confianza, construyendo mundo, conflicto y destino con ambición sostenida. Para mí era la verdadera heredera de Game of Thrones… aunque parece que se cancela nomás.
En clave más íntima, The Last of Us (T2) profundiza el dolor, el amor y la pérdida con una sensibilidad que convierte cada decisión en herida abierta. Se adentra aún más en el terreno emocional que hizo inolvidable la primera, explorando el amor, la pérdida, destellos de redención y una abrumadora necesidad de venganza. Si bien no abarca la totalidad del videojuego The Last of Us Parte II, amplía las consecuencias de la primera temporada de forma devastadora.
El universo del cómic mostró algo de músculo narrativo. Daredevil: Born Again sorprendió y recupera la oscuridad moral y la fisicidad del personaje, devolviéndole a la ciudad su rol protagónico. Violencia, fe y justicia chocan sin adornos.
En otra vereda opuesta, The Studio se mete en el corazón de la industria creativa con ironía, lucidez y una mirada ácida sobre egos, poder y desgaste.
Las comedias pueden ser difíciles, pero The Studio nunca cae. Es tan equilibrada que te dan ganas de volver siempre a la vida de estos personajes y ver a los guionistas de este programa de imitación de Saturday Night Live intentar inventar sketches y navegar por sus agitadas vidas. Esta serie tiene CAPITULONES.
La ciencia ficción conceptual encontró terreno fértil en Pluribus, la gran sorpresa del año. Una invasión alienígena distinta que confía en las ideas filosóficas y en un espectador activo.
La premisa de “Pluribus” es abstracta y alegórica por naturaleza, y Gilligan deja la interpretación a su público. Si bien los paralelismos con la IA son claros, hay también una lectura sobre el duelo (Carol está de luto, y muchas de sus acciones más extremas, impulsivas o simplemente desagradables surgen de ese hecho) y la filosofía de individualismo vs. colectivismo. Es realmente muy interesante.
Y en un registro más íntimo, Adolescence observa el crecimiento, la fragilidad y la violencia simbólica con una sensibilidad brutal, sin subrayados ni concesiones. Le hice un review completo cuando salió porque nos volvió locos a todos.
Netflix metió un golazo con esta miniserie británica. Cada episodio de una hora se captura como una sola toma continua, una técnica que exige una planificación exhaustiva, una coreografía impecable y tecnología avanzada para lograrlo. El resultado se siente menos como televisión y más como teatro en vivo.
El top-tier de 2025 no fue homogéneo ni complaciente. Fue más bien incómodo, ambicioso y profundamente humano. Series que entendieron que contar algo bien no alcanza: también hay que tener algo para decir.
¿Y ustedes? ¿Qué estuvieron viendo este año? Se aceptan todo tipo de sugerencias (y donaciones). (O_o)
¡Hasta la próxima!
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