Para el ojo inexperto, el fallecimiento del ingeniero Lombardi en su
despacho parece un simple caso de infarto. Omar Ferrero, sin embargo, no cree
en las muertes tan oportunas. Cada detalle es una pista, cada irregularidad, un
susurro de la verdad. Una pluma y una firma pueden ser suficientes para
desenmascarar un despiadado crimen.