Tercera y última parte de mi recorrido por Buzios, Brasil.
En los días finales conocimos dos hermosas playas y nos aventuramos en el largo
regreso a casa. La primera parte del viaje está acá
y la segunda por este
lado.
Praia de
Azeda (jueves 20/12)
En cuanto a playas se refiere, este día fue uno de
los mejores y más aprovechados. Estuvimos desde las 10 de la mañana hasta las 4
o 5 de la tarde, alquilamos sombrilla y sillas (30 R$) y llevamos comida
(empanadas, fruta, etc). Nos quemamos mal. Benja se echó una buena siesta. El
agua estaba hermosa.
De las playas que conocimos en Buzios y los alrededores,
Azedo fue nuestra favorita. Se llega
caminando más allá de Praia dos Ossos,
subiendo una colina y luego bajando unas escaleras de madera que te depositan
en ese pequeño pedacito de cielo.
La playa tiene sombra natural gracias a los
frondosos árboles que la rodean. Es pequeña (no más de 200 o 300 metros) y
cálida, de aguas muy tibias y transparentes. Para estar en pareja o familia nos
pareció ideal. Hay una roca en el mar que la separa de Azedinha, donde se ve a muchos haciendo snorkeling y buceo.
Nos encantó este mar que parece una piscina por su
agua tranquila. El camino que hay que recorrer para llegar es muy pintoresco.
Desde el punto más alto, la vista desde el mirador es impagable.
"Mete panza para la foto, Lucho"
Praia João
Fernandes (viernes 21/12)
El último día de vacaciones decidimos llegar hasta
la que es considerada la playa “top” de Buzios. João Fernandes estaba a unos veinte minutos desde nuestra posada,
aunque con muchas subidas y bajadas (que, llevando un chango con Benjamín
arriba, no te generan felicidad).
Para los locales, esta playa es una suerte de
“mercado persa” , y un poco tienen razón. El lugar es bastante comercial.
Constantemente te están bombardeando con vestidos, collares, comida, bebida y
todo tipo de inflables. Por otro lado, hay varios paradores instalados que nos
parecieron carísimos para comer.
João Fernandes: el mercado persa de las playas
La playa en sí es linda, si bien no nos pareció la
gran cosa. La arena es clara y el agua transparente, aunque el mar estaba muy
picado y era bastante profundo en la costa. Para hacer buceo o snorkeling
parece más adecuado, pero no para ir con un niño. Nosotros preferimos otras que
nos gustaron más: Azeda, Tartaruga y Ossos, principalmente.
Volvimos para almorzar y por la tarde salimos al
centro a comprar regalitos y cenar en alguna marisquería. En el bar The House of Rock and Roll había una
muy buena banda haciendo covers de rock. Cuando pasamos sonaba The Doors.
Encontramos un lindo restaurant con vista al mar
que nos encantó (O Barco). Ahí
Natalia pidió espaguetis con frutos de mar y jugo de maracujá. Yo, un pescado
grillado con guarnición y cerveza. Pagamos 160 R$ en total, lo cual no me
pareció una locura.
Cena en O Barco: mariscos y más mariscos
El postre fue de Trento Gelatería Artesanal, que es (por lejos) uno de los helados
más ricos que comí en mi vida (y también más caros). El cuarto de kilo cuesta
unos 30 R$ (¡300 pesos argentinos!) pero es delicioso. Prueben el helado de
Cheesecake. No tiene desperdicio.
Regreso a
casa (sábado 22/12)
“No hay nada
como volver a un lugar que no ha cambiado para darte cuenta cuánto has cambiado
tú”. Eso lo dijo Nelson Mandela,
al parecer. Como sea, algo de verdad hay en esas palabras. A mí cada viaje que
hago me hace crecer un poquito. Por eso me gusta tanto viajar.
Este fue uno especial para mí. Yo he viajado sólo
por Europa, Centroamérica, el norte argentino. He recorrido el
sur argentino con amigos en bicicleta, o birreado en el Oktoberfest de Córdoba. Con mi
mujer, Natalia, hemos hecho varios viajes
juntos también. Por el sur argentino, por México, por diferentes playas de la
costa.
Lo que nunca habíamos hecho era un viaje tan largo,
y a otro país, con nuestro hijo. Es todo un desafío y puede llegar a ser
bastante cansador. Con un niño a cuestas, todo se complica. Es difícil lograr
que no se aburra, que no se queme, que coma bien y variado, que disfrute de sus
siestas, que esté siempre cambiado.
La travesía para volver comenzó a las 7 de la
mañana del sábado 22/12, cuando el transfer que habíamos contratado nos levantó
para llevarnos al aeropuerto de Río de
Janeiro. Llegamos casi al mediodía, teníamos apenas unas horas para tomar
el vuelo de las 14 hs. Vuelo que, dicho sea de paso, se demoró 45 minutos.
Arriba del avión no pudimos dormir cómodos (uno
nunca está realmente cómodo arriba de un avión, seamos honestos) y llegamos a
Argentina a las 17 hs, donde un Uber nos dejó en Terminal Retiro una hora más
tarde. De ahí teníamos que hacer tiempo hasta las 21 hs para tomar un colectivo
que nos llevaría a Neuquén, donde pasaríamos las fiestas en casa de mis viejos.
A Neuquén Capital llegamos al día siguiente a las tres
de la tarde, luego de más de treinta horas viajando en todo tipo de medio de
transporte, con un niño de año y medio sobre la falda y muchísimo cansancio.
Pero, ¿quién nos quita lo bailado?
Los que no fuimos a Misa en Navidad (y nos vamos derecho al infierno)
¡Por muchos más viajes!
***
Conclusiones
finales (+ algunos tips)
Nosotros tuvimos la suerte de conseguir un pasaje
muy barato en marzo de 2018 (pagamos 8000$ cada uno por vuelo directo a Río de
Janeiro) y de llegar a Buzios en la
última semana de la temporada baja.
Por suerte agarramos un momento muy tranquilo y un
clima súper agradable para estar en familia. El último día en el centro notamos
que la cantidad de gente se había triplicado y me imagino que ese fin de semana
todas las playas explotarían de gente.
El mayor desafío del viaje: entretener a Benjamín
Sin embargo, el lugar nos pareció costoso para
comer y beber. En general me dio la sensación de que los precios iban de un 50%
a un 80% más que en Argentina. Obviamente, el aumento del dólar (que pasó de
17$ a 38$ en un año) no nos favoreció en absoluto para viajar afuera.
Por suerte no puedo decir que Buzios me decepcionó.
Sus más de veinte playas le dan a este pueblito de pescadores un encanto particular
y una variedad para todos los gustos. Hay playas para surfistas, para amantes
del buceo, para los que buscan algo más relajado o los que quieren un poco más
de movida comercial.
Arraial do
Cabo es un infaltable y creo que es lo más parecido al Caribe que tenemos
los argentinos bien cerca. Daba para conocerla mucho más e incluso pasar unos
días en la ciudad.
Yo no soy un fanático empedernido del pescado y los
mariscos, pero Buzios es indudablemente un farol para ese tipo de gastronomía.
Por sobre todo, creo que es un lugar de paz, armonía y naturaleza, lo que lo
hace especial para parejas.
Con el diario del lunes, hay algunas cosas que yo
habría hecho diferente. Por ejemplo, no me habría dejado engañar por Falso
Denzel Washington y habría elegido una posada que estuviera directamente
frente del mar, por ejemplo cualquiera de las que vi en Praia dos Ossos.
Entreteniendo a Benjamín: Parte 2
Si bien recomiendo mucho nuestra posada Solar dos Navegantes (por su atención,
comodidad y cálida atención), estaba un poquito lejos. En realidad hacías tres
o cuatro cuadras y ya veías el mar. Unos pasos más y llegabas al centro o a una
playa cercana.
Pero en Buzios hay mucho desnivel y calles de
piedra que hacen complicado andar con el carrito del bebé. Tampoco hay tanta
vereda, con lo cual estás medio obligado a andar por la mitad de la calle
esquivando autos.
En cuanto al presupuesto diario, nos quedamos un
poco cortos. Le calculé entre 150 y 200 R$ diarios y terminamos gastando entre
200 y 300 R$.
Para comer afuera lo más económico es consumir
platos para compartir (los que en el menú dicen 2P). A nosotros nos funcionaron
los lugares de comida por peso. No son tan económicos pero podíamos probar un
poco de todo. En general gastábamos unos 20-30 R$ por persona por comida.
¡La yerba está carísima! Si son muy materos (como nosotros)
les va a doler gastarse 240$ en medio kilo de Taragüí. Vale la pena cargar con un poco más de peso y traer desde
Argentina. Lo mismo nos sucedió con las toallas. Para llevar menos peso, cargamos
sólo una. Tuvimos que comprar allá y resultó ser bastante costosa.
Buzios es muy húmedo y la ropa tiende a no secarse
rápido. Por eso recomiendo buscar una posada que tenga habitaciones con
balcones o algún lugar designado para colgar la ropa. Parece un tip medio
boludo, pero lo van a agradecer.
Entreteniendo a Benjamín: Parte 3: El regreso de entretener a Benjamín
En relación al transporte, todo es bastante cerca
como para caminar, y si no hay combis económicas que pasan todo el tiempo o
colectivos de línea.
Los taxis te cobran 25-30 R$ (no convienen), aunque
si estás con un bebé en brazos puede llegar a ser la mejor opción. Hay quienes
me recomendaron alquilar un auto allá, que iba a ser mejor que estar pagando
taxis. No lo hice, pero no era tan mala idea.
Eso es todo lo que recuerdo hasta ahora. ¡Espero
que sirva!
***
Viajar
es vestirse de loco
es
decir “no me importa”
es
querer regresar.
Regresar
valorando lo poco
saboreando
una copa,
es
desear empezar.
Viajar
es sentirse poeta,
es
escribir una carta,
es
querer abrazar.
(“Viajar”, Gabriel García Márquez)
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=>> Otras post sobre VIAJES en el blog:
“Brasil
2018: Parte 1 – Río de Janeiro”; “Brasil
2018: Parte 2 – Buzios”; “Mis
días por el Norte Argentino 2018: Diario de viaje”; “Mis
días por España en 2016”; “EUROPA
2015: Parte 1 – Mi itinerario”; “Los
refugios de El Bolsón”; “Oktoberfest
2017 en Villa General Belgrano”.
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Un lugar en mí valija con capacidad para unos dos kilos de yerba, siempre fue una constante.
ResponderEliminarEn cuanto a previsiones, lo que roza lo estúpido antes del viaje te genera alagos cuando estás en el destino.
Sabias palabras.
EliminarVeo que la pasaste de diez en las tres partes, me diste unas ganas de ir por allá tremendas...no conozco, de Brasil sólo fui a Floripa.
ResponderEliminarAbrazo grande y que tengas un excelente fin de año! Y excelente 2019!!!
Pasala bien, ud. sabe cómo, le gustan demasiadas cosas
¡Gracias Mr. Frodo! Lo mismo para vos y tu gente.
EliminarPor un 2019 con muchos más blogs de calidad (como el tuyo, claro... no como el mío que es un robo).