Dentro del género de películas bizarras y
experimentales, “Rubber” –de Quentin Dupieux– es seguramente una de
las más fascinantes que vi en el último tiempo.
Cuando uno se sienta con amigos a ver una película
sobre una llanta homicida con poderes
telekinéticos, ya se han tomado ciertas decisiones claves sobre la vida y
sobre las experiencias cinéfilas. Si esperás realismo, personajes super
desarrollados y un estudio serio sobre un elemento particular de nuestra
existencia en este mundo, claramente no es la película para vos.
Es una PELÍCULA. Sobre una maldita llanta. Que mata
telepáticamente a las personas. ¡Haciéndoles explotar la cabeza!
Con eso en mente, tengo que decir que el director
lo sabía, y que creó esta suerte de homenaje a lo absurdo con mucha conciencia,
como un viaje metafficional que habría vuelto loco al mismo Charlie Kaufman, el genio del
surrealismo en Norteamérica.
No es solamente una cinta sobre un neumático asesino.
Es también sobre ver una película de un neumático asesino. (Todo esto va
a tener sentido más adelante).
► “Rubber”
es entretenimiento puro y una obra maestra del terror que nos lleva por un
extraño camino de técnica, estilo y absurdismo. Me voló la cabeza (pun intended).
***
#SpoilerAlert: si bien la trama de Rubber no es lo más esencial, se revelan
parte importantes de la misma. ¡Están avisados!
Francia
tiene toda una tradición de cine experimental que se remonta a los años ´50 y
´60 con la aparición del movimiento conocido como Nouvelle vague (la Nueva Ola francesa).
Directores como François Truffaut y Jean-Luc
Godard fueron contra el realismo tradicional que se venía trabajando en el
cine francés y apostaron a la improvisación, a la filmación en exteriores, a la
libertad de expresión, al uso de nuevas técnicas que se estaban forjando en
EEUU con directores como Alfred
Hitchcock, Orson Welles y John Ford.
Aún hoy, Francia se caracteriza por contar con films
poco convencionales, que se alejan del tradicional estilo que suele presentar
Hollywood.
El director Quentin Dupieux
es un ejemplo de este tipo de cine.
La película se inicia con el momento más clave de
la historia.
Un auto de policia llega a una desolada parte del desierto. Hay
sillas colocadas de forma azarosa que el vehículo va volteando con mucha
paciencia. Del baúl del auto sale un sheriff (Lieutenant Chad) quien pide un vaso de agua al conductor.
Luego se
acerca a la cámara, mira directamente, y comienza un prólogo sobre la sinrazón
que funciona como una instrucción para ver el resto de la película. Para qué describirlo si directamente pueden verlo:
Al finalizar, tira el vaso de agua y vuelve a
meterse al baúl del auto. ¿Por qué? ¿Y por qué no?
Por cierto, toda la película está disponible y subtitulada
en español en Youtube.
Este soliloquio, absolutamente increible, funciona
como una alerta, una manera de invitar a la audiencia a conocer con qué se va a
encontrar. En él, el director defiende su postura absurdista y deja entrever el
nivel atípico de comicidad que va a acompañar al neumático asesino durante
todo el metraje.
En Rubber
no somos nosotros los verdaderos espectadores. Hasta me animo a decir que
estamos de más. La misma película ya cuenta con un público que, como un coro
griego, montado con binoculares, será el verdadero jurado de los
acontecimientos. Nosotros somos voyeuristas, nada más.
"This
movie... is an homage to the no reason."
— The Sheriff
Rubber es
muchas cosas al mismo tiempo. Deconstruye el género del terror del ataque de un
“ente asesino”, sea Micheal Myers, Jason o Freddy Kruegger. Sea un muñeco, un fantasmita, un tomate o una
mujer de 50 metros de alto.
También ataca a todos los clichés del cine de
horror, parodiándolos. La chica sexy que se ducha con la puerta abierta. Los
personajes que realizan acciones estúpidas e ilógicas (y por ello terminan
muriendo). Los sobresaltos. La música que va elevando la tensión.
Pero pronto se hace evidente que es mucho más que
una pequeña historia de comedia y terror. La llanta (que se llama Robert, según indican los créditos
finales) se reconoce a sí misma como una entidad (en una fascinante escena en
la que se “ve” en el espejo), es pasional, tiene ira, deseos, contradicciones.
Ah, y poderes psíquicos para hacer explotar cosas. Muy al estilo “Scanners” de David Cronenberg.
Una vez que Robert aprende a asesinar personas, se
lanza en la búsqueda de más humanos para matar, y en su camino se encuentra con
una mujer misteriosa con la que se obsesiona. ¿Qué hace ella viajando sola
en el desierto? ¿Quién es? ¿Por qué Robert se siente atraído? ¿Es porque está (muy)
buena? ¿Puede, verdaderamente, un neumático sentirse atraído por una mujer?
¡A quién le importa!
La elección de un neumático para la película fue
excelente y muy elegante. Se trata de un objeto con capacidad de traslado (son
brillantes las escenas donde va de un lado a otro “aprendiendo a andar”) pero que
se aleja de un estilo antropomórfico, lo cual le genera ciertas debilidades
(como cuando cae a una pileta y no tiene forma de salir).
Funciona como un elemento amenazante (al fin y al
cabo, un neumático, adjunto a un vehículo, puede hacer muchísimo daño) pero es
intrínsecamente ridículo. El objeto no puede hacer más que cuatro o cinco
acciones, y como realizador de cine, es un desafío gigante darle “vida” a algo
como esto.
Por otro lado, pocas cintas han sabido utilizar la
ruptura de la cuarta pared con tanta eficiencia.
Acá el chiste nos lo están
haciendo a nosotros, todo el tiempo. Es complicado llevar la cuenta de la
cantidad de escenas metaficcionales que homenajean al cine. Por ejemplo, hay
una secuencia que sucede en un lugar que es idéntico al motel Bates de la
película “Psicosis” (1960), de Alfred Hitchcock.
En una historia que se adjudica estar dedicada al
absurdo, al “sin-sentido”, es irónico que no hay ni siquiera una escena que no
tenga un motivo claro y específico. Hay mucho del “efecto de distanciamiento”
que teorizó el alemán Bertolt Brecht
en su teatro. Hay escenas que nos sirven para hacernos la idea de que realmente
podría existir un mundo donde una llanta asesina personas haciéndoles explotar
la cabeza, pero luego se nos fuerza afuera de esa idea cuando nos recuerdan a
la pobre audiencia, varada en el desierto, sin comida.
Se pueden hacer ensayos enteros sobre los detalles
aparentemente irrelevantes que tiene “Rubber”,
y que sin embargo están muy bien pensados. La escena en la que la audiencia
se pone a devorar el pavo es magistral (“como público devoramos lo que se nos
ponga en el planto, o en la pantalla grande”), el final donde el ejército de
neumáticos se dirige hacia Hollywood, etc. Invita a tantas lecturas complejas que termina
siendo un testamento a la sutileza.
Pero al final del día no importa si Rubber es una parodia del terror o, en
realidad, una crítica escondida sobre el cine hollywoodense (me inclino mucho
por esta idea). Lo cierto es que nada de eso importa. La película es
absolutamente divertida y provee una cinematografía impecable.
Ah, y el final está perfecto (nunca van a ver
triciclos de la misma manera).
No me dan más ganas de escribir (o teorizar sobre
sus significados ocultos) porque sería quitarles a mis lectores la posibilidad
de experimentar la historia por ellos mismos. Sólo detallar todas las
características metaficcionales haría que quieran prestarle especial atención a
esos detalles, y no es justo. Está bueno verla sin prejuicios y sacar
conclusiones propias.
Rubber es
un concepto ridículo realizado con un ingenio pocas veces visto. Es a lo que
tienen que apuntar todos los realizadores independientes: una excelente,
surrealista, bizarra, absurda, sorprendente e inteligente mala película. No
existe motivo para la existencia de esta cinta, porque no hay ninguna razón
para nada en este mundo.
No sé ustedes, pero yo ya me
descargué toda la filmografía de Quentin Dupieux.
► OFF-TOPIC: interesante entrevista
con el director sobre la realización de Rubber:
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=>> Otros POSTS CINÉFILOS de mi autoría en el blog: “El
sci-fi argentino en el cine”; “LISTA
TOP-15: lo más destacado del cine 2015”; “Ingredientes
matemáticos en el cine”; “Unbreakable:
una obra maestra del cine de superhéroes”; “El
mago de Oz, cuando el cine supera a la literatura”.
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Epic level of epic epicness...
ResponderEliminarCreo que vale la aclaración de que es una película para ver cuando no tenés sueño...
Sin duda, lo más despierto posible, y en lo posible sobrio. =P
EliminarSi, igual verla tomando mate a las 10 de la mañana de un sábado fue un poco virgo, even for us.
EliminarUna idea genial lo del público incorporado en la película y con quejas sobre el comienzo.
ResponderEliminarMe gusta el prologo del Sheriff. Curioso que no sea un intelectual o el mismo director de la película. Lo de no mostrar a personajes lavandose las manos tiene una razón. Elipsis.
¿Una rueda asesina? Absurdo, tanto que podría funcionar.
¿Que tenga interess por una mujer? Otro absurdo extra y la vez tiene cierto sentido.
Despertaste mi curiosidad.
Mirala y después me contás que tal. Me pareció brillante.
EliminarLa vi. Me pareció extraña y a la vez me pareció interesante. Es curioso que ser espectador sea algo problematico y hasta riesgoso. Lo de espiar esa morocha me pareció que tenía mucho sentido.
EliminarSaludos.
¡Qué bueno! Yo ayer vi "Reality" (2014), también del mismo director. Es muy diferente a Rubber, pero comparte el surrealismo y la experimentación. Es un drama ligero con toques muy lyncheanos. ¡Me gustó! (Pronto sacaré la crítica).
EliminarOMG, QUIERO QUIERO QUIEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
ResponderEliminarYa mismo la busco.
Qué buena onda, totalmente absurdo todo.
ResponderEliminarDejé de leer la entrada al llegar al spoiler alert, así que una vez que la vea vuelvo a comentar y dar mi opinión. ¿Con qué cara se le plantea una idea así a los productores?
Por otro lado la trama tiene algo que me recuerda a "Duel"¿Será una evolución aquella del camión asesino de Spielberg? Veremos...
Abrazo!