► Este cuento ganó el Segundo Premio, género narrativa, en el
Concurso Literario de Poesía y Narrativa “Roberto
Arlt” 2015. Por acá encuentra la versión narrada.
La historia describe el hallazgo de un
antiguo manuscrito italiano. En él se narra un curioso asesinato ocurrido en la
pequeña Isola di San Pietro, famosa
por descubrirse completamente deshabitada en el año 1876. Ojalá disfruten leyéndolo tanto como yo disfruté
escribiéndolo.
***
“Homicisium”
(Luciano
Sívori)
«Hoy,
en esta isla, ha ocurrido un milagro: nadie ha querido cargar con el muerto.»
Así comienza un manuscrito italiano –hallado
entre los restos de la inundación de La Plata en el 2012– que podría resolver
una de las incógnitas más curiosas de la Edad Media. Se encontró entre las
pertenencias de un tal Bruno Ferreiro (aún desaparecido) y pudo haberlo traído
consigo su bisabuelo, Luca Ferreiro, cuando arribó a la Argentina como
emigrante en 1902.
El antiguo documento –húmedo y
polvoriento– es un cuaderno cosido a mano y de hojas desprendibles. La tinta se
ha corrido en algunos sectores y faltan páginas que aparentan haber sido
arrancadas deliberadamente. Relata el avistamiento de un asesinato en la Isola di San Pietro, isla del sur
occidental de Italia, famosa por descubrirse deshabitada en 1876, aunque con
indicios de haber sido residida por un pequeño grupo de personas.
El manuscrito original fue sometido al
correspondiente examen técnico. Esta traducción es propia:
«Esta
mañana, cuando salí en busca de pescado para el almuerzo, encontré al viejo
Morelli rodeado por una vasta multitud. El arpón que perforó su pecho
representaba la prueba visual de su estado actual: un fiambre. Su rostro había
sido desfigurado a golpes y su cuello mostraba las clásicas marcas del estrangulamiento.
No
pienso esconder el hecho de que no siento pena por el hombre. Giacomo Morelli
era (ahora debo hablar de él en pasado) el hombre más odiado de todo San
Pietro. Para mi sorpresa, todos lo observaban y nadie se disponía a moverlo.»
Interrumpo el relato para hacer una
aclaración que, creo yo, será de utilidad para el lector menos avispado. En
varios territorios de la época medieval existía una ley que determinaba que si
un cuerpo era hallado sin vida (y en circunstancias extrañas) todo el pueblo
debía pagar una multa llamada homicisium para
costear la sepultura. A nadie le gusta pagar impuestos, ni ahora ni hace 500
años. Por ese motivo, cuando encontraban a un muerto en las calles, los mismos
habitantes lo levantaban para trasladarlo a una localidad vecina, o incluso
para hacerlo desaparecer. Se entiende, por consiguiente, el desconcierto del
autor. Prosigamos:
«Filippo
Tolomei, el brujo del pueblo, afirmó que el viejo llevaba más de un día sin
vida cuando lo encontraron. Las varias consultas que el difunto le debía permanecerían impagas. “¿Quién mató a
Morelli?” es lo único que se escucha, entre susurros, cuando uno camina por la
isla. Varias de las sospechas recaen sobre Giulia Brunetto (o cualquiera de su
familia, para lo que importa). El infeliz aprovechó un día que la cruzó
trabajando tarde (ella limpiaba las porquerías de su granja) y la forzó por
detrás. Lleva tres meses de embarazo.
En
la pulpería escuché que se le atribuye el atroz homicidio a Carmelo Salvatore, hijo no reconocido de
Morelli. Dicen que es el único capaz de un acto de salvajismo tan descomunal.
Pero Carmelo es un amigo, y yo por él pongo las manos en el fuego.
Mi
mujer, Andrea, me hizo confesarle
que no soy yo el responsable de tan impía empresa. Es cierto que la granja debió
ser mía por ley, y Morelli me la arrebató con impunidad. Pero no soy hombre de
rencores y mi habilidad para la pesca con lanza nos trae un plato a la mesa
cada día.
Lo cierto es que han pasado cuatro días y el
fiambre sigue ahí tirado. Nadie ha tomado la iniciativa de trasladarlo. Ni
siquiera su hermano, Massimo, que está cortado por la misma tijera. Se sospecha
que buscaba el monopolio del rancho. Si me preguntan a mí (aunque nadie lo ha
hecho), la cosa fue por amor. Giacomo y
Massimo ansiaban a la misma mujer, Sofía
Capobianco. (¡Y qué hombre no desearía a tan refinada señorita!).
Sofía se me ha insinuado más de una vez, y no
mentiré al decir que fui tentado por la lujuria. Incluso una vez…»
Acá faltan, por desgracia, varias
páginas del manuscrito que podrían haber arrojado más luz sobre el asunto. Con
lo poco disponible, es posible que nunca pueda pronunciarse una sentencia
definitiva acerca de las motivaciones del asesinato, ni sobre el verdadero
autor de tan aterradores hechos.
Lo siguiente que puede leerse, con
garabateos más inseguros, son estas líneas:
«Ni
las moscas ni los gusanos quieren acercarse a aquella carroña. Los cuervos
también esquivan el vientre inerte que se niega a la descomposición natural. La
hierba ha dejado de crecer debajo. Ya no sabemos qué hacer con él. La gente ha comenzado
a mudarse a la isla vecina.»
***
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=>> Otros cuentos de mi autoría en el blog: “Repertorio
en forma de libro, osario de palabras”; “Del
texto a la vida: mi primera obra de teatro publicada”; “El
último beso” (un relato policial); “Los
delicados riesgos de oprimir un botón sin leer las instrucciones”.
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Y queda la curiosidad de saber si el narrador sucumbió a la tentación de Sofía.
ResponderEliminarClaro y también quien mató a Morelli, porque nadie se atreve a mover el cuerpo, hasta los cuervos lo esquivan.
Un relato bien plantedo.
¡Gracias por darte una vueltita, Demiurgo!
EliminarSí, quedan esos cabos sueltos, intersticios para que rellene el lector (yo tengo mi opinión al respecto). PD: es pura casualidad que el tal Morelli tenga el mismo nombre que el personaje de Rayuela. =/
Espectacular, tiene un poco de todo: detalles históricos, causas acerca del origen de frases populares, picardía, suspenso...
ResponderEliminarMe han gustado mucho los apellidos de los personajes, algunos me son muy cercanos y personales. El de Morelli además puede ser un homenaje oculto al personaje de cierta isla de Adolfo Bioy Casares.
Muy justificada la obtención del premio.
Abrazo!
¡Gracias, compañero bloguero!
EliminarLa verdad es que los nombres fueron todos azarosos... después me di cuenta de que Morelli es también el personaje de Rayuela (y ni siquiera lo había relacionado con el Morel de Bioy Casares... pero bien podría ser, ¿no?)
¡Saludos!
Saludos Luciano, este relato me trae nostalgia, por aquello del taller y mi primera participación; que no se públicó por error de dedo.
ResponderEliminarY muy merecida participación y triunfo. Te felicito.
Te he nominado a este premio:
https://karenmarcescorner.wordpress.com/2016/04/29/k-marces-corner-nominacion-al-infinity-dream-award/?preview_id=277&preview_nonce=9b639a6095&preview=true
Saludos, ¡Nos leemos!
(Seee, también es muy nostálgico para mí)
Eliminar¡Gracias por la nominación! Muy piola. Me puse a leer esas 11 cosas random de vos. Interesantes.